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Daniela Astor y la caja negra: coloquio participativo de los socios

Por Raquel de la Varga Llamazares

…Esta mañana pensé por primera vez que mi cuerpo, ese compañero fiel, ese amigo más seguro y mejor conocido que mi alma, no es más que un monstruo solapado que acabará por devorar a su amo.

Memorias de Adriano, Marguerite Yourcenar

(Traducción de Julio Cortázar)

Enfrentarse a la obra de Marta Sanz es una experiencia con inevitables consecuencias relacionadas más con lo personal que con lo literario: la realidad presentada es compartida por autora y lector potencial, de tal manera que nadie escapa a sus implicaturas ni a tomar partido en decisiones morales y políticas que quizás creíamos ajenas a nuestra responsabilidad. En otras palabras, la obra de Marta Sanz es una lectura de la realidad del todo incómoda, que obliga a quien se enfrenta a ella a hacerse preguntas con respuestas comprometidas, nada fáciles de responder sin que algo se mueva dentro de nosotros. Es mirarse en un espejo sobre todo nada complaciente. La mayor prueba de ello es la implicación personal con la que los socios hemos hablado sin tapujos y sin esperar pregunta alguna. Tan cotidiano, pero tan necesario.
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Desde la misma imagen de la cubierta se evidencia una forma muy valiente de hacer literatura en la que la mezcla entre lo real y lo ficticio poco importan en cuanto la autoficción pasa a convertirse en biografía simbólica y lo inventado no deja de ser posible y una manera de dar visibilidad a una generación que vivió el cambio entre la represión absoluta por su condición a una falsa autonomía. Y es que lo primero en saltar a la palestra ha sido la cuestión del narrador, un narrador que difícilmente podría tratarse de una niña de 12 años y que de manera abierta lo confiesa. Sin embargo, revivir la intrahistoria más reciente a través de una mirada tan particular no parte del intento de la deconstrucción del centro basándose en una estrategia de narración posmoderna, ya que la Historia no es el centro sino el cuándo y el cómo. Pero sobre todo el por qué  de cómo se ha constituido nuestra visión de género.

En consecuencia y como decíamos al principio, los aspectos formales han llamado la atención menos que en otras ocasiones, o mejor dicho, las consecuencias emocionales en los lectores del club los han eclipsado. No obstante, algunos aspectos como el narrador, la imagen de la cubierta y sobre todo el espacio y el lenguaje han sido aspectos comúnmente llamativos para los socios que han servido como puente entre lo literario y lo personal. Así, no ha pasado c1726f6876effa7d8023b8e8a275f7c5desapercibido el lenguaje en determinados momentos, sobre todo cuando un personaje femenino repite en varias ocasiones la palabra coño sin parar como signo de rebeldía para escándalo de quienes la rodea en contra de la tradición no escrita de que las mujeres no deben utilizar palabras malsonantes. El uso e influencia del espacio ha sido otra de las cosas más llamativas de las que se hablaron. Y no solo de cómo de forma pretendida el lugar donde se realizan los abortos se caracteriza como un espacio aséptico, sino sobre todo de que -a pesar de que no se muestra en ningún momento como víctima- es el juicio donde la acusada se siente en el mismísimo infierno.

Desde luego, lo que inevitablemente no puede pasar desapercibido es el afán de reflexión en torno a todo lo que tiene que ver con la identidad de género, hecho por el que entre sus líneas se deje entrever la rabia vertida a causa de la identificación entre cuerpo e identidad de la que difícilmente somos ya capaces de liberarnos. Hablando sobre la «pornografía emocional» -tema del que nos habló la autora en su visita a León hace unos meses- que se presenta al final de la novela y cómo la dualidad mercantil entre lo corporal y las emociones recorren caminos no tan distantes, se ha llegado al fondo de la cuestión en un comentario inocente vertido por una de nuestras socias lectoras en torno a la exhibición de la vida privada que podría ser el resumen de la novela: «me duele la mercantilización de las emociones, porque la del cuerpo…una vez te acostumbras ya no pasa nada».

Prácticamente se puede decir que el personaje en el que más se centra la autora no es la protagonista-narradora sino su madre, Sonia. Por una parte las relaciones que ese personaje contrae con quienes la rodean socialmente son cruciales. La más obvia es la marital, pero por la simbología destacan ante todos la suegra,encarnación de la tradición patriarcal, frente a la vecina, la transgresora socióloga que se hace cargo de ella y que le pasa a escondidas un librode la gran Simone de Beauvoir. Por otro lado, la relación dela narradora con la madre es en cierto modo la más «distante» en cuanto al silencio y todo lo que se omite y que el lector debe reconstruir acerca de los sentimientos mutuos. El hecho de que haya toda una serie de pensamientos y emociones hacia la madre que no se expresen y, sobre todo, que ese personaje no refleje en ningún momento lo que siente no parece responder a un motivo como podría ser el querer evitar el sentimentalismo, sino que el silencio que hay al respecto nos obliga a empatizar no solo con ella, sino con todas las que fueron, pudieran ser o son DOC006Sonia Griñán: mujeres a quien se ha juzgado moral y jurídicamente sin derecho y sin tener respeto ninguno por sus circunstancias. Nuestro compromiso para con esas mujeres es simbólicamente como la relación entre madre e hija, que en un momento se vuelve incómoda porque no es capaz de comprender. El silencio que rodea a ese personaje es el mismo que imponemos a quienes hemos juzgado.

A continuación reproducimos un fragmento de la maravillosa entrevista realizada por David Becerra a Marta Sanz en la revista Buen Salvaje que merece la pena leer con detenimiento, ya que la propia autora desengrana la tesis de la novela:

Empecemos por el final. En tu última novela, Daniela Astor y la caja negra (Anagrama, 2012), se plantea el modo en que, durante la transición, se construye un nuevo modelo de mujer en la sociedad española. Nace una mujer moderna, libre y liberada de antiguos tabúes, de viejas actitudes recatadas, de un mundo donde su única función era la reproducción y el cuidado de la familia y el hogar. La transición, como una resaca del 68 francés, libera el cuerpo de la mujer para el placer. Sin embargo, en la novela muestras de una forma magistral la parte invisible del nuevo imaginario: que no hay emancipación, sino conversión de la mujer en una mercancía más, donde su cuerpo, bonito y desnudo, se convierte en un reclamo publicitario, en capital erótico, y lo que parecía contrahegemónico –y emancipador– no es más que una nueva forma de dominación de la mujer por parte del capitalismo y el patriarcado.

No sé si yo habría sabido verbalizar las intenciones de mi texto tan bien como tú, David. Me identifico con lo que dices y sólo puedo añadir que una de las cosas que yo quería contar, mientras escribía Daniela Astor y la caja negra, es cómo se relaciona la realidad con sus representaciones, porque creo que esas representaciones nunca son asépticas, sino profundamente ideológicas. La cultura y, dentro de la cultura, la representación del cuerpo de las mujeres, la reducción de las mujeres a cuerpo –al espacio de su fisiología, de su capacidad para gestar o de su potencial para la seducción-, el imaginario colectivo, inciden en la manera de valorarnos a nosotras mismas, en nuestras aspiraciones y en nuestro concepto de lo que es una mujer admirable. Durante los años que recrea la novela muchas mujeres tuvieron la sensación de soltar lastre: el de la oscuridad, la represión, la moral nacional-católica, el de una sexualidad que no se entendía más allá de la procreación y que asociaba el placer erótico de las mujeres con la suciedad. Pienso en imágenes tan intolerables para ciertas mentes como la de la masturbación femenina. En este contexto, fue un acto de higiene que Marisol se mostrara desnuda en la portada de Interviú con una flor amarilla en la mano.

Sin embargo, me parece que ese primer desvelamiento o ese pequeño entusiasmo solo forman parte de la línea continua de la historia cultural: por una parte, entroncan con el mito del cuerpo de una mujer, reducida a esencia, a musa, a estereotipo, a bello objeto de contemplación y, por otra, derivaron, como tú apuntabas hace un instante, hacia una mercantilización radical que alcanza su máxima expresión en la pornografía como banalización capitalista del sexo. Y en algo incluso más preocupante: en la homogeneización de un canon estético que no es más que el reverso formal de la idea de que existe una esencia femenina: en los tiempos que corren, esa esencia se identifica físicamente con un modelo femenino digital, recauchutado, serializado y de pubis infantil. La belleza femenina hoy pasa por la violencia quirúrgica. Por la obsesión en tener la apariencia de dibujo animado o de chica del vídeo-juego. Por parecer, no ya una joven, sino una niña eterna de rasgos occidentales. Se exagera la mitología de la mujer ideal y eso nos inflige un daño.

Somos muchas y distintas, y no podemos permitir que nuestra diferencia respecto a otros géneros nos sitúe en desventaja. Por eso, en esta novela y también en «La lección de anatomía» yo quería hablar del cuerpo de las mujeres, no como receptáculo maternal o como carne deseable, sino como texto donde se quedan impresos los trabajos, las experiencias, de cada una. La idea del cuerpo como texto se refleja en un lenguaje lleno de metáforas fisiológicas. También en el planteamiento de la novela subyace una analogía entre lo histórico y lo biológico: la pubertad de un país coincide con la pubertad de su narradora-protagonista. La euforia, la incertidumbre, la ilusión, el miedo, el comienzo del desencanto. Todo el libro podría interpretarse como la búsqueda de un lenguaje propio: el de una mujer que renuncia a ser musa, objeto de la narración, y se transforma en sujeto de la misma. También podría interpretarse como la expresión de un culpa: la que experimenta la narradora, Catalina, al darse cuenta de que se dejó llevar por un “deber ser” de las mujeres que no le permitió apreciar la valentía de su propia madre.

