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Dossier del gabinete de comunicación de Editorial Planeta)
Los amigos de tULectura ya hemos tenido la suerte de conocer y disfrutar tanto de su obra como de su presencia cuando abordamos en nuestro club la lectura de su obra «El manuscrito de aire«. Ahora, Luis García Jambrina combina de nuevo la novela histórica y la novela negra y, coincidiendo con el nuevo Año Santo Jacobeo, publica en Espasa «El manuscrito de barro», la quinta entrega de la serie protagonizada por Fernando de Rojas, autor de «La Celestina».
En un guiño hacia los grandes clásicos del misterio, en esta novela Fernando de Rojas investiga unos asesinatos en serie cometidos en el Camino hacia Santiago de Compostela. La historia recrea con todo detalle la vida cotidiana de los peregrinos, el ambiente en las tabernas, las posadas, los hospitales que jalonaban el Camino en el año 1525 y el modo en que los peregrinos debían hacer frente a peligros de todo tipo o eran víctimas de intereses bastardos en los que se mezclaban la avaricia, la política, la religión… y el crimen.
29 de mayo de 1525. Un peregrino es asesinado poco antes de llegar a la ciudad de Burgos; se trata de una más de una serie de extrañas muertes que se vienen produciendo en las diferentes etapas del Camino Francés. El arzobispo de Santiago le pide a Fernando de Rojas que se haga cargo de la investigación del caso.
El célebre pesquisidor tendrá que hacer el Camino de Santiago en pos de las huellas de los criminales y para ello contará con la ayuda de Elías do Cebreiro, clérigo y archivero de la catedral compostelana. En su recorrido se encontrarán con toda clase de retos y peligros, se adentrarán en lugares recónditos y misteriosos y conocerán a numerosos viajeros, cada uno con su secreto a cuestas.
Gracias a su cuidada ambientación histórica, esta novela muestra una cara inédita de la ruta jacobea en una época de gran turbulencia en la que la peregrinación está en entredicho a causa de los airados ataques de Lutero, los falsos peregrinos que se aprovechan de ella y las rivalidades entre aquellos que tratan de controlarla y sacar beneficio. «El manuscrito de barro» no es solo una novela de intriga histórica llena de peripecias, conflictos y sorpresas. Es también un viaje en busca de la verdad y la transformación personal y una historia de amistad forjada en la dureza y las dificultades del Camino.
Cómo empieza la novela
Juan Pardo de Tavera, arzobispo de Santiago, pide al pesquisidor Fernando de Rojas que indague en las misteriosas muertes de unos peregrinos cuyos cadáveres con los brazos en cruz están apareciendo en ciertos hitos del iter francorum, itinerario que une Roncesvalles con la tumba del apóstol Sancti Yagüe. Bajo el costado de los muertos, escrita en barro, aparece una enigmática letra «Y». Para ayudar a Rojas en este fatigoso trabajo, le acompaña Elías do Cebreiro, archivero de la catedral de Santiago y experto en el Camino. Pese a los mutuos recelos iniciales, pronto emprenden los dos el viaje en amigable compañía.
Elementos narrativos destacados
Luis García Jambrina mezcla en esta obra, como en el resto de la serie protagonizada por Fernando de Rojas, diversos géneros literarios al combinar la novela histórica con la novela negra.
- Como novela histórica, «El manuscrito de barro» recrea con detalle unos escenarios y unos hechos excepcionales, consiguiendo dotar al conjunto de una profunda verosimilitud. El carácter histórico de la novela se sustenta sobre una documentación exhaustiva que ha permitido una recreación muy realista de la vida alrededor del Camino de Santiago en una época en la que la ruta jacobea se encontraba inmersa en una decadencia provocada por circunstancias tan diversas como el auge del protestantismo y el aumento de la inseguridad, presentes ambos en el texto.
- En cuanto a novela negra, el autor recoge el legado de los clásicos del género, planteando cuestiones de calado social y político: el poder de la Iglesia frente al Estado, el maltrato a la mujer, los abusos de las clases dominantes, los intereses económicos que se ocultan tras la fachada de lo espiritual y las dificultades para que la Justicia —con mayúsculas y con minúsculas—sea igual para todos.
Tanto en esta como en las anteriores novelas protagonizadas por Fernando de Rojas encontramos una notable carga crítica a través de elementos que invitan a la reflexión a partir de las peripecias de unos personajes muy bien dibujados: la ambición, el ansia de riqueza, el fanatismo, el miedo, el heroísmo… y el poder redentor del amor y de la amistad.
Para comprender mejor la novela, podemos fijarnos en algunas circunstancias de la época y el entorno en que se desarrolla la historia:
Escenario: el Camino Francés
Como si de un peregrinaje a Santiago se tratara, la novela se estructura a partir de dos tipos de capítulos: los que transcurren en el camino propiamente dicho —o sea, en ruta hacia…— y los que se desarrollan en los lugares en los que se acaban e inician las etapas más importantes.
