Guía a la lectura: Baba Yagá puso un huevo

 

Por Raquel de la Varga Llamazares

Baba Yagá y las brujas

¿Quién es Baba Yagá? A quien más y a quien menos, en nuestro contexto cultural, le suena el nombre de Baba Yagá como algo lejano, si acaso con una vaga noción de que se trata de la bruja de los cuentos rusos. Sus atributos más conocidos son el mortero en el que se mueve y la cabaña con patas de gallina en la que vive. Pero no nos detendremos ahora en esos detalles, porque en la tercera parte de Babá Yagá puso un un huevo su narradora nos hablará largo, tendido y en profundidad de quién es en realidad este fascinante personaje folclórico. 

Lo que no se nos debe escapar es que, en términos generales, estamos hablando de una bruja, algo complejo ya que,  dentro del paraguas semántico de la misma, cabe un innumerable remedo de concepciones que cambian según el tiempo y el lugar: desde las hechiceras clásicas pasando por demonios, vampiras y otros monstruos femeninos que desembocan en la bruja moderna condenada a la hoguera por la Inquisición, y a su vez en una (a veces) joven y (a veces) anciana que vuela en escoba y es acompañada con un gato negro. Pero también, coexistiendo con esa imagen de la bruja que ha entremezclado la tradición europea con la bruja que encarna los pecados del puritanismo anglosajón, hallamos, al fin, a la bruja de los cuentos populares. Es anciana, con una corporalidad abyecta, con verrugas y manos como garras, esperando que algún niño incauto se acerque a su casita del bosque para después comérselo. 

Sobre las brujas también nos hablarán los distintos narradores de la obra en profundidad, por lo que no nos detendremos más en este punto. Ahora bien, sí merece la pena recalar en un tema relacionado: la vejez y su representación artísticaAcostumbrados a ver desnudos femeninos, especialmente en las artes plásticas, no reparamos en la sexualización naturalizada del cuerpo de la mujer. Pero casi siempre se la representa con un cuerpo joven, bello y lozano que, cuantitativamente, despunta frente a las representaciones de mujeres mayores que, hasta bien entrado el siglo XVIII, son siempre sinónimo de fealdad. El caso más paradigmático y del que más artistas en cualquiera de las disciplinas posibles han bebido con posterioridad ha sido el de Goya. Pero sus habituales mujeres mayores no son simplemente viejas… también son brujas. Lo explica muy bien Pilar Pedraza (2001, «La vieja desnuda. Brujería y abyección»).

En efecto, en Occidente, y especialmente en nuestra cultura, católica y heredera de la tradición visual clásica, que es iconográfica y bebe en fuentes de la tradición grecolatina, el cuerpo desnudo del varón es signo de santidad, martirio y despojamiento de lo mundano, y también de un status titánico, fundador, divino. Es un desnudo cargado de sentidos positivos, que puede presentarse ante Dios sin vergüenza porque al fin y al cabo es un espejo de Dios. Por el contrario, la imagen de la vieja desnuda, aunque su desnudo sea parcial, mínimo, es un tabú, un significante diabólico, emparentado con lo negativo, inestable y evocador de los aspectos más siniestros de lo dionisiaco. La vieja desnuda, en los pocos lugares en que se representa, suele ser una bruja. Su imagen es heredera en gran medida de entidades mitológicas como las Erinias y de figuras emblemáticas de la Envidia y el Hambre, de cuerpo enjuto y largos senos vacíos.

La autora

Dubravka Ugrešić nació en Kutina, cerca de Zagreb, en Croacia (antes Yugoslavia), donde cursó sus estudios superiores en Literatura Comparada y Rusa y donde ejerció la docencia universitaria y la investigación sobre Teoría de la Literatura, labor que compaginó con la vocación ficcional. 

Reconocida novelista y ensayista en el ámbito europeo, siempre con una postura inconformista y beligerante con la realidad sociopolítica que la ha rodeado, pero también en el plano literario, donde pone en práctica las técnicas posmodernas de tal manera que su narrativa se escapa a las etiquetas tradicionales. Desde 1993, momento en el que abandonó Croacia tras el señalamiento por parte de compañeros y periodistas tras su postura profundamente antibeligerante y crítica con los nacionalismos tras la desintegración de Yugoslavia vive en el exilio, en una permanente postura universalizante, literaria y políticamente, que cuestiona las fronteras, del tipo que sean, cuando se imponen y empobrecen las culturas y a los individuos. 

Ha ejercido la docencia en varias universidades, algunas de reconocido prestigio, como Harvard, Columbia, California o la Universidad Libre de Berlín. 

Sus obras han sido traducidas a más de 30 idiomas. 

(1991): Fording the Stream of Consciousness

(1993): In the Jaws of Life and Other Stories

(1994): Have A Nice Day: From the Balkan War to the American Dream

(1998): The Culture of Lies

(2011): Karaoke Culture

(2014): Europe in Sepia

(2018): Balkan War to the American Dream

(2020): The Age of Skin

y, traducidos al español:

(2003): El museo de la rendición incondicional

(2004): Gracias por no leer

(2006): El ministerio del dolor

(2009): No hay nadie en casa

(2019): Zorro (traducción de Luisa Fernanda Garrido y Tihomir Pistelek), Editorial Impedimenta.

(2020): Baba Yagá puso un huevo, (traducción de Luisa Fernanda Garrido y Tihomir Pistelek), Editorial Impedimenta, publicado originalmente en 2009 (Baba Yaga Laid An Egg)

Premios

(2016): Premio Internacional Neustadt de Literatura. 

(2006): Short listed for Independent Foreign Fiction Prize. 

(2004): Premio Feronia, 

(2000): Premio Heinrich Mann, Akademie Der Kunste Berlin.

(1999): Premio Austriaco de Literatura Europea. 

(1998): SWF-Bestenliste Literaturpreis (Alemania)

(1997): Versetsprijs 1997, Stichting Kunstenaarsverzet 1942 – 1945 

(1996): Premio Europeo de Ensayo Charles Veillon 

 

Una vuelta de tuerca a los géneros

Si ya hemos venido debatiendo hondamente en las pasadas lecturas Lo que no es tuyo no es tuyo y Los Caín— sobre sus etiquetas genéricas, en este caso el debate está servido, y en un grado aún mayor. Lo cierto es que, aunque presentada bajo el rótulo de novela o, más globalmente, como narrativa de ficción, Baba Yagá puso un huevo es, como reza la faja de la editorial, “un magistral cuento de cuentos”. De hecho, esta obra es, en realidad, el resultado de un proceso de investigación por encargo sobre folclore y figuras mitológicas que, afortunadamente, no solo no ha condicionado a la autora sino que su sustrato ha enriquecido cuantiosamente la novela. 

Aquí nos encontramos ante la primera gran cuestión genérica: dentro de lo que (no) parece una novela, vamos a hallar diferentes niveles intradiegéticos o, lo que es lo mismo, narraciones dentro de las narraciones (y también metanarraciones), como si se tratase de un enorme huevo de Fabergé que, cual matrioshka, escondiese otro huevo, y ese huevo otro huevo… y al final una sorpresa tan llamativa como su continente. 

Y en íntima relación con los géneros debemos primeramente hablar de la estructura: la obra está dividida formal e internamente en tres partes bien diferenciadas, y cada una de ellas en otras subdivisiones. La primera de ellas, Vete donde no te digo, tráete lo que no te pido (abierta por un magistral prólogo, nada habitual) se encuentra narrada en primera persona en un tono memorístico y que está relacionada con la propia autora, por lo que podríamos hablar de autobiografismo/autoficción/autorepresentación. [¿Qué te parece?]

