Gioachino Rossini (1792-1868). Mucho más que “El Barbero de Sevilla”

Fotografía: Gaspard Félix Tournachon “Nadar”

Gioachino Rossini ocupó una posición incomparable en el mundo musical italiano de su tiempo. Rossini ha influido profundamente en la historia de la ópera del siglo XIX, que culminó en un bel canto de estilo italiano. Renueva la ópera con melodías enérgicas y brillantes dotadas de una nueva naturalidad, y desarrolla e innova la escritura orquestal preparando así el surgimiento del romanticismo. Este año celebramos el 150º aniversario de su muerte.

Gioacchino Antonio Rossini nació el 29 de febrero de 1792 en Pesaro, Italia, hijo de un músico (trompetista) y una cantante. Estimulado por este ambiente tan propicio, Rossini comenzó a estudiar música a la edad de 11 años. Rápidamente, parece obvio que el niño tiene predisposición para la música y, alentado por sus padres, continúa en esta dirección. A los 12 años se interesó en la composición musical, y a la edad de 14 años, escribió su primera ópera,  “Demetrio e Polibio” (1806). Ya en este primer trabajo percibimos la influencia de la escuela alemana y, en particular, la de Haydn y Mozart en el estilo compositivo de Rossini. Luego completó su formación musical en el “Liceo Musicale” en Bolonia, donde perfeccionó sus conocimientos de contrapunto con el Padre Stanislao Mattei.

Al mismo tiempo, por gusto y necesidad, se entrega  a la composición de un género muy de moda en ese momento, el de la llamada “Ópera buffa”. De este primer período compositivo ya destaca su tendencia a reformar los géneros. De hecho, a lo largo de sus primeros trabajos, trabaja para romper las formas tradicionales de la Ópera buffa, decorando las melodías, animando los conjuntos y al final, incorporando ritmos inusuales, dando mayor importancia a la orquesta y eliminando la omnipotencia de los cantantes. Su ópera “La Pietra del Paragone” (1812), es considerada el primer resultado de esta reforma, le da a conocer a nivel nacional.

Retrato de Gioachino Rossini por Vincenzo Camuccini. Museo del Teatro de La Scala de Milán.

Después de este periodo dedicado a la Ópera buffa, aborda la ópera seria con la creación de “Tancrede” (1816); evoluciona el género con “Otello” (1816) y Semiramide (1823). Su obra maestra es “El barbero de Sevilla”, reconocida de inmediato como tal cuando se creó en 1816. Rossini también trabaja en un género intermedio (ya explotado por Mozart), la ópera semi-seria, a la que aporta “La Cenerentola” o “La Urraca Ladrona” (1817). Las oberturas a muchas de estas óperas son un elemento recurrente en el repertorio de la salas de conciertos.

Después de una estancia muy exitosa en París (donde regresará al final de su vida ) y la creación de “Guillermo Tell” en 1829, Rossini deja de componer para el escenario. Luego se dedicó a la música religiosa, un género en el que destacan igualmente sus cualidades musicales: el “Stabat Mater” (1841) y el “Petite petite solennelle” (1864), subrayados por la claridad y profundidad de la partitura del compositor.

A pesar de este largo retiro, siguió siendo una de las personalidades más influyentes del mundo musical. Murió en Passy (París) el 13 de noviembre de 1868. Rossini fue un compositor de producción variada y consistente de muy alta calidad. Desde el punto de vista tanto estilístico como dramatúrgico, con sus muchas innovaciones, la obra de Rossini abre la puerta a la de Verdi, pero también a Meyerbeer, Donizetti y Bellini.

Lista de reproducción con una amplia selección de sus obras

 

 

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