Fleetwood Mac (Rumours) 40º Aniversario

Muchas veces se usa y abusa del término «imprescindible» para definir un álbum. Si en muchos casos no es más que una exageración, en el caso que nos ocupa, esta definición está totalmente justificada.

«Rumours» es el mejor disco y el más popular de la banda anglo-americana Fleetwood Mac, ganador de un premio Grammy, y del que se han vendido más de 40 millones de copias en todo el mundo, siendo uno de los álbumes de mayores ventas de todos los tiempos.

Fleetwood Mac cuenta con una de las biografías más pintorescas de la historia del rock. Creado en 1967 en Inglaterra, fueron una de las puntas de lanza de la explosión del blues en el Reino Unido. Casi todos los miembros de la banda se criaron a los «pechos» del gran patriarca del blues británico, John Mayall. Tanto su líder inicial, el guitarrista Peter Green, como el batería Mick Fleetwood y el bajista John McVie, que a la postre dieron nombre al grupo, pasaron por los míticos Bluesbreakers del citado Mayall.

Formación inicial de Fleetwood Mac: John McVie, Jeremy Spencer, Peter Green, Danny Kirwan y Mick Fleetwood

Con la llegada de los años setenta, surgió uno de sus períodos de crisis más importantes, donde sufrieron la salida de sus principales miembros; Green, Spencer y Kirwan, pero por otro lado,  llegaron al grupo Christine McVie, esposa de John McVie, y Bob Welch. Además, y por cerca de cinco años sus discos perdieron popularidad en el Reino Unido, pero que a su vez comenzaron a tener un leve reconocimiento en los Estados Unidos. Para finales de 1974 y convertidos en un trío tras la marcha de Bob Welch, viajaron a California donde conocieron a una pareja, futuros integrantes de la banda: Stevie Nicks y Lindsey Buckingham. Con ellos renovaron su sonido alejándose de las raíces del blues para acercarse al soft rock y al pop rock, que les brindó un éxito apoteósico en los diferentes mercados mundiales, posicionándose en lo más alto de las listas, obteniendo ventas multimillonarias.

En 1975, este quinteto publica un álbum cuyo título es el nombre de la banda. «Fleetwood Mac» fue lanzado en julio de 1975. Aunque el grupo sólo experimenta un éxito modesto inmediatamente después de la publicación. Después de luchar tenazmente durante varios meses, la banda comenzó a ver los resultados de su trabajo. En una entrevista, Stevie Nicks comentó del álbum: «Actuamos en todas partes y vendimos ese disco. Pateamos todo el país presentándolo». Quince meses después del lanzamiento de «Fleetwood Mac», el álbum llegó a la cima de las listas de Estados Unidos.

Fleetwood Mac en 1975: Mick Fleetwood, Stevie Nicks, John McVie, Christine McVie y Lindsey Buckingham

Su siguiente trabajo, «Rumours», nunca sería un álbum más. Tras su lanzamiento en 1977, se convirtió en el LP más vendido de todos los tiempos hasta la fecha, moviendo 800.000 copias por semana en su apogeo, y su éxito hizo de Fleetwood Mac un fenómeno cultural. Se convirtió en un tótem de los excesos de los años setenta.  En el momento en que se hizo, las libertades personales ganadas por la convulsión social de los años sesenta se habían dispersado en un hedonismo sin restricciones. Como resultado: una extensión post-hippie, sin darse cuenta de que el crepúsculo de la era del amor libre estaba llegando y no habría vuelta atrás. En 1977, no había conocimiento del SIDA, y la gente todavía pensaba que la cocaína no era adictiva y si estrictamente recreativa. «Rumours» es un producto de ese momento y sirve como un criterio por el cual medimos cuán «setentas» eran los setenta.

Sin embargo, es difícil no entrar en la mitología de «Rumours» tanto como un álbum, como un paradigma de la cultura pop. Un registro impecable sacado de los restos de la vida real de los miembros de la banda. Como uno de los álbumes fundamentales del rock clásico, se mantiene mejor que cualquier otro éxito comercial de esa época. Ahora podemos usarlo como una especie de punto de referencia nostálgico, que ya no hay grupos como ese, que no hay una banda de rock tan apetecible que edite el álbum más vendido en los Estados Unidos durante 31 semanas. «Rumours» era simplemente perfecto.

El proceso de producción de este álbum sufrió de una miríada de problemas, sobre todo las disoluciones de varias relaciones dentro de la banda y el comportamiento hedonista resultante y los conflictos interpersonales. El bajista John McVie y la teclista / vocalista Christine McVie acababan de pasar por un divorcio. El guitarrista / vocalista Lindsey Buckingham y la vocalista Stevie Nicks estaban en una relación que podemos definir como tumultuosa, que finalizó antes de la grabación del álbum, y el batería Mick Fleetwood tampoco disfrutaba de paz familiar precisamente. Todas estas dificultades crearon un ambiente que señaló la dirección general de todas las letras del álbum.

Realmente «Rumours» fue un cruce de reproches entre los miembros de la banda. Nicks, Buckingham y Christine McVie comenzaron a escribirse canciones entre ellos, como una especie de diario musical, sacando a relucir los trapos sucios de cada uno.

La canción que abre el álbum “Second Hand News” la escribió Lindsay para Stevie (“Algo que creo que deberías saber / No te voy a extrañar cuando te vayas”). De inmediato, Nicks le respondió inmediatamente con la contundente y deliciosa “Dreams” (“Y aquí vas de nuevo, diciendo que quieres tu libertad”). Así es que Buckingham contraataca con “Never Going Back Again” (“Caí una vez / Caí dos veces / No voy a regresar nunca más”) y con más fuerza en “Go Your Own Way” (“Amarte no es hacer lo correcto”). Stevie no se puede quedar callada y le asesta “I Don’t Want to Know” (“No quiero interponerme entre tu y el amor, corazón / Sólo quiero que te sientas bien”).