La segunda parte (Pregunta, pero recuerda que la curiosidad no siempre es buena), principal y más extensa de la obra, está íntimamente ligada a los cuentos tradicionales (como así lo está, por otra parte, toda la novela) y, de hecho, podemos leerla como si de un cuento se tratase. Esta vez, y en comparación con la lectura de Oyeyemi, no nos vamos a encontrar simples motivos o fórmulas de los cuentos populares sino que, toda la obra en general pero la parte central en concreto estará vertebrada en todos los sentidos sobre la premisa del folclore. La trama y, especialmente, los personajes y el simbolismo que estos mismos acarrean, además de sus actos, nos recuerdan por completo a los de un cuento. Sobre el simbolismo de estos y sus posibles significados la tercera parte de la obra nos dará algunas claves fundamentales para interpretarlo.

Quien más o quien menos, todos hemos tenido contacto a lo largo de nuestra vida —especialmente durante la niñez— con el cuento popular. De hecho, se ha transmitido la idea (algo errónea) de que es un género enfocado a la infancia. Al menos, gran parte de sus protagonistas suelen ser niños, y es que lo que es innegable es que, además de un carácter lúdico que posee toda obra literaria, los cuentos tradicionales suelen enmascarar una enseñanza, moraleja o saber práctico para la vida. [¿Cuál crees que es la intención que busca transmitir la autora es para ti la moraleja de esta obra?]

Como parte de la tradición oral, los cuentos populares se han ido transmitiendo a través de las distintas generaciones, conservando ciertas estructuras versificadas fáciles de memorizar, especialmente los inicios, como “Érase una vez” o “Érase que se era”. En Baba Yagá puso un huevo vamos a encontrar muchas de esas repeticiones en su segunda parte, del tipo: “Y ¿nosotros? Nosotros avanzamos a toda máquina. Mientras que la vida no sabe dónde está babor y dónde estribor, el cuento surca las olas sin ser presa del sopor” (p. 176). Desde esa perspectiva rítmica y lingüística, si prestamos atención, por ejemplo, al título en su versión original en inglés —Baba Yagá laid an egg— comprobaremos que, quizá, no ha sido elegido de forma aleatoria si atendemos al ritmo y a la rima de su enunciación.

Y a colación del título, [¿qué huevo es ese del que se nos habla?]

En varias ocasiones, y en varias partes de la obra, se hace relación a un célebre cuento ruso —la Zar-doncella e Iván—en el que aparece un huevo.

Iván se enamora de una doncella, pero, para que ella le corresponda, Iván debe descubrir dónde (sic) está escondido su amor. Así que recorre siete montañas y siete valles, y llega al mar. Allí en la orilla crece un roble, encima del roble hay un arcón, y dentro del arcón hay una liebre, en la liebre un pato, y dentro del pato un huevo. Dentro de ese huevo está escondido el amor de la doncella, que debe comerse el huevo. Y, cuando se lo coma, en su corazón prenderá la llama del amor por Iván…” (p. 145)

[La segunda parte de la obra, ¿crees que es igual de verosímil o de real que la primera?, ¿es una invención de la narradora?]

La tercera parte —El que sabe mucho envejece pronto—, cambia por completo el tono y el género, esta vez, adentrándose en lo ensayístico (o falsamente ensayístico), proporcionándonos información de forma muy prolija y (en teoría) aséptica sobre Baba Yagá en particular y sobre el mundo de las brujas en general.  Usando una técnica parecida a la del manuscrito encontrado, leemos directamente las anotaciones de Aba Bagay… Y es precisamente esta parte, en apariencia inconexa respecto al resto de la obra, la que le da completitud al volumen. 

[¿a qué género crees tú que pertenece cada una de las partes?]

Los personajes

Nada tienen que ver los de la primera parte que los de la segunda… [Una vez hayas leído la obra… ¿Quién crees que es Aba en realidad?, ¿y las señoras del segundo cuento?, ¿Qué te parece que pueden representar los personajes masculinos y cuál es su relevancia en la novela?]

El mundo eslavo y la desintegración de la antigua Yugoslavia

La autora, como ya se ha adelantado, ha mostrado siempre una postura incómoda con las prácticas políticas derivadas de la desintegración de Yugoslavia, algo que se plasma en el el contexto sociopolítico que rodea a los personajes, que se mueven en el ámbito geográfico de los Balcanes (entre Croacia y Bulgaria). Por ello, encontraremos pasajes en los que se alude directamente a los intereses económicos y nacionalistas de algunos colectivos o gobiernos, así como la representación del “malestar” -término muy descafeinado en comparación con la realidad- que ha generado en los seres humanos. Esto se va a plasmar especialmente a través de los diferentes espacios literarios, bien sentimentales o bien simbólicos y su relación con el individuo. [¿En qué lo notas?, ¿qué espacios te parece que no son inocentes?]

La vejez

La vejez (en todas sus facetas) deviene en principal tema de la obra, especialmente la vejez de las mujeres en la época reciente. De este tema se derivarán muchos otros relacionados, como los cambios en la concepción de la vida occidental, la longevidad de ambos sexos, la viudedad y sororidad, la enfermedad y la memoria, (la relación de ambas con el lenguaje), el cambio y el deterioro físico y la belleza, la responsabilidad y la culpa y la relación de estas con quienes ya no están entre nosotros, etc.

la mejor manera para preparar las judías es en ensalada, y la vejez es una gran desgracia” (25).

Lo insólito y lo maravilloso

Los cuentos populares son también conocidos como cuentos maravillosos, porque es precisamente en ellos donde más ha florecido en los últimos siglos la categoría que se ha venido en llamar lo maravilloso. Cuento leemos este tipo de literatura —mal llamada cuentos de hadas— estamos acostumbrados, como lectores, a que se sucedan hechos extraordinarios como que los animales hablen o que convivan en ellos todo tipo de seres mágicos como ogros o brujas y a la presencia de objetos mágicos.

[No obstante, gran parte de la obra está inserta dentro de un estilo realista, ¿no?]

[Dentro de la obra, y especialmente en la segunda parte, ocurren hechos insólitos o sobrenaturales, ¿Cuáles?, ¿Cómo se lo toman los personajes?, ¿Qué sentido tienen?]

El estilo

Cada una de las partes de la obra está regida por un estilo y un tono diferentes [¿En qué lo notáis y cuál creéis que es la intención de la autora?]. Sin embargo, la ironía y el humor permean toda la obra, a su vez entremezclados con la ternura y con un poso combativo

Una noche entre monstruos

UNA NOCHE ENTRE MONSTRUOS

Aunque no es necesario que sea la Noche de Difuntos para leer o para ver textos o películas que nos inquietan o aterrorizan (porque, siendo sinceros, esas sensaciones y esa inquietud nos fascinan en cualquier momento del año), hace unos días pudimos disfrutar de la lectura de Halloween organizada por Natalia Álvarez Méndez como parte del Proyecto I+D Estrategias y figuraciones de lo insólito. Manifestaciones del monstruo en la narrativa en lengua española (de 1980 a la actualidad), y desde las actividades de transferencia del conocimiento del Grupo de Estudios literarios y comparados de lo Insólito y perspectivas de Género (GEIG) y del Instituto de Humanismo y Tradición Clásica de la Universidad de León.

