Archivo de la etiqueta: Invenciones y recuerdos

Luis Mateo Díez. Encuentro con los socios del club de lectura [vídeo]

El 2 de noviembre de 2021 los socios del club de lectura de la Universidad de León tuvimos el placer de contar, a través de videoconferencia, con la compañía del escritor Luis Mateo Díez,

Una vez trabajada la guía a la lectura preparada por Natalia Álvarez Méndez,  leída, disfrutada  y comentada entre nosotros su obra “Invenciones y recuerdos”, pudimos hablar con el escritor sobre ella y sobre otros aspectos relacionados que despertaron nuestro interés.

Este es el vídeo de la sesión. Si te gusta la escritura de Luis Mateo Díez, te gustarán sus palabras :

La lectura es un ejercicio personal, íntimo y secreto. Cuando uno entra en una novela y le fascina lo que está leyendo, aquello es suyo. Las novelas no son propiedad de los grandes escritores que las escribieron sino que son nuestras. De los libros te apropias, como de las grandes pinturas o de la gran música. Pertenecen a tu vida.

Guía a la lectura: Invenciones y recuerdos, de Luis Mateo Díez

Por Natalia Álvarez Méndez

Luis Mateo Díez

Luis Mateo Díez (Villablino, León, 1942), miembro de la Real Academia Española desde el año 2000, se ha convertido en una de las figuras más importantes de la literatura contemporánea en español. Ha sido reconocido con diversos galardones, como el Premio Nacional de Narrativa, Premio de la Crítica, Premio Castilla y León de las Letras, Premio de Literatura de la Comunidad de Madrid, Premio Francisco Umbral, entre otros muchos, a los que se ha sumado el Premio Nacional de las Letras 2020. Creador de un universo simbólico imprescindible en nuestras letras, refiere la vida y sus misterios, ahondando en el conocimiento de la condición humana. Su ambición literaria y su rigor le caracterizan como un narrador que aboca al hallazgo de la ficción como vía que nos permite conocer lo que somos, darle consistencia al mundo y otorgarle un sentido.

Su escritura, consistente y perturbadora, descubre y revela el rostro oculto de las cosas: «Interiores y abismos propios o extraños, ciertos o inciertos, asentados en el latente paisaje donde uno mismo se observa con vértigo porque tan hondamente se desconoce, o donde la imaginación recrea como un espejo, siempre pulimentado por las palabras, donde todos podemos mirar algo que nos pertenece y que acaso nunca supimos que era nuestro» (El porvenir de la ficción, 1999: 38). Recupera, por una parte, el arte de contar, la anécdota que encierra el relato sin excesos experimentalista. Por otra, replantea el empleo de lo legendario, de lo tradicional, del esperpento, con los que alcanza la renovación en su narrativa empleando un realismo crítico que no rehúsa lo simbólico, lo alegórico, lo insólito, lo surrealista, lo expresionista y lo estrambótico. Su obra, totalmente reconocible estilísticamente, destila territorios fabulados que conducen a lo insólito que asoma en la realidad, a viajes oníricos y metafóricos, así como al retrato de singulares personajes, de emociones y de simbólicas geografías.

Luis Mateo Díez. © Fotografía de Jesús Marchamalo

© Fotografía de Jesús Marchamalo

Entre otros muchos, sobresalen en su quehacer narrativo títulos como La fuente de la edad (1986), El expediente del naúfrago (1992), Camino de perdición (1995), El reino de Celama (2003) —trilogía que contiene El espíritu del páramo (1996), La ruina del cielo (1999) y El oscurecer (2002)—, Fantasmas del invierno (2004), El árbol de los cuentos. Cuentos reunidos (1973-2004), El sol de la nieve. O el día que desaparecieron los niños de Celema (2008), Pájaro sin vuelo (2011), Fábulas del sentimiento (2013), La soledad de los perdidos (2014), Vicisitudes (2017), El hijo de las cosas (2018) y Los ancianos siderales (2021).

