Pepa Flores, Goya de Honor 2020. La Larga Huida de Marisol

Foto: César Lucas

Fotografía: César Lucas

Este presente año 2020, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España ha otorgado su Goya de Honor a Pepa Flores (Marisol). Si hay un mito que ha perdurado en el tiempo en la cultura popular española, ha sido el de su figura. Quizás ayudó el que se retirara tan pronto, a mediados de los ochenta, de la presencia pública. Desde entonces vive retirada en su Málaga natal, con su pareja, sus perros y como ella misma dice, aprendiendo a quererse a sí misma, cosa que nunca consiguió en su etapa artística.

Prueba evidente de la importancia de su recuerdo, fue el protagonizar de nuevo la portada de la revista Interviú en su número de despedida, publicado hace dos años. Recuperando aquella foto mítica, inicialmente publicada en septiembre de 1976, que supuso uno de los símbolos de la naciente transición española. España empezaba a cambiar, pero también Marisol lo estaba haciendo.

Como decíamos, Marisol es un mito, aunque el recuerdo que ha quedado de ella para muchos, puede que se reduzca a las películas que rodó en los sesenta, cuando aquella niña rubia y pizpireta deleitaba a las familias con aquel cine tan meloso. Con ello estaremos obviando la parte más interesante de su carrera. Si hablamos de su faceta musical, la cosa se complica aún más, como mucho se acordarán de «Tómbola», «Corazón Contento» o «Mami Panchita», algún iniciado de «Háblame del Mar, Marinero».

Fotografía: César Lucas

Marisol ha sido una de las mejores voces femeninas de la música popular española; esa voz grave, capaz de transmitir todos los matices posibles al cantar, de una ductilidad asombrosa, con ese «deje» malagueño que salía de vez en cuando a relucir.

Si hay un punto de inflexión musical en la carrera de Marisol, este fue cuando en 1976 Manuel Alejandro le compone el álbum «Háblame del Mar Marinero». Una Marisol más comprometida e inquieta, inicia una maduración a nivel musical, como ya la había empezado en el cine años antes.

Pero esto no supone despreciar su etapa anterior. Pasados los años de estrella infantil, y llegando la difícil transición a la edad adulta. Marisol comienza una segunda etapa, que en su parte musical da lugar a un pop de un cierto nivel, respaldada por autores como Juan Pardo, Fernando Arbex o Juan Carlos Calderón, completó un catálogo de canciones más que digno.

Fotografía: César Lucas

Pero a mediados de los setenta surge otra Marisol, surge ya Pepa Flores, aunque nominalmente no lo sea todavía. El final de su relación con la familia Goyanes, tanto personal como profesional, se une el conocer e iniciar una relación con el bailarín Antonio Gades. Fruto de todo ello fueron una serie de discos excepcionales que Marisol grabó desde 1976 a 1983, donde en un esfuerzo titánico por huir de su etapa de niña prodigio, y arropada por los mejores compositores de este país, el citado Manuel Alejandro, Luis Eduardo Aute o «Caco» Senante, dejó registradas una serie de canciones, hoy desgraciadamente casi olvidadas, sentidas y profundas, que tendrían que estar esculpidas en mármol en la historia de la música popular española.

Destacar especialmente su álbum de 1979, «Galería de Perpetuas». Seguramente su mejor trabajo, y el más sentido. El subtítulo ya indica el carácter del disco, «Canciones para Mujeres». Álbum desgarrador, sin concesiones. Denunciando las mil penurias y abusos que una sociedad machista y despiadada  ha cometido con las mujeres. Las letras del poeta Pedro Cobos, y la música de José Nieto, dan lugar a un disco austero, sin artificios. Donde solo importa la palabra, la denuncia, y en muy pequeñas dosis, la esperanza.