Nos acompañan en esta velada virtual los escritores David Roas, Ana Martínez Castillo, Julio Ángel Olivares Merino y Valeria Correa Fiz:

David Roas: «Amor de madre», Invasión (Páginas de Espuma) min. 4:30
Ana Martínez Castillo: «Elvira», Reliquias (Eolas Ediciones) min. 13:36
Julio Ángel Olivares Merino: fragmento de La piel leve (Eolas Ediciones) min. 28:35
Valeria Correa Fiz: «Una casa en las afueras», La condición animal (Páginas de Espuma) min. 40:30

Son introducidos por Natalia Álvarez Méndez, quien nos recuerda que las «cuatro lecturas que nos ofrece el siguiente vídeo, con registros muy variados, demuestran que la monstruosidad nos sigue acompañando en un intento de explicarnos y de explicar lo que nos rodea, a través de personajes con inquietantes trastornos, mediante ánimas que vuelven a este mundo, con seres sobrenaturales e inexplicables o con el retrato de la naturaleza del mal que se cuela por las grietas de la parte más oscura del ser humano en el ámbito social pero también en el familiar y doméstico».

¡Que los disfrutéis!

Coloquio participativo de los socios: Los Caín

Los Caín de Enrique Llamas es la primera novela del escritor zamorano y premio «Memorial Silverio Cañada» de la Semana Negra de Gijón el 15 de julio de 2019. Su novedad tanto estructural como formal y genérica, al igual que la precisión del léxico utilizado son, tal y como han constatado los miembros del club, dos de sus principales atractivos. 

El ritmo narrativo, unido a la creación de una atmosfera rural y del noroeste, impregna la memoria del lector con el recuerdo de Pedro Páramo, en el que el lector se encuentra sumergido en el agua turbia de unos «pueblos que saben a desdicha. Se les conoce con sorber un poco de aire viejo y entumecido, pobre y flaco como todo lo viejo». Al igual que Juan Preciado se adentra en Comala con el corazón suspendido al borde de la garganta, Héctor penetra en los confines de Somino, un pueblo fantasmal que surge de la bruma de antiguos rencores en un pasaje propio del realismo mágico de Gabriel García Márquez. 

El paisaje de Somino, al igual que en El reino de Celama de Luis Mateo Díez, «la tierra adquirió ya la ruina de su mirada, que contiene el pedazo de muerte con que la mira». Las bastas tierras de campos que ocupan toda la mirada, el horizonte que se oculta bajo frondosos árboles, los tejados bajos y las tierras aradas guardan los secretos y odios de antiguos habitantes que, al igual que los vivos, se revuelven con la ferocidad de perros rabiosos que buscan la tajada en las carnes abiertas por la historia. 

Si en algo los lectores están de acuerdo es en la novedad que plantea esta obra al rechazar encerrarse en un género literario en concreto. Este híbrido se adentra en los principios estéticos y estructurales de la nueva novela neorrural, sin rechazar tampoco algunos elementos del popular hard boiled americano, pero en donde el crimen no va a ser lo más importante, sino la pausada descripción de la psicología de esos personajes olvidados de Castilla, de la exposición de los hombres y mujeres del paisaje leonés que se esconden en los porches de las casas con los ojos brillantes y la cara manchada de la tierra de los odios cainitas de la España profunda.  

Es este olor a tierra marchita, ojos cansados y sabor a brutalidad el que se desprende de Los Caín, una prosa en la que las influencias de los narradores del noroeste como Antonio Pereira o Álvaro Cunqueiro, entre otros, se hacen patentes, y en el que el léxico fluido y preciosista, plagado de numerosos vocablos típicos de la zona asturleonesa se conjugan con brillantes metáforas que recuerdan a la prosa de Valle-Inclán. 

Concretamente, durante la sesión se planteó la posibilidad de entrever una relación dual entre la barbarie y la civilización, tanto en el entorno rural como en el urbano, centrado, fundamentalmente, en los diversos personajes que no cobran identidad hasta que son identificados mediante apodos. No obstante, otros lectores puntualizaron la necesidad de no recurrir a términos maniqueos a la hora de describir a los actantes, puesto que no hay verdaderamente ningún Abel ni ningún Caín, sino seres grises y corrientes que nunca son del todo buenos ni del todo malos, y que, globalmente, forman un conjunto logrado mediante el uso del multiperspectivismo literario. 

Otro asunto de debate fue la figura del narrador que juega un papel esencial a la hora de estructurar la novela e ir exponiendo la trama. Este acude frecuentemente a anticipaciones, valoraciones subjetivas y el juego con la metaficción, puesto que advierte al lector de la obligación de rellenar ciertos huecos en la memoria de la historia que, por no contar con todos los detalles para poder narrarla, necesita de la imaginación para suplir los huecos que van surgiendo. Consecuentemente, se hace visible la referencia a la ficción dentro de la propia ficción e incluso, como en el paradigma cervantino, se acude a la inclusión de historias engarzadas sobre la trama principal que complementan y matizan esta primera, consiguiendo que los personajes cobren una identidad propia y, a la vez, de conjunto, puesto que no hay que olvidar que todo el pueblo de Somino funciona como un personaje colectivo en el que se trasluce la maldad humana y la imposibilidad del perdón. 

Imprescindible para muchos lectores ha sido la inclusión de un marcado simbolismo de carácter alegórico que se puede apreciar en la tumba mal cerrada del padre de las hermanas Cuervo, y que aparece tanto al comienzo de la obra como al final de la misma. No hay que olvidar que las heridas mal cicatrizadas y el rencor son los principales sentimientos que se translucen en este pueblo olvidado y que no son nada más ni nada menos que la expresión de la brutalidad, la incultura y el cainitismo que se arrastra en los pueblos de Castilla, una feroz herencia que se transmite de padres a hijos como una enfermedad que corroe los huesos.  

En resumen, Los Caín es una novela negra que resulta sumamente interesante por la falta de banalización del mal que hay en ella, su gusto por una España rural de ambientes muy marcados en donde el mal no es más que la imposibilidad de los individuos de perdonar las heridas del pasado, y en donde los dos eternos bandos que representan la moralidad, la guerra y las ideologías siguen en pie como dos soldados que no ceden ante la mirada hosca del enemigo. 

Irene Fidalgo

Guía a la lectura: Los Caín

Por Luis Artigue
www.luisartigue.es

Como Juan Carlos Onetti, que dicen que al final de su vida no salía del acogedor territorio de su cama pero alimentaba su imaginación leyendo exclusivamente novelas protagonizadas por maderos y hampones (novelas de un género cuyas señas de identidad son el misterio, la acción, la violencia, el riesgo y la ambigüedad moral), amamos el noir.

Pero no incondicionalmente ni a ciegas ni siempre.

Amamos el noir cuando detrás hay un potente narrador de enigmas y singular retratista del mal capaz de crear uno de esos enclaves tan misteriosos que no son solo reales, y alguno de esos personajes que te permiten masticar su violencia, entender su soledad y compadecer su vértigo.

Eso es la novela negra en sus diferentes subgéneros (hard, boiled, true crime, domestic noir, country noir, juridic noir, crook storie, policial, etc).

NOVELA NEGRA FRENTE A NOVELA ENIGMA

Acaba de reeditarse En el lejano país de los estanques, de Lorenzo Silva, el primer caso de la ya famosa pareja de guardias civiles cultos, sensibles y a su manera vulnerables Bevilacqua y Chamorro. Y la edición de Ed. Destino cuenta con un prólogo inédito a cargo de Paul Preston: en ese interesante frontispicio, el hispanista y devoto de lo que denomina “los Episodios nacionales de Lorenzo Silva”, dedica buena parte de la elucubración a definir con brillantez especulativa ese subgénero del noir que es el hard-boiled, para, al fin, llegar a la conclusión de que “el hard- boiled es la literatura del escepticismo”.