El amplio conocimiento de autores y obras de diversas épocas y nacionalidades le permite apostar desde todas las vertientes —la lectora, la creadora y la crítica— por una literatura de calidad. De tal modo, la tradición literaria entra en su mundo de ficción: clásicos españoles, la picaresca, Cervantes, Valle-Inclán, Baroja, Faulkner, Pavese, Onetti, Patrolini, Bassani, Svevo, Rulfo, García Márquez, Benet y un largo etcétera en el que ocupan un lugar muy significativo las literaturas centroeuropeas. En su pensamiento crítico tampoco faltan referencias a algunos de esos escritores y a intelectuales —a los que se suman nombres como Stendhal, Poe, Dostoievski, Tolstói, Henry James, Maupassant, Pardo Bazán, Clarín, Conrad, Chéjov, Quiroga, Éluard, Némirovsky, Canetti, Cortázar, Raymond Williams y Capote, entre otros—. Con ellos comparte concretos aspectos de sus poéticas o estudios sobre la narrativa. No extraña, pues, que su obra se desarrolle, además de con firmeza estética, con un impulso ético comprometido con la dimensión humana, social y política.

Invenciones y recuerdos

Invenciones y recuerdos, de Luis Mateo DíezDíez, Luis Mateo (1942-)
Invenciones y recuerdos / Luis Mateo Díez; edición y prólogo de Ángeles Encinar
León : Eolas , 2020
248 p. ; 20 cm.
Las puertas de lo posible. Narrativas de lo insólito; 8
9788418079221

El título del libro anuncia la mezcla de la memoria con la fabulación. También la imagen de la portada, un montaje con fotografías reales de Luis Mateo Díez, hechas por Manuel Martín, que el lector puede relacionar con cierto contenido autobiográfico.

Invenciones y recuerdos nos sitúa ante un autorretrato literario en el que destacan vivencias particulares junto a las de sus personajes de ficción. Una de las características básicas del libro es, pues, la del hibridismo genérico, la mezcla de cuento y ensayo. Algo similar a lo que había hecho con anterioridad al recrear su infancia en Días del desván (1997).

No es novedoso el hecho de que comparta con los lectores su pensamiento crítico en sus escritos. No en vano, de modo paralelo a su ficción, Luis Mateo Díez ha escrito diversos textos ensayísticos que explican su poética, así como textos híbridos que conjugan la fabulación con el ensayo. Entre ellos: El porvenir de la ficción (1992, 1999), Las palabras de la vida (2000), La mano del sueño (Algunas consideraciones sobre el arte narrativo, la imaginación y la memoria) – discurso de ingreso en la Real Academia Española, Orillas de la ficción (2010) y Los desayunos del Café Borenes (2015).

Estructura de Invenciones y recuerdos

Tal como afirma la editora y prologuista, el libro se inicia

con una gavilla de historias enmarcadas en el ámbito de lo fantástico o lo insólito para dar paso, en segundo lugar, a evocaciones de variada factura que remiten a su mundo literario. Son veinte narraciones breves donde la hibridación es una característica muy destacada. Se combina el cuento y el ensayo en una misma pieza, incluso es difícil delimitar si se trata de uno u otro, y se suman a estos relatos otros anclados en la memoria de un tiempo pasado

(Ángeles Encinar)

La poética del autor

Luis Mateo Díez cultiva con habilidad la novela, la novela corta, el cuento y el microrrelato. La conquista narrativa que puede proporcionar cada género se aúna a la idea poética que configura el punto de partida de cada una de sus fabulaciones y que se trasluce en los títulos de las mismas. Díez es consciente de cómo se siente urgido, requerido por esas ideas e imágenes (El porvenir de la ficción, 1999: 11), que «están en cualquier sitio, o sería más exacto decir que emergen en cualquier parte, en una inesperada observación, en un recuerdo, en la esquina de la imaginación que se mueve, en la ensoñación, en el pensamiento que de pronto me sustrae» (Orillas de la ficción, 2010: 79).

Al meditar sobre el ejercicio literario, enuncia una clasificación tripartita de las fuentes de la ficción: la imaginación, la memoria y la palabra. Esos son, en su opinión, los tres elementos esenciales en la fabulación.

Imaginación, memoria, palabra...

