Esta historia comienza cuando tras la publicación de su poco exitoso álbum de debut llamado «Wednesday Morning, 3 A.M.», este dúo se separó con la marcha de Paul Simon a Inglaterra. Pero poco después algunas emisoras de radio comenzaron a recibir peticiones de una canción llamada «The Sounds of Silence», ante esta masiva petición sucedió algo inusitado. Los productores Tom Wilson y Bob Johnston reinterpretaron dicha canción con bajo, guitarra y una marcada batería. Esto llegó a oídos de Paul Simon quien, a pesar de estar descontento con esta «libertad» de los productores, volvió a Estados Unidos a reunirse con su compañero Art y juntos entraron al estudio dispuestos a grabar un nuevo larga duración.
El éxito de la canción podía haberles conducido a un disco de compromiso para aprovechar el tirón de la misma. Sin embargo sorprendieron con un álbum que sin rubor alguno podemos catalogar de clásico. Lo que tenemos aquí es un compendio de once canciones hechas desde la profundidad y el sentimiento más sincero y absoluto, las letras son pequeños y bellos poemas en sí mismos, y en general, nos deja la sensación de ser un disco que madura y crece con el tiempo. Sencillo pero críptico a la vez, alegre y al mismo tiempo triste, lleno de pequeños matices de rock que fluyen conjuntamente con las inquietudes propias del folk.
El disco se inicia con el que probablemente sea el punteo acústico más famoso de toda la historia de la música, y es que es sencillamente impresionante como unas cuatro notas pueden llegar a definir tanto. Sin embargo, éste se desvanece poco a poco para cuando la voz de Garfunkel surge desde las sombras y comienza a susurrar al oído del oyente esas cinco palabras que ya han hecho historia: «Hello darkness, my old friend…».
Art Garfunkel quizás no sea el mejor cantante de la historia, pero posee un registro envidiable y una capacidad de elevar su voz a tonos muy agudos absolutamente pasmosa. Paul Simon tampoco será el mejor autor de canciones, pero desde luego podemos incluirlo fácilmente en una lista de «los compositores más brillantes», además de que su voz, algo más limitada que la de su compañero Art, escuda perfectamente una armonía vocal cuyo único objetivo es hacer que te envuelvas y sientas las historias que te narran (muchas veces, autobiográficas del propio Simon). Juntos crearon algunas de las composiciones más ricas y vivas de la música folk-rock, y eso fue gracias a su talento.
Pero no podemos quedarnos solo con el tema que da título al álbum, este está repleto de maravillosas canciones. «Leaves That Are Green» es una historia que deja entrever una metáfora al amor no correspondido. «Blessed» es un canto contra la hipocresía, donde nos invade un sonido más eléctrico que pronto deja paso a una delicada «Kathy’s Song». Unos acordes de guitarra y una hiriente confesión de amor son suficientes para que este tema se convierta en uno de los más emocionantes del álbum.
El animado «Somewhere They Can’t Find Me«, el sobrecogedor «Anji» con la guitarra como única protagonista, la alegría de «Richard Cory« a pesar de lo trágico que en ella cuentan o la dureza de «A Most Peculiar Man».
«April Come She Will» es una pieza de menos de dos minutos que se convierte en la pequeña gran obra del álbum y en la que la melodía y la voz se vuelven una contando el paso de las estaciones y llamando al amor. «We’ve Got A Groovy Thing Goin» es el frenesí después de la calma, y con «I´Am Rock» se despiden devolviendo el protagonismo a la guitarra y a los estribillos ascendentes que ellos dominaban tan bien.
«Sounds of Silence» vendió más de cinco millones de copias en todo el mundo. En la actualidad, el disco es conservado por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos como parte «cultural, histórica y estéticamente significativa».