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El V Concurso de microrrelatos “Unidos por generaciones” y el delantal de la abuela

De un tiempo a esta parte, en las redes sociales, en los blogs, en los periódicos digitales, en las bitácoras y páginas de la web se ha hecho viral la memoria de una humilde prenda de vestir. Hasta tal punto ha triunfado la historia que aparece la mayor parte de las veces sin la mención a su autora (Ángeles Fuentes) y con variantes en el texto más o menos acertadas, locales y hasta personalizadas.

A estas alturas, el texto parece pertenecer a todos y cada uno de quienes lo han leído, pues su autora utiliza con habilidad el tratamiento de un personaje, unos hechos, un objeto y un pasado que, siendo ficticios, se hacen muy cercanos a la realidad.   El lector reconoce inmediatamente esa realidad y la interpreta en clave simbólica, asumiendo como propia la historia narrada.

Las relaciones intergeneracionales se pueden contar de muchas maneras.
En este caso, la autora lo hace a través de un objeto cotidiano
al que dota de una carga evocadora fortísima.
Lee el relato, piensa un poco, recuerda y… luego
participa en nuestro  concurso de microrrelatos “Unidos por generaciones”

El delantal de la abuela, de Ángeles Fuentes

La principal función del delantal de la abuela era proteger el vestido que estaba debajo; pero además servía de agarradero para retirar la sartén del fuego cuando estaba muy caliente.

Era una maravilla secando las lágrimas de los pequeños, y en ciertas ocasiones limpiando sus caritas sucias.

El delantal servía para transportar desde el gallinero los huevos golpeados que acababan en la basura.

Cuando llegaban visitas, el delantal de la abuela servía para refugio de los niños tímidos; y cuando hacía frío, la abuela se envolvía los brazos en él.

Aquel viejo delantal servía de fuelle, cuando el fuego estaba medio apagado agitándolo sobre él; y era el que cargaba con la leña desde la leñera hasta la cocina; y también con las patatas del huerto, los guisantes y demás verduras; con él se recogían las frutas que caían de los árboles al terminar el verano.

Cuando alguien llegaba de forma inesperada, era asombrosa la rapidez con que el viejo delantal limpiaba el polvo de los muebles.

Cuando se acercaba la hora de comer, la abuela salía a la puerta y agitaba el delantal: entonces los hombres que estaban en el campo sabían que era la hora de comer.

La abuela también lo usaba para colocar la torta del horno en la ventana para que se enfriara.

Pasarán varios años antes de que inventen un utensilio que pueda reemplazar aquel viejo delantal de la abuela, que tantas funciones cumplía”

Lee el relato, piensa un poco, recuerda y… luego
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