El escenario principal es el llamado Camino Francés, que entra en España por los Pirineos a través de Roncesvalles. La excepción la hallamos en el primer capítulo, situado en Toledo, durante el transcurso de las Cortes Generales, en junio de 1525. Luis García Jambrina describe la capital repleta de procuradores y forasteros venidos de todos los lugares de Castilla y de otros reinos, ya que a ellas asisten también embajadores y representantes de las principales monarquías europeas y del papado.
Tras el encargo de averiguar quién está asesinando a los peregrinos, Rojas y Elías viajan hacia León, ciudad en la que inician sus pesquisas tras un nuevo asesinato.
Las siguientes etapas pasan por Puente de Órbigo, Astorga, Foncebadón, Ponferrada, Villafranca del Bierzo y Herrerías de Valcarce, en la actual provincia de León. Ya en Galicia, por Pedrafita do Cebreiro, As Nogais, Santa María de Penamaior, Lugo, San Romao da Retorta, Palas de Rei y el castillo de Pambre, en la provincia de Lugo; en La Coruña, por Melide, Castañeda, Arzúa y, por fin, Santiago de Compostela.
El autor describe el camino con detalle. Los paisajes y las poblaciones desfilan ante el lector y lo sumergen en el ambiente a través de todos los sentidos. En un magnífico ejercicio de recreación, retrata los lugares con los ojos de los peregrinos y los viajeros del siglo XVI.
La decadencia del Camino en el siglo XVI
En El manuscrito de barro, Luis García Jambrina nos guía por un Camino de Santiago que vivía una evidente decadencia desde finales del siglo anterior. No era una situación atribuible a una sola causa y, en su génesis, se mezclaban factores internos y externos.
- Por un lado, una vez completada la Reconquista, la Monarquía Hispánica y la Iglesia española habían centrado sus esfuerzos en una nueva epopeya, la conquista del Nuevo Mundo, disminuyendo, por tanto, el valor emocional y político de Santiago de Compostela.
- Por otro, los valores del Renacimiento se oponían a muchas de las tradiciones religiosas vigentes, mientras surgían voces, aquí y allá, partidarias de la separación de la Cruz y la Espada, de la Iglesia y el Estado, uno de cuyos símbolos evidentes era la archidiócesis gallega.
- El auge del protestantismo en Europa influyó no solo en el número de peregrinos procedentes del continente a través del Camino Francés, sino también en la actitud de intelectuales españoles que, como Fernando de Rojas en la novela, se cuestionaron el culto a las reliquias o la autenticidad de la tumba del apóstol.
- Por último, y no menos importante, hubo una crisis de seguridad a la que se sumaron los abusos de parte de los responsables de los servicios a los peregrinos, desde tabernas a hospitales. Se multiplicaron las bandas de delincuentes que asaltaban a los peregrinos, de la misma forma que aumentó la criminalidad entre esos mismos peregrinos. Pag. 27 de la obra:
«El Camino se ha vuelto muy peligroso por culpa de los pícaros, maleantes, bandoleros, prostitutas, mendigos, vagamundos y toda clase de individuos de mal vivir, que ahora lo invaden dispuestos a aprovecharse de los verdaderos peregrinos y de la hospitalidad de los albergues y conventos»
Además, Francia y España mantuvieron una guerra desde 1521 que afectó a la ruta Jacobea y que acabó unos meses antes de los hechos narrados en El manuscrito de barro, en la batalla de Pavía.
Entre la fe y el negocio
Durante siglos, la posesión de unas reliquias religiosas objeto de peregrinaje significaba una fuente segura de ingresos económicos para la localidad que las custodiase, además de aumentar la influencia política de sus autoridades civiles y eclesiásticas. De ahí la dura competencia entre ciudades e, incluso, entre países.
El arzobispo Pardo de Tavera resume aquel conflicto en el diálogo con el pesquisidor, cuando rechaza las acusaciones y las dudas sobre la autenticidad de la tumba de Santiago:
«Solo son embustes y rumores, fruto de la envidia que nos tienen los franceses, sobre todo desde que estamos en guerra con ellos, y más ahora que acabamos de vencerlos en Pavía y de apresar a su rey Francisco I».
Para poder atender a miles de peregrinos anuales surgieron hospitales, alberguerías, albergues, ventas, mesones y posadas y también ciertos monasterios, conventos, iglesias, catedrales, castillos y casas particulares que se volcaron en su cuidado y manutención. Los hospitales solían ser caritativos o gratuitos. Casi todos ellos habían sido fundados por reyes, autoridades locales, nobles, obispos, y órdenes religiosas y militares. Algunos se encontraban extramuros de las ciudades, para que pudieran refugiarse los que llegaban por la noche, cuando las puertas de las murallas ya se habían cerrado.
Los hospedajes y albergues de pago eran un negocio muy floreciente, aunque, por lo general, dejaban mucho que desear.
Era habitual que posaderos y mesoneros se disputasen a los peregrinos; incluso enviaban a sus sirvientes para que los captasen como clientes. Elías le explica a Fernando de Rojas que la mala calidad de las viandas y de los alojamientos provocaba que muchos peregrinos enfermasen o muriesen, o se quedasen sin blanca. Era, también, una práctica común engañarles con el precio, con las medidas y con el valor de las monedas, y más cuando eran extranjeros.