En este sentido desde hace varias décadas la novela negra diríamos que se ha bipolarizado (realismo sucio contra realismo limpio)… Sí, oscila entre el hard-boiled escético, contundente, politizado e implicado con el mal sin coartadas morales o políticas, y la novela-enigma, que es más consciente de que la ficción es más exigente que la realidad, y por tanto es más calculada, protocolaria, clasicista, más buenista quizás en sus finales acabados y en su ausencia de violencia explícita, y desde luego más alejada –se trata solo de distancia escénica– del mal glosado y desglosado…

En Sangre a borbotones el añorado Paco Camarasa explicaba la mala fortuna que tuvo el noir europeo con lo de que los lectores escogieran, como gran éxito comercial, a la ingeniosa e ideológicamente aséptica Agatha Christie (novela-enigma que colabora en el fondo a la banalización del mal por reducirlo a un juego de ingenio), en vez de al atmosférico, hipnótico y social George Simenon con sus historias sobre el mal abrasivo, la desesperación, el odio letal y la venganza o justicia sanguinaria. Y es que, a su juicio, esto dio como resultado que los escritores en busca de la comercialidad se decantaran por la novela negra-enigma en vez de por el hard-boiled que presenta y representa narrativamente las injusticias con su atmósfera, su crudeza y su sinsentido (y por eso tiene siempre su contundente realismo un concienciador y explícito toque social de fondo).

Sin embargo más allá de la banalidad y la simplificación en la última novela negra española hay escritoras audaces que, más allá del repetitivo esquema de la novela-enigma (un crimen, una investigación, unos falsos culpables y un culpable), están haciendo aportaciones ideológicas importantes: citemos por ejemplo Marta Sanz y Susana Hernández (que deconstruyen mediante sus personajes la masculinidad saturada estándar del personaje tipo de novela negra), o Cristina Fallarás (que mediante sus personajes siempre ideologizados incluye en sus novelas carga de alegato social o de memoria histórica), y David Llorente (cuyas novelas noir son distópicas y colindan con la ciencia-ficción ciberpunk), y Noelia Lorenzo Pino (que sabe ponerle idiosincrasia vasca y punk a sus historias negras tan personales como potentes), etc…

Pero últimamente reina demasiado la mímesis en la novela negra, y de eso está tratando de zafarse la mejor novela negra española.

NOVELA NEGRA ESPAÑOLA

La novela negra americana y la novela negra inglesa y hasta la novela negra sueca tienen su sello propio intransferible, identificable, que, además, ha calado en el público lector desde hace décadas.

Teniendo en cuenta esto no han sido pocos los intentos de conseguir, y creo que se ha logrado, una novela negra española con marchamo propio. Tal logro, saltándonos precedentes como García Pavón o Mario Lacruz, empieza a culminarse con Manuel Vázquez Montalbán y González Lesdesma, pasa por Andreu Martín, Guelbenzu, Lorenzo Silva, Julián Ibáñez, Alicia Giménez Bartlett y Juan Madrid, y ha cobrado un renovado vigor por parte de las últimas generaciones de escritores.

La novela negra española no es ajena a los subgéneros del género negro: no está de hecho dejando de tener el corte social del verista y sociológico crook storie (las novelas de Paco Gómez Escribano a este respecto son geniales), y del contundente y casi sádico del hard boiled (Lorenzo Silva, Carlos Zanón, Marcelo Luján, Alexis Ravelo, Noelia Lorenzo del Pino y un largo etc.), y del feísmo político del realismo sucio, y de la sofisticación legal maquiavélica del juridic noir (en esto novelas de José Javier Abásolo repletas de abogados que salvarían antes su casa con piscina que sus principios como Asesinos inocentes son muy recomendables), etc… Pero ha sabido singularizarse mezclando todo eso sincréticamente con nuestra tradición. Y lo ha hecho en especial bebiendo en las ricas y también castizas fuentes del esperpento y el humorismo genial de narradores de nuestra vanguardia histórica como Mihura, Gómez de la Serna y Jardiel Poncela: por ese fértil camino se están adentrado nuestros nuevos escritores del género noir como por ejemplo Juan Aparicio-Belmonte (recomendamos en este sentido su novela Una revolución pequeña), David Torres (véase Niños de tiza) y Juan Jacinto Muñoz Rengel (léase El asesino hipocondríaco).

LOS CAÍN EN EL CONTEXTO DE LA NOVELA RURAL
Un pueblo castizo en el posfranquismo. Un maestro de ciudad, esto es, de otro mundo. Una niña ahogada hace ya 20 años. Una misteriosa epidemia que mata ciervos. Lugareños que albergan odios ancestrales en un entorno de rencillas, polvo y miseria…

La novela rural en nuestra narrativa fue en efecto restablecida gracias el gran éxito de Julio Llamazares y su La lluvia amarilla, y a la perseverancia novelística de, entre otros, Alejandro López Andrada, Abel Hernández y Moisés Pascual Pozas…

Pero está cogiendo nuevos bríos postmodernos.

De hecho la más reciente incorporación al elenco de los escritores literarios para público de paladar exquisito es Jesús Carrasco (Badajoz, 1972), el cual, con su novela inaugural Intemperie (una sinergia brillante de los mundos narrativos de Juan Benet, Miguel Delibes y Cormac McCarthy en forma de novela rural inquietante situada en la España vacía –por decirlo con un término de Sergio del Molino–, la cual, por su fraseo, su personalidad, su temática y su poder descriptivo, opera en el ámbito de la excelencia) consiguió un éxito formidable…

Y la siembra de Jesús Carrasco ha dado sus frutos como demuestran las obras de últimos narradores neorrurales tales que Elvira Valgañón, María Sánchez, Andrés Pascual, Virginia Mendoza, Marc Badal, Pilar Fraile, Urbano Pérez, Pilar Adón, Óscar Esquivias, Ginés Sánchez, Lara Moreno, Jenn Díaz, Mireya Hernández, Iván Repila y Manuel Darriba…

Y a esos nombres rescatadores de la renovada novela rural hemos de añadir ahora el de Enrique Llamas (Zamora, 1989) gracias a una atmosférica novela country noir llena de metáforas y muy en la línea de Intemperie de Jesús Carrasco; una sobre un maestro de escuela en el tardofranquismo, titulada LOS CAÍN (AdnAlianza).

NOVELA NEGRA RURAL O COUNTRY NOIR

Como en La sima de José María Merino, Enrique Llamas sitúa la acción de esta meritoria novela de espacio opresivo y de grandes venganzas en Somino, un pequeño pueblo que emula a la Celama de Luis Mateo Díez, donde el enterramiento apresurado de Arcadio Cuervo provoca que su tumba quede mal cerrada, y por eso en dicho pueblo guerracivilero y tendente a la superstición de los mitos y leyendas (como los son los pueblos de las novelas de los escritores leoneses Luis Mateo, Merino, Juan Pedro Aparicio, Julio Llamazares y Antonio Pereira) las heridas de los vivos también permanecen abiertas, y ni los muertos logran descanso.

Pero LOS CAÍN, como esa joya pionera que es La novela número trece del gran Francisco García Pavón, además de una novela rural es una novela negra (country noir); una en concreto que se centra en lo ocurrido veinte años después, cuando, en la tardofranquista década de los setenta, Héctor, un joven e ingenuo maestro madrileño de familia bien, es destinado al colegio de Somino.

Y se convierte desde el principio en el forastero observado e ignorado a partes iguales.

Aunque el recelo de los habitantes de Somino va mucho más allá de malas miradas y cuchicheos.

Mientras tanto, se suceden los merodeos y preguntas de Curro y Palomo, dos guardias civiles que investigan el accidente de una joven del pueblo, amén de las extrañas muertes de los ciervos (animales que suponen el principal sustento de las familias de la zona).