Por su parte Christine le escribió a John la popular “Don’t Stop”, una cariñosa y bien intencionada, pero dolorosa canción sobre que algún día él se sentiría mejor. Aunque no debió de hacerle mucha gracia cuando tuvo que intervenir en la grabación de “You Make Loving Fun”, escrita por su ex para su nuevo novio. “The Chain” es el corte que abre la cara B del vinilo y que fue compuesta en base a un riff de bajo de John McVie absolutamente antológico. Es el único tema en el que todos los miembros del grupo participan en su creación. «The Chain» está llena de oscuras referencias en sus letras y se desarrolla en un continuo vaivén de subidas y bajadas.

Recreación de la Portada del Álbum a Cargo de los Personajes de Los Simpson

Stevie Nicks comentó que Fleetwood Mac creó su mejor música cuando peor estaban anímicamente. Mientras que, según Buckingham, las tensiones entre los miembros de la banda ayudaron al proceso de grabación y llevó a que: «el resultado final fuese más que la suma de partes». Mick Fleetwood comentó que, de no ser por «Rumours», el grupo no habría durado mucho más debido a las tensiones internas que arrastraba.

En 1998, la revista Q colocó a «Rumours» en el tercer puesto, detrás de «London Calling» de The Clash y el disco de Pink Floyd «The Dark Side of the Moon», en su lista de los 50 mejores álbumes de los años setenta. En 1999, Vibe lo ubicó entre los 100 álbumes esenciales del siglo XX. En 2003, la cadena de televisión VH1 lo puso en el puesto número 16 de su lista de los 100 mejores álbumes de la historia, mientras que Slant lo incluyó en su lista de los 50 álbumes esenciales del pop. Ese mismo año, USA Today colocó a «Rumours» en la posición número 23 de su lista de los 40 mejores discos de la historia. La influyente revista Rolling Stone lo posicionó en el puesto número 25 de su lista de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos.

Todo este mareante cúmulo de reconocimientos lo resumió perfectamente el periodista Chuck Klosterman en 2004: «Hubo un tiempo en que «Rumours» de Fleetwood Mac, simplemente se veía como un disco que vendió muchísimo; sin embargo, de cinco años para acá, está más aceptado clasificar a «Rumours» como grande en sí mismo y por sí mismo».

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Fleetwood Mac (Live at Nashville Municipal Auditorium) 21/05/1977

Eagles (Hotel California) 40º Aniversario

El ocho de diciembre pasado, se cumplieron cuarenta años de la publicación de un disco fundamental en la historia del rock. «Hotel California» fue el punto álgido de la carrera de los Eagles, y la culminación y casi el punto final de un sonido, plenamente californiano, que había estado presente desde finales de los sesenta, el country rock.

A finales de la citada década surge el fenómeno del country rock. Fusión de los dos géneros, cuya paternidad habría que otorgarla a Gram Parsons, que tras su paso por The Byrds y la creación de The Flying Burrito Bothers, sentó las bases de este estilo que reinaría durante gran parte de la década de los setenta. Una de las bandas señeras de este estilo musical sería The Eagles, por lo menos en su primera etapa.

En 1971 Glenn Frey y Don Henley, músicos del grupo de acompañamiento de Linda Ronstadt, decidieron crear su propia banda, y con tal fin reclutaron al bajista Randy Meisner y al guitarrista Bernie leadon, que venía precisamente de los Flying Burrito anteriormente mencionados.

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Sus dos primeros trabajos, “Eagles” y “Desperado”, son de una clara influencia country. En su siguiente álbum “On the Border”, que supone la entrada del guitarrista Don Felder, empiezan una evolución musical, que les irá alejando paulatinamente de ese sonido country.

Esta evolución se completa con su disco de 1975  “One of This Nights”, donde su sonido es mucho más duro y plenamente rockero; esto, sumado a la lucha de egos que se estaba produciendo en la banda, llevó a Leadon a abandonar la misma y propiciar la llegada del gran guitarrista y compositor Joe Walsh. Con estos mimbres afrontan lo que sería su obra maestra, “Hotel California”.

The Eagles empezaron a preparar “Hotel California” con mucha calma. La compañía, ansiosa por seguir exprimiendo el filón económico que suponía la banda, editaron un recopilatorio titulado “Their Greatest Hits (1971-1975)”. La jugada les salió redonda: se convirtió en el tercer disco más vendido de todos los tiempos y el más vendido de la historia en Estados Unidos.

Al final del verano de 1976, los Eagles alquilaron un rancho en Calabasas, a pocos kilómetros de Los Ángeles. Allí oirían todas las maquetas para elegir los temas que fueran a grabar y ensayarlos en una sala enorme. La idea era registrar primero las canciones elegidas en los Record Plant de Hollywood y, después, producirlas definitivamente en los Criteria Studios de Miami.

Durante la grabación de “Hotel California” las tensiones fueron todavía a más, si es que eso era posible: los hasta entonces inseparables Frey y Henley empezaron a tener cada vez más encontronazos entre ellos, llegando al punto de apenas relacionarse por nada que no tuviese que ver con la música. El alto consumo de ciertas sustancias en el seno de la banda no ayudaba precisamente. El resto del grupo, Meisner, Walsh y Felder hicieron piña entre ellos ante el totalitarismo de los otros dos, llegando a fantasear con independizarse de sus jefes y crear una banda entre los tres.