Sin darnos cuenta asumimos palabras y comportamientos que no nos corresponden, nos dejamos llevar, nos faltamos permanentemente al respeto, no desarrollamos nuestro sentido crítico y nos hacemos muchísimo daño a nosotras mismas. El feminismo de Daniela Astor parte de una vocación autocrítica y se expresa a través de una voz de mujer que reproduce y a la vez lucha contra esa mirada dominante que nos conforma y nos frustra: la mirada que no permite a Catalina valorar a su madre y que incluso la hace avergonzarse de ella, una mirada familiar, que se construye y encuentra su eco esa otra mirada pública, colectiva, que se revive en las cajas negras. La novela de aprendizaje se contrapuntea con el falso documental sobre el fantaterror español, la muerte de Sandra Mozarowsky, el cronicón amarillo de los juguetes rotos del destape, Nadiuska, Amparo Muñoz, el primer desnudo integral de nuestro cine que fue el de la Cantudo en La trastienda… La historia de Catalina y el documental que ella misma rueda son indisolubles: confesional y lo documental, lo íntimo y lo público, lo individual y lo colectivo. Posiblemente, Daniela Astor sea una novela sobre la dificultad de comprender que no somos tan libres como creemos y que esa incomprensión dificulta la posibilidad de rebelarnos.

Al inicio de la sesión Ana leyó unos datos que complementaron la propia documentación de la novela y que fueron muy útiles para adentrarnos un poco más en el debate surgido entre mujer, cuerpo e identidad. Para quienes nos los habéis pedido, enlazamos a la web de donde surgieron, y reproducimos aquí alguno de los que se leyeron:

1936
 Ley del aborto en Cataluña, firmada por Josep Tarradellas. Muy pocas mujeres se acogieron al aborto legal previsto y en lugar de eso abortaron clandestinamente.                                                   1937
La República otorga plena capacidad jurídica a la mujer.                                                                       1939
Se deroga la ley del divorcio y el matrimonio civil, con efecto retroactivo. Las funcionarias no pueden ser jefas de administración.                                                                                                            1941
Ilegalización del aborto. Se establecen los “préstamos a la nupcialidad”. Ayudas para jóvenes parejas siempre que la mujer abandonase su puesto de trabajo después de casada.
1944
Código Penal. Se prohíbe la fabricación, consumo, venta y publicidad de cualquier método anticonceptivo. Figura del “infanticidio privilegiado”: la mujer tiene derecho a matar a su hijo recién nacido, con una mínima sanción penal, siempre y cuando el crimen se cometa para ocultar la deshonra. Sus padres pueden ocultarla, aunque están sujetos a la misma pena de prisión menor de entre seis meses y un día a seis años, la misma que la del aborto, que no contemplaba atenuantes o eximentes. Las agresiones sexuales se consideran delitos “contra la honestidad” y el violador puede eludir la cárcel si obtiene el perdón de la víctima o la lleva ante el altar. Las mujeres tampoco pueden ser notarias ni registradoras.
1958
Mercedes Fórmica logra que se reforme en el Código Civil el concepto de “casa del marido” por “hogar conyugal”, de forma que los jueces pueden decretar desde entonces que la mujer permaneciese en la vivienda conyugal tras la separación. Antes se quedaba sin casa. Es la primera reforma de los derechos de la mujer en tiempos de Franco.
1961
La mujer ya no tiene que pedir excedencia forzosa del trabajo al casarse; mantiene la autorización preceptiva del marido para que su mujer trabaje, pero la novedad es que considera el permiso dado si ya trabajaba antes de casarse. Si se separaba, automáticamente podía trabajar.
1963
Hasta esa fecha, maridos y padres podían matar a esposas o hijas si las sorprendían en adulterio, y también a sus parejas.
1970
Hasta este año el padre tenía derecho a dar en adopción a sus hijos sin consentimiento materno.
1972
La   mayoría de edad de la mujer pasa de los 25 a los 21 años, equiparándola a la del hombre.   Hasta esta fecha las mujeres menores de 25 años no podían abandonar el domicilio familiar sin permiso  del padre, salvo para casarse o para ingresar en un convento (art. 321 del Código Civil), y cuando ya habían contraído matrimonio, estaban obligadas a presentar la llamada “licencia marital” para trabajar, ejercer el comercio, ocupar cargos públicos u obtener el pasaporte.
1975                                                                                                                                                                   Reforma del Código Civil. La patria potestad y la administración de bienes gananciales son exclusivos del hombre, hasta la Constitución y la reforma de 1981. Se elimina la licencia marital y  la obediencia al marido.
1978
En el derecho penal, mediante Ley 22/1978, de 26 de mayo, se derogaban los artículos 449 y 452 del Código Penal, relativos al adulterio y amancebamiento; de esta forma se daba fin a una situación en   la que la norma legal tutelaba concepciones estrictamente morales y discriminatorias para la mujer.  La Ley 45/1978, de 7 de octubre, modificaba los artículos 43 bis y 416 del mismo Código Penal, con lo   que se conseguía la despenalización de la divulgación y propaganda de los medios anticonceptivos. Ya había 800.000 mujeres que los usaban en España.
1981
En el contexto del derecho privado, la ley de 13 de mayo de 1981 equiparaba jurídicamente al marido y a la mujer en el matrimonio, tanto en el régimen económico como en la titularidad de la patria  potestad de los hijos.                                                                                                                     Ley de 7 de julio de 1981, del divorcio, que regula el matrimonio, nulidad, separación y divorcio. Partía del principio de que el marido y la mujer son iguales en el matrimonio en derechos y en deberes. La  ley, avanzada en la letra, se consideraba insuficiente en lo que se refiere a la penalización de aquellos que no cumplen las obligaciones familiares derivadas de una separación o divorcio, ya que  suponía en muchos casos la indefensión económica de mujeres sin ingresos extradomésticos, por impago de sus cónyuges de las prestaciones económicas destinadas a los hijos. Estas y otras muchas reformas en el ordenamiento privado y penal supusieron un importante avance, al menos en    la forma, en la situación jurídica de las mujeres. Este hecho fue admitido por numerosos colectivos feministas que durante estos años ejercieron unidos su presión para que estas reformas se llevaran a la práctica.
1985
Ley del aborto
1993
Se sustituye oficialmente el término “hembra” por el de “mujer”.

Daniela Astor y la caja negra: coloquio participativo de guía a la lectura

Por Raquel de la Varga Llamazares

La autora

La principal etiqueta que se utiliza al hablar de Marta Sanz (1967) suele ser la de ‘escritora joven’, o al menos perteneciente a la nomina de jóvenes narradores españoles de entre cuarenta y cincuenta años. Aunque sabemos que los rótulos son en la mayoría de los casos tremendamente injustos, sí que es pertinente hablar de Marta Sanz sobre todo como una MartaSanz01escritora ante todas las cosas comprometida. Con la imposibilidad de dejar a un lado el aspecto político -del que la propia autora nunca se desprende-, hablamos de un compromiso con la cultura y sus funciones, con la condición de escritor y sobre todo con lo político y culturalmente femenino y sus representaciones. Pero pese a esa preocupación en cuanto a los contenidos no hay que perder de vista que también en la forma encontramos un riesgo en su lectura, un estilo muy personal, de sintaxis ágil y cargado de un lenguaje cotidiano en apariencia alejadas de lo poético. Leer a Marta Sanz supone por lo tanto no solo una mirada hacia la cotidianidad «dolorosa» y absolutamente necesaria, sino también un placer en la lectura a veces nada fácil de encontrar en la literatura de tesis propia de su estilo. Sus intereses temáticos principales se deducen inevitablemente de su obra, donde a cada paso encontramos bien como homenaje o como cauce genérico la ficción criminal, o bien una evidente preocupación por la identidad femenina que no se despega de un análisis sociológico, intereses que a rara vez se separan.

Antes de leer a nuestra autora, el mejor ejemplo de su concepción literaria resumido en unos minutos lo podemos escuchar de su propia boca a partir del minuto 5:30 de la entrevista que os enlazamos. Además, en su visita a León en 2013 nos deleitó con la lectura del relato «Extrañas en un tren (Versión amarilla)», que -a pesar de la escasa calidad el vídeo- os animamos encarecidamente a que escuchéis:

 

La obra

  • El frío. Madrid: Debate, 1995. Reeditada por la editorial Caballo de Troya, 2012.
  • Lenguas muertas. Madrid: Debate, 1997.
  • Los mejores tiempos. Madrid: Debate, 2001. Premio Ojo Crítico de Narrativa.
  • Animales domésticos. Barcelona: Destino, 2003.
  • Susana y los viejos. Barcelona: Destino 2006. Finalista del Premio Nadal.
  • La lección de anatomía. Barcelona: RBA, 2008. Nueva edición Anagrama, 2014.
  • Black, black, black. Barcelona: Anagrama, 2010.
  • Perra mentirosa / Hardcore. Madrid: Bartleby, 2010.
  • Un buen detective no se casa jamás. Barcelona: Anagrama, 2012.
  • Amour Fou. Miami: La Pereza Ediciones, 2013.
  • Daniela Astor y la caja negra. Barcelona: Anagrama, 2013.
  • Vintage. Madrid: Bartleby, 2013
  • No tan incendiario. Madrid: Editorial Periférica, 2014.

 Durante la guía hablamos de su obra en general, de la importancia de ciertos premios y de novelas en particular como Black, black, black o Un buen detective no se casa jamás como renovación del género policíaco, Amour Fou y la censura, No tan incendiario y la preocupación social del arte y La lección de anatomía como obra pareja a Daniela Astor y la caja negra en muchos sentidos.