Imaginación, memoria, palabra…

De tal modo, en el proceso en el que la invención se resuelve en la escritura, Díez considera que el lenguaje es una de las máximas responsabilidades del escritor, es un aspecto sustancial del arte de contar. La ficción necesita la palabra adecuada, esa es la materia de la narración: «No sirve cualquier palabra para contar cualquier historia y, además, la palabra con que las historias pueden contarse es una palabra que obtiene una peculiar entidad que la convierte en palabra narrativa» (La mano del sueño, 2001: 36). No es válido el vocablo artificioso, ha de ser auténtico: «La palabra sería así una palabra imaginativa y memoriosa o, para llevarla más lejos, fantasiosa y memorable. La palabra, al fin, que la historia requiere para que lo imaginario exista» (La mano del sueño, 2001: 39). Esas voces evocadoras, en ocasiones imbuidas de lirismo, deben ubicarse, por lo tanto, en el lugar adecuado, de manera que el escritor pueda explotar sus valores semánticos y acompasar su peso específico con el ritmo pretendido: «Hay una sensualidad en las palabras, una piel que envuelve su significado, que las provee de una aureola, de un fulgor que sobrevuela su mera instrumentalidad. En la posibilidad de emplearlas, de alinearlas, descubriendo esa dimensión, cazándolas en ese vuelo, se encuentra buena parte de la experiencia creadora del escritor. Al menos del terreno de esa experiencia que a mí más me interesa» (El porvenir de la ficción, 1999: 31).

Cine Morán. Ponferrada

Cine Morán.(ca.1965. Ponferrada, León)

La toma de conciencia de la magia de la palabra de lo imaginario, que emociona, fascina y libera, la aprehende en su infancia. Por una parte, en la educación recibida en el ámbito familiar, con una biblioteca repleta de clásicos, y en el escolar. Por otra, en el marco de la oralidad propia de su tierra natal, el Valle de Laciana, geografía que posee una amplia tradición de filandones: «La vecindad marcaba el escenario de esos ritos, el aliciente de una costumbre narradora y socializadora, el valor de la palabra como bien común» (La mano del sueño, 2001: 9). Ahí está el germen de su constante defensa de la oralidad en la narrativa contemporánea, de su sabiduría del ritmo y la medida de las historias que conmueven al oyente: «Nunca disimulé la sensación que como escritor siempre he tenido de que lo oral es el marco en que lo literario se ata a la vida» (Las palabras de la vida, 2000: 64). En su obra, lo oral articula significativas estructuras y se convierte en un cauce y un sustrato esenciales reflejados en el estilo, así como en los personajes que relatan fábulas, cuentos, romances, leyendas y sueños.

No extraña al lector cómplice de Luis Mateo Díez la peculiar denominación tanto de las poblaciones de su territorio, de sus barrios, como los peculiares nombres de los personajes, todos ellos inventados, fruto de su inagotable imaginación, aunque transmisores en la mayor parte de los casos de sugerencias sobre sus identidades. Asimismo, con la palabra tan exacta y necesaria como palpitante, envolvente y sugestiva, heredera de la huella dejada por el relato oral, crea territorios literarios. Estos son tan atractivos, alejados de la falsedad, de la artificiosidad, con vida propia, construidos con honradez, sugerencia, emoción, belleza y fulgor verbal, que le permiten ahondar en el alma humana observando cada detalle de lo que acontece en el corazón del hombre. Y lo consigue a través de la naturalidad y la veracidad que proporciona la vivencia lúcida del relato que se escribe: «Al novelista que no hace esa conquista en seguida se le ve el plumero: lo que no irradia vida, vida imaginaria, muestra artificio, presunción, palabras muertas que como mucho pueden tener una belleza funeraria» (Los desayunos del café Borenes, 2015: 107).

La ficción se erige, de tal forma, en «un espejo de la vida, un espejo que tiene a la imaginación y a la memoria como elementos desencadenantes y a la palabra como elemento constitutivo» (Los desayunos del café Borenes, 2015: 137). Contar la vida, convertirse en la imagen especular de sus complicaciones y complejidades, será el objetivo de la narrativa que logra hacer realidad la existencia en la palabra literaria. Se trata de captar el reflejo más íntimo de una época y de una sociedad, los sentimientos de los personajes, la revelación del alma humana, «ese espejo oculto que se contamina de lo más oscuro, de lo que probablemente nadie confesaría a nadie» (La mano del sueño, 2001: 32). Frente a la historia que nos ofrece datos, la literatura penetra en la vida, en «el sentimiento profundo de la misma, el latido que contiene sus emociones, desazones, deseos, la mirada secreta, el placer o el dolor, de algún ser humano en un tiempo pasado» (La mano del sueño, 2001: 35).