En ese mismo año 1976, Don Felder estaba en su casa de la playa en Malibú rasgueando una guitarra acústica de doce cuerdas. En un momento dado, Don creaba una fascinante progresión de acordes de guitarra, con tres y cuatro partes prodigiosas y lo registró en una maqueta casera con la ayuda de una grabadora de cuatro pistas. Esta fue una de las maquetas que Felder propuso al grupo. Don Henley y Glenn Frey le pusieron letra y se acabaría convirtiendo en “Hotel California”, el tema principal del disco del mismo nombre y una de las canciones definitivas de la historia de la música popular moderna.

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Siempre es difícil hablar de una canción tan mítica como “Hotel California”, sobre la cual se ha escrito tanto durante tantas décadas. Las notas arpegiadas que componen su progresión de acordes, la maravillosa voz de Henley, el demoledor solo de dos minutos al término de la canción en un duelo memorable de guitarras entre Felder y Walsh, con la extraordinaria aportación de Randy Meisner al bajo, fundiéndose al fin en una sola voz que conduce al tema hasta el éxtasis.

Pero es tal la popularidad del tema homónimo del álbum, que ha eclipsado al resto de las composiciones del mismo. «New kid in town» es una proeza compositiva, delicada canción con una cadencia country evidente, dónde a una preciosa melodía se le une una voz de Glen Frey y unos coros celestiales, con un estribillo antológico. «Life in the fast line» es un tema rockero, con un sonido cercano al rock sureño, pero eso sí, dando su sello con las voces, aquí Don Henley lleva la principal. «Wasted time» es un tema lento pero bello a más no poder que a Henley le iban al dedillo cantarlos, con un piano que describe la melodía, un gran tema. El reprise de «Wasted time» cierra la cara A del vinilo.

La cara B, es una transición instrumental. Llega «Victim of love», ese lado rockero de la banda que vuelve, y le da mucha riqueza al disco, con esos guitarrazos controlados y medidos del inicio para que Henley entre a saco con la voz, un tema tremendo. «Pretty maids all in a row» es una canción exquisita que canta Joe Walsh y también da esa riqueza sonora con una pausada melodía, de corte clásico y un bonito estribillo de grandes coros. Llega el tema de Randy Meisner, «Try and love again», deliciosa composición, la más country del disco y que recuerda como no, a los primeros Eagles, descomunal voz y melodía brillante, muy brillante y esas armonías increíbles que casi solo ellos podían hacer. El álbum termina con «The last resort», una melodía devastadóramente hermosa con piano y la voz de Henley perfectamente a tono con la canción, que describe una historia épica. Una manera única de cerrar un disco único como pocos.

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Eagles1_zpsphchoesvEAGLES (LIVE AT CAPITAL CENTER) MARZO 1977

25 Años sin Freddie Mercury. Recordando Su Testamento Musical: Innuendo (1991)

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El pasado 24 de noviembre se cumplieron 25 años del fallecimiento del que sin duda, ha sido el vocalista más carismático de la historia del rock. Quizás Mick Jagger o Roger Daltrey estén casi a su altura, pero la teatralidad, el exceso en el buen sentido en escena, su potencia vocal, han hecho de Freddie alguien único e inimitable.

Estos días se ha recordado este aniversario de muchas maneras, haciendo un recorrido biográfico por su vida o recordando sus mejores canciones. Yo quiero poner el foco en su último trabajo. Un disco grabado con sangre, sudor y lágrimas, dado el muy deteriorado estado de salud de Freddie, que sin estar a la altura de sus grandes clásicos grabados por Queen en los setenta, fue un epílogo más que digno a una carrera irrepetible.

A escasos meses del lanzamiento de «The Miracle» (1989), la salud de Freddie Mercury comenzó a deteriorarse cada vez mas rápido. Lo único que lo distraía de su sentencia de muerte era la música, y es por eso que tan solo unos meses después del lanzamiento de «The Miracle», la banda ya se puso a trabajar en un nuevo disco. «Innuendo» sería el ultimo disco que la banda terminaría y publicaría en vida de Freddie.

«Innuendo» es un disco muy intenso emocionalmente. La revelación de que el final esta cerca esta escalofriantemente presente. Intencionalmente o no, hay una cierta oscuridad que hacía mucho tiempo no estaba presente en un disco de Queen. Escuchamos un sonido mucho mas rockero, complejo y pesado, similar de alguna forma al Queen de los setenta, pero en ocasiones incluso aún mas duro y oscuro.

«Innuendo», el decimocuarto álbum de estudio de Queen, y el primero en los noventa, fue grabado entre los estudios Metrópolis de Londres, y los Mountain Studios de Montreux, Suiza, entre Marzo de 1989 y Noviembre de 1990. Fue publicado el 4 de Febrero de 1991, y una semana más tarde, entró al Nº 1 de la lista de ventas inglesa, hasta ser disco de platino. Fue Nº 1 en Holanda, Suiza, Alemania, Finlandia, Portugal e Italia. Publicado un día después en EE.UU., donde llegó al Nº 30 y fue disco de oro, el primero de Queen en América desde «The Works» en 1984.

Cuando empezó la grabación de «Innuendo», sólo los más allegados a Freddie conocían la gravedad de su enfermedad, y el poco tiempo que le quedaba. Como quedó demostrado después varias veces, el grupo cerró filas en torno a Freddie y le brindaron todo su apoyo hasta sus momentos finales. Esto incluía mantener en absoluto secreto el estado real de Freddie de cara a los medios de comunicación hasta el último momento. Los fans, mientras tanto imaginaban que algo no iba bien, tras ver una aparición de Freddie en televisión en los premios BPI, o su aspecto en algunos vídeos.