Ante tantas visitas, Somino entero se revuelve, porque es un pueblo continuista, desconfiado y receloso como todo pueblo de la España profunda… ¿Es Héctor, el maestro de escuela, un chivato?.. ¿Para qué queremos en este pueblo a la guardia civil si podemos resolver mejor los asuntos turbios, aunque sean de sangre, por nosotros mismos?

Mientras la riña visceral y el odio de los niños del barrio de los Llanos y del barrio del Teso se nos antojan un correlato de la España de la época (también subdividida política y socialmente), en el pueblo se suceden los episodios vecinales de acción reacción en medio del espacio desasosegante, y, cada vez, más asfixiante… Como en toda novela country noir donde, más allá del juego de ingenio de la novela-enigma, el enclave donde sucede la acción funciona como un personaje más en un primer nivel de lectura, pero en segundo grado de ficción es a su vez como metáfora de todo un país y de una época.

Pero esto Los Cain no es una novela-enigma, y tampoco una novela negra convencional.

Se trata, más bien, de una novela audaz, ambiciosa y renovadora cuyo lenguaje literario es canela fina. A su vez hay quien diría que tiene caídas de intensidad en el argumento, y que la prosa deja de ser eficaz cuando está más recargada de lirismo valleinclanesco de lo que acostumbran las novelas de género negro (pag. 13: “con la tranquilidad de quien sabe que, entre los vivos, los muertos solo dejan herencias”; pag. 78: “un amarillo lánguido ocupaba las calles”; pag. 119: “a esa hora en que se hace audible el zumbido laborioso de las farolas”, etc.), y que muestra otras influencias muy evidentes (Llamazares, Luis Mateo y Merino, Jesús Carrasco, Ana María Matute y David Lynch). Pero nosotros nos quedamos con que es una novela extraordinariamente magnética en su fraseo, brillante en su construcción de mundo e intencionalidad narrativa, agradeciblemente superadora de la novela negra filo-americana estándar y que propone un country noir castizo en un tan atmosférico entorno rural que parece de novela tremendista.

He aquí un debut notable de un muy prometedor contador de historias bien empalabradas.

De hecho he aquí una novela que ganó con todo merecimiento el Premio Silverio Cañada a la primera novela negra (tuve el honor de ser miembro de ese jurado junto a Marta Robles y Paco Gómez Escribano).

Además es una novela que ha ganado con el tiempo, y ahora vuelta a leer nos parece una propuesta tan inusual que bien parece la precuela hispánica de otra fascinante novela country noir reciente de gran belleza y gran éxito: El mapa de los afectos de Ana Merino (último Premio Nadal).

Coloquio de los socios: Lo que no es tuyo no es tuyo

Rosa María Díez Cobo

Lo que no es tuyo no es tuyo de Helen Oyeyemi es la primer volumen de cuentos de esta autora británica de orígenes nigerianos y ha sido el texto con que el que hemos inaugurado esta nueva edición del club de lectura. Hemos podido disfrutar de múltiples cuestiones que la caracterizan como una narración singular, genuina y compleja. Y así lo han interpretado los miembros de nuestro club.

Primeramente, si algo sobresale de esta compilación de cuentos es su ruptura constante, y a todos los niveles, de diversas convenciones narrativas. Para los lectores, el recurrente deslizamiento de la prosa de Oyeyemi, su transcurrir libre, azaroso, ha supuesto, en muchos casos, un disfrute, aunque también, sin duda, un reto lector considerable. Y es que la autora fractura los principios de una narración lineal, ordenada, según patrones comunes o más tradicionales. El planteamiento de las tramas, su desarrollo y desenlace se ven constantemente horadados por bifurcaciones, digresiones, anécdotas, quiebros que obligan, como apuntaban algunos de los participantes, a una lectura activa y atenta. De hecho, se remarcó en distintos momentos de la discusión la conveniencia de leer el volumen por lo menos dos veces para poder captar toda su complejidad y hondura.

Distintos lectores percibieron afinidades entre el estilo de Oyeyemi en este volumen y las características principales de autores tan renombrados como James Joyce, William Faulkner o Alice Munro entre otros porque, no en vano, nuestra autora ha bebido de influencias modernistas y de escritores y escritoras contemporáneas con un particular gusto por los recursos que nos delinean mundos de ficción donde las fronteras se hacen quebradizas. Concretamente, durante la sesión, se comentó largamente, y en referencia a varios de los cuentos, la inclusión en todos ellos de elementos, personajes o tramas insólitos desde perspectivas que van desde lo fantástico, el realismo mágico o, incluso, en algún caso, la ciencia ficción. Aunque algún lector no percibió la cualidad insólita de tales planteamientos, considerándola una mera extensión del realismo general de las historias narradas, sí se acordó de forma casi unánime, la porosidad entre las límites de lo verosímil e inverosímil que se hace manifiesta en todas las narraciones.

Otro asunto de debate se concentró en la consideración del potencial feminismo y/o africanismo del texto de Oyeyemi. Como se había planteado en la primera sesión de esta lectura, la narradora ha rechazado a menudo ser asociada a ambas etiquetas. La lectura de Lo que no es tuyo no es tuyo puso de relieve el hecho de que la autora gusta de crear ambientes y personajes multiculturales, de identidades fluidas y ambiguas, pero que no se corresponderían, en efecto, con una influencia emanada de su cultura familiar africana sino, más bien, de su exposición al multiculturalismo en ámbitos europeos. Asimismo, se convino en que muchas de las tramas de los cuentos planteaban, sin ambages, posicionamientos de compromiso con la defensa de los derechos de la mujer y que, por tanto, el rechazo a la rúbrica del feminismo no es incompatible con su práctica efectiva en las propias narraciones.

Llamativo para muchos ha sido la inserción de motivos y estructuras y propias de los cuentos de hadas. La escritora ha manifestado en diversas ocasiones y en obras previas, su interés por este tipo de manifestaciones narrativas populares que, en este volumen, recorre de manera más o menos explícita sus cuentos y supone otro forma de disrupción de las narraciones que se atienen a formatos y modelos más tradicionales.

Si algo singulariza también este volumen, y supuso el comentario de varios de nuestros intervinientes, es la multiplicidad de planteamientos en cada uno de los cuentos: localización, temática, estilo…varían de cuento en cuento lo que posibilita sumergirnos en mundos tan diversos como originales. Pero ello no quiere decir que los relatos no guarden relación entre sí. De hecho, si algo como lectores nos resulta sugerente es cómo algunos de los personajes «saltan» de cuento en cuento, reaparecen encarnando roles distintos, demostrando que, en la vida las identidades a menudo fluctúan y se metamorfosean.

 

Esta sugerente ilustración de la cubierta de la edición española se puede asociar al vínculo que se establece en la novela con la simbología de las llaves que, en cada relato, se hacen presentes para mostrarnos las múltiples posibilidades de apertura, de paso hacia diversas opciones vitales, hacia otros mundos.

En definitiva, la obra nos permitió de disfrutar de un universo de posibilidades sinuosas, de personajes variopintos y de un planteamiento general que obliga al lector a «desprogramar», en gran medida, el acercamiento a la lectura.

Guía a la lectura. Lo que no es tuyo no es tuyo, de Helen Oyeyemi

Por Rosa María Díez Cobo

Helen Oyeyemi. (Fotografía de Linda Nylind para The Guardian)

Helen Oyeyemi. (Fotografía de Linda Nylind para The Guardian)

Helen Oyeyemi

Helen Olajumoke Oyeyemi (Nigeria, 1984) es una escritora británica de raíces nigerianas con una aún corta pero intensa trayectoria. Con cinco novelas, dos obras teatrales y un libro de relatos ya publicados, ha sido aclamada por la crítica internacional desde la primera de sus obras, The Icarus girl (2005), que vio la luz cuando la autora solo contaba 18 años e iniciaba sus estudios de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad de Cambridge.