Retomando el ideario stendhaliano, Luis Mateo Díez reafirma el reflejo metafórico que en la ficción se obtiene del hombre y de su entorno. Las fabulaciones literarias, con proyección metafórica y referencias simbólicas, ahondan en la condición y en la conciencia humana, en «nuestros sueños y quimeras, dando encarnadura narrativa a esas invenciones que conforman un espejo de lo que somos, un espejo distinto a todos los demás, un espejo capaz de ampliar, de subvertir, de enriquecer, a la postre, nuestra existencia» (Los desayunos del café Borenes, 2015: 149-150). De ahí que en su obra se entretejan motivos como la desdicha, el amor y los fracasos sentimentales, los desencuentros, las desapariciones, los abandonos, las ensoñaciones, la familia, la falta de afecto, la soledad, la enfermedad, la muerte, la rutina, el hastío y los recuerdos.

López Bodelón y Cafetería Raphael. Ponferrada (c.a. 1965)

López Bodelón y Cafetería Raphael (c.a.1965. Ponferrada,León)

El trabajo del tono y de la atmósfera aboca a que el arte de contar la vida adquiera en su creación una destacada singularidad tanto en la mirada como en la voz narradora, con una identidad rotunda que hace caminar al lector por los naufragios, pérdidas y extravíos de los siglos xx y xxi, por la conciencia humana individual y colectiva, a través de una trayectoria que surca desde el barroquismo a lo simbólico, lo existencialista y el expresionismo grotesco. Sus obsesiones y su concepción del mundo traslucen una fuerte impronta ética en la que reverberan asuntos morales y connotaciones metafísicas que inciden en la culpa y el sufrimiento. No crea fábulas complacidas sino cargadas de misterio y de perturbación, que profundizan en el destino del hombre —en sus vicisitudes, sus fracasos, su fragilidad, su carácter finito— y en espacios que se van destruyendo y que contienen desapariciones, injusticias y violencia.

Dicha propuesta no está reñida con el empleo del humor, sobre todo desde la vertiente de lo grotesco y, en ocasiones, de lo tragicómico, pues este recurso proporciona «un punto de lucidez y, como tal, un punto de vista, de enriquecedora ambigüedad también, para percibir y narrar lo que es propio de nuestra condición, si estamos convencidos, como yo lo estoy, de que una parte importante de la misma es perfectamente risible» (Los desayunos del café Borenes, 2015: 153). Podemos asegurar, por lo tanto, que la poética identitaria de este gran escritor completa un retrato narrativo de la comedia humana que se perfila mediante los vaivenes de un fascinante e hipnótico movimiento oscilatorio demarcado por la desdicha y la risa, el dolor y el placer, la maldad y la beatitud.

A los elementos citados se añade la propia experiencia que se convierte en alimento de la imaginación, pero siempre a través de la libertad creadora y no con pretensión de fidelidad. De tal forma, el sustrato que nutre sus invenciones lo constituyen la memoria y los recuerdos: «Se escribe desde la memoria, donde se macera la experiencia de vivir y, al fin, lo más imprescindible que es la imaginación, esa facultad del alma, no es otra cosa que la memoria fermentada» (La mano del sueño, 2001: 30).

Sobresale tanto la memoria vecinal, en la que se depositan los cuentos, romances y canciones, como la individual, propia de la soledad del ejercicio de la escritura. Y en ese contexto en el que la experiencia particular discurre hacia un mundo ajeno, destacan dos perspectivas vinculadas a la memoria y a los recuerdos. Por una parte, la de la infancia, concebida como memoria originaria perfilada desde la inocencia en el mundo de la posguerra. Por otra, la de lo onírico que contamina la imaginación y la memoria, que alienta la materia narrativa mientras desvela los misterios y el sentido de las historias relatadas. Los sueños, las ensoñaciones y el estado de duermevela se configuran como el azote de la vigilia de los personajes, les hacen enfrentarse a sus emociones más ocultas y al poso de la irrealidad, así como al destino incierto del ser humano.

