Se suelen hacer menciones muy habituales entre uniones o colaboraciones de músicos y directores que se cuentan entre lo más granado de la historia del cine, destacando siempre entre ellas a Herrmann y Hitchcock, Williams y Spielberg, Mancini y Edwards o Jarre y Lean. Pero sin querer obviar las muchas más que aquí podrían mencionarse, sin duda la de Delerue con Truffaut merece por méritos propios encontrarse entre las más importantes de la historia del cine, basicamente por haber ayudado a múltiples obras maestras cinematográficas a encontrar un sonido, un alma musical sentida y profunda, ya sea desde la sencillez del jazz con base de piano, a la grandiosidad exultante de las marchas más festivas o la épica clasicista de la celebración del cine como fue «La Noche Americana». Sin duda el hueco que Truffaut reservaba en sus películas para la música de Delerue fue vital para completar la maestría de las imágenes que todavía permanecen en la retina y el oído del aficionado.
Nada menos que 11 películas representan la suma de las obras en las que compositor y cineasta participaron juntos, ofreciendo resultados soberbios en la mayoría de las ocasiones y obras imperecederas en los mejores casos.
“Mon ami François”(mi amigo François); así llamaba con gran cariño Georges Delerue a su compatriota y camarada de fatigas artísticas François Truffaut. “Truffaut era un hombre excepcional, un ser cálido, de un gran pudor, muy tímido y con una sensibilidad exacerbada, que podía, en ocasiones, sorprender pero lo que expresaba siempre estaba profundamente meditado y sentido”. Palabras de un músico inmortal que mantuvo durante cerca de tres décadas una de las relaciones personales y profesionales más honestas y emotivas de la historia del séptimo arte. 1959 fue un año decisivo en sus carreras, para Truffaut por el triunfante estreno de «Los 400 golpes», y para Delerue debido a la participación en su primer largometraje importante, «Hiroshima, mon amour», dirigido por Alain Resnais de enorme repercusión internacional. Ambos eran dos jóvenes llenos de entusiasmo que luchaban por abrirse un camino en el arduo mundo del cine europeo.
Charlie («Tirez sur le Pianiste») 1960
No sería hasta un año después que sus vidas se cruzaran gracias al thriller protagonizado por Charles Aznavour «Tirad sobre el pianista» («Tirez sur le pianiste», 1960). En él Delerue anuncia el que será su lenguaje musical en la práctica totalidad no sólo de su filmografía con Truffaut, sino de su carrera en general, caracterizado por una inusitada capacidad para describir los estados de ánimo a través de melodías plenas de tristeza, melancolía y dolor. En «Tirad sobre el pianista», además, la música se funde con la propia historia de un pianista fugitivo de sí mismo en la que el jazz tiene una presencia destacada.
En 1962 llegaría todo un icono de la «nouvelle vague» con “Jules et Jim”, un film desbordantemente romántico que contaría con un inolvidable trabajo de Delerue, lírico y preciosista que mezcla lo festivo de su tema inicial con lo melancólico de sus melodías más contemplativas y bucólicas que seducen por su belleza.
Catherine et Jim («Jules et Jim») 1962
Para “La piel suave” de 1964, Delerue daría plena muestra de su intimismo trágico desarrollando una partitura dramática, intensa, oscura, con melodías trágicas para viento e intensos momentos de suspense para cuerda. La película narra un agridulce y finalmente trágico retrato de la infidelidad, en el que la música de Georges Delerue juega un crucial papel a la hora de esbozar con gran honestidad los sentimientos contradictorios del amor.
Pierre et Nicole («La Peau Douce») 1964
No sería hasta 1971, con «Las dos inglesas y el amor» («Les deux anglaises et le continent»), que ambos cineastas retomaran su senda de colaboración. En este film, Truffaut deja atrás sus sentimientos renovadores propios de la «nouvelle vague» para centrarse en una realización más académica. La película retoma, sin embargo, el tema de las desventuras provocadas por el amor a tres bandas, en esta ocasión ambientando la acción a principios del siglo XX. En cuanto a la música, Delerue se decantó por dar prioridad al poder evocador de los instrumentos de cuerda y en especial, a un piano cuya profunda tristeza acerca al espectador a las vicisitudes de los personajes con un enorme poder de convicción.
Anne et Claude («Les Deux Anglaises et le Continent») 1971
En 1973 llegaría la pieza definitiva de Delerue y film clave en la colaboración conjunta con Truffaut, “La noche americana”, cuya partitura y más especialmente su tema central es ya mítico dentro del mundo de las bandas sonoras.
Dicho tema principal, “Grand Choral”, era una obra original para trompetas y cuerdas, y de su elaboración Delerue dijo: “Mi problema era el tema central. François nos había mostrado la magia del cine con gran sentimiento, y yo adivinaba su gran amor por este arte. Era necesario un tema principal realmente importante. De repente, me llegó la idea; lo grandioso, lo intemporal, el estilo del “Grand Choral”. Como lo habría hecho Bach a la gloria de Dios, en esta ocasión tenía que componer a la gloria del séptimo arte. «La noche americana» es quizás la película de François que más me gusta.” La banda sonora es un modelo de creación basada en las variaciones sobre un tema principal, muy hábilmente utilizado en el montaje final de la película.
Grand Choral («La Nuit Americaine») 1973
En su última película conjunta “Vivamente el Domingo” de 1983, ambos autores buscaron expresar esa autentica alegría que impregnó buena parte de sus filmografías y que aquí Delerue logra con una maravillosa melodía principal. Una partitura magnífica que cierra como auténtico broche de oro una colaboración conjunta irrepetible y un disco soberbio. Al final es otra muestra más de la indudable calidad musical que se presenta en cada una de las bandas sonoras mencionadas, y también el magnífico recorrido que nos muestra la evolución de un compositor excelente ya desde sus inicios, que creció y se perfeccionó como uno de los más grandes creadores de la música más hermosa y sentida de la historia del cine.
Tema Central («Vivement Dimanche») 1983
El 20 de octubre de 1984, Truffaut nos decía adiós. Delerue lo recuerda así: “perdí a alguien al que amaba profundamente, alguien que me enseñó muchas cosas. El día de su muerte muchos norteamericanos (el residía en Estados Unidos entonces), algunos desconocidos, me llamaron para expresarme sus condolencias. No consigo hacerme a la idea de que ya nunca más volveré a encontrarme con él en una sala de montaje, que nunca oiré aquella frase que me decía en cada nueva película: Ahora es el recreo; hablemos de música”. Hermosísima declaración de amor, de amistad, de profunda fidelidad en definitiva.