 

Aspectos a tener en cuenta

Daniela Astor y la caja negra es una novela de tesis muy clara cuya construcción formal y temática se articula en torno a la misma. Por lo tanto, tratar de analizarla antes de su lectura estropearía la lectura misma, pero hay ciertos aspectos a tener en cuenta como guía:

  • Estructura formal: :los capítulos que componen la novela están divididos en varias partes, que a su vez se caracterizan por su narrador, bien en primera persona (Catalina Griñán, de 12 años) o en tercera persona (caja negra). Frente a la primera persona, remarcadora de la subjetividad y ligada a un ritmo narrativo veloz, la tercera persona y la descripción pura de la «caja negra» busca la objetividad, el contar los hechos tal y como son o como los percibimos, esta vez de forma más pausada, reflexiva.

  • Autobiografismo: Como ocurría en La lección de anatomía, la autobiografía funciona de forma simbólica, en este caso en relación con todo lo que ha rodeado a las mujeres españolas educadas entre el franquismo y la transición.

  • El cuerpo como identidad: desde la primera página se van a enumerar y traer a nuestra memoria a las mujeres que protagonizaron el famoso destape español, y es que a la autora le interesa evidenciar las relación que hay entre la representación mediática de los cuerpos con el condicionamiento que eso produce en la configuración de la identidad. Desde tiempos inmemoriales identidad femenina y corporeidad han sido uno, y Daniela Astor y la caja negra exige al lector una reflexión sobre la relación que esto ha tenido tanto como reflejo político como identitario.

  • Madres e hijas, una relación no siempre problemática: la historia de la literatura está plagada de relaciones turbulentas entre madre-hijo, padre-hija o padre-hijo, pero raramente hasta el siglo XX las disensiones generacionales están protagonizadas por madre e hija. Muchas son las obras paradigmáticas en las que ambas generaciones sufren un choque entre tradición y modernidad, pero en las últimas décadas esta tendencia se ha inclinado desde el conflicto hacia la unión y una mayor comunicación entre personajes femeninos con una rebeldía común contra el patriarcado. Fruto de los cambios sociológicos, las hijas ya no van a ver en sus madres como el símbolo de la tradición opresora sino como espejo.

Hemos cerrado la sesión viendo un anuncio de hace unas décadas y otros bastante más próximos en el tiempo. Breves aproximaciones que sirven para abrir boca e introducirnos en una novela que, más allá de la apariencia anecdótica, es tan dolorosa como necesaria.

 1980

culito

2010

Daniela Astor, la caja negra y Pinterest

Desde el Club de Lectura hemos creado un  tablero en Pinterest  con el propósito de documentar gráficamente  nuestra cuarta lectura, la novela “Daniela Astor y la caja negra” de Marta Sanz. Puedes verlo pinchando en la imagen, pero también puedes participar en él aportando las imágenes y los enlaces sugeridos por  la lectura del libro.

Pídenos que te invitemos enviándonos un mensaje a   tulectura@unileon.es 

¿Quieres ver nuestro tablero?tablero daniela

Tres cuentos de Munro

El día de la guía a la lectura comentamos una imagen que simboliza a la perfección la experiencia del lector cuando se embarca en la lectura de Munro. Más allá de que determinados cuentos nos hayan llamado más la atención por su contenido (como es el caso de «Dimensiones»), esta experiencia lectora no deja de parecerse a un viaje por el interior de una casa -casa que somos en realidad nosotros mismos- en el que nos detenemos más en unas habitaciones que en otras según nuestra propia manera de ser, vivencias previas o sencillamente nuestro momento vital. En cualquier caso, la mirada con la que nos dirigimos hacia cada detalle escondido en el espacio de lo privado en cajones y armarios no está empañada por la nostalgia de quien rebusca entre objetos del pasado, sino de reconocimiento y vergüenza ante personajes y acciones de los que se nos hace partícipes silenciosos y que tiene que ver con lo que se oculta tras la cotidianidad, una nada condescendiente visión de la condición humana. Insatisfechos por lo que nos quedó dentro el día del coloquio, retomamos algunos aspectos que se insinuaron para que no caigan en balde, ahondando un poco más dentro de nuestras posibilidades. Que las siguientes palabras -dentro de las limitaciones espaciales y cualitativas- sirvan como pequeño homenaje a Munro.

alice munro

Respecto a los cuentos que abren y cierran la obra existen varios nexos temáticos. El más obvio es el de la focalización en un protagonismo de lo femenino, ya que ambos sitúan en el punto de mira a una mujer que de una u otra manera es esclava de un condicionamiento de género. Sofía  Kovalesvski es una de las muchas mujeres cuyo nombre no conocemos que han poblado la historia de la humanidad, y que por su condición de mujer no han podido dedicarse por entero a la actividad cultural o científica en el mejor de los casos, asumiento que han sido infinitamente mayores en número las que sencillamente por la misma razón no han tenido -no una alfabetización- sino unas condiciones de vida dignas. Pese a que no se trata de comparar la calidad de ambos textos, muy diferentes en esencia, ni tampoco de restar importancia a las af3447de0d4234e0b589b0725343c279situaciones reales o no vividas por ambos personajes, es cierto que “Dimensiones” parece haber causado una sensación mucho más honda en el lector. Quizá porque se trata del texto que abre la obra o seguramente por lo terrible de lo que se nos narra. Como comentábamos en la entrada anterior, la intención de la autora no es crear personajes cargados de victimismo. Sin pretender escribir un cuento cuyo tema principal sea la violencia de género en cualquiera de sus manifestaciones, en esta historia hay un trasfondo que evidencia la relación de dominación que comúnmente hay entre maltratador y víctima en un caso de violencia de género, poniendo de manifiesto que ni la violencia física llevada al extremo llegando al homicidio de unos hijos en común es suficiente para que desaparezca la relación de dependencia y de sometimiento emocional que va más allá de lo que la razón pueda comprender. A la autora no le hace falta recrearse en descripciones lacrimógenas ni en ahondar a través de un personaje en primera persona en unas emociones desgarradoras que puede sentir la protagonista, porque los simples hechos hablan por sí mismos. Otro de los nexos que conectan esta historia con “Demasiada felicidad” es el motivo del viaje, algo nada novedoso en la historia de la literatura y que sin embargo resulta esencial para comprender ambos textos. El increíble manejo del tiempo que hay en cada relato hace que en “Dimensiones” llegue un momento en el que nos olvidemos de que la narradora está haciendo un viaje en autobús, ya que hemos pasado a 12d4fd00095790391d2cee83dff2a20bconocer qué es lo que la ha llevado a estar allí viviendo una vida que nos describe como anodina y sin mucho sentido. Cuando por fin sabemos que se dirige a la cárcel a visitar a su marido, -quien no solamente la maltrataba sino que acabó terminando con la vida de sus hijos-, se retoma de nuevo la atención hacia el viaje, el autobús y la carretera que la lleva de nuevo hacia lo único que le queda en la vida, aunque paradójicamente se la arrancara sin piedad. Paradójicamente, Sofía Kovalesvski viaja hacia la muerte, mientras que Doree, prácticamente muerta en vida, que parece que irremediablemente nunca podrá salir del bucle infernal en el que se encuentra se topa «por accidente» con un pretexto que le conduce de nuevo a vivir. Con tres hijos muertos a manos de su padre y por lo tanto, una vida destrozada por completo, solo hay algo por encima del bien y del mal que puede dar sentido a una existencia tan absurda como la realidad en la que se encuentra inmersa. Tras haber corrido para socorrer al joven al que han atropellado y conseguir reanimarlo con su aliento es capaz por primera vez de decir «no». De decir no a la muerte, y de dar vida.

Si nos fijamos en los elementos recurrentes en la obra de la canadiense, hay que tener en cuenta que, además de la violencia explícita o no que se esconde detrás de la cotidianad (la poética del linóleo) y de la presencia de la religión, se observa una voluntad expresa de reflexionar sobre la propia ficción en varios aspectos. El caso más evidente es un fragmento muy citado en el que se deja entrever a la Munro real y no a un narrador ficticio, y es que se ha escuchado hasta la saciedad (sobre todo a quienes no son precisamente lectores) la identificación entre literatura y evasión: “Ella odiaba la palabra escapismo referida a la ficción. Era más bien la vida real la que merecía ser tildada de escapismo”. Este comentario en apariencia inocuo, es el perfecto resumen de una de las mayores enseñanzas que podemos extraer de su obra, y es que por ejemplo un cuento como «Ficción» tiene muy por encima de la trama una importancia suprema en cuanto a la demostración de que vida y ficción son a veces categorías que pueden llegar a confundirse. Pero atención, no en un sentido obvio que podamos pensar inicialmente, ya que nada tiene esto que ver con que la narradora acabe descubriendo su aparición como personaje en una novela, sino por una cuestión que va mucho más allá. Resulta imposible no dedicarle al menos unas líneas a «Ficción», donde a pesar de que posee una trama más o menos cotidiana que puede o no llamar nuestra atención la tesis nada tiene que ver con lo prosaico, ni con la infidelidad en las relaciones de pareja ni con los traumas de una paternidad irresponsable. Seguramente lo más importante que un lector puede extraer de este cuento ni siquiera es el consuelo de que la vida puede cambiar radicalmente de un día para otro, y que quizá con el paso del tiempo lo que ahora nos preocupe en otro tiempo no tendrá ninguna importancia. No, no solo habla de la importancia del momento, sino de la vida misma, que a veces nos puede parecer tan inverosímil como la ficción, y -qué duda cabe- infinitamente más apasionante. El mayor logro de Munro respecto a la dignificación de lo literario como un reflejo de la vida, que no está relacionada con el escapismo sino con el compromiso de la literatura, se plasma en este relato, cuyo título podría ser el siguiente «Ficción (= Vida)». Como la narradora, cada uno de nosotros es consciente de lo que como protagonista de su propia obra teatral ve, siente y padece; Pero no solo en el gran teatro del mundo actuamos en soledad, sino que interactuamos con otros seres y, nos guste o no, nuestros actos no controlan los designios ajenos ni la casualidad. A nuestra protagonista, que seguramente cuando fue abandonada por su marido no pudo creer en que recuperara las riendas de su existencia acabó haciéndolo, y cuando volvió a ser feliz se percata de que también ella fue el antagonista que le negó la felicidad a alguien. Y no lo perdamos de vista, todo ello gracias a la ficción. Puede que sea una afirmación demasiado personal y arriesgada, pero ante un texto como este no se le puede dejar de reconocer a Munro el mérito de hacer que leyendo y no viviendo sea como realmente nos damos cuenta de que la ficción nunca podrá superar a la vida.