La carrera artística de Marisol, ya Pepa Flores, se cierra a mediados de los ochenta, cuando rodó su última película, y en su faceta musical, se cerró con una desastrosa gira de dieciséis conciertos, que quedaron en diez, donde el público quería oír «Tómbola» y no «Marinero en Tierra».

Pepa Flores ha sido una artista excepcional. Este premio es un acto de justicia y consideración con su inmensa figura. Sería deseable que se le otorgara un galardón similar en el ámbito musical, que sería tan merecido, o más, que en el cinematográfico.

Colores (1968)

Corazón Contento (1968)

Tu Nombre me Sabe a Yerba (1969)

Felicidad (1969)

Aquel Verano (1970)

Ven, Ven (1973)

Mi Propia Ley (1973)

Dile que Vuelva (1976)

Háblame del Mar, Marinero (1976)

Balada Para la Soledad de mi Guitarra (1977)

Ser Gaviota (1978)

Si no te Quisiera Tanto (1978)

En la Bodega del Barco (1979)

La Trenza (1979)

Una Mujer Enamorada (1983)

Ay de Tí, Ay de Mí (1983)

 

 

Los Músicos de Urueña – “La Música en las Tres Culturas” (31/Enero/2020)

31-01-2020

 21:00 H.
 TEATRO EL ALBÉITAR

 

Entradas (8 €): a partir de media hora antes del concierto en la  taquilla del teatro
50% de descuento: Comunidad Universitaria, previa presentación de carné  universitario y DNI.

“La Música en las Tres Culturas”

Luis Delgado – César Carazo

Si bien la convivencia no fue en todos los casos un espacio idílico, tal y como a veces se pretende mostrar, no existe duda histórica de la imbricada convivencia que se desarrolla en diferentes puntos de la Península entre judíos, musulmanes y cristianos.

En muchos pueblos y ciudades la llamada a la oración del almuédano desde su alminar dejaba paso al tañer de los campanarios cristianos, en unas calles en las que los sefardíes celebraban su fiesta de Purim.

En definitiva, hablamos de un periodo protagonizado y compartido por tres religiones, que frecuentemente es tomado por historiadores y sociólogos como ejemplo de convivencia humana.

En este repertorio se realiza un recorrido por la música de estas tres sociedades que, si a pesar de haber llegado hasta nosotros en forma desigual, en su momento compartieron espacio, tiempo y música.

Tras más de veinticinco años de trabajo en diversas formaciones, y con una profunda experiencia en el campo de la música medieval, César Carazo y Luis Delgado fundan en 1998 el Los Músicos de Urueña.

Su propósito es el de llevar a cabo un trabajo creativo pero riguroso sobre la música medieval de la Península Ibérica, contando para ello con la proximidad cultural y geográfica del Magreb y de la Occitania medieval.

El nombre de Urueña se toma de la villa murada vallisoletana, que es sede del Museo de Instrumentos del Mundo, en el que se exponen al público parte de los fondos de la colección de instrumentos de Luis Delgado. Ésta reúne más de 1200 piezas.

Las transcripciones utilizadas parten del trabajo de los musicólogos especializados en el tema: Higinio Anglés, Arcadio Larrea Palacín, Ismael Fernández de la Cuesta, Luis Lozano Virumbrales, Julián Ribera Tarrago, etc.

La Música en las Tres Culturas:

Si bien existen numerosas fases de encuentros y desencuentros en la dilatada historia de la convivencia medieval en España, no existe duda histórica de la imbricada sociedad que se desarrolla en entre judíos, musulmanes y cristianos. En muchos pueblos y ciudades de la Península la llamada a la oración del almuédano desde su alminar dejaba paso al tañer de los campanarios cristianos, en unas calles en las que los sefardíes celebraban su fiesta de Purim. Hablamos de un periodo de nuestra tradición protagonizado y compartido por tres religiones, que frecuentemente es tomado por historiadores y sociólogos como ejemplo de convivencia.