Music

Superando su sufrimiento y su angustia personal, Freddie encontró de alguna manera la fuerza para ofrecer unas interpretaciones vocales extraordinarias, llenas de emocion, profundas y conmovedoras. Alcanzaría notas deslumbrantes, como si descubriera una nueva dimensión de su voz, y puso toda su alma en cada nota. Considerando su estado físico, Freddie hizo toda una proeza. Freddie apenas podía levantarse durante las sesiones finales. Cada hora que pasaba en los estudios Mountain requerían esfuerzos sobrehumanos, y sin embargo, nada de eso se nota en el resultado final del álbum. Parece mentira que la extraordinaria voz que aparece en las canciones del álbum, es la de una persona muy enferma y debilitada al punto en que se encontraba Freddie. Muchos están de acuerdo en que estas interpretaciones son no solo excelentes, sino también las mejores y más emotivas de su carrera.

Es muy difícil escuchar este disco sin asociarlo a la muerte de Freddie y al hecho de que la banda básicamente se estaba “apurando” a grabar antes de que ocurriera lo inevitable. Sobretodo cuando tenemos canciones que no tratan de ser livianas o alegres y que nos ponen la piel de gallina con cada nota.

El ultimo disco de estudio de Queen, registra para la posteridad el amor de Mercury por la música. Físicamente muy mermado por su enfermedad, Freddie no tenía ningún tipo de obligación o ambición monetaria que perseguir para emprender la nunca sencilla tarea de escribir y grabar un disco. Aún así nos deja con algunas de sus interpretaciones vocales mas poderosas, honestas y desgarradoras de su carrera. Un cierre musicalmente impecable a una de las discografías mas brillantes de la historia del rock.

Hay que destacar dentro del álbum, el tema que le da nombre, «Innuendo». Con más de 6 minutos de duración, es el sencillo más largo desde «Bohemian Rhapsody» y fue el primero en ser extraído del álbum. Tema épico con varios estilos, sello distintivo del sonido de Queen,  y con un extraordinario solo de guitarra española a cargo de Steve Howe (guitarrista de Yes), fue publicado el 14 de Enero de 1991.

El vídeo de «Innuendo» fue dirigido por Jerry Hibbert y Rudi Dolezal, y es una maravilla de animación. Monigotes de plastilina, se tardó cuatro semanas en crearlos, son uno de los momentos memorables del vídeo; un vídeo de más de 6 minutos que es uno de los más espectaculares, caros y memorables de Queen.

QUEEN (INNUENDO) 1991: VÍDEO DEL TEMA PRINCIPAL

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275º Aniversario del Fallecimiento de Antonio Vivaldi (1678 – 1741)

Este año se cumple el 275º aniversario de la muerte de Antonio Vivaldi, si, el de Las Cuatro Estaciones. Es un poco triste que a este genial compositor se le conozca únicamente por parte del gran público por esta obra, por otro lado extraordinaria.

La obra de Vivaldi, a semejanza de la de Johann Pachelbel con su celebérrimo Canon, quedó completamente eclipsada por la inmensa popularidad de Las Cuatro Estaciones. Estamos ante una figura imprescindible para comprender la historia y la evolución de la música, en especial, en el desarrollo del concierto, cuyas composiciones fueron de hecho la base de esta gran forma musical.

Los conciertos de Vivaldi se convirtieron en modelo de su género en toda Europa e influyeron en el estilo de sus contemporáneos, incluso en los de más edad. Vivaldi es para Italia lo que Bach es para Europa central, el compositor barroco más grande. De hecho el propio Bach, contemporáneo suyo, aunque algo más joven, estudió la obra de Vivaldi en sus años de formación y de algunos de los conciertos para violín y sonatas de Vivaldi sólo existen las transcripciones (en su mayor parte para clavecín) de Bach.

Vivaldi nació en Venecia el 4 de marzo de 1678. Era hijo de un panadero, que más tarde se hizo violinista y compositor, Juan Bautista. Su padre fue su primer maestro. Hay quién dice que Legrenzi (otro compositor italiano) fue también maestro suyo durante su infancia.

Vivaldi tenía solo 25 años cuando comenzó a trabajar en el Ospedale della Pietà. Durante los siguientes treinta años compuso la mayor parte de sus obras más importantes mientras trabajaba allí. Había cuatro instituciones similares en Venecia, cuyo propósito era dar refugio y educación a niños abandonados o huérfanos, o cuyas familias no podían sustentarlos. Estaban financiadas con fondos proporcionados por la República Veneciana. Los niños aprendían un oficio y tenían que abandonar la institución cuando llegaban a los quince años. Las niñas recibían una educación musical y las de más talento se quedaban y se convertían en miembros de la reconocida orquesta y coro del Ospedale.

Orientado hacia la carrera eclesiástica, fue ordenado sacerdote en 1703, aunque sólo un año más tarde se vio obligado a renunciar a celebrar misa a consecuencia de una enfermedad bronquial, posiblemente asma. A los 34 años obtuvo el título de compositor. Dos años más tarde, en 1718, comenzó a hacer giras por toda Italia y otros países europeos como Alemania, Holanda y Austria. Pronto se hizo famoso en toda Europa por su habilidad con el violín y sobre todo gracias a su música instrumental, que hizo con los solistas, los coros y la orquesta del Ospedale.

Conocido y solicitado, la ópera, el único género que garantizaba grandes beneficios a los compositores de la época, atrajo también la atención de Vivaldi, a pesar de que su condición de eclesiástico le impedía en principio abordar un espectáculo considerado en exceso mundano y poco edificante. De hecho, sus superiores siempre recriminaron a Vivaldi su escasa dedicación al culto y sus costumbres laxas.