La maestría narrativa de Munro se materializa especialmente en el cuento central de Demasiada felicidad, texto del que seguramente más se ha hablado y -paradójicamente- del que nadie parece tener una interpretación que convenza a todos. Precisamente, este cuento fue uno sobre los que se trabajó el año pasado en la «Experiencia cuento» de tULEctura y que, a pesar de ello, sus admiradores no comparten unas mismas conclusiones. En lo que sí que parece haber unanimidad es en el convencimiento de que, si en general con cualquier texto una sola lectura nunca aclara el sentido, en el caso de Radicales libres todas las lecturas del mundo no parecen suficientes, ya que cada vez percibimos un detalle nuevo anteriormente imperceptible que, o bien nos decanta hacia una determinada interpretación de un personaje o sencillamente nos asombra la profundidad inimaginable de los niveles de lectura , algo que  se resumen y se entiende en la afirmación que muchos han hecho sobre el ingenio de la canadiense, capaz de escribir cuentos en los que se encierran en realidad novelas. En cuanto a la trama, tras una primera lectura que nos deja convulsos, preguntándonos qué se nos habrá querido decir, por las sensaciones provocadas solo podemos estar seguros de una cosa, aquello tan famoso de “aquí alguien ha matado a alguien”. Las apariencias son tan engañosas, que en una lectura inicial Nita puede 410e7947c8a4b11b8bcd84e0265d490eparecernos incluso una ancianita adorable e indefensa. Descartada la primera impresión, algunos lectores toman por verdaderas las palabras de nuestra protagonista para lograr la complicidad del joven asesino y por lo tanto asumen que Nita envenenó a la amante de su marido. Sin embargo, esta información se desdice cuando el narrador en tercera persona vuelve a focalizar la atención en los pensamientos de la anciana y nos dice entonces que ella era en realidad la amante de Rich y que su anterior mujer Beth, aún sigue viva y además ha publicado un libro sobre plantas del que Nita ha extraído el conocimiento conveniente sobre las propiedades tóxicas del ruibarbo. Indudablemente, la narración es deliberadamente engañosa. O para ser más exactos, además de por los detalles al principio imperceptibles, la grandiosidad del cuento reside más que nunca en lo que no se llega a decir, cuya interpretación queda enteramente bajo la responsabilidad del lector. Esto se materializa a la perfección en la parte final, tras la huida del triplemente asesino y su muerte. Ciertamente, no hay manera a ciencia cierta de saber lo que ocurrió en el pasado y si de verdad hubo un intento de asesinato o quién intentó envenenar a quién. Hay opciones para elegir: unos optarán por considerar a Nita como la instigadora de un crimen, otros como lo suficientemente inteligente como para haber previsto que la mujer de su amante trataba de envenenarla. Hay incluso quien pueda pensar (¿por qué no?) que lo que Nita prepara no es té en hebras, sino ruibarbo con el que envenena al joven.

En general, los cuentos de Munro están habitados por personajes con tal profundidad psicológica que colocarnos frente a nosotros y reconocernos en ellos resulta una experiencia tan poco  halagadora como necesaria. Si tomamos como referencia la famosa cita de Shakespeare acerca del teatro como espejo de vicios y virtudes de la sociedad y la extendemos a la literatura en general, llegaremos a la conclusión de que a Munro le interesa más devolvernos no lo positivo, sino las miserias inherentes a la condición humana que se esconden sutilmente detrás de la cotidianidad. En este mundo loco no se puede tachar a sus historias de inverosímiles, porque un vistazo a las noticias nos acerca de un porrazo a una realidad en la que, como en la ficción, hay mezquindad sin límites, falta de honestidad incalculable en las relaciones personales, una discriminación cultural hacia lo femenino, sentimiento de superioridad respecto al prójimo y monstruos, muchos monstruos que son capaces de asesinar en serie, a su vecino e incluso a sus padres o hijos. Quizá lo más estremecedor de esto no es solo aceptar su existencia, sino la posibilidad de que el monstruo esté en nosotros. Puede que cualquiera de nosotros haya sido infiel o se lo haya planteado a costa de destrozar una familia, e incluso siendo niño hubiera apretado fuerte la cabeza de alguien el tiempo necesario bajo el agua. ¿Por qué Nita no iba a ser capaz de ponerse a la altura de su atracador y ser ella capaz de matar? Quizá deberíamos plantearnos que transcurre toda una vida hasta llegar a su edad y que eso no nos hace menos culpables ni susceptibles de todo acto. Tal y como se alude a la religión en cada cuento, a los personajes de Munro la idea de Dios parece servirles más bien de poco para dar sentido a una realidad cruel, mucho menos a una anciana enferma de cáncer. ¿Y si en el interior de NIta y de todos nosotros hubiera un monstruo que pudiera en un determinado momento despertar?

Nunca se sabe.

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Demasiada Felicidad: coloquio participativo de los socios

En la tarde de ayer nos reunimos los socios del club como es costumbre para charlar sobre Demasiada felicidad, una de las últimas obras de la canadiense premio Nobel que, si bien a algunos no les ha terminado de convencer, ha generado más de un seguidor que no tardará en conseguir toda su bibliografía. Lo primero que hay que decir es que difícilmente en una sesión se puede abordar esta obra con una solvencia mínima, ni si quiera uno solo de los cuentos. Los niveles de lectura son tales que, aunque dedicáramos todo el curso a Demasiada felicidad no nos acabaríamos de quedar satisfechos.2ae10e3e826e99a2d766f7f595e0f76b

Si la lectura de Bonilla nos familiarizaba con los relatos donde las anécdotas puramente triviales escondían reflexiones sobre el paso de la adolescencia a la madurez, Demasiada felicidad es un perfecto compendio de la importancia de la «lectura entre líneas». En la guía a la lectura ya se apuntó la idea primordial de que la obra de Munro es de fácil lectura pero muy difícil comprensión. Esto se traduce en que formalmente nos encontremos ante una narrativa sintácticamente sencilla y sin florituras, que participa más de la brevedad que de la construcción de oraciones subordinadas que se encadenan a lo largo de las líneas. Más concretamente, lo esencial de los textos suele encerrarse precisamente en frases muy cortas cargadas de ambigüedad e ironía que se encuentran diseminadas en el desarrollo de las historias y sobre todo en sus finales, -a veces necesarios para dar sentido al cuento- como el nunca se sabe de «Radicales libres» o Yo me hice mayor, y vieja de «Algunas mujeres». En cualquier caso, una sola lectura no basta para percibir todo lo necesario ni la riqueza de los cuentos. Ante la insatisfacción de no haber podido pararnos a hablar todo lo que nos hubiera gustado, en los próximos días aparecerá otra entrada profundizando sobre aspectos que se mencionaron ayer a través del comentario de tres cuentos.

Basta un vistazo a la bibliografía de la autora (Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio, El amor de una mujer generosa, Las vidas de las mujeres..) para percatarse de que el foco de su narrativa se inclina (¿sin querer?) sobre las mujeres Más en concreto, sobre «la terrible vida de las mujeres». A pesar de lo que pueda parecer, lo hace sin sin victimización, sin juicios, de una forma tan magistral que nos parece estar tratando a personales reales en lugar de a personajes literarios. Nadie puede f4a8a04bf9306b3294a77e6632865da5salir indemne de lo que ellos piensan, dicen o hacen porque nos hacen partícipes de su historia. A veces se insinúa que la autora presenta a estos personajes como víctimas, o que se ensaña con dureza con los hombres: nada más lejos de la realidad. La profundidad psicológica de los mismos es tal que debemos descartar por completo esa afirmación. La tan famosa frase de los evangelios «por sus obras los conoceréis» se les puede aplicar: no es necesario describir a los personajes en términos morales, ya que el hombre que asesina a sus hijos, el joven que mata a  su familia y luego la fotografía, las niñas que ahogan a su compañera en el campamento de verano: no hace falta que el narrador juzgue lo más mínimo, el lector ya tiene datos suficientes para decidir si lo hace o no. Entrar a debatir si son los personajes masculinos peor tratados que los femeninos es una necedad, ya que ambos simplemente son descritos de tal manera que nos parece encontrarnos ante un espejo del que no siempre nos gusta la imagen que nos devuelve. Todos ellos están vistos desde la distancia y la frialdad que solamente puede tener una persona que ve la vida con más de ochenta años, todos con sus virtudes, sus vicios, y en ocasiones una mezquindad demasiado cotidiana.

Continuará.

Demasiada felicidad: Coloquio participativo de guía a la lectura.

 

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En el año 2013, la Academia Sueca otorgó el premio Nobel de literatura  a la escritora Alice Munro  a la que calificó como «la maestra del cuento contemporáneo».

