El cambio de década supone para Hardy una evolución total, tanto estilística como musical. Françoise Hardy continuaría su carrera como cantante, reinventándose por completo en la década de 1970. Comenzó por desprenderse de la imagen de «mujer sofisticada» que su antiguo novio, Jean-Marie Périer, había creado para ella. Françoise Hardy, más madura, emergería de las cenizas y exigiría interpretar canciones que reflejaran su ser interior, en lugar de melodías pop que irían bien en las listas de éxitos.
A lo largo de su carrera, la mayoría de los arreglos de sus canciones han tendido hacia la exuberancia, aunque de una manera exquisita. «La Question» (1971) es uno de sus trabajos más escasamente producidos, por lo general, se encuentra su voz acompañada por poco más que una guitarra acústica, toques de bajo y una orquestación muy sutil. Gran parte del ambiente del disco se puede atribuir a la cantante, compositora y guitarrista brasileña Tuca, que tocó la guitarra, hizo arreglos y coescribió la mayoría de las canciones, aunque Hardy contribuyó a la composición de algunas pistas. Es uno de sus mejores trabajos posteriores a su producción de los sesenta, para muchos el mejor. Pocas veces su voz sonó más susurrante y seductora.
«La Question» se convertiría en un álbum de culto. A pesar del hecho de que no tuvo un gran impacto comercial, la prensa lo calificó como una obra maestra absoluta. Hardy parecía estar completamente impasible por las malas ventas de sus álbumes, prefiriendo encontrar una audiencia que respetara su verdadero ser, en lugar de millones de admiradores que fueran seducidos por una imagen superficial.
Fotografía: Catherine Rotulo (1974)
Habiendo dejado el sello Sonopresse, Françoise Hardy firmó en 1973 con la discográfica WEA. La cantante regresó pronto al trabajo en el estudio, grabando un nuevo álbum, uno de los mejores de su carrera, «Message personnel» bajo la dirección de Michel Berger. A pesar de varias diferencias artísticas entre la pareja durante las sesiones de grabación, que fueron cada vez más difíciles, el álbum demostró ser un gran éxito comercial y crítico. De hecho, la canción principal del álbum, «Message personnel», se convirtió en una de las canciones más icónicas de Françoise Hardy. Fue su tabla de salvación a nivel personal y artístico.
Mientras tanto, la relación de Françoise Hardy con Jacques Dutronc era una especie de montaña rusa que desequilibraba profundamente a Hardy. Comenzaban a llevar vidas cada vez más separadas. Dutronc no solo estaba continuando una exitosa carrera como cantante, también había comenzado una carrera de actor y se estaba convirtiendo rápidamente en una importante estrella del cine francés. El hecho de que casi nunca tuvo tiempo para pasar con Françoise pronto comenzó a poner una tensión cada vez mayor en su peculiar relación. Sin embargo, la pareja logró sobrevivir y el 16 de junio de 1973, Françoise dio a luz a un hijo llamado Thomas. Después del nacimiento de su hijo, Jacques se mudaría a vivir con Françoise y la pareja comenzó a pasar más de tiempo juntos.
En 1974 regresó al estudio para comenzar a trabajar en su nuevo álbum titulado «Entracte». Este es el más introspectivo y retraído de todos los álbumes de Francoise Hardy. Con aires folk-rock, es una especie de catarsis personal, de registros en el diario de una mujer herida. Jean-Marie Périer también participó en los preparativos para el nuevo álbum, diseñando la portada tal como lo había hecho para todos los trabajos anteriores de Françoise Hardy. (Esta sería la última ocasión en la que Périer diseñó para su ex pareja). «Entracte» ha sido cruelmente ignorado a lo largo de los años y es un trabajo esencial en la discografía de Francoise Hardy. Fue un fracaso comercial y ella no regresó al estudio de grabación hasta tres años después.
Francoise Hardy, Michel Berger y France Gall (1975). Fotografía: PICOT / Gamma-Rapho
Sin embargo, en 1977 Françoise Hardy iba a hacer una gran reaparición después de conocer al músico Gabriel Yared a través de un amigo editor. Yared, un gran fanático del trabajo de la cantante, se ofreció a trabajar en un nuevo álbum con Hardy, creando todos los arreglos musicales. A pesar de sus disputas en el estudio, Françoise y Gabriel Yared continuaron trabajando juntos hasta 1982, y su colaboración produjo otros cuatro álbumes.