Ópera «La Silvia» (1721)

Vivaldi produjo tal cantidad de obras que hubo quién dijo que hacía piezas musicales del mismo modo que un panadero hacía barras de pan. Nada más y nada menos que 554 composiciones, la mayoría son conciertos pero hay también sonatas, sinfonías, oratorios, óperas…

Más de 300 de sus conciertos están escritos para solista (220 para violín y otros para fagot, violonchelo, oboe y flauta). Además escribió concerti grossi, 25 para dos violines y 32 para tres o más instrumentos y algunos son concerti de ripieno (para orquesta sin solistas).

Estableció una de las características básicas del concierto de los siglos siguientes: su uso para lucimiento del virtuoso. Fue el primer compositor que utilizó de forma coherente el ritornello. Éste se repetía en diferentes tonalidades y era interpretado por toda la orquesta. Alternaba con episodios interpretados por el solista, a menudo de carácter virtuosista.

Utilizaba la forma a “tres tiempos” para sus conciertos, que consiste en una primera parte rápida (allegro) una parte lenta intermedia (adagio) y una última parte rápida (allegro).

Durante su vida fue más reconocido como violinista que como compositor, siendo también acusado por algunos de repetitivo y rutinario. Igor Stravinsky comentaba maliciosamente al respecto: «Vivaldi no compuso cientos de conciertos, sino que compuso un sólo concierto cientos de veces». Desde 1713 fue compositor y empresario de óperas en Venecia, visitando además otras ciudades para supervisar las representaciones de sus óperas.

Hacia 1740 entró al servicio de la corte del emperador Carlos VI en Viena, donde Antonio Vivaldi murió el 28 de julio de 1741. En su funeral, celebrado en la catedral de Viena, cantaron los niños del coro de la catedral, entre los que se encontraba el futuro compositor Joseph Haydn.

Antonio Vivaldi (Oboe Concertos)

Antonio Vivaldi (La Stravaganza)

Antonio Vivaldi (Gloria)

Steve Howe (Concerto in D 2º Mov.) 1979

Las Cuatro Estaciones (I Musici) 1959

Duke Ellington (Ellington at Newport) 60º Aniversario

Duke Ellington comenzó su carrera en la década de los veinte y muy pronto forma su propia orquesta. La Duke Ellington Orchestra se prolongó hasta la década de 1990, dirigida por su hijo Mercer, después de la muerte del duque en 1974. Cruzó la Edad del Swing, Bebop, Cool, el Hardbop, siempre con la misma calidad, aunque no siempre con la misma popularidad. A mediados de 1950, por ejemplo, pasó por un período muy difícil en el que las grandes bandas ya no estaban de moda. En 1956, sin embargo, fue invitada por primera vez para asistir al Festival de Jazz de Newport. El disco grabado en directo es lo que presentamos.

Entre 1927 y 1945, después de crear para el jazz el «jungle style» Duke Ellington y su orquesta alcanzan en este periodo la cumbre de su madurez artística y creativa. La orquesta de Duke Ellington en los años cuarenta era sin duda la que poseía los mejores solistas y los instrumentistas mas virtuosos de la época.

Tras el declive de las big bands, Ellington fue el único líder de orquesta que nunca disolvió la suya. A falta de contratos pagaba a sus músicos con los ingresos por sus derechos de autor y utilizaba su orquesta para componer con ella y oír su música. Pero algunos de sus solistas se marcharon entre finales de la década de los cuarenta y principios de los cincuenta para iniciar sus carreras en solitario. A la marcha de Ben Webster, Barney Bigard y otros, se unió una definitiva en 1951, la de su amigo, Johnny Hodges. La prensa que antes no le escatimaba elogios, anunciaba casi a diario la desaparición de la orquesta. En 1955 llegaron incluso a amenizar durante varias semanas un espectáculo en plan “Escuela de Sirenas” en Nueva York.

En 1955 vuelve a la banda Johnny Hodges y Ellington respira aliviado y entran en nomina una serie de músicos que darían todavía mucho juego al sonido Ellington. Entre las incorporaciones mas sonadas, están los saxofonistas Paul Gonsalves y Jimmy Hamilton, el clarinetista Russell Procope, el trombonista Quenti Jackson, y los trompetistas Cat Anderson y Clark Terry. Con estos músicos y cierto escepticismo, Ellington es invitado a actuar en el Festival de Jazz de Newport de 1956. Lo que pasó aquella noche está escrito en los anales del jazz con letras de oro.

Fue el sábado 7 de julio de 1956. La cosa no empezó muy bien. Por exigencias del promotor del evento, George Wein, hubieron de interpretar un par de piezas al inicio de la jornada y luego esperar tres horas junto al escenario hasta la definitiva actuación, lo que irritó sobremanera a los músicos. Quizás fuera por esto, o porque la propia actuación no había resultado demasiado lucida (por otra exigencia de Wein habían presentado en el festival una nueva suite sin apenas ensayo), el caso es que atacaron la pieza final del programa, cerca de la medianoche y con mucha gente ya desfilando por los pasillos hacia la salida, con una energía inusual.

La pieza en cuestión, “Diminuendo y Crescendo in Blue”, era el resultado de unir dos composiciones de Ellington de 1937, mediante una sencilla base rítmica de batería, bajo y piano. Uno de los saxofonistas, Paul Gonsalves, tenía orden de improvisar sobre ella “hasta nuevo aviso”. Vaya si improvisó, y de qué modo.