Adoraría escribir ahora una novela, pero el cuento resulta la forma en la que me siento cómoda. Yo siempre pensé que iba a ser novelista. Me decía que cuando mis chicos fuesen grandes y yo tuviese más tiempo para escribir novelas, iba a hacerlo. El cuento estaba puramente determinado por el largo de las siestas de mis hijos. Pero después resultó que ésa fue la manera en la que aprendí a escribir y ya no pude hacer otra cosa. (A.M. 2009)

La autora: Alice Munro.Alice-Munro-traves-espejo_CLAIMA20130803_0029_24

Alice Ann Laidlaw nació en un pequeño pueblo de Ontario, Canadá, en 1931. Hija de un granjero y una maestra de escuela sus primeros años transcurrieron en  una época de depresión económica y un ambiente rural que resultaron ser decisivos como trasfondo de gran parte de sus relatos. A los 18 años marcha a la Western University de Ontario, donde inicia sus estudios de inglés y periodismo; un par de años después los abandona para casarse con Michael Munro. Viven en Vancouver desde 1951 a 1963, año en que se mudan a Victoria, donde fundan una librería.

«Danza de las sombras felices (Título original: Dance of the Happy Shades, 1968) es la primera de sus recopilaciones de relatos; está compuesta por  quince cuentos escritos entre 1953 y 1967, que la hacen merecedora del  Premio del Gobernador General, el más prestigioso de su país. En ese título ya están presagiados temas y estrategias narrativas de lo que será su quehacer literario.

Tras divorciarse en 1972  y regresar en 1974 a Western University como escritora residente, contrae de nuevo matrimonio en 1976 con  Gerald Fremlin y  ambos se mudan a una granja. Su segundo marido muere en abril de 2013. Alice Munro vive actualmente en Clinton, cerca de su ciudad natal, en el sudoeste de Ontario.

Aunque en 2006 Munro anunció su retiro como escritora; ha publicado dos libros desde entonces («ya no sirvo para una vida normal: he escrito tantos años que no sé hacer nada más») .

Estas son sus obras publicadas en castellano:

  • Las lunas de Júpiter / traducción de Esperanza Pérez Moreno. – Barcelona : Versal, 1990. – Título original: The Moons of Jupiter (1982)
  • El progreso del amor / versión castellana de Flora Casas. – Madrid : Debate, 1990. – Título original: The Progress of Love (1986)
  • Amistad de juventud / traducción de Esperanza Pérez Moreno. – Barcelona : Versal, 1991. – Título original: Friend of My Youth (1990)
  • Secretos a voces / versión castellana de Flora Casas. – Madrid : Debate, 1996. – Título original: Open Secrets (1994)
  • El amor de una mujer generosa : relatos / traducción de Javier Alfaya Bula, José Hamad, Javier Alfaya McShane. – Madrid : Siglo XXI de España, 2002. – Título original: The Love of a Good Woman (1998)
  • Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio / traducción de Marcelo Cohen. – Barcelona : RBA, 2003. – Título original: Hateship, Friendship, Courtship, Loveship, Marriage (2001)
  • Escapada / traducción de Carmen Aguilar. – Barcelona : RBA, 2005. – Título original: Runaway (2004)
  • La vista desde Castle Rock / traducción de Isabel Ferrer y Carlos Milla. – Barcelona : RBA, 2008. – Título original: The View from Castle Rock (2006)
  • Demasiada felicidad / traducción de Flora Casas. – Barcelona : Lumen, 2010. – Título original: Too Much Happiness (2009)
  • La vida de las mujeres / traducción de Aurora Echevarría. – Barcelona : Lumen, 2011. – Título original: Lives of Girls and Women (1971)
  • Mi vida querida / traducción de Eugenia Vázquez Nacarino. – Barcelona : Lumen, 2013. – Título original: Dear Life (2012)

 

 

La obra : Demasiada felicidad

(información ofrecida por el editor)

Una joven madre recibe consuelo por la muerte de sus tres hijos, otra mujer reacciona de forma insólita ante la humillación a la que la somete un hombre; otros cuentos describen la crueldad de los niños y los huecos de soledad que se crean en la vida de pareja. Como broche de oro, en el último relato acompañamos a Sofia Kovalevski, una matemática rusa que vivió a mediados del siglo XIX, en su largo peregrinaje a través de Europa en busca de una universidad que admitiera a mujeres como profesoras, mientras vive una historia de amor con un hombre que hace todo por decepcionarla. Anécdotas en apariencia banales se transforman en las manos de Munro en pura emoción.
«Ella odiaba la palabra escapismo referida a la ficción. Era más bien la vida real la que merecía ser tildada de escapismo». Esta afirmación, pronunciada por uno de sus personajes, podría referirse a toda la prosa de Munro, que pasea heridas con inteligencia e ironía, con esa hondura feroz y austera que sorprende a quien lee, como si algo de nosotros mismos que no sabíamos, que quizá no queríamos saber, de pronto se hubiera deslizado en las páginas de un libro.alice munro demasiada felicidad

  1. Dimensiones
  2. Ficción 
  3. El filo de Wenlock
  4. Pozos profundos
  5. Radicales libres  (puedes escuchar el relato)                     
  6. Cara
  7. Algunas mujeres
  8. Juegos de niños
  9. Madera
  10. Demasiada felicidad

El último de los diez cuentos  que componen esta colección de relatos  publicada en 2009  da título a la misma y es el que puede parecer  en principio algo diferente de los restantes, tanto por su mayor extensión (es en sí una pequeña novela)  como por la elección de un personaje protagonista extraído de la realidad:  la matemática y novelista rusa Sofía Kovalevski (1850-1891). No obstante, no hay que dejarse llevar por las apariencias de aquello que le diferencia sino en todo cuanto tiene en común con los nueve relatos restantes.

  • Ocho comparten el punto de vista de los narradores con más edad que buscan volver a incidentes formativos fundamentales de su juventud.
  • Seis dan testimonio de dinámicas socialmente sancionadas, o de las consecuencias de las mujeres dominadas en sus relaciones  por el poder masculino.
  • Tres historias tienen lugar en el presente.
  • Dos  tienen protagonistas masculinos.
  • Todos merecen (necesitan) múltiples lecturas.

Alice Munro crea un universo propio para sus personajes, y los mueve con destreza a través de sus recuerdos, sus decisiones, de los hechos inesperados (adversos, desastrosos, terribles  a veces) que ocurren en sus vidas. Pero además lo hace con la fría precisión del cirujano que disecciona la vida porque la comprende en profundidad.

A través de situaciones cuidadosamente elaboradas, Munro nos muestra a sus protagonistas, sus relaciones y sus traumas y,  por muy tremendos que éstos sean,  los muestra sin tremendismo. Sus personajes sobreviven al desastre, a la desgracia,  se sobreponen como pueden,  no son víctimas ni héroes, y siguen adelante con sus vidas.

La escritura es de una sencillez expresiva tan engañosa que con frecuencia  conduce a la perplejidad del lector, quien no se explica cómo comprendiendo todo lo que el relato muestra en primer término, no es capaz de entender qué es lo que está sucediendo de verdad en la historia, aunque  sospecha que se le está escapando una parte crucial de la misma. Y es cierto: la sensación de extrañeza que queda al finalizar cada uno de los relatos, obliga a una relectura detenida para detectar los detalles que han pasado inadvertidos y que, ante una revisión más atenta,  iluminan de repente, como un relámpago, la historia narrada.

 

La lectura de la obra.

Para empezar a leer

María Jesús Hernández Lerena (Universidad de la Rioja).

    • 0:00 Alice Munro y el premio Nobel de LIteratura
    • 3:50 La obra de Alice Munro.
    • 4:55 El género del relato breve.
    • 8:25 Consejos para la lectura de Alice Munro.

Texto de la conferencia de Soledad Puértolas, escritora y miembro de la Real Academia, dictada en la Residencia de Estudiantes el 7 de mayo de 2014 con motivo del Encuentro en torno a Alice Munro.

A Munro hay que leerla muy despacio. Todo cuenta. Cada frase, cada personaje, por mínima que sea su intervención, todo parece estar medido y calculado. Esa es su maestría, porque nos transmite la sensación de que todo fluye de forma natural, casi espontánea. En eso consiste, efectivamente, la maestría: en la naturalidad del resultado, en el extraordinario fluir de las palabras, tan plenas de sentido y, a la vez, tan enigmáticas. Son historias intensas, pobladas de grandes emociones, salpicadas de casi insignificantes gestos. Pequeñas emociones, también.

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  Alice Munro.

Una historia no es un camino a seguir; es más bien una casa. Entras en ella y te quedas un rato, yendo de un lado a otro, parándote donde te apetece, viendo cómo se conectan la habitación y los pasillos, y cómo cambia el mundo exterior si lo contemplas desde las ventanas.

También tú, el visitante, el lector, cambias al estar en este espacio cerrado, tanto si se trata de uno amplio y cómodo o sinuoso y retorcido, tanto  si está escasa como  lujosamente amueblado.

Puedes volver una y otra vez y, siempre, la casa y la historia contienen más de lo que viste en la última ocasión. Da una  fuerte sensación de haberse construido por propia necesidad, no solo para resguardarte o seducirte.

Para fijarse al leer

Los lugares

«En la vida tienes unos cuantos sitios, o quizá uno solo, donde ocurrió algo; y después están todos los demás sitios». (Cara)

La mayor parte de las historias de la autora tienen lugar en una ubicación geográfica muy concreta:  transcurren en  sur de Ontario, en el Condado de Huron, en un ambiente básicamente rural y provinciano, rígido, estricto,  con fuerte presencia de  los convencionalismos sociales y del pragmatismo moral.