En este repertorio se realiza un recorrido por estas tres músicas que compartieron espacio, tiempo e instrumentos. Canciones Sefardíes recogidas en la tradición balcánica y en el Magreb, canciones de trovadores, Música Andalusí de la Tradición Marroquí, Cantigas de Alfonso X el Sabio, etc.

En la selección de los instrumentos el grupo utiliza las réplicas de diferentes épocas para acercarse a la tímbrica que estas tradiciones pudieran utilizar en otros tiempos.

Disfrutemos, pues, de un paseo por estas melodías centenarias, dejando que nuestros sentidos se empapen de las sensaciones transmitidas por esta música, que antaño resonara en las calles de nuestras ciudades y pueblos, acompañando la cotidianidad y las celebraciones de nuestros antepasados.

Simon & Garfunkel (Bridge Over Troubled Water) 50º Aniversario

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Cuando Neil Young escribió: «es mejor quemarse que desvanecerse», bien podría haber estado hablando de Simon & Garfunkel. El dúo llegaba en su máximo apogeo crítico y comercial cuando terminaron los años sesenta, con un par de álbumes rompedores, «Parsley, Sage, Rosemary y Thyme» de 1966 y «Bookends» de 1968 y la banda sonora de la exitosa película de 1968 de Mike Nichols «El Graduado». Su quinto LP, «Bridge Over Troubled Water», ofrecería su trabajo más ambicioso y más concienzudamente realizado. También significaría el final de su asociación.

Para aquellos que conocían a Paul Simon y Art Garfunkel, la idea de una separación probablemente no hubiera sido difícil de comprender, incluso en la cima de su éxito. Durante su larga asociación personal y artística, se habían separado en más de una ocasión. Pero comercialmente hablando, eran casi infalibles cuando entraron al estudio para grabar «Bridge», y en términos musicales, parecían tener el entusiasmo de unos principiantes, más que el de unos artistas plenamente asentados.

Pero, aquello no dejaba de ser una apariencia que escondía una serie de desencuentros, cada vez más frecuentes, por la dirección musical del dúo. Paul Simon era el compositor de todas las canciones, y había cedido el protagonismo vocal a Art Garfunkel, más veces de lo que él hubiera deseado. Además, había una seria discrepancia, acentuada en este álbum, por incorporar nuevos sonidos, pretensión clara de Simón, frente a un Garfunkel empeñado en desarrollar armonías vocales, adornadas de elaborados arreglos orquestales.

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Simon & Garfunkel en la época que se grabó el álbum. Fotografía: Michael Ochs Archives / Getty Images

En cierta forma, hubo un empate entre los dos en el resultado final del álbum. Simon incorporó ritmos que más tarde desarrollaría en su carrera en solitario. La música andina en «El Cóndor Pasa». La deslumbrante percusión de «Cecilia» o el cálido sonido cercano a la Bossa Nova en «So Long, Frank Lloyd Wright». Garfunkel cumplió sus objetivos con la grandiosa canción que da título al álbum, donde su voz se eleva a alturas bíblicas durante el clímax final, y con la épica «The Boxer», una metáfora de la experiencia de los inmigrantes en Estados Unidos.

Tampoco ayudó la decisión de Garfunkel de aceptar un papel en la película de Mike Nichols, «Catch-22». Aunque se suponía que era breve, su compromiso de filmación se extendió gradualmente durante semanas y meses, ralentizando la grabación del álbum y frustrando a Simon, quien canalizó su impaciencia e inseguridad en las canciones «So Long, Frank Lloyd Wright «y» The Only Living Boy in New York «.

En retrospectiva, sin embargo, Garfunkel admitió que su disputa con Simon sobre la película, fue realmente sólo un síntoma de un problema mucho mayor. «No lo estábamos pasando bien. No nos estábamos divirtiendo. Estábamos cansados ​​de trabajar juntos. Queríamos un descanso el uno del otro», manifestó a SongTalk. «No nos estábamos llevando particularmente bien, y hubo muchos conflictos que fueron desagradables. Recuerdo haber pensado: Cuando termine este disco, quiero descansar de Paul Simon. Y juraría que él sentía lo mismo».