A la palabra y la memoria, concebidas como fuentes de la ficción, se une la imaginación. Gracias a ella crea dos de las entidades fundamentales en su obra, los personajes y los espacios. El escritor leonés es totalmente consciente de este hecho. Sus atmósferas opresivas, situadas en muchas historias en una indeterminación temporal propia del tiempo legendario, encierran a los personajes en un complejo y laberíntico entramado de pérdidas y perdiciones. Y estos son los que sostienen su mundo fabulador: «Ellos lo sujetan y lo identifican, asumen el tono, el sentido y el destino de lo que cuento, salvaguardan ese camino que, de uno a otro libro, unifica mi propia aventura y le da coherencia. Y no está de más que confiese que soy un narrador vendido a sus personajes, quiero decir que en su existencia radica lo que más me gusta del arte de narrar, lo que más me apasiona» (Los desayunos del café Borenes, 2015: 104). Es en ellos, por lo tanto, en quienes deposita el espejo de su ficción, de forma que se convierten en el eje que permite el desarrollo del sentido de las historias que crea: «éste lo constituye lo que los personajes son por cómo actúan y hablan, por cómo parecen generar atmósferas físicas o bien se ven atrapados por ellas en geografías de la imaginación formadas sobre los estratos arqueológicos de la memoria individual y colectiva: mi memoria, la suya, la nuestra, en el ancho mar de los Sargazos o sobre la extensa y compleja provincia del hombre» (Los desayunos del café Borenes, 2015: 145-146).

Proa —renombrado La Hora Leonesa en 1975— fue un periódico español editado en León entre 1936 y 1984.

Proa —posteriormente renombrado La Hora Leonesa— fue un periódico español editado en León entre 1936 y 1984

No elige nunca una «voz narrativa neutral, aséptica, sino una voz que se involucra o que puede llegar a hacerse sospechosa de complicidad» (El porvenir de la ficción, 1999: 62). Ya se ha sugerido con anterioridad que los personajes que habitan su mundo son perdedores, antihéroes que potencian el significado de la conciencia moral de sus invenciones. Como bien explica su creador, están definidos por su escepticismo y su falta de voluntad en el viaje de la vida que marca su destino. Son seres a la deriva, desorientados en mayor o menor grado en la lucha por la supervivencia, y a los que diversas circunstancias y vicisitudes les conducen a la desgracia, a la derrota (Los desayunos del café Borenes, 2015: 151). Ese extravío que les atenaza, y que podemos definir como perturbador, da forma en sus narraciones a una épica del fracaso en la que la existencia de estos discurre en lo cotidiano y en el misterio de la irrealidad. De tal modo, quedan marcados por los elementos sustanciales que Díez condensa en la ecuación «perdedores-pérdidas-perdidos-perdiciones» (Los desayunos del café Borenes, 2015: 155).

Del fracaso en lo cercano, no en lo sublime. Hay una cita de William Faulkner, extraída de Sartoris, que dice: «Las esquinas todavía por doblar del destino de un hombre». Me he pasado la vida confesando que todas mis novelas cuentan aventuras a la vuelta de la esquina, y la frase de Faulkner ilustra muy bien mis intenciones, orientando ese juego de esquinas y destino.

En realidad, en esas esquinas todavía por doblar acecha o aguarda el destino, la incertidumbre de lo que puede suceder al doblarlas. Ir dirimiendo esa incertidumbre puede marcar el ánimo y la atmósfera de la propia aventura al doblarlas, y en el trance de hacerlo, en el trance y en la trama, reside la totalidad de la aventura que nutre la historia que yo quiero contar.

(Los desayunos del café Borenes, 2015: 154)

Villablino, 1966

(1966. Villablino, Léón)

Al paisaje humano se unen los espacios físicos, con capacidad de convertirse en un personaje o protagonista más del relato. Enriquecen el sentido último de su fabulación, entroncada en gran medida con su propia experiencia y su geografía originaria y vital. No en vano, el paisaje rural y el urbano, así como el social, el cultural y el político, propios de sus ámbitos domésticos totalmente reconocibles en sus detalles topográficos, se convierten en universos con vida propia en el seno de la ficción. En el caso de Díez, esto se logra a través de la mirada simbólica y la dimensión metafórica. Ejerciendo la libertad del narrador, conquista míticos territorios imaginarios, crea geografías completas que proyectan el significado de la historia relatada. Se trata, en suma, de delimitar «geográficamente ese sentido, como si el propio territorio contuviera el hálito de lo que en él sucede, de lo que en él se cuenta, ya que toda geografía imaginaria es, de alguna manera, una geografía del alma, una geografía del misterio» (La mano del sueño, 2001: 47).