Ambiente y  decorado (la poética del linóleo)

La vida de la gente, en Jubilee como en todas partes, era aburrida, simple, asombrosa e insondable, cuevas profundas cubiertas de linóleo de cocina. (La vida de las mujeres)

«Las grandes obras de la literatura universal son vastos panoramas globales o minúsculos retratos de la vida cotidiana. Alice Munro es el genio indiscutible de estas últimas, capaz de hacernos ver a través de una banal circunstancia toda la gama de nuestras pasiones y de nuestras pequeñas derrotas y victorias» (Alberto Manguel, crítico literario)

La estética y  los dispositivos narrativos

La prosa debe tener cierta aspereza, y actualmente me gusta escribir así. Me gusta escribir de un modo que, no sé… ¿qué asuste un poco a la gente? (Alice Munro)

La prosa es elegante, nítida, clara;  carece de artificiosidad o grandilocuencia,  su estilo es  casi austero (tanto en su vocabulario como en su sintaxis), sencillo… y deliberadamente engañoso, ya que está repleto de detalles sin importancia, vocablos o situaciones que podrían ser de relleno si no fuera porque al avanzar la historia nos damos cuenta de que son los causantes de los  giros Refugio, de Andrew Wyethrepentinos en la misma, y porque contienen matices  que amarran  lo que, como lectores, intuimos que se nos están escapando.

Nada en los relatos de esta autora ocurre en vano; todo lo que hay está «por algo»; cada personaje, cada frase y cada palabra, cada trivialidad que aparece  en una escena tiene un motivo y  responde a la suave y firme (¡firme!) pluma de Munro que nos sitúa ante algo que ella decide que debemos ver.

En los relatos de Alice Munro hay un momento en el que se produce un hecho que golpea la realidad con tal fuerza que llega a resquebrajarla; las consecuencias de ese golpe trascienden el momento y marcan  la vida futura de los protagonistas. Estos hechos desencadenan un giro en la historia, independientemente de que sean:

  • episodios terribles:  Dimensiones ; Radicales libres ;  Juego de niños.
  • anécdotas triviales: Ficción ; Pozos profundos .
  • sucesos encubiertos, escondidos:  Algunas mujeres ; Madera.

El narrador de estas historias suele ser omnisciente, aunque en ocasiones el protagonista, de forma autodiegética cuenta sucesos de su propia vida sobre los que hace recaer la atención del lector. No obstante, la primera persona no es mayoritaria, pero el  punto de vista del narrador es muy cercano al del protagonista, casi acechando desde detrás e incluso desde dentro de él. Esto hace que, como lectores, lejos de  distanciarnos de los hechos, sintamos  inquietud por  lo que está ocurriendo en el relato.

 

El tiempo

“Cuando eres pequeño te transformas en una persona distinta todos los años. (…) Durante mucho tiempo te desprendes del pasado con facilidad y de una forma que parece automática y adecuada. Las escenas del pasado, más que desvanecerse, dejan de tener importancia. Y entonces se produce una brusca vuelta a  atrás, lo que estaba acabado y bien acabado resurge de repente, requiere tu atención, incluso que hagas algo al respecto, aunque salte a la vista que no se puede hacer nada.” (Juego de niños)

El tiempo es un componente fundamental en la estructura narrativa de Munro. Cronológicamente sus historias poseen un largo alcance y a la vez una medida fragmentación que incluye saltos en el tiempo (hacia atrás y hacia adelante) o elipsis narrativas. El resultado muestra instantáneas que  ofrecen  distintos pasados y distintos presentes, y que aportan una definición del  personaje en su esencia más que en el transcurrir de su existencia.

 

Los temas.

La complejidad de las cosas, las cosas dentro de las cosas, parece sencillamente inagotable. Quiero decir que nada es fácil, nada es simple (Alice Munro)

«Ya tengo casi todos los cuentos listos, espero que los lectores no los encuentren demasiado lúgubres. No los pensé de esa manera. Pero por lo que yo sé de la vida, siempre es dura»,(sobre Demasiada felicidad)

En Demasiada Felicidad aparecen en primer plano algunos temas muy evidentes y llamativos (asesinato,  celos, humillación y traición, violencia, adulterio, crueldad extrema, duplicidad, robos, suicidios). Otros, más sutiles,  al fondo del relato: los secretos, la actuación, la memoria y los recuerdos. la  dinámica de las relaciones de amistad de familia, de pareja y su evolución, la conciencia del propio yo, el destino, el tiempo, el amor, los resultados inesperados, el deseo de escapar de una vida para empezar otra. Y otro siempre  en el aire : la verdad oculta de las cosas.

Todos ellos contienen  alguna complejidad moral que enfrenta al protagonista (¡ y al lector!) a lo mejor y a lo peor de sí mismo.

Los personajes:

La vida de la gente es suficientemente interesante si tú consigues captarla tal cual es, monótona, sencilla, increíble, insondable (Alice Munro)

Alice Munro muestra  la vida extraordinaria de la gente corriente, y para ello no se preocupa por crear personajes «agradables». Muy al contrario, son complicados, sorprendentes y esencialmente humanos, capaces tanto de la bondad como de la  crueldad. La franqueza y la honestidad emocional de cada uno de los narradores de Munro, es escalofriante y desconcertante, hasta el punto de que el lector queda desarmado, quizá descubierto en alguno de sus  propios sentimientos más oscuros. Los protagonistas de estos relatos muestran una naturalidad exenta de artimañas. La autora no juzga su comportamiento, pero  obliga al  lector a  asomarse de forma descarnada a la vida íntima de los personajes.

Atención especial merecen los personajes femeninos, mayoritarios en sus historias, sobre los que la mirada de la autora no propone una visión de género, sino que son el material con el que replantea una y otra vez su mirada sobre el ser humano.

Los títulos…. y la última frase.

Los títulos de los relatos  son mínimos, simples, sosos de tan desnudos ¿o no tanto? Y la última frase de cada uno de los relatos ¿es el fin de la historia?

Citas

La obra está llena de frases  que resuenan en la cabeza, citas y párrafos memorables que son enunciados definitivos.


Para el debate

  1. Dimensiones. ¿Conoces algún caso que te recuerde al del relato? ¿Hay consuelo para la protagonista (religión, psicología, amigos)?  ¿Se siente una víctima? ¿Por qué visita Doree a su esposo?  ¿Qué sugiere el final de la historia?Andrew Wyeth watercolor-campfire-no
  2. Ficción.  ¿Cómo insinúa Munro que el matrimonio de Joyce y Jon no va a durar mucho? ¿Que opinas de esta cita?: » ‘Cómo hemos de vivir’ es una colección de relatos, no una novela. Eso ya supone una decepción. Parece mermar la autoridad del libro, da la impresión de que la autora se queda a las puertas de la literatura en lugar de encontrarse acomodada dentro»? ¿Cómo crees que te sentirías si alguien escribiera de ti en una novela? ¿Cómo es posible que la protagonista y la escritora no se recuerden la una a la otra?
  3. El filo de Wenlock. La narradora y Nina son tan diferentes…  ¿Por qué la primera acepta los deseos del Sr.  Purvis? ¿Qué sensación le deja su propio comportamiento? ¿Por qué escribe la nota al señor Purvis? ¿Y qué hacen aquí el espejo del pasillo y la caverna de Platón?
  4. Pozos profundos. Pozos, islas… ¿Hay  amor más «profundo» que el que existe entre una madre y su  hijo?
  5. Radicales libres. En el relato se hace referencia a diferentes muertes y modos de morir ¿por qué? ¿Es tan inocente e indefensa Nita como nos parece al principio? ¿En qué elementos se materializa la violencia en el relato? «¿Quién ha matado a quién?» ¿Te parece adecuado el título? ¿Y la última frase?
  6. Cara. ¿Qué actitud muestran los personajes ante  la mancha del  narrador en su infancia? ¿Por qué su madre reacciona así ante Nancy?  ¿Cómo es posible que el narrador olvide esa historia?
  7. Algunas mujeres. ¿Cómo se llama la protagonista de esta historia? ¿Qué actitudes toman los personajes femeninos de este relato ante el hombre y/o ante sí mismas? ¿Por qué «A veces me sorprendo de lo vieja que soy«? Hombres y mujeres, ricos y pobres, jóvenes y viejos.
  8. Juegos de niños. Aunque desde las primeras líneas la narradora apunta al desenlace de la historia , éste no se muestra hasta las dos últimas páginas ¿Cómo determina ese suceso la vida las protagonistas?  ¿Por qué Marlene se convierte en antropóloga?  ¿Qué poder tiene Verna? ¿Por qué Charlene pide a Marlene que vaya a ver al Padre Hofstrader? ¿Por qué  «Lo hecho, hecho está»? Sobre la culpa y el perdón, la crueldad y la compasión: ¿Cómo puedes echarle la culpa a una persona por haber nacido así? ¿Acaso tiene ella la culpa?
  9. Madera. Érase una vez un bosque, y un leñador… ¿Qué crees que está pasando, de verdad,  en esta historia?
  10. Demasiada felicidad. Aparentemente distinto de los relatos anteriores ¿en qué coincide con ellos? ¿Cómo se expresa la ambición y la frustración de Sofía? ¿A qué renuncia y a qué no quiere renunciar? «Esto le permitirá descansar un poco si se le hace pesado el viaje»  ¿Qué pueden significar sus últimas palabras  «Demasiada felicidad»?
El mundo de Cristina, de Andrew Wyeth

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Balance de resultados

 

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Llevamos poco más de un año con nuestro  club de lectura en marcha y, puesto que estas fechas parecen llamar a  hacer balance de resultados, no podemos por menos de felicitarnos y agradecer a nuestros seguidores  la gran acogida que ha tenido.

Desde el  primer momento hemos resaltado los beneficios de la lectura:  favorece la imaginación, la concentración, la memoria; contribuye al desarrollo del espíritu crítico y la libertad de expresión, fomenta el logro de  puntos de vista alternativos y, por ello, la empatía, la autorrealización, la solidaridad. A los aspectos intelectuales y culturales de la lectura se unen, por tanto, otros beneficios importantes para el desarrollo emocional, pues en el proceso de leer intervienen, a veces sin poder evitarlo, los sentimientos personales.