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Simon & Garfumkel con los cinco premios obtenidos en la edición de los Grammy de 1971. Fotografía: Bettmann / Getty Images

Simon admitió, en una entrevista con la revista Rolling Stone, que «fue un trabajo muy duro y complejo. Creo que Artie dijo que sentía que no quería grabar, y sé que dije que sentía que si tenía que pasar por este tipo de abrasiones de la personalidad, no quería seguir haciéndolo. No dijimos: «Ese es el final». No sabíamos si lo era o no. Pero se hizo evidente cuando se estrenó la película y cuando salió el álbum, que había terminado».

«Bridge Over Troubled Water» supuso, en cierta manera, una ruptura con la línea musical que habían mantenido en sus trabajos anteriores, muy cercana al folk. También en aquellos álbumes, daba la sensación de una cierta unidad en el mensaje que se quería transmitir. Aquí las canciones son independientes unas de otras, asemejando el concepto del «Álbum Blanco» de Los Beatles, de ser la suma de las partes, más que un todo en conjunto.

Siempre ha habido opiniones dispares, y muy contrapuestas, sobre su importancia en el global de la carrera de Simon & Garfunkel. Para muchos es su mejor trabajo, para otros el peor, básicamente por abandonar, en cierta forma, su sonido tradicional.

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Simon & Garfunkel se presentan en vivo en el escenario del K.B. Hall, el 28 de abril de 1970 en Copenhague, Dinamarca. Fotografía: Jan Persson / Redferns

Si hemos de fiarnos de su carrera comercial, poco o nada se puede objetar a este álbum. Fue enormemente exitoso. Ganó los Premios Grammy de Álbum del año y Canción del año en 1971, alcanzó el número uno en las listas de la revista Billboard y vendió más de 25 millones de copias en todo el mundo, llegando a vender 1.700.000 unidades en Estados Unidos, en las tres semanas siguientes a su lanzamiento. Fue durante años el disco más vendido de la historia. En 2003, la revista Rolling Stone clasificó el disco como en nº 51 en su lista de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos.

La carrera de Simon & Garfunkel fue el resumen emocional y vital de los sesenta. Este álbum sería su coda final, de su unión artística y de la década. Los años setenta fueron años de frustraciones y conflictos (Vietnam, Watergate), donde hubiera sido más necesaria que nunca la esperanza, a pesar de todo, que destilaban sus canciones. O quizás, en esa sociedad tan convulsa y dividida, su música nunca hubiera encontrado un hueco donde acomodarse. Su deteriorada relación personal fue lo que acabó con el dúo por excelencia de la música popular moderna, pero puede que fuera un proyecto con fecha de caducidad. La que marcó el final de la denominada «década prodigiosa».

Enlace a la Lista de Reproducción del Álbum

John Wetton (1949-2017). El último caballero del rock británico

John Wetton actuando con King Crimson en Londres (1973)

Fotografía: Ian Dickson / Redferns

El mundo hubiera sido un lugar mucho más pobre sin John Wetton y hoy es un lugar peor sin él. Esta aseveración que pudiera parecer exagerada, define a la perfección la calidad humana y artística de John Wetton. Desconocido por la mayor parte del gran público, nunca fue una estrella del rock que acapara titulares y reconocimiento. Pero sin embargo, su inmenso talento como bajista y cantante, le convirtió en casi imprescindible en la escena de la música progresiva de los años setenta y ochenta.

No hay otro músico del ámbito del prog rock con un currículum más impresionante que el de John Wetton. El catálogo de bandas de las que formó parte no tiene parangón. Mogul Thrash, Family, King Crimson, Roxy Music, Uriah Heep, UK o Wishbone Ash. Hasta culminar en la que le dio el mayor éxito y popularidad: Asia. Este mareante listado es buena prueba de la enorme calidad musical de Wetton. El próximo 31 de enero se cumplirán cuatro años de su fallecimiento a la temprana edad de 67 años.