Luis Mateo Díez defiende el ámbito local de la provincia como un mundo metafórico y simbólico de alcance universal. Dicho marco físico permite mostrar de modo abarcador la realidad de la existencia humana, tal como habían constatado Svevo, Faulkner, Simenon, Moravia, Pavese, Onetti, Pratolini, Bassani, Rulfo, García Márquez, Benet, etc. De tal modo, mediante parajes de una provincia innominada, en los que pesa el desarraigo y el extravío provocado por la deriva de las transformaciones sociales, políticas y culturales de los siglos xx y xxi, crea mundos simbólicos en los que se pone de relieve el destino de la condición humana.

Díez demuestra que las geografías de la memoria se pueden convertir en espacios imaginarios de hondo calado. Enlaza, en gran medida, con los paraísos oscuros, siniestros, propios de grandes escritores, como Faulkner, entre otros. En toda su obra las ciudades se perfilan como metonimias espaciales de la circunstancia vital, y contribuyen a la perdición de los personajes que las recorren, a sus inquietudes. La presentación de sus personajes como seres perdidos, inadaptados o extraviados, en el seno de la posguerra en un espacio de la provincia con todas sus miserias, se potencia con su particular andadura por el medio urbano, por el dédalo de sus calles, sus pensiones, sus tabernas y sus edificios, tránsito en el que la propia vida parece constituirse como un laberinto sin salida. Pone de relieve el interior de esos seres mediante el trazado de espacios mentales, paisajes del alma, paisajes interiores, de condición onírica en numerosos casos y siempre sugerentes. No extraña que, desde esas premisas, surjan sus Ciudades de Sombra: «Los riesgos de andar por ellas, más que de vivir en ellas, son morales o espirituales, peligros del alma antes que del cuerpo, desgracias de la vida que no predicen necesariamente la muerte» (Orillas de la ficción, 2010: 55). La provincia innominada del Noroeste peninsular que protagoniza sus ficciones nos aproxima a un mundo urbano fantasmagórico, a sus diseminadas ciudades enmarcadas en la decrepitud y en la oscuridad. Con Ordial como capital, el Valle en el Noroeste y Celama en el páramo o la llanura del Suroeste, nos acerca a lo mítico, lo legendario, lo misterio, lo extraño. Las Ciudades de Sombra que la integran —Armenta, Balbar, Balboa, Borela, Borenes, Buril, Doza, Mentra, Meza, Oceda, Ordial, Solba, entre muchas otras— tienen la misma fuerza que sus personajes. Estos últimos se acompasan con esos territorios en su metafórica oscuridad, en su pérdida de esplendor urbano, en su trazado ferroviario de trenes que se retrasan, y que no se sabe si alcanzarán su punto de llegada, con unos personajes marcados por la desazón de una clase media enfrentada a un destino provinciano, a un espacio vivo que potencia su desaliento, su desorientación y su soledad. Configuran un espacio estético que engarza con un juicio moral sobre la condición humana y nuestra hostil realidad, reflejando la pérdida de valores e ideales, así como los fracasos del individuo y de la sociedad de nuestro tiempo. Ese ámbito irreal, pero con el vigor de lo verdadero, confronta «lo que proviene del sueño de quienes en ellas viven y de la memoria de quienes ya dejaron de soñarlas, de la invención de quienes las pasean, y también de las de quienes las recuerdan en la distancia que sin remedio las borra» (Orillas de la ficción, 2010: 55).

 

Preguntas para enfocar la lectura de Invenciones y recuerdos

1) Hemos hablado de la importancia de los títulos para Luis Mateo Díez. Al visualizar los títulos de los cuentos en el índice (p. 249), ¿te parece que responden a la relevancia que el autor le concede al lenguaje?, ¿qué te sugieren?

2) ¿Te gusta o te confunde el recurso que combina dentro de un mismo texto la historia inventada con la voz del autor que ofrece pequeños ensayos?

