Llevamos poco más de un año con nuestro club de lectura en marcha y, puesto que estas fechas parecen llamar a hacer balance de resultados, no podemos por menos de felicitarnos y agradecer a nuestros seguidores la gran acogida que ha tenido.
Desde el primer momento hemos resaltado los beneficios de la lectura: favorece la imaginación, la concentración, la memoria; contribuye al desarrollo del espíritu crítico y la libertad de expresión, fomenta el logro de puntos de vista alternativos y, por ello, la empatía, la autorrealización, la solidaridad. A los aspectos intelectuales y culturales de la lectura se unen, por tanto, otros beneficios importantes para el desarrollo emocional, pues en el proceso de leer intervienen, a veces sin poder evitarlo, los sentimientos personales.
Nos hemos esforzado en atender la lectura como acto individual, pero a la vez hemos potenciando su parte social. Y lo hemos hecho con tal ahínco (tal vez se nos ha ido un poco la mano…) que hemos empezado a recibir frutos inesperados; a los más que satisfactorios resultados del número de visitas en nuestro (vuestro) blog, los gratificantes encuentros de los socios o las inspiradoras charlas con los autores, hemos de añadir ahora otros resultados no por imprevistos menos exitosos: varias relaciones (¡ejem!) sentimentales se están fraguando en el seno literario del club de lectura.
Que si aún no he comprado el libro, que no importa, que quedamos y yo te presto mi ejemplar y volvemos a quedar para que me lo devuelvas…, que qué te ha parecido este relato, que te doy toda, pero toda ¿eh?, toda la razón y que qué ardorosa eres para defender tus opiniones (“Dios mío, como sea así para todo…”), que qué vas a hacer al salir del coloquio, porque a las 9 (¡qué hora tan tonta!) no es ni pronto ni tarde, y que ya, si te parece, nos quedamos para por la noche…
Revestidos de discreta prudencia, los socios del club hemos asistido a los inicios de algunas historias que, sin dejar de ser fantásticas, no eran de ficción sino de afición en su sentido más etimológico (Del lat. affectĭo, -ōnis: afección, afecto). En este punto nos gustaría hacer notar a los implicados más directos que el hecho de que no hablemos no quiere decir que no veamos.
En fin, que la lectura no tiene cura, y que el amor es una dolencia capaz de escribir derecho en los renglones de los libros más retorcidos e hipocondriacos.
Y es que la luz ambiente de la sala en la que celebramos las sesiones del club tiene la cualidad de crear un entorno íntimo y de hacer parecer aún más flamígera (si es que es posible) alguna cabecita ya de por si refulgente. Nada tiene pues de extraño que algunos de nuestros miembros hayan tomado la decisión de ir directamente (en lo literal y en lo literario) «a saco». Y ya no decimos más…
Así las cosas, el largo paréntesis hasta la tercera lectura del club el día 5 de marzo, se nos antoja un periodo insoportable para el seguimiento del romance con cuyos protagonistas simpatizamos. Tan es así, que desde tULEctura estamos pensando en organizar algún evento que nos congregue a todos, quizá en enero o principios de febrero, para estar al tanto del transcurrir del idilio.
Al fin y al cabo, de nuestras estadísticas ya se ocupa Google Analytics, nuestra finalidad no es obtener un beneficio económico, y nuestros objetivos esenciales de fomento de la lectura se están cumpliendo: el balance general es positivo. Pero esta amortización añadida que el curso de extensión universitaria está aportando a algunos de los matriculados, no cabe duda de que es un incentivo que seguramente tendrán en cuenta (además de los créditos LEC y ECTS) las sucesivas promociones de inscritos.
Nuestro natural comedimiento nos lleva a tratar el tema con delicadeza, pero no por ello queremos dejar de enviar a nuestros protagonistas (con nombre propio) la entusiasta felicitación que se merecen.
¡¡Fantástico!! una nueva cita en el Club ….Ya estoy esperando el correo en estos próximos dias, con la invitación .
Espero poder asistir y ….. escuchar y ….. aprender .
Gracias
Ya sabes: siempre tratando de sorprender… 😉