John Kenneth Wetton nació el 12 de junio de 1949, en Willington, Derbyshire. Cuando John tenía 12 años, la familia se mudó a Bournemouth. Durante sus años escolares, tocó en varios grupos del estilo Shadows y Beatles, llegando finalmente al circuito local de R&B con el Grupo Palmer-James. Fue por esta época cuando conoció a Robert Fripp, quien jugaría un papel vital en su carrera más tarde. Su primera experiencia en una gran banda se produjo cuando se unió a Family en 1971. Apareció en dos de sus álbumes: «Fearless» y «Bandstand».

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John Wetton en su etapa en King Crimson. Fotografía: Michael Ochs Archives / Getty Images

Es en este momento cuando Robert Fripp reaparece en su vida para unirse a la última reencarnación de King Crimson. Wetton finalmente se unió en 1972, actuando como cantante, bajista y compositor durante la corta pero legendaria serie de álbumes de 1973 a 1974, «Larks ‘Tongues in Aspic», «Starless and Bible Black»  y «Red».

Fripp disolvió King Crimson en 1974, cuando parecía estar a punto de llegar a un público más amplio. «Entonces no entendí las razones de Robert», dijo Wetton en 1999, «y todavía no lo entiendo». Wetton fue rebotando en la escena musical británica. Su producción de estudio de mediados de los setenta incluyó dos discos con Uriah Heep, y un puñado de álbumes de Bryan Ferry. También estuvo de gira brevemente con Roxy Music, apareciendo en varias pistas en su álbum en vivo de 1976, «Viva!».

Finalmente, Wetton se reunió con el batería de King Crimson, Bill Bruford, y junto a Eddie Jobson (Frank Zappa, Roxy Music, Jethro Tull) y Allan Holdsworth, formaron UK. El grupo se separó en 1979. En 1980, Wetton lanzó su primer álbum en solitario.

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Imagen sin acreditar

A finales  de 1980, Wetton estaba hablando con el manager Brian Lane sobre formar otra banda. Este le presentó a los ex miembros de Yes, Steve Howe y Geoff Downes. Y así, en enero de 1981, con el añadido del extraordinario batería Carl palmer, nació Asia, el primer «supergrupo» de los años 80. Con su experiencia colectiva, produjeron un álbum debut homónimo, que fue el disco más vendido en los Estados Unidos en 1982, permaneciendo en el número uno en las listas durante 9 semanas. Se convirtió en oro y platino en todos los continentes.

El año siguiente vio el lanzamiento del segundo trabajo de Asia, «Alpha». Después de ese álbum, Wetton dejó el grupo por un corto tiempo, reemplazado por Greg Lake. Lake hizo una gira con el grupo, pero luego Wetton volvió al redil. Se quedó con el grupo hasta su próximo lanzamiento, «Astra» en 1985.

Asia continuó lanzando álbumes a lo largo de la década de 1980, pero ninguno tuvo el éxito del primero. Las personalidades descomunales de los miembros de la banda se enfrentaron a veces, y la alineación cambió periódicamente.

Formación original de Asia: Steve Howe, Geoff Downes, John Wetton y Carl Palmer. Imagen sin acreditar

A partir de ese momento comienzan las continuas idas y venidas de Wetton con Asia, combinado con proyectos en solitario, o con su buen amigo, Phil Manzanera. En 2006 de produjo la reunión de la formación original de Asia y lanzaron el álbum de estudio «Phoenix», que fue seguido por tres más, con la participación de Wetton en los años siguientes: «Omega» (2010), «XXX» (2012) y «Gravitas» (2014). En enero de 2017, Wetton anunció que la mala salud lo obligaba a retirarse de las fechas iniciales de una gira de Asia por los Estados Unidos programada para la primavera y el verano de ese año. El 31 de enero murió mientras dormía en su casa en Bournemouth a los 67 años, después de lo que su sitio web describió como «una batalla larga y valiente contra el cáncer de colon».