Es una narradora singular puesto que, pese a sus orígenes geográficos y culturales, ha rechazado los intentos de filiación que se le han intentado adjudicar con otros autores africanos o de la diáspora. Tampoco se siente alineada con autoras africanas contemporáneas reconocidas por sus demandas identitarias y feministas. Esta reivindicación de su autonomía geográfica y de su independencia creadora se refleja en esta declaración que se recoge en el siguiente artículo del diario El País (03/02/20):

«No siento ninguna conexión, ¿por qué debería? Soy británica, y no me siento arraigada en ninguna tradición más que en la que me he formado con mis lecturas».

No en vano, Oyeyemi ha residido en diversos países —desde hace unos años se radica en la capital checa—  y el estilo de su obra, metamórfico, escurridizo y colorista, resiste clasificaciones sencillas y se ha vinculado con multitud de autores de la escena internacional, aunque fundamentalmente de la tradición anglófona: los hermanos Grimm, Edgard Allan Poe, Henry James, Silvina Ocampo, Barbara Comyns, Shirley Jackson, Flannery O’Connor, Paul Auster, o Mariana Enríquez, entre otros.

Si bien la autora se opone a explicaciones simplistas y unívocas de sus textos, en sus obras se puede detectar una serie de recurrentes conexiones con su devenir biográfico: la experiencia multicultural, las identidades poliédricas, las tradiciones narrativas orales, la discriminación racial, los procesos depresivos y de ansiedad, la residencia itinerante, etc.

Pero si algo distingue la prosa de Oyeyemi es su personalísimo y deslumbrante acercamiento a la realidad. Su afirmación «para mí la fantasía es parte de la realidad» (Llegir en cas d’incendi, 20/11/19) es toda una declaración de intenciones sobre cómo esta creadora perfila unos universos narrativos cuajados de potenciales y extraordinarias interpretaciones en su moldeamiento del mundo textual. Asimismo, insiste en que su narrativa no es tanto ambigua —algo de lo que se la ha tildado muy a menudo—  como fluida y con la tendencia a dejar todas las puertas abiertas para que el lector pueda decidir por sí mismo qué ruta tomar. En esencia, para aproximarnos a la obra de esta singular narradora, conviene despojarnos de etiquetas aprioristas y dejarnos deslizar por las sinuosidades argumentales de sus textos.

Los novelas que la autora ha publicado hasta el momento son: The Icarus girl (2005), The opposite house (2007), White is for witching (2009), Mr. Fox (2011), Boy, snow, bird (2014), y Gingerbread (2019). Su único volumen de relatos es el titulado What is not yours is not yours (2016). Como autora teatral podemos señalar dos títulos Juniper’s Whitening (2005) y Victemese (2005). De todas estas obras solo tres, hasta el momento, se han traducido al español: El señor Fox (Acantilado, 2013), Boy, snow, bird. Fábula de tres mujeres (Acantilado, 2016), y Lo que no es tuyo no es tuyo (Acantilado, 2019).

Debido a su temprana ponderación por la crítica, Oyeyemi ya cuenta en su haber con numerosos premios y reconocimientos internacionales; entre ellos, podemos destacar:

  • Reconocida en la lista ‘Venus Zine’s 25 under 25’, una lista de los 25 mejores novelistas británicos de menos de 25 años.
  • Finalista del galardón estadounidense ‘Shirley Jackson Award’ por su novela White is for witching.
  • Ganadora del premio británico ‘Somerset Maugham Award’.
  • Ganadora del premio estadounidense ‘Hurston/Wright Legacy Award’ por su novela Mr. Fox.
  • Merecedora del galardón Granta ‘Best of Young British Novelist’.
  • Finalista para el premio ‘Los Angeles Times Book Prize’ por su novela Boy, snow, bird.
  • What Is Not Yours Is Not Yours recibe el galardón internacional ‘PEN Open Book Award’.
Helen Oyeyemi (Foto grafìa de Juan Barbosa para El País)

Helen Oyeyemi (Fotografía de Juan Barbosa para El País)

Poética narrativa de Helen Oyeyemi

 

Su obra alberga multitud de temas e intereses, y posee un estilo muy propio y variable. Así, destacaremos los siguientes aspectos, sobre todo en referencia a sus creaciones narrativas:

  • aunque Oyeyemi rechaza las dependencias geográficas de sus obras, se detectan influencias personales y culturales que remiten, con frecuencia, al gusto por personajes multiculturales, expatriados y a la influencia de las tradiciones narrativas orales y de diversas religiones y mitologías;
  • su prosa es generalmente poética, evocadora, dotada de imágenes plásticas y sugerentes;
  • presenta una notable exuberancia en el uso de recursos narratológicos, principalmente la autora ha desarrollado una técnica de deslizamiento narrativo que podríamos calificar como de stream of action”, fluir de la acción, por la cual las acciones más dispares se enhebran de formas constantes y sutiles revelando al lector que la existencia humana es un continuo entronque de hechos a veces disparatados;
  • el núcleo de sus relatos a menudo nos resulta trivial: las tramas se ocupan de anécdotas cotidianas, y, en muchas ocasiones, banales, pero siempre, en un momento dado, la escritora les aporta un giro peculiar que revela que lo sorprendente se puede ocultar tras las acciones más intrascendentes;
  • muchos de sus textos desdibujan de una forma natural y lúdica las fronteras entre realidad y fantasía y esto la ha llevado a recurrir a elementos propios del género fantástico como, por ejemplo, la casa encantada que protagoniza su novela White is for witching. Sin embargo, Oyeyemi transita de un modo disparejo por los diversas vertientes de lo insólito y, así, dependiendo de los textos, podríamos tildarlos de fantásticos, maravillosos o mágicorrealistas;
  • relacionado con lo anterior, Oyeyemi también ha incursionado en la reescritura o reelaboración de cuentos populares clásicos como en Boy, snow, bird o en Fox y, a menudo, en muchos de sus narraciones, detectamos estructuras, personajes o elementos que comparten características con este tipo de narrativas;
  • las obras de la británica se hallan plagadas de autorreflexiones literarias y de referencias al arte literario y otras variantes artísticas (teatro, cine, música). En su novela Fox el juego narrativo metafictivo es constante, por ejemplo;
  • existe un claro gusto por personajes de identidades fluidas lo que se trasluce en sus acciones, vivencias, etnicidad, género, etc.
  • aunque muchos de sus protagonistas manifiestan una tendencia al aislamiento, la melancolía y la introversión, el acercamiento que la autora realiza sobre ellos no es negativo o dramático, al contrario, la prosa de Oyeyemi aspira, de forma general, a mostrar una fe firme en la posibilidad de las conexiones humanas y las resoluciones pacíficas o alegres;
  • el humor y la ironía recorren la mayoría de sus textos que, en general, no presentan una propensión hacia la gravedad o el drama, de ahí que se la haya calificado como “una enorme dama de la comedia británica” (Laura Fernández, Babelia, 20/06/19);
  • en sus textos el protagonismo femenino es mayoritario, aunque la autora ha rechazado una lectura feminista de este aspecto y ha preferido interpretarlo como una tendencia natural a narrar situaciones y eventos más cercanos a su propia experiencia femenina;
  • pese al rechazo general de la autora hacia un compromiso crítico determinado, en sus obras, en ocasiones, se insertan y focalizan, de forma natural, aspectos relacionados con este como el acoso, el maltrato, la discriminación, etc.