El público, que enseguida se dio cuenta de que el concierto se estaba animando, empezó a regresar a toda prisa a sus localidades. Y entonces, cuando Gonsalves atacaba su séptimo compás, ocurrió algo increíble: una espectacular rubia platino vestida de negro se levantó de su asiento y se acercó bailando a la orquesta. No tardó en sumársele más y más gente y un Gonsalves absolutamente entregado se desató en un histórico solo de seis minutos y medio que nunca, jamás, podrá mejorarse. Al final de la canción una enfervorizada multitud de miles de personas (en su mayoría adultos blancos de clase acomodada) se arremolinó alrededor del escenario pidiendo más de lo mismo. Desoyendo los frenéticos ruegos del promotor Wein y del personal de seguridad, que temían un tumulto, Duke les regaló media hora de bises. Fue el mejor momento de su carrera.

Aquello era justo lo que necesitaba la banda para subirse de nuevo a la cresta de la ola. La grabación del concierto se vendió como rosquillas, Ellington apareció en la portada de la revistaTime y recuperó el sitio en el Olimpo de los más grandes que le correspondía por derecho propio. Allí seguiría veinte años más, hasta su muerte: muchos más discos, conciertos por el mundo entero y todo tipo de galardones.

Otra característica histórica de este concierto es el disco que se editó con el registro del mismo. La Columbia tenía los derechos sobre la música de Duke en aquellos años. La grabación en vivo que se intentó hacer aquella noche fue tan espantosa, que editaron un disco con grabaciones de estudio realizadas un par de días después. Para que no se notara, añadieron aplausos al final, y agregaron las presentaciones de Duke. Hay disparidad de criterios si fue decisión del propio Ellington, descontento con la calidad de la grabación del concierto o fue decisión de la discográfica.

En 1996 se descubre, perdida entre los archivos de la emisora The Voice Of América , que retransmitió el concierto en directo, que había una grabación completa del mismo. En 1999 reeditan (ya en formato CD) «Ellington at Newport» en una nueva versión, llamada «Complete», que suman a los temas de estudio grabados en su día, los verdaderos de aquella increíble noche, remasterizados, y sobretodo, auténticos.

Enlace al Álbum Completo

Duke Ellington con Paul Gonsalves (Crescendo+Diminuendo in Blue) Tv Reino Unido

Breve Documental sobre el Concierto

 

Nirvana (Nervermind) 25º Aniversario

Al cumplirse el veinticinco aniversario de la edición de esta obra fundamental de Nirvana, nos damos cuenta que alteró muchas normas. “Nevermind” fue un signo de que los tiempos estaban cambiando: una ola de alternativismo se cernió sobre el mundo de la música y valores como “independencia” cobraron un nuevo sentido al extenderse como una fiebre entre los seguidores de la música y entre los que la intentaban vender desde las discográficas.

El segundo de los tres discos de Nirvana supuso su gran salto a la fama mundial, convirtiéndoles en el principal referente de un movimiento musical que se venía gestando desde finales de los ochenta en el estado de Washington, con Seattle como epicentro. Lo curioso del asunto es que para dar dicho salto, la banda decidió romper lazos con Sub Pop, sello a través del cual lanzaron su explosivo debut y que era el referente del momento en lo que grupos grunge se refería.

David Grohl,  Kurt Cobain y  Krist Novoselic

Nirvana era una banda de Aberdeen, Washington, formada por Kurt Cobain y Krist Novoselic, que había firmado con el sello independiente de Seattle Sub Pop. La banda lanzó su álbum debut “Bleach” en 1989, con el batería Chad Channing. Sin embargo, Channing dejó Nirvana en 1990 y la banda comenzó a buscar un nuevo miembro que se hiciese cargo del puesto de manera permanente. Tras ver un concierto de la banda de hardcore punk Scream, el batería del grupo, Dave Grohl, impresionó a Cobain y Novoselic. Cuando Scream se separó inesperadamente, Grohl contactó con Novoselic, viajó a Seattle y fue invitado a entrar en Nirvana. Novoselic dijo en retrospectiva que cuando Grohl entró en la banda todo “quedó en su sitio”.

Tras su debut, “Bleach”, Nirvana ficha por una multinacional, Geffen. Con un presupuesto exiguo para lo acostumbrado en su discográfica, 60.000 dólares, entran a grabar su segundo disco en los estudios Sound City, en el Valle de San Francisco, con Butch Vig como productor. Nadie podía intuir siquiera el gran éxito que tendrá aquel disco y cómo cambiará la historia del rock al popularizar el grunge y conseguir que durante unos años discográficas y una buena parte del público presten atención a la música que sale del espectro más underground.

«Nevermind» se lanzó el 24 de septiembre de 1991. Las tiendas estadounidenses de discos recibieron un total de 46.251 copias iniciales, mientras que 35 000 unidades fueron enviadas al Reino Unido, donde «Bleach» había tenido un importante éxito. El sencillo principal «Smells Like Teen Spirit» fue lanzado el 10 de septiembre con la intención de construir una sólida base entre los seguidores del rock alternativo, mientras que «Come As You Are» sería la canción que lograría ganar mayor atención en el público. La banda se embarcó en una pequeña gira por el país cuatro días antes del lanzamiento para promocionar el álbum. Geffen Records esperaba que «Nevermind» vendiese cerca de 250.000 copias, que fue la misma cifra que el sello consiguió con el debut de Sonic Youth en Geffen, «Goo».

«Nevermind» se convirtió en Nº 1 el 11 de enero de 1992, reemplazando a Michael Jackson de lo más alto de la tabla. En aquel momento, «Nevermind» había conseguido vender 300.000 copias a la semana. El álbum recibió el disco de oro y platino por la Recording Industry Association of America en noviembre de 1991 y recibió el de diamantes (Diez millones de copias) en marzo de 1999.