Nadie mejor que todos aquellos que compartieron su actividad musical con Wetton para condensar su carrera y su enorme calidad humana.

«Con el fallecimiento de mi buen amigo y colaborador musical, John Wetton, el mundo pierde otro gigante musical», escribió el batería de Asia, y anteriormente de Emerson, Lake & Palmer, Carl Palmer en un comunicado. «John fue una persona amable que creó algunas de las melodías y letras más duraderas de la música popular moderna. Como músico, fue valiente e innovador, con una voz que llevó la música de Asia a la cima de las listas de todo el mundo Su habilidad para triunfar sobre el abuso del alcohol lo convirtió en una inspiración para muchos que también han luchado en esa batalla. Para aquellos de nosotros que lo conocimos y trabajamos con él, su valiente lucha contra el cáncer fue una inspiración más. Extrañaré su talento, su sentido del humor y su sonrisa contagiosa. Que puedas viajar tranquilo, mi viejo amigo».

Fotografía: Mary Ann Burns

«Será recordado como uno de los mejores talentos musicales del mundo, y soy uno de muchos que fui completamente bendecido por su influencia», escribió su también compañero en Asia, Geoff Downes en una larga publicación. «Fue un gran privilegio para mí haber trabajado con este genio tan de cerca en nuestros numerosos proyectos juntos a lo largo de los años. Su bajo fue revolucionario. Su voz era de los dioses. Sus composiciones, fuera de este mundo. Su sentido de la melodía y armonía, irreal. Era literalmente especial».

«La vida no será la misma sin él», añadió Downes. “Y las palabras no son realmente suficientes para describir la pérdida que siento en este momento, y los muchos amigos y fans de todo el mundo también lo sentirán. Es el final de una era para todos nosotros. Pero seguiremos adelante: la música de John Wetton debe escucharse fuerte y clara desde las alturas”.

Family (Spanish Tide) 1971

King Crimson (Easy Money) 1973

Roxy Music (Out of the Blue) 1975

Uriah Heep (Return To Fantasy) 1975

UK (Nothing To Lose) 1979

Asia ( Heat of the Moment) 1982

Asia (Sole Survivor) 1982

Asia (The Smile Has Left Your Eyes) 1983. Versión en directo 2013

John Wetton (You’re Not the Only One) 1994

Icon – Wetton / Downes (In the End) 2005

Asia (Never Again) 2008

Asia (Finger on the Trigger)2010

Asia (Face on the Bridge) 2012

Asia (Valkyrie) 2014

Eric Clapton (For John W. ) Tributo a John Wetton 2017

 

Ultravox (Vienna) 40º Aniversario

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Ultravox  fue un grupo británico en la formaron parte una generación de músicos que adoptaron diversos géneros musicales. En sus comienzos su estilo era una mezcla de «Punk» y «Glam Rock», influenciados por grupos como Roxy Music y The New York Dolls, o solistas como David Bowie y Brian Eno. Más tarde harían su incursión más a fondo en la música electrónica, influenciados por la música de sintetizadores como la de Kraftwerk, consiguiendo sacar lo mejor de este sonido, así Ultravox fue uno de los primeros exponentes del pop electrónico británico de comienzos de los ochenta.

Los orígenes de Ultravox! (inicialmente con exclamación, como homenaje a la banda alemana Neu!), se remontan a los mediados de los años setenta, cuando John Foxx, Chris Cross, Billie Currie, Steve Shears y Warren Cann fichan por Island y toman este nombre definitivo con el que funcionar. En los meses anteriores habían dado forma a un proyecto musical (sin un nombre definitivo) fuertemente influido por el Glam de Bowie y Roxy Music, además de mostrar interés por sonidos provenientes de Alemania como el Kraut Rock y el Tecno, así como el naciente punk que recorría las calles de Gran Bretaña.