Nos hemos esforzado en atender la lectura como acto  individual, pero a la vez  hemos potenciando su parte social.  Y lo hemos hecho con tal ahínco  (tal vez se nos ha ido un poco la mano…) que hemos empezado a recibir frutos inesperados; a los más que satisfactorios resultados del número de visitas en nuestro (vuestro) blog, los gratificantes encuentros de los socios o las inspiradoras charlas con  los autores,  hemos de añadir ahora otros resultados no por imprevistos menos exitosos: varias relaciones (¡ejem!) sentimentales se están fraguando en el seno literario del club de lectura.

Que si aún no he comprado el libro, que no importa, que quedamos y yo te presto mi ejemplar y volvemos a quedar para que me lo devuelvas…, que qué te ha parecido este relato, que te doy toda, pero toda ¿eh?, toda la razón y que qué ardorosa eres para defender tus opiniones (“Dios mío, como sea así para todo…”), que qué vas a hacer al salir del coloquio, porque a las 9 (¡qué hora tan tonta!) no es ni pronto ni tarde, y que ya, si te parece, nos quedamos para por la noche…

Revestidos de discreta prudencia, los socios del club hemos asistido a los inicios de algunas historias que, sin dejar de ser fantásticas, no eran de ficción sino de afición  en su sentido más etimológico (Del lat. affectĭo, -ōnis: afección, afecto). En este punto nos gustaría hacer notar a los implicados más directos que el hecho de que no hablemos no quiere decir que no veamos.

En fin, que la lectura no tiene cura, y que el amor es una dolencia  capaz de escribir derecho en los renglones de los libros más retorcidos e hipocondriacos.

Y es que la luz ambiente de la sala en la que celebramos las sesiones del club tiene la cualidad de crear un entorno íntimo y de hacer parecer aún más flamígera (si es que es posible)  alguna cabecita ya de por si refulgente. Nada tiene pues de extraño que algunos de nuestros miembros hayan tomado la decisión de ir directamente  (en lo literal y en lo literario) «a saco». Y ya no decimos más…

Así las cosas, el largo paréntesis hasta la tercera lectura del club el día 5 de marzo, se nos antoja un periodo insoportable para el seguimiento del romance con cuyos protagonistas simpatizamos. Tan es así, que desde tULEctura estamos pensando en organizar algún evento que nos congregue a todos, quizá en enero o principios de febrero, para estar al tanto del transcurrir del idilio.

Al fin y al cabo, de nuestras estadísticas ya se ocupa Google Analytics, nuestra finalidad no es obtener un beneficio económico, y nuestros objetivos esenciales de fomento de la lectura se están cumpliendo: el balance general es positivo. Pero esta  amortización añadida que el curso de extensión universitaria está aportando a algunos de los matriculados, no cabe duda de que es un incentivo que seguramente tendrán en cuenta (además de los créditos LEC y ECTS) las sucesivas promociones de inscritos.

Nuestro natural comedimiento nos lleva a tratar el tema con delicadeza, pero no por ello queremos dejar de  enviar a nuestros protagonistas (con nombre propio) la entusiasta felicitación que se merecen.

 

en la biblioteca

Una manada de ñus: Encuentro de los socios con el autor

 

Este pasado jueves 16 de diciembre los socios del Club de Lectura Universidad de León tuvimos el honor y la fortuna de disfrutar del encuentro con Juan Bonilla, autor de, entre muchas otros títulos, el libro de relatos Una manada de ñus (2013, Pre-Textos).

Descubrimos a un escritor prolífico que supera las etiquetas genéricas y que ofrece una obra unitaria con motivos recurrentes e interconectados. Además de finalizar leyendo uno de sus poemas, nos explicó diversas claves de Una manada de ñus. Puso de manifiesto la relevancia que le concede a la palabra, a la estructura de su obra y a la metaliteratura. Reconoció, además, el punto de partida biográfico de algunos relatos siempre insertados, como no podía ser de otro modo, en el ámbito de la ficción, a pesar de retratar de modo certero y bellísimo la vida. Nos confirmó que no busca ofrecer un tono pesimista pues existe en varios relatos una apuesta por la celebración de la vida. Y profundizó en algunos de los motivos esenciales, como el de la identidad, del equipo de relevos que la constituye, y lo complicada que es la relación con aquello que fuimos en momentos pasados de nuestra existencia; y el de la adolescencia, una etapa esencial de la existencia, vista desde la perspectiva del adulto. Como expresa en su último relato, “Subasta holandesa”:

“Las novelas sobre adolescentes las han escrito siempre gente mayor, es decir, desterrados; las novelas que escriben los adolescentes, cuando los adolescentes escribían novelas, se trasladan a otros mundos, y si tratan de hacer costumbrismo para retratar los alrededores de una vida cotidiana sólo son documentos balbuceantes que no dicen nada de la extraordinaria hondura y complejidad del país que habitan. El adolescente que fuimos es nuestro principal enemigo, con su mirada abrasiva de hincha que no puede creer cómo le ha dado por apoyar a un equipo tan inepto y en todo momento considera que él, en el peor de sus días, lo haría mejor de lo que lo hacemos nosotros.” (2013: 246-247).

Si no pudiste asistir, aquí tienes el vídeo del encuentro

 

Una manada de ñus: coloquio participativo de los socios

Por Raquel de la Varga Llamazares

El jueves 4 de diciembre nos hemos reunido los socios del club para debatir intensamente y «desbrozar» al máximo la última antología de relatos publicada por Bonilla. Pese a que en los días previos hemos recibido comentarios que auguraban posiciones muy encontradas respecto a la la lectura, hoy los más reticentes han confesado haberse rendido finalmente ante el autor, sobre todo conciliados con la obra tras el término de su lectura y la advocación  final de «Subasta Holandesa» por la pervivencia de los sueños y metas vitales por encima del fracaso cotidiano.

Sucede a veces que tras la obra, -en apariencia sencilla-, se esconde un mensaje que a primera vista nos parece más llano y superficial de lo que en realidad es. Una manada de ñus está más cerca de lo primero que de lo segundo, y si no se destierra la ingenuidad o no se presta la debida atención en nuestra lectura podemos perdernos las -nada baladíes- reflexiones que no dejan de meter el dedo en el ojo y que no esperábamos recibir de quien nos las enuncia. Es precisamente el narrador uno de los grandes logros de Bonilla, desde una aparente inocencia y visceralidad adolescente que en realidad nos lleva y nos trae al terreno que quiere a su antojo, entre lo poético y lo cotidiano transitando los caminos de la autoficción. Sin florituras ni alardes de erudición en la sintaxis, oscila entre la oralidad y la construcción de imágenes poéticas con un lenguaje sencillo, pero muy efectivo. Así, hay relatos que nos puede parecer que se asientan sobre postulados más bien próximos al juego posmoderno y sin demasiado trasfondo. Podemos estar más o menos de acuerdo, pero hay que tener presente que se trata de textos de digestión lenta,Andalusian hacienda y de no pararnos a paladear y reposar lo leído de la forma y en el tiempo adecuados, corremos el riesgo de dejar escapar, no solamente sentencias de una calidad expresiva notable, sino también el mensaje entre líneas no tan obvio que esconden tras de sí. ¿Quién puede no sonreír (y salivar) de puro deleite ante las deliciosas expresiones con las que el autor habla del vino de Jerez y la idea comercial idea del sol embotellado? Es más, ¿se puede permanecer impasible ante la lectura tras esa evocación de la tierra a la que no se ha de volver a través de una imagen tan potente como la nostalgia transformada en el vino, ese pletórico líquido derretido, símbolo del sol de su infancia?.

Inicios deslumbrantes, pero los finales aún mucho más memorables. Sin buscar ese fin sorpresivo del cuento clásico que da sentido a lo que no tenía, la trama y el todo funcionan como un soneto barroco: al revés que un iceberg, muestra todo un constructo que remata la puntilla, lo que permanece invisible. El inicio de cualquier relato de la antología escogido al azar supondría un magnífico ejemplo de cómo comenzar una historia creando unas expectativas de calidad que, siendo justos, no siempre se cumplen. No obstante, (y aunque en gustos no suele haber términos medios) parece un común de los lectores la elección de «Brooke Shields», «Subasta Holandesa» y «Cuidados paliativos» como sus favoritos, y sobre todo este último como EL cuento. Es más, para alguno, quizá sea también fuera de la obra uno de los pocos elegidos que se salvarían de una hipotética quema en la que hubiera que salvar una docena de objetos privilegiados. «Cuidados paliativos» es en definitiva el mejor ejemplo de que el pesimismo y el descreimiento que parece envolver la obra de Bonilla no es tal, porque si hay un ejemplo de literatura que reconcilia con la vida desde luego es este.