3) En sus historias perfila seres extraviados y perdidos, a la deriva, desamparados, antihéroes. Entre ellos, destacan algunos con enfermedades del alma. El cuento primero se titulaba en su origen «El cielo enfermo» y en libro aparece bajo el título «Melancolía». En esta ficción, además de la historia de unos personajes aquejados por esta enfermedad, el autor nos ofrece, desde un cambio a la primera persona, su concepción de la melancolía en unas pocas líneas que abandonan momentáneamente el relato para exponer sus ideas. ¿Te parece negativa o positiva la definición que hace de la ‘melancolía’? ¿Teniendo en cuenta que Luis Mateo combina en el libro la mirada a la condición humana y también a la sociedad contemporánea, por qué crees que abre su libro con este tema?

4) ¿En qué otros cuentos vuelve a cobrar protagonismo el tema de la enfermedad, sea física o del alma? ¿Cuál de todos ellos te ha gustado más y por qué motivos?

5) Luis Mateo Díez siempre ha reivindicado el papel importante que los filandones propios de su espacio natal tuvieron en su interés en la literatura, en el reconocimiento de la capacidad fascinadora de la palabra. ¿Percibes esos elementos propios de la oralidad en su obra?

6) También ha reconocido la huella que dejaron en su memoria determinadas lecturas de la infancia. ¿Qué te ha parecido su referencia a Corazón, de Edmondo de Amicis? ¿Este libro figura también entre tus propias lecturas?

7) El libro contiene retratos de la época de posguerra, tramas policiacas y metaficcionales. ¿Alguno de esos discursos te ha atraído?

8) La muerte es un tema destacado. Desde la figura fantástica de muertos que regresan por distintas causas, el autor nos habla de distintos tipos de muertos. ¿Te han llamado la atención algunas de esas alusiones/reflexiones?

9) ¿Qué cuento (o pasaje/s de cuento) te parece que refleja mejor la fragilidad humana?

10) Algunos relatos adoptan la forma dialogada. ¿Te ha resultado gratificante su lectura?

11) El autor se ha decantado cada vez más por las atmósferas oníricas e irreales. Los sueños, las ensoñaciones y el estado de duermevela se configuran como el azote de la vigilia de los personajes, les hacen enfrentarse a sus emociones más ocultas y al poso de la irrealidad, poniendo de manifiesto el destino incierto del ser humano. ¿Te ha interesado esa visión simbolista, surrealista y expresionista de la realidad?

12) Con el empleo muy medido del lenguaje, Luis Mateo ofrece constantes pistas al lector sobre la gradación de las emociones que experimentan los personajes. ¿Alguna frase en esa línea te ha hecho detener la lectura?

13) ¿Te ha impactado alguna frase vinculada a la infancia o a la vejez?

14) En la obra de Luis Mateo, los espacios, (caminos, estaciones de tren, metro, cines, desvanes y laberintos), sean Celama y el páramo con la ruina desoladora del entorno y de una forma de vida o sean las Ciudades de Sombra, ofrecen un paisaje pincelado con atmósferas espectrales, claustrofóbicas y desvencijadas, que se respiran y acrecientan la soledad y el desarraigo de sus protagonistas gracias al peso semántico de los olores, de la luz y, sobre todo, de la ausencia de esta última. El espacio nocturno se proyecta en gran parte de su narrativa y se erige como ámbito del miedo, de los secretos y de lo prohibido, de disolución del día y de la existencia. Y también los espacios diurnos son recreados, en ocasiones, con luces mortuorias que potencian la sensación de irrealidad y de extravío, matizados de modo frecuente por la niebla o la nieve, asociada esta última a la idea de muerte. ¿Alguna frase o pasaje te ha llamado la atención en este sentido?

15) En «Valles, bosques y ríos» se regresa al ámbito de la naturaleza frente al predominio de lo urbano. ¿Conectas con ese retrato que hace de sus geografías de la memoria, de sus paisajes del alma?

16) ¿Algún cuento o pasaje/s de cuento te ha gustado especialmente por su tono humorístico o grotesco, por la parodia o el absurdo?

Enfermedades del alma

Males

Alguien dijo, pero no me acuerdo quién, que la literatura reconvierte sin remedio cualquier enfermedad en en una enfermedad del alma.

