Si algún aficionado a la música se propusiera tener una colección con los trabajos más importantes de la historia de la música popular contemporánea, este álbum de Carole King sería uno de los imprescindibles en dicha colección.
El 10 de febrero de 1971 Ode Records lanzó «Tapestry», el segundo álbum de esta cantautora norteamericana. Este ocupó el Nº 1 de la revista musical Billboard durante 17 semanas y se mantuvo en la lista de los más vendidos por espacio de 6 años. Además ganó 3 premios Grammy: mejor álbum, mejor canción (“It’s Too Late” / ”I Feel the Earth Move”) y mejor vocalista femenina.
El día antes de que se diera a conocer «Tapestry», Carole King cumplió 28 años y para ese momento ya había estado en el negocio musical durante más de una década. Su primera grabación fue a los tres años en Coney Island.
La recepción ante este álbum fue entusiasta. John Landau, de la revista Rolling Stone, dijo que el disco era un trabajo «que traspasa la intimidad personal y el logro musical». Además se convirtió en uno de los álbumes más vendidos de todos los tiempos con un total de más de 25 millones, 10 de ellos durante la década de los setenta.
En 2003 «Tapestry» fue uno de los 50 discos elegidos por el Registro de Grabaciones Nacionales para permanecer en la Biblioteca del Congreso como parte de la herencia musical de Estados Unidos.
Es 1970, Carole tiene 28 años, dos hijas y un gato. La luz de las colinas de Hollywood se cuela por los cristales, blanqueando una parte de su rostro y de su rizada melena. El resto de la habitación permanece en penumbra.
Dos años antes, en 1968, Carole se divorció. Cambió Manhattan por la Costa Oeste y comenzó una nueva vida junto a sus hijas. Su aspecto ahora es muy diferente al de aquella jovencita que se convirtió, junto a su marido Gerry Goffin, en una de las parejas de compositores más famosas de los años sesenta.
El Brill Building es un edificio de oficinas situado en Broadway. En los años sesenta albergó la mayor concentración de músicos y letristas por metro cuadrado de la historia. Decenas de compositores se hacinaban en pequeñas salas en las que solo cabía un piano. Su trabajo era producir, como en una fábrica de automóviles, un éxito tras otro. Carole King y su marido Gerry Goffin pasaron gran parte de esa década prodigiosa encerrados en edificio Brill, junto a futuras leyendas como Paul Simon o Neil Diamond. Aretha Franklin, Bobby Vee, Tina Turner, The Monkees, The Drifters, incluso The Animals, The Byrds y Manfred Mann cantan composiciones de este matrimonio.
Carole compone y compone para los demás y se cansa. Comienza a escribir pensando en ella, en su delicada y frágil voz. Edita su primer trabajo en solitario en 1970, pero «Writer» fue un fiasco y supongo que ese hecho y otros más íntimos comenzaron a resquebrajar el matrimonio. Finalmente Carole y Goffin se divorciaron. Lo que podría ser un momento vital desastroso de los que te hacen caer a lo más profundo del pozo y no salir jamás provoca en Carole unas ganas enormes de triunfar y comienza a escribir las canciones para el que sería no sólo su mejor disco sino también uno de los mejores discos jamás realizados.
Ya desde esa portada mítica, «Tapestry» es especial, es mágico. Ahí está ella, relajada, mirando por la ventana, descalza, con el gato en su cojín y ella bordando un tapiz, todo tan cercano, tan cálido y placentero, como el disco, como la música que contiene, música maravillosa, mucho más, divina.
Este álbum único, donde el jazz, el soul, el folk y el pop se dan la mano. Un disco melancólico, dulce y apasionado. Lleno de verdad y sentimiento. Un disco con grandes canciones, algunas de ellas grabadas a fuego en el recuerdo de muchísima gente.
Para quién no lo conozca será todo un descubrimiento. Para los que hemos cumplido años amando estas canciones, será volver al hogar, donde todo es acogedor, donde todo es posible, donde todo es mágico.