La portada del álbum muestra a un bebé buceando hacia un billete de un dólar que prende de un anzuelo. Según Cobain, tuvo la idea cuando se encontraba viendo un programa de televisión sobre nacimientos bajo el agua con Grohl. Cobain se lo mencionó al director artístico de Geffen, Robert Fisher. Este encontró varias imágenes impactantes sobre estos nacimientos bajo el agua, pero eran demasiado gráficos para la compañía discográfica. Además, la casa de valores que controlaba la foto de un bebé nadando pidió 7 500 dólares al año por su uso, así que en lugar de adquirirla, Fisher envió un fotógrafo a una piscina para bebés para tomar fotos. Se consideraron cinco fotos y la banda se quedó con una instantánea de un bebé de tres meses de edad llamado Spencer Elden, el hijo del amigo del fotógrafo, Rick Elden. Sin embargo, aún existían algunos inconvenientes para la discográfica, ya que el pene del bebé sea veía perfectamente en la imagen. Geffen preparó una portada alternativa sin el pene, porque temían que pudiese herir al público, aunque cedieron cuando Cobain dejó claro que el único compromiso que aceptaría sería una pegatina que cubriese el pene y en la que pudiese leerse: «Si esto te ofende es que eres un pedófilo encubierto».

Michael Azerrad explicó en su biografía de Nirvana, «Come as You Are: The Story of Nirvana», en 1993, que «Nevermind» marcó la aparición de una generación de seguidores de música veinteañeros en un clima dominado por la generación que les precedía. Azerrad añadió: «Nevermind vino en el momento exacto. Era música por, para y sobre un nuevo grupo de jóvenes que habían sido pasados por alto, ignorados o con los que se había sido condescendientes». 

El disco fue incluido en el  puesto Nº 17 de la lista de la revista Rolling Stone de los 500 mejores álbumes de la historia. Time, mediante su periodista Josh Tyrangiel, aseguró que era «el mejor álbum de los noventa» en su lista de 2006 de «Los mejores 100 álbumes de la historia». En 2005, la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos añadió «Nevermind» al Registro Nacional de Grabaciones, que reúne grabaciones de sonidos «cultural, histórica y estéticamente importantes» del siglo XX.

En resumen, este álbum marcó la década de los noventa. Fue el equivalente a una revolución, y no por crear un estilo, sino por adoptar una actitud. Cobain encabezó esta majestuosa manifestación, lo hizo con un estilo muy peculiar de cantar, de gritar, de tocar la guitarra. Nirvana se convirtió en el estandarte mundial de toda una generación que encontraron en Cobain, al ser honesto, atormentado y auténtico, al artista en quien verse reflejados. Cobain supo tomar lo básico del punk y lo estético de tantos y tantos guitarristas, para agregar su crudeza y pesimismo en cada acorde y en cada resquicio. «Smells like teen spirit», «Come as you are», «In bloom», «Territorial pissings» y «Drain you» son algunas de las genialidades incluidas en este gran álbum, uno de los mejores de todos los tiempos.

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DOCUMENTAL SOBRE LA HISTORIA DEL DISCO

The Alan Parsons Project (Tales of Mystery and Imagination) 40º Aniversario

«Tales of Mystery and Imagination» es el disco debut de The Alan Parsons Project, publicado en 1976. El concepto del álbum gira en torno a la obra del escritor Edgar Allan Poe a través de siete canciones, centrados en sus relatos de misterio y sus poemas.

En 1975, Alan Parsons, un ingeniero de sónido que había trabajado con The Beatles en la grabación del álbum «Abbey Road» y posteriormente en el extraordinario «Dark Side of the Moon» de Pink Floyd (ganó un Grammy con este trabajo y no es para menos.). Parsons rumiaba la posibilidad de no limitarse “simplemente” a la producción y adentrarse en terrenos de la composición musical. Para ello, se alía con Eric Woolfson, compositor y mánager de algunos artistas de la década que por aquel entonces estaba trabajando en un proyecto musical basado en los antes mencionados cuentos de misterio y poemas de Edgar Allan Poe.

Alan Parsons trabajando en el estudio (1976)

La conexión fue perfecta, por un lado el refinamiento sonoro y técnico en la calidad de grabación que consiguió Parsons. Por el otro, unas composiciones musicales de un nivel de calidad pasmoso proporcionadas por Woolfson. Más tarde se uniría al proyecto el arreglista Andrew Powell con sus poderosos tintes de orquesta sinfónica que le da al trabajo una dimensión más épica todavía. Mencionar también el espectacular desfile de músicos que hay en el trabajo, desde los cantantes como Arthur Brown o John Miles y sobre todo los integrantes del grupo Pilot con los que Parsons había trabajado: David Paton al bajo, Stuart Tosh a la batería o el elegantísimo, enorme e infravalorado guitarrista Ian Bairnson.

Es toda una experiencia escuchar este álbum e incluso me atrevería a decir que esta sensación responde a algo totalmente premeditado por parte de sus creadores, Alan Parsons y Eric Woolfson. Considerado por la crítica y el público en un rango entre «esencial» y «excelente», que no es decir poco, en aquella época de obras maestras.

Es cierto que, a su publicación en 1976, no tuvo una masiva acogida por parte del público, tal vez por exigir del oyente un avanzado nivel cultural y un refinado gusto musical; esto sin embargo, fue muy apreciado en cambio por la crítica, que sí fue capaz de valorar el trabajo en su justa medida.

Alan Parsons, Eric Woolfson y Andrew Powell

‘Tales Of Mistery And Imagination’ es un viaje fascinante por algunas de las obras más famosas de Edgar Allan Poe. Con el uso de sintetizadores, batería y guitarras, Parsons consigue dar a la música los efectos terroríficos propios de las obras de Poe. El instrumental “A Dream Whithin a Dream” cuenta con la narración de Orson Welles por encima de los teclados y las guitarras. El EMI vocoder es utilizado en “The Raven” con el coro de niños del Westminster City School, lo que añade una sensación claustrofobia al tema. La experiencia de Parsons en la producción inunda el álbum, desde ‘(The System of) Doctor Tarr and Professor Fether” a “The Tell-Tale Heart”, con esa percusión que imita los latidos de un corazón.