Sin embargo, el álbum «Star», que contó con excelente material de prestigiosos compositores como Michel Jonasz, Serge Gainsbourg, William Sheller y Catherine Lara, fue un gran éxito. Lanzado en el sello Pathé-Marconi (con quien Françoise acababa de firmar un contrato de 3 años), «Star» reveló un lado completamente nuevo de la cantante. Y Françoise Hardy pronto se hizo extremadamente popular entre toda una generación que nunca habían oído hablar de su trabajo en los años sesenta. De hecho, «Star» catapultaría a Hardy de nuevo a los medios de comunicación y las ventas de discos pronto empezaron a despegar de una manera importante.
Françoise publicó en 1978 un nuevo álbum, titulado «J’écoute de la musique saoûle». Este álbum (en el que casi todos los arreglos musicales fueron compuestos por Gabriel Yared y las letras escritas por Michel Jonasz y Alain Goldstein) marcó otro cambio de dirección musical. Françoise Hardy continuaría su carrera a un ritmo de un nuevo álbum al año. El lanzamiento de 1980, titulado «Gin Tonic», contó con excelentes contribuciones, como las del reconocido compositor Jean Claude Vannier. De todas formas, muchos críticos franceses comenzaron a expresar dudas sobre la nueva dirección que tomaba la carrera de Hardy, e incluso algunos empezaron a insinuar que el trabajo de la cantante era mucho mejor cuando ella misma estaba a cargo de la composición.
Françoise Hardy y Jacques Dutronc (1981). Fotografía: Benjamin Auger / Paris Match
En 1981, Françoise regresó al estudio para dar los toques finales a un nuevo álbum, «A suivre». Como sus compositores habituales, Jonasz y Goldstein, estaban ocupados trabajando en otros proyectos musicales, Françoise contrató los servicios de Pierre Groscolas, Jean Claude Vannier y Louis Chedid. Gabriel Yared compuso una vez más los arreglos musicales. De «A suivre», se publicaron dos exitosos singles, «Tamalou» y «Villégiature». A pesar de este nuevo éxito, Françoise Hardy continuó alejándose de la atención de los medios de comunicación, sus apariciones públicas fueron extremadamente raras.
Después de firmar con el sello Flarenash, Hardy volvió al estudio en 1982 para comenzar a trabajar en un nuevo álbum, titulado «Quelqu’un qui s’en va». El título del álbum está tomado de la 2ª canción del disco. Esta obra es la última colaboración de Françoise Hardy con Gabriel Yared. Tres de las diez canciones del álbum están escritas por ella. Destacar que hay también composiciones de Serge Gainsbourg, Alain Souchon y el propio Gabriel Yared.
Desde el principio de su carrera, Françoise Hardy siempre había prometido que dejaría de cantar antes de los 50 años. De hecho, la cantante comenzó a preparar su álbum de despedida «Décalages» a la edad de 44 años. Durante su grabación, Françoise Hardy anunció su intención de terminar su carrera de cantante al anunciar que «Décalages» sería el último: «Lo que más me interesa en el negocio discográfico es escribir. Creo que ha llegado el momento de dedicar más tiempo a lo que me gusta y renunciar a toda la seducción [relacionada con] la promoción de un disco. No sé cómo hacerlo, no está en mi personaje. Es una profesión paradójica que exige cualidades completamente opuestas. Tienes que ser introvertido y extrovertido a la vez».
Fotografía: Benoit Gysembergh / Paris Match (1980)
Hardy fue la autora de todas las letras, musicadas en su mayoría por Jean-Noël Chaléat. Su esposo Jacques Dutronc compuso la excelente «Partir quand même», una canción que originalmente iba a grabar el mismo. A pesar de la evidente calidad del álbum, los fanáticos de Hardy parecían decepcionados por este trabajo final, obviamente esperando un final más grandioso que «Décalages».
Afortunadamente, «Décalages» no fue el punto final de la carrera de Françoise Hardy, Hubo que esperar a mediados de los noventa para volver a disfrutar de su música. Esta última etapa mantiene la esencia de su estilo musical, pero adaptándose perfectamente a los nuevos sonidos imperantes, y siendo sorprendida por las incontables muestras de admiración por músicos ya consagrados, e incluso, por músicos mucho más jóvenes, con los que acabaría colaborando.
L’habitude (1973) Dueto con Georges Moustaki
Comment Lui Dire Adieu (1976) Dueto con Jane Birkin
J’écoute de la Musique Saoûle (1978)