 

La autora en sus palabras y en las de sus críticos:

Como ya se ha mencionado, Oyeyemi es gran medida, una autora inclasificable que reniega de las categorizaciones comunes. Reclama la creación de un territorio personal, propio, basado en su propia aproximación a la realidad. De ahí que ya de niña, como ella misma relata para la entrevista que ofrece a Andrea Aguilar en El País (03/02/20), se atrevió a modificar el final de la popular novela Mujercitas porque no le agradaba. Eso es lo que nos ofrece Oyeyemi en sus incursiones narrativas: la reversión de las conclusiones manidas, la relectura excéntrica de lo cotidiano, la ruptura de las costuras impuestas.

Helen Oyeyemi (Fotografía de Frank Bauer)

Helen Oyeyemi (Fotografía de Frank Bauer)

Aunque, por sus similitudes, pueda resultar tentador alistar a Oyeyemi en las filas del posmodernismo o en comunión con autores del género fantástico, la idiosincrasia de su prosa dificulta, una vez más, trazar una genealogía evidente de su prosa. Si bien estas y otras influencias son innegables, la imaginación prolífica de la autora rebasa estas tipificaciones. No en vano, si atendemos a las reseñas de cualquiera de sus obras indefectiblemente nos encontramos con este foco sobre su excentricidad. En palabras de Vanessa Graell, en su crítica de Lo que no es tuyo no es tuyo para El Mundo, nos encontramos la siguiente reflexión sobre la naturaleza tan única de las narraciones de la británica:

A Oyeyemi le gusta salirse de la línea argumental y tomar bifurcaciones nada evidentes. Huye de lo lineal y desdibuja la frontera entre la realidad y los mundos imaginarios. A modo de juego infantil o de un suspense a lo Hitchcock, resuelve el misterio de la forma más insólita.

A pesar de esta notoriedad crítica alcanzada internacionalmente en los últimos años, Oyeyemi aún no es muy conocida para el público lector en español. Aquí puedes explorar varios enlaces que te ayudarán a pergeñar una visión más completa de Oyeyemi y de sus trabajos:

 

 

 

Lo que no es tuyo no es tuyo

 

Información contenida en la contraportada (Acantilado, 2019)

 Lo que no es tuyo no es tuyo es una colección de relatos que comparten entre sí algo más que la colorida prosa de su autora: las llaves, literales y metafóricas, que desvelan secretos y abren por igual puertas y corazones. En un cuento dan acceso a una biblioteca perdida y a un jardín oculto en Barcelona, dos lugares que serán la clave del destino de las protagonistas; en otro, abren el corazón de una alumna en una escuela de marionetas; hay llaves que protegen de los fisgones un místico diario íntimo, y otras que cierran las puertas de una inquietante «casa de las cerraduras». Tomando los cuentos de hadas como punto de partida, Helen Oyeyemi revisita la tradición desde perspectivas insólitas y, gracias a su poderosa y brillante imaginación, nos transporta a lugares que, como en los sueños, nos resultan tan sorprendentes como reveladores.

 

Estructura y contenido del libro

The Key to her Secret Garden by Christian Schole

The Key to her Secret Garden by Christian Schole

Dentro de la bibliografía de la autora, Lo que no es tuyo no es tuyo es su ópera prima cuentística y nos da en buena medida la pauta de los temas e intereses principales de Oyeyemi, que ya exploró en sus novelas previas y en los que ahondará esta obra. De hecho, en su novela Mr. Fox la estructura general se compone de relatos engarzados por lo que, a decir verdad, no difiere tanto de la propia organización del volumen que aquí estamos considerando.

El libro se compone de nueve relatos, de longitud variable, todos ellos precedidos de significativos títulos. La autora ha declarado que la inspiración para desarrollar la escritura del libro le llegó cuando, en una visita a Egipto, adquirió un puñado de llaves antiguas. Su reflexión sobre la historia que se escondía detrás de cada una de ellas supuso el arranque de estos relatos.

Algunos temas y aspectos principales de esta narrativa que cabe destacar son:

  • la prosa es elaborada, poética, plástica, pero no resulta densa o complicada, algo que se encuentra en clara relación con la propia facilidad con la que fluyen las tramas;
  • las voces narradoras, su naturaleza y enfoque, varían de relato en relato;
  • algunos textos contienen alusiones o comentarios metafictivos y, en general, se detecta un gran número de reflexiones sobre el acto y modos de la escritura y el arte en su sentido más general;
  • contiene gran diversidad en el asunto de las tramas; cada relato nos transporta a situaciones y acciones muy diferentes entre sí;
  • muchas de las historias se enmarcan en escenarios más o menos contemporáneos y se caracterizan, en general, por la cotidianidad de las acciones de sus personajes;
  • los relatos recorren diversas cartografías y es significativa la evocadora diversidad de la que dota a los nombres de los personajes;
  • es frecuente el protagonismo femenino y existe una numerosa presencia de personajes homosexuales o que traslucen ambigüedad genérica;
  • muchos de sus personajes funcionan en pareja, describiendo duplicidades que se pueden interpretar de forma distinta en cada relato;
  • la mayoría de los textos presentan una notable dosis de humor, de complacencia y hay una tendencia desdramatizadora en todos ellos aunque, en algunos, se presenten situaciones humanas graves o incluso trágicas;
  • los planteamientos narrativos fluyen de una forma peculiar: se hallan repletos de digresiones, anécdotas menores, bifurcaciones, saltos temporales, giros argumentales inexplicables, equívocos, tramas inconclusas o con finales abiertos, etc.;
  • aunque muchas de las situaciones se plantean inicialmente de un modo realista, con muchas concomitantes con nuestra realidad actual, los textos de esta obra descubren que la frontera entre realidad y fantasía puede ser muy tenue, de forma que ambas se interpenetran de un modo natural, cercano a los modos insólitos del realismo mágico y lo maravilloso;
  • el fluir narrativo evoca las estrategias de la narración oral popular o, simplemente del estilo conversacional;
  • muchos de los relatos revelan la influencia de los cuentos de hadas tanto en fondo como en forma;
  • así como cada narración transcurre con peculiar autonomía, las fronteras entre los diversos cuentos del volumen también se desdibujan con motivos y personajes que reaparecen a través de las diversas historias;
  • se aprecia la existencia de símbolos recurrentes en los relatos que, de nuevo, pese a su repetición, demuestran su variabilidad en cada situación dada adquiriendo distintos valores o funciones.

Lectura

Se trata de una narrativa asequible en su estilo general, pero cuyas tramas, dada su radical tendencia a describir fuertes meandros, puede resultar bastante compleja de seguir. Esto puede provocar numerosas reflexiones o incertidumbres al lector. Aquí tienes algunas de las preguntas que quizá te ayuden a enfocar tu lectura:

  1. ¿Cómo crees que conecta el epígrafe «Abréme con cuidado», de la poeta estadounidense Emily Dickinson, con la narrativa en su conjunto o con los textos que la componen?
  2. El título general del libro, así como de los relatos, resultan muy sonoros y sugerentes, ¿cómo los interpretas en relación con las tramas y las situaciones descritas?
  3. ¿Cómo calificarías el estilo de la prosa de Oyeyemi y los recursos empleados en esta narrativa? ¿Te ha resultado compleja de leer o de interpretar?
  4. Las voces narrativas alternan, en su naturaleza, de relato en relato e, incluso, a veces, dentro del mismo relato, ¿qué efecto crees que aportan a la lectura y su interpretación?
  5. Vemos que los personajes de cada relato tienen una procedencia geográfica, étnica y cultural diversa, aspecto que se refleja en la presencia de nombres muy evocadores y sonoros, ¿qué te ha sugerido esta multiculturalidad en los protagonistas de los relatos?
  6. Asimismo, vemos que la sexualidad y la identidad de género de los personajes es extremadamente diversa y fluida, ¿qué te ha llamado la atención sobre esta cuestión recurrente en los relatos?
  7. Oyeyemi ha declarado en diversas ocasiones que sus textos no tienen una vocación feminista y que, más bien, los considera femeninos, ¿qué opináis de esto tras la lectura de los relatos y el gran número de protagonistas femeninas que los integran?
  8. Igualmente, la autora ha rechazado adjudicar a sus obras algún tipo de funcionalidad o compromiso extraliterarios y las considera, más bien, una exploración de sus intereses y conciencia, ¿estáis de acuerdo con la autora en que estos relatos carecen de cualquier trasfondo crítico?
  9. En la obra hay numerosas dúos de personajes (parejas sentimentales, amigos, hermanos, colegas, etc.), ¿qué papel creéis que desempeñan estos tándems?
  10. Uno de los aspectos más significativos del texto es la ruptura de las fronteras entre la realidad y la fantasía, lo verosímil y lo inverosímil, de ahí que, en todos los relatos que contiene este volumen, en un punto dado, se dé algún hecho insólito, ¿cómo es el tratamiento que hace Oyeyemi del tema?, ¿cómo lo experimentan los propios personajes?
  11. A pesar de que cada relato funciona autónomamente dentro del volumen, hay conexiones entre todos ellos, ¿cuántas de ellas has detectado y cómo crees que contribuyen a dar cohesión al libro?
  12. La figura del títere o la marioneta es principal en uno de los relatos del libro, aunque en varios de ellos se menciona, ¿qué papel crees que juega y por qué la autora la dota de tanta relevancia (incluso menciona el asunto en los agradecimientos finales)?
  13. El volumen presenta una serie de recursos o aspectos recurrentes a lo largo de todos sus textos, ¿por qué no intentas localizar algún ejemplo de los siguientes?
        • metaficción o reflexión sobre el propio acto de escritura;
        • alusiones a distintas actividades artísticas;
        • digresiones argumentales;
        • bifurcaciones en las tramas;
        • referencias a los cuentos de hadas o tradiciones narrativas populares;
        • ruptura en la diferencia que generalmente se establece entre lo animado y lo inanimado, los seres vivientes y los objetos;
        • humor;
        • simbolismos;
        • recurrencia del mismo o los mismos personajes en diversos relatos;
        • …y otras que hayáis detectado?
  14. ¿Crees que el orden en el que están dispuestos los nueve relatos posee alguna función o simbología concreta?

VIII edición del club de lectura de Universidad de León

Ya está en marcha la VIII edición del club de lectura de Universidad de León. Empieza esta tarde de martes 6 de octubre a las 19:00 horas. Este año podrán asociarse a nuestro club personas de fuera de León, pues los encuentros se realizarán a través de sesiones meet.
Los lectores interesados deben  enviar un correo  ( nalvm@unileon.es) facilitando nombre y apellidos y correo electrónico. Todavía quedan plazas. (Los que ya han escrito no tienen que volver a hacerlo porque están ya incorporados).

4 preciosas lecturas de las editoriales Acantilado, AdN Alianza de Novelas,Editorial Impedimenta y Editorial Páginas de Espuma.

¡Te esperamos! Solo tienes que conectar con nosotros.  Si lo haces antes de las  17:00 horas te enviaremos el enlace meet para unirte a la primera sesión.

III Congreso Internacional de la Red de Universidades Lectoras

(Textos extraídos de la web del Congreso)

Imaginando el futuro de la lectura

La crisis del coronavirus nos ha colocado en una situación de shock, a nivel individual y como sociedad, y nos incita a imaginar el papel de la lectura en los años futuros, en una sociedad que va a sufrir cambios relevantes. Ante lo infinitamente grande, como las galaxias reimaginadas por la literatura de anticipación, o lo infinitamente pequeño, como los virus que pueblan tanto lo cercano como las distopías, los seres humanos nos sentimos fascinados y sobrecogidos, y la lectura y las artes se convierten así en herramientas útiles de comprensión y conocimiento de nuestra realidad en el mundo.

El debate ya estaba en los círculos mediáticos: The future of reading is not reading. La lectura de textos multimodales ha evidenciado que también se puede leer oyendo, visionando, etc., o que son posible bibliotecas sin libros o en la nube. El mundo que anticipó Fahrenheit 451 de Bradbury, publicado en 1953, es rigurosamente actual, por la prevalencia de una cultura audiovisual y de los riesgos de un control social/ideológico que irá arrinconando la lectura crítica. La escena final de los disidentes fuera de la urbe, paseando por la ribera de un río y recuperando la voz de los librepensadores, prefiguraba, hace 70 años, escenarios futuribles donde la Resistencia y la Esperanza serán claves.

Por tanto, obras como las de Asimov o Bradbury, de cuyos nacimientos se han cumplido 100 años, en sus múltiples aspectos literarios, filosóficos o sociales, nos ayudan a entender, bajo sus fábulas, los cambios del mundo actual, a imaginar los escenarios futuros, a soñar despiertos. En esa medida, la lectura y la literatura representan la lucha por una memoria auténtica, frente al mundo de la deshumanización, la falsificación o las desigualdades. Necesitamos una visión poliédrica, como la del monstruo griego de cien ojos, para vislumbrar ese futuro. Esos múltiples ojos son los de la ciencia, las ciencias, las artes, la educación, la cultura, muchos de ellos invisibles en el debate actual, pero tan poderosos como el virus que ha provocado tanto sufrimiento.

Los Pilares de la Creación

El icono del III Congreso Internacional de la Red de Universidades Lectoras es la imagen de los Pilares de la Creación, fotografía tomada por el telescopio espacial Hubble de trompas de de gas interestelar y polvo en la nebulosa del Águila, a aproximadamente 7000 años luz de la Tierra, y difundidas en numerosos medios de comunicación en 1995. La foto original de 1995 mostraba tres columnas gigantes de gas bañadas en luz ultravioleta.

La crisis del coronavirus nos ha colocado en una situación de shock, a nivel individual y como sociedad, y nos incita a imaginar el papel de la lectura en los años futuros, en una sociedad que va a sufrir cambios relevantes.

Ante lo infinitamente grande, como estas galaxias que luego son recreadas en la ciencia ficción, o lo infinitamente pequeño, como los virus invisibles pero que pueblan nuestra realidad, los seres humanos nos sentimos fascinados y sobrecogidos. Es entonces, confinados o no, cuando la lectura y las demás artes se convierten así herramientas útiles de comprensión y conocimiento de nuestra papel en el mundo. Cuando podemos activar la “frontera indómita de la imaginación” (Graciela Montes) y generamos ensoñaciones que son espejos y puertas de acceso al multiverso que nos sobrecoge y nos rodea.

Esta es la presentación con la que el 30 de septiembre de 2020  tULEctura  participó en el III Congreso Internacional RIUL

La llegada del otoño

Cuando volvamos a Aokigahara

Todos tuvimos el mismo sueño. Nos perdíamos en un bosque milenario. Cuanto más avanzábamos, más frondoso se hacía. Llegaba un momento en el que el follaje casi no permitía el curso del viento, el paso de la luz.

Pero en los sueños nunca oscurece del todo. O tal vez nuestros ojos se acostumbraron a la penumbra. Colgando de los árboles, distinguimos hojas de libros. Todas las obras entre Alejandría y Nueva York se mecían con la brisa sobre nuestras cabezas. Y deseamos quedarnos allí sentados y esperar la llegada del otoño

(Ignacio Abad. Talita cumi.  León: Ediciones Leteo, 2012 [pág.11]  9788461613915)