Era también una manera aproximada de decir que el sufrimiento atañe más al espíritu que la cuerpo cuando de él se ocupa el arte, que la materia del dolor está en la vida, y esa materia se espiritualiza cuando el arte la expresa, de modo que cualquier padecimiento literario es, sin remisión, un padecimiento del alma, por mucho que lo que el arte cuente no sea otra cosa que el propio sentimiento y conciencia en que le enfermo se debate, la conmoción de su desgracia.

Si eso fuese así, todas las enfermedades literarias serían enfermedades espirituales, todos los enfermos de la literatura serían enfermos imaginarios.

El arte no puede provocar sufrimiento, ningún dolor real puede provenir del dolor imaginario que contienen las novelas. Otra cosa es que  la intensidad de ese dolor imaginario invada nuestra existencia hasta enriquecer la experiencia en un grado casi paralelo a la imposibilidad.

A veces la enfermedad imaginaria es tan perturbadora como la real, del mismo modo que el amor, o la pasión que cuenta una novela, llena y trastorna nuestra vida como a lo mejor ninguna otra experiencia pasional llegó a llenarla.

Díez, Luis Mateo, and Ángeles Encinar. Invenciones y recuerdos . 1a ed., Eolas, 2020. (p.195)

El próximo 19 de octubre los socios del club de lectura de la Universidad de León están citados para departir sobre la obra de Luis Mateo Díez  Invenciones y recuerdos, editada y prologada por Ángeles Encinar, Catedrática de Literatura Española en Saint Louis University, Madrid Campus. Ella misma presenta la obra en el siguiente vídeo:

Te recordamos el calendario de esta lectura de esta obra:

  • 19 de octubre – Sesión de Guía a la lectura, a cargo de Natalia Álvarez Méndez
  • 25 de octubre – Sesión de Coloquio de los socios
  • 2 de noviembre – Sesión de Encuentro entre socios y autor

Aunque la sede del club le lectura sigue estando en la Biblioteca San Isidoro, debido a las recomendaciones sanitarias, las sesiones serán no presenciales, sino en formato online, a través de Google Meet.

Si te interesa participar, solo tienes que decírnoslo…

Ya está aquí la  IX edición del club de lectura de la Universidad de León

¡Ya está aquí la  IX edición del club de lectura de la Universidad de León!

Si deseas obtener el diploma acreditativo para el reconocimiento de los créditos LEC y ECTS,  debes  matricularte en el Curso  de Extensión Universitaria CLUB DE LECTURA UNIVERSIDAD DE LEÓN. Si solo quieres unirte a una comunidad lectora y disfrutar compartiendo  los coloquios y  encuentros (virtuales) de las lecturas, no  es necesario que te matricules ni pagues ninguna cantidad económica, pero sí que nos avises por correo y que nos envíes tus datos personales (nombre y correo electrónico)

Como sabes, este año  las sesiones serán de nuevo  en formato online.  Los encuentros se llevarán a cabo a través de Meet  y en breve  nos pondremos en contacto contigo para convocarte al primero de ellos (te envío una guía rápida para que te familiarices con el  programa: Guía rápida de Google Meet pdf). Te enviaremos un enlace para que te unas al encuentro en cada sesión.

Estas son las obras que abordaremos. De ellas y sus autores puedes saber más en la información que te dejamos en la página específica de  nuestro blog.

Nuestra primera cita tendrá lugar el 28 de septiembre ¡Hasta pronto!

Novena edición del club de lectura de la Universidad de León

Ya está en marcha el club de lectura de la Universidad de León para el curso 2021-2022. Este año continuaremos con la dinámica de guías, coloquios y charlas con los escritores, Y también con las sesiones no presenciales, sino en formato online, a través de Google Meet y de  Ariadna, el Moodle externo de la Universidad de León.

Como lectores mantenemos  nuestro amor por los libros, la lectura y las historias bien contadas, pero es preciso resistir un poco más hasta que podamos reencontrarnos de nuevo cara a cara.

Estas son las obras que abordaremos. De ellas y sus autores puedes saber más en la información que te dejamos en la página específica de este blog.

¿Quieres saber
cómo participar en la
Novena  edición del Club de lectura de la ULe?