Están documentados casos de posaderos que emborrachaban a sus huéspedes para robarles mientras dormían o que llegaban a envenenarlos para quedarse con sus cosas.
Tipos de peregrinación
La novela nos muestra la gran variedad de razones que impulsaba a hombres y mujeres a tomar el Camino hacia Santiago. Destacan seis grandes grupos de peregrinos, presentes en distintos momentos de la obra.
- Peregrinación como penitencia. Su objetivo era obtener el perdón de los pecados y ganar el cielo; no en vano a cada peregrino que completaba el Camino se le condonaba de entrada una tercera parte de esos pecados y, si era año jubilar o de perdonanza, la indulgencia era plenaria.
- Peregrinación por devoción religiosa o para cumplir un voto o una promesa por algún bien recibido. Muchos de los que recorrían el Camino por una promesa, volvían a casa con una especie de aureola de santidad. El mero hecho de haber viajado a Compostela aumentaba también su prestigio dentro de la comunidad.
- Peregrinación obligatoria o forzada. Era de carácter expiatorio y penitencial, impuesta por algún tribunal eclesiástico o civil, como castigo por haber cometido un delito o un pecado de especial gravedad, sobre todo si el autor era un clérigo: homicidio, sodomía, robo de iglesia, sacrilegio, simonía, adulterio, etc. Estos peregrinos a veces iban con cadenas o casi desnudos y, en el caso de las mujeres, con vestiduras blancas.
- Peregrinación delegada o por encargo. Se llevaba a cabo en nombre o representación de otra persona, de un grupo o de toda una población con el fin de implorar el cese de algún mal o cumplir con una obligación o promesa. Había una variedad testamentaria, por la que se designaba a alguien para que hiciera el Camino por el sufragio del alma del testador. Podía estar remunerado y hubo profesionales en la materia.
- Peregrinaje en busca de aventuras, para conocer mundo, para hacer negocios o para llevar una vida de cierta libertad. El peregrino que había optado por estar vía trataba de romper la rutina y estar libre de ataduras familiares o laborales durante un tiempo.
- Falsos peregrinos, que se disfrazan para mendigar o delinquir.
Por qué recomendamos este libro
La sede física de tULectura está en León (España), una de los hitos más importantes dentro del Camino Francés. Siempre nos hemos sentido vinculados a este sentimiento jacobeo y a él hemos dedicado algunas de nuestras entradas (Santiago, el Codex Calixtinus y el juego de la oca), lecturas (Guía a la lectura de «Bueno, me largo», de Hape Kerkeling) y actividades (Cruce de caminos: se hace camino al leer). Peregrinos somos en este mundo y, a estas alturas de la historia, peregrinas son también algunas de nuestras ideas 😳 . Tanta implicación en el tema no puede por menos de llevarnos a la recomendación de «El manuscrito de barro»:
- Porque nos gusta la escritura de Luis García Jambrina: Maneja su conocimiento de las claves de la literatura académica con tal destreza que nos hace disfrutar del texto de forma natural.
- Porque la mezcla de novela histórica, itinerante, de intriga, de transformación… resulta hábilmente equilibrada.
- Porque la documentación de la obra es completa y rigurosa, pero amena. Las referencias de la misma se ofrecen al lector al final del volumen para que aquel que lo desee pueda comprobar o ampliar datos.
- Porque nos gusta ver cómo nace, avanza y se estrecha una relación de amistad entre dos personajes tan diferentes como Fernando de Rojas y Elías do Cebreiro. Y porque nos evocan otras parejas literarias que se acompañan o se dan la réplica a lo largo de su andanzas (ahí lo dejamos…)
- Porque el Camino de Santiago, como referente cultural, ejerce sobre nosotros una fascinación mucho más que religiosa: espiritual, simbólica, iniciática, casi esotérica.
- Porque el barro del título nos hace reflexionar sobre la simbología del término (debilidad, pecado, capacidad de transformación, origen del hombre, origen de la escritura….). «Sabed que el barro es el pergamino en el que cada romero va escribiendo su camino.» dice Elías do Cebreiro.
- Porque hemos conocido a Hermann Künig, el monje alemán autor de la primera guía práctica sobre el camino de Santiago ¡publicada en 1495! con consejos e información útil y concreta sobre lugares y variantes del itinerario para evitar peligros o facilitar la ruta.
- Porque el personaje Elías do Cebreiro está inspirado en Elías Valiña, o cura do Cebreiro, uno de los mayores impulsores de esta segunda edad de oro del Camino de Santiago.
- Porque nos rendimos siempre ante la búsqueda de la verdad que Fernando de Rojas persigue, ante su escepticismo humanista.
- Porque no hay como un buen crimen para pasar un buen rato.
Estas son solo algunas razones para empezar. Puedes enviarnos las tuyas a través de los comentarios o las redes sociales. Y sobre todo, haz caso al pesquisidor Fernando de Rojas y no retrases más la lectura de la nueva novela de esta saga. Pag. 32:
«Pongámonos ya en camino, que el tiempo apremia»