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Ultravox en su primera etapa, liderado por John Foxx, en el centro de la imagen. Fotografía: Keith Morris / Redferns

Después de publicar su tercer trabajo, que como los anteriores tuvo una más que discreta acogida, en 1978, y una vez que ya habían roto con su sello, las tensiones dentro del grupo estallan por completo. El vocalista John Foxx lleva ya un tiempo pensando en iniciar una carrera por su cuenta y anuncia que deja definitivamente el grupo, dejando al resto en tierra de nadie. Mientras Foxx comienza a trabajar en el que será su disco debut en solitario, «Metamati, el resto de la banda ocupa el tiempo colaborando con otras bandas.

Fue en una de aquellas colaboraciones, trabajando con Visage, donde Billie Currie, teclista del grupo, encuentra a Midge Ure, cantante y guitarrista escocés. Como la intención de Currie y el resto es continuar con el proyecto le proponen a este entrar en la banda para que les ayude a acabar de perfilar las canciones en las que ya estaban trabajando, el germen de «Vienna», que vería la luz unos meses después, en 1980.

Midge Ure, un músico completo y con experiencia, que ya había conseguido un modesto éxito con la banda de glam-rock Slik en 1975-76; y en 1977 con otra banda Punk, The Rich Kids , con Glen Matlock recién salido de los Sex Pistols y con Rusty Egan. Con éste último y Steve Strange formó la banda Visage, al que más tarde se uniría Billy Currie.

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Ultravox con la formación que grabó «Vienna»: Warren Cann, Midge Ure, Chris Cross y Billy Currie. Fotografía: Hulton Archive / Getty Images

Bajo está formación, el 16 de Junio de 1980 editan el single «Sleepwalk» con la intención principal de conseguir un contrato con Chrysalis Records con los que publicaron su cuarto álbum, «Vienna» en noviembre de 1980. Producido en Alemania por Conny Plank, con un sonido «synthpop» muy pronunciado y que se convertiría en su mayor éxito. Muchos los incluyeron en el movimiento que en aquel entonces estaba surgiendo, el «New Romantic» con grupos como Visage, Depeche Mode o Spandau Ballet. El LP consiguió el nº 14 en las listas británicas. Otros éxitos del álbum fueron ”Passing strangers” y “All stood still”.

Realmente este álbum tuvo un arranque algo discreto, con poca relevancia de sus primeros singles, hasta que la canción que daba nombre al disco arrasó en todo el Reino Unido, convirtiéndose en una canción icónica del sonido de los primeros ochenta, alcanzando el nº 2 en las listas y que además les abrió definitivamente las puertas de Estados Unidos.

Encontramos en Vienna canciones como “New Europeans” o “Private Lives” en los que las guitarras mantienen su importancia, para compartir espacio con temas básicamente «synthpop» como ”Sleepwalk” o “Mr.X”. Pero si me tuviera que decantar por una, sería por la grandiosa “Astradyne” en la que Billie Currie combina con maestría los teclados y el violín, creando una atmósfera que nos evoca a Neu!, al Bowie de la época de «Heroes» o a sus amados Kraftwerk.

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Imagen del videoclip de la canción principal

En definitiva, un álbum extraordinario de una gran banda, hoy bastante menospreciada y olvidada, quizás por la deriva comercial de sus siguientes trabajos. Pero eso no puede obviar la enorme calidad de este trabajo, los nuevos caminos sonoros que exploró y el hecho de aportar una de las canciones fundamentales de la música de los ochenta.

ASTRADYNE (ENLACE A LA CANCIÓN)

VIENNA (ENLACE A LA CANCIÓN)

ENLACE AL ÁLBUM COMPLETO