Al igual que ocurre con la historia más próxima, tan difícil de ficcionalizar de una manera objetiva y con calidad por falta de distanciamiento, lo mismo sucede con experiencias como la muerte o, alguna tan terriblemente cercana y habitual como la enfermedad incurable. Es casi imposible no caer en la sensiblería o evitar recrearse en el dolor y la emoción fácil de determinadas escenas, hecho por el que textos como este logran no caer en la conmiseración y convertirse en ejemplo de manifestación literaria y en muchos casos también de honestidad. Desde el mismo título, pero sobre todo el inicio, dejan bastante claro que ni la madre enferma ni el matrimonio del narrador van a conseguir salvarse, ergo el tono del relato está en principio condicionado por la tragedia. Aquí se encuentra uno de los grandes logros narrativos de Bonilla: la distancia precisa, la ironía y la elipsis consiguen el tono justo y necesario para no caer nunca en el tremendismo al que son proclives ciertos temas. Esto es evidente si nos fijamos en cómo se trata la enfermedad y muerte de la madre: prácticamente no se describen los síntomas, y el momento del adiós final (tan atractivo para los autores que buscan la recreación lacrimógena) se elude. ¿Para qué decir más cuando no es necesario ni se sabe qué decir?. Si la literatura es muchas veces el cómo más que el qué se cuenta, los grandes aciertos vienen precisamente de lo que se calla. Así, la construcción de la psicología del personaje es redonda: lejos de dar evidencias verbales del vacío en el que se ha sumido, el hecho de que no abandone su rol de cuidador y de que se empeñe en seguir siendo imprescindible para alguien (aunque sea un gato, hecho que lo hace aun más lamentable) ya dan buena cuenta de que la tristeza va más allá de todo cálculo. Al narrador no le quedan fuerzas para cosas raras ni para nada, de ahí que la impotencia sea tal que al lector no le debe extrañar en ningún momento la calma con la que nos habla. Eso sí, de vez en cuando aparecen las dosis justas y necesarias de «exaltación» que sin hurgar en la herida, duelen. Así, la inevitable reflexión sobre la etapa de los cuidados paliativos pasa por una sola frase que no necesita de más para evidenciar lo terrible del concepto: los enfermos en cuidados paliativos no son los que se están preparando para morir, sino náufragos licenciados en geografía que saben que ni aun a miles de kilómetros de donde están hay isla donde puedan salvarse. Se eluden por completo las horas que tieIndia - Varanasi, votive candles floating in the waters of the Ganges @ Assi Ghatnen que ver con la agonía final y la muerte, y la única concesión al sentimentalismo que se permite es el deseo de ver a la madre falleciendo en el sofá de su casa con un álbum de fotos entre las manos en lugar de en el hospital. Son escasos esos momentos, pero son clave, como el golpe más certero en el sentimentalismo del lector al describir los desvaríos del personaje que va a morir dejándose llevar por los recuerdos que le llevan a la infancia de su hijo y al deseo subconsciente de dejar llena la despensa antes de irse del todo. El matrimonio muere, la madre muere y sin embargo, le ha dejado la despensa llena, el corazón vacío y además le ha salvado la vida. El relato mantiene el ritmo hasta que se acerca el final, donde la tensión y la calidad narrativa despuntan con un magnífico estrambote que nos estalla en la cara, veloz como la vida misma que no cesa y que se proclama.

«Cuidados paliativos» es seguramente uno entre los cien textos que llevar a una isla desierta sin posibilidad de retorno. Aunque la literatura no enseña de forma tan eficaz como la experiencia, es casi imprescindible saber que ya hay suficiente trascendencia en el hecho de estar aquí como para pensar en la intrascendencia de dejar de estar. Un poeta dijo una vez algo así como que en el fondo de toda alegría siempre se esconde la tristeza. Bonilla nos recuerda que el proceso contrario también sucede, y que las pequeñas cosas llenas de insignificancia maravillosa que nos rodean son en realidad cosas monumentales, que hay vida por todas partes, y que cada desgracia que supone un cambio no es más que el momento inevitable en que hay que entregar el testigo al nuevo corredor en la carrera de obstáculos que lleva nuestro nombre. Y decir esto ya es decir mucho.

 

 

Una manada de ñus: Coloquio participativo de guía a la lectura.

Por Natalia Álvarez Méndez

El autor: Juan Bonilla

 

Además de libros de ensayos y reportajes periodísticos, Juan Bonilla (Jérez de la Frontera, Cádiz, 1966) es autor de poemarios recopilados en el volumen Hecho en falta (Visor, 2014), libros de relatos –como El que apaga la luz (1994), La compañía de los solitarios (1998), La noche de Skylab (2000), El estadio de mármol (2005), Tanta gente sola (2009), Una manada de ñus (2013, Pre-Textos)– y novelas –como Yo soy, yo eres, yo es (1995); Nadie conoce a nadie (1996); Cansados de estar muertos (1998), Los príncipes nubios (2003), Prohibido entrar sin pantalones (2013)–.

 Entre los temas abordados en su obra, en la que se superan las etiquetas genéricas antes definidas, sobresalen, entre otros, la identidad, la soledad, la memoria y los recuerdos, concretados todos ellos en personajes corrientes que se muestran atormentados, obsesivos o desorientados. A pesar de ello, el lector se encuentra con una celebración de la vida revestida de humor gracias, en muchas ocasiones, a una visión irónica.

Los cinco libros favoritos de Juan Bonilla:

La obra: Una manada de ñus

(Información contenida en la contraportada)

Todos hemos visto ese documental en el que los ñus migran en pos de pastos y son obligados a cruzar un río infestado de cocodrilos. La manada pasa cada año, no sin dejar atrás a unos cuantos componentes: gracias a esas víctimas, que entretienen el hambre de los cocodrilos, la manada puede seguir adelante. Así, también, los protagonistas de este libro: ñus que tienen que enfrentarse a una charca infestada de cocodrilos sin saber si serán ellos los sacrificados para que la manada pase. Muchos de ellos son adultos visitados por el adolescente que fueron. Mirada desde lejos, nunca contada in situ, la adolescencia de los personajes de esta manada se puede reflejar en ambiciones que no tendrán más remedio que ser incumplidas –una lista de deseos, enamorar a una estrella de cine- o en logros que tardan demasiado en llegar, cuando ya no son más que una cándida celebración que multiplica la nostalgia –el ascenso de un equipo pequeño a primera división, la venganza con la que se le quiere devolver una grandeza inconquistable a un poeta menor-.

Los maximalismos propios de la adolescencia son aquí corregidos por la mirada narradora, siempre situada ya en un lugar desde el que se sabe que aquel paraíso perdido no fue nunca un paraíso y permanece con tal fuerza en nuestros adentros que tampoco será nunca perdido. La agonía de una madre en un hospital, la relación con un padre a través de los fracasos de un equipo de fútbol, las tablas que le hace un chico a Bobby Fischer en una partida simultánea, el olvido del pin de una tarjeta de crédito, el llanto de un bebé en el piso de los vecinos, son algunos de los puntos de partida desde los que los ñus que protagonizan estos relatos tratan de pasar la terrible charca infestada de cocodrilos.

 “Un tema recorre todos los cuentos, por debajo de su trama argumental, es la reflexión sobre los proyectos de la adolescencia y la comprobación de su fracaso. Ilusiones naufragadas, vidas resignadas, voluntades rotas, frustraciones de distinta naturaleza planean sobre los personajes que son, en realidad, variantes de un mismo narrador en circunstancias y ámbitos diferentes: el colegio, la habitación de un hotel, el rincón de un cajero automático, el hogar familiar, el lugar de trabajo actual, el cubículo del adolescente…”

Cita de Ricardo Senabre (El Cultural):

 

La lectura

Para acercarnos a Una manada de ñus y compartir nuestras lecturas del libro de relatos podríamos centrar la atención en aspectos como los siguientes:

Arquitectura narrativa:

  •  Pulcritud de su prosa con un destacado dominio del lenguaje y un ritmo narrativo sostenido que hace disfrutar al lector.
  •  Voz narrativa unitaria.
    • Relatos atravesados por la misma metáfora, la referida a la manada de ñus que da título al libro. En cada cuento se muestra dicha metáfora con los cocodrilos acechando, ya sea en forma de pasiones frustradas, deseos no alcanzados, sueños incumplidos…, en suma, lo que se podría calificar como fracasos.
    • Estructura con más puentes de conexión, con pasillos, entre los diversos relatos (al margen de la metáfora de la manada de ñus que recorre todo el libro): conexiones que remiten a personajes, a motivos temáticos, a imágenes concretas y a formulaciones de frases completas que se repiten en diversos cuentos.
  •  Inicio de los relatos (primera frase que capta con maestría la atención del lector)
  •  El humor sutil.
  •  Originalidad gráfica, juegos con personas narrativas.

Migración de ñus en Serengueti (Tanzania)., foto de J.L. Gómez de Francisco.

Migración de ñus en Serengueti (Tanzania)., foto de J.L. Gómez de Francisco.

Motivos abordados:

  •  Recuerdos personales.
  •  Narración construida con detalles, con hechos cotidianos, con las pequeñas cosas de la vida a las que se enfrentan los personajes corrientes que sobreviven al paso del tiempo.
  •  Referencias literarias y metaliterarias.
  •  Personajes posicionados en tres ejes temporales:
    •  La adolescencia
    •  El mundo adulto
    •  Visión de la adolescencia desde la perspectiva del adulto, con la pugna de ambas identidades. Así se percibe, por ejemplo, e inicialmente, en el último cuento del libro: “Las novelas sobre adolescentes las han escrito siempre gente mayor, es decir, desterrados; las novelas que escriben los adolescentes, cuando los adolescentes escribían novelas, se trasladan a otros mundos, y si tratan de hacer costumbrismo para retratar los alrededores de una vida cotidiana sólo son documentos balbuceantes que no dicen nada de la extraordinaria hondura y complejidad del país que habitan. El adolescente que fuimos es nuestro principal enemigo, con su mirada abrasiva de hincha que no puede creer cómo le ha dado por apoyar a un equipo tan inepto y en todo momento considera que él, en el peor de sus días, lo haría mejor de lo que lo hacemos nosotros.” (246-247). Aunque, al finalizar el relato, el lector se encuentra con una superación de la melancolía y con una constatación de que los sueños siguen intactos a pesar de las ambiciones incumplidas.
  •  Profundización en la naturaleza humana, el alma humana:
    •  Las relaciones
    •  La dificultad de comunicación
    •  La frustración
    •  La soledad
    •  La incertidumbre
    •  La identidad
    •  El recuerdo, la memoria

 

Pinturas urbanas. Grupo III. Darío Hernández

Pinturas urbanas. Grupo III. Darío Hernández