“The Fall of the House of Usher” es un largo, pero deslumbrante tema, plagado de musicalidad y poderío orquestal, que mantiene el álbum en un nivel impresionante, mientras que el oyente se sumerge en su inquietante atmósfera. Con los vocalistas Terry Sylvester, John Miles, y Eric Woolfson planeando por cada pista, esta variedad de diferentes estilos de voces da color al aire general del álbum. Sin haber ningún tema que sobresalga sobre los demás, Alan Parsons dibuja una imagen nítida de una de las más seductoras figuras literarias de la historia.

En definitiva, un disco excepcional. The Alan Parsons Project no volvieron a estar tan cerca de la perfección como en este disco. Todos los elementos están en perfecta armonía: un grupo de rock y orquesta en alternancia, recursos inusuales como disonancias, coros… y sus subidas y bajadas, hacen de él algo realmente apasionante de escuchar. Si no lo conocen, «Tales of Mystery and Imagination» es un disco que les sorprenderá y fascinará desde la primera escucha del mismo. Y si les pica la curiosidad y no han tenido oportunidad, lean los cuentos. No defraudan.

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Bill Evans (Sunday at the Village Vanguard) 55º Aniversario

Si existiera la máquina del tiempo, y preguntásemos a cualquier aficionado al jazz que concierto querría presenciar, estoy seguro que muchos nos daríamos cita en aquel lejano día del 25 de junio de 1961 en el mítico Village Vanguard de Nueva York, para presenciar la magia que se materializó allí a cargo del Trío de Bill Evans.

«Sunday at the Village Vanguard» es el testimonio imperecedero de un trío excepcional en el que todos sus integrantes tenían voz, voto y un lugar para expresarse; la piedra angular del trío de jazz moderno y una fuente de inspiración constante para generaciones de pianistas. Sin duda es uno de los discos más grandes de Jazz que vieron a luz.

Su aspecto era tan vulnerable, siempre con ese aspecto de científico chiflado, sus camisas oscuras, y su sempiterno cigarrillo pegado a los labios. Bill Evans venía de haber grabado uno de los discos más importantes de la historia de la música de todos los tiempos ( Kind of Blue): el único blanco en una banda de negros, algo que solo fue posible porque el jefe era Miles Davis, a quien importaba un bledo el color si el músico era bueno. Éste era excepcional. Se llamaba Bill Evans. Había nacido en New Jersey, hijo de un padre alcohólico que regentaba un club de golf y desaparecía por temporadas, y una rusa ortodoxa que sostenía el peso de la familia. En aquellos años finales de la década de los cincuenta ya era reconocido como uno de los mejores pianistas en el panorama del jazz.

Scott LaFaro, Bill Evans y Paul Motian

De pronto su destino se cruzó con el de Scott LaFaro, en la grabación de un disco de Chet Baker allá por 1957. LaFaro tenía apenas 23 años y tocaba el contrabajo casi como si fuera una guitarra; alguien a quien el propio Evans consideraba un caballo desbocado, del exceso de creatividad que derrochaba.

Evans buscaba formar un trío. Ya tenía el batería, Paul Motian, con el que ya había trabajado previamente en numerosas ocasiones. Pero en su modelo de trío el contrabajo debería tomar un papel protagonista, capaz de improvisar simultáneamente con él en lugar de aportar solamente una sólida base rítmica. LaFaro era el hombre. Grabaron juntos tres discos: «Portrait of jazz», «Explorations» y un disco de otro mundo, «Sunday at the Village Vanguard».

En 1961 el grupo actuó varias veces en el Village Vanguard, en pleno Greenwich Village, uno de los locales de referencia del jazz neoyorquino. Estaban tan pletóricos que Orrin Keepnews, productor de Riverside Records, intentó en varias ocasiones conseguir que grabaran algo de lo que interpretaban en directo. Aunque Evans solía intentar escabullirse (con el argumento de que no tenía nada nuevo que decir) al final consiguió su propósito el último día de su gira por el Vanguard, el 25 de junio de 1961. Además de las tres sesiones estándar de la noche, los domingos se incluía un par de pases de tarde. Evans sin embargo no era entonces ninguna figura capaz de agotar las entradas. No deja de ser triste escuchar en cada audición ese jaleo de vasos, risas y conversaciones que demuestran lo poco que importaba lo que allí se estaba creando a algunos de los clientes del local. El propio Evans llegó a decir: “tenían ganas de charlar. Yo me aislé de todo aquel ruido y me concentré más en la música”.

En el Village Vanguard, las características del arte de Evans se desarrollaron hasta la perfección y se muestran en toda su grandeza a través de todo el repertorio, desde las composiciones de LaFaro, «Gloria’s step» y «Jade visions», pasando por un original eterno de Evans, «Watz for Debby», que interpretaría durante toda su carrera , dos originales de Miles Davis, «Milestones» y «Solar» y algún standard como «Alice in Wonderland», «My Foolish Heart» o «My Romace», todos ellos transformados por el genio musical de Evans y su trío, por su sensibilidad única e irrepetible.

Tras acompañar a Stan Getz en el festival de New Port, diez días después de aquella memorable grabación en el Vanguard, Scott LaFaro regresaba a casa de sus padres en Geneva, en el estado de Nueva York. Su coche se salió de la carretera y se estrelló contra un árbol. Murió casi en el acto. Evans estuvo meses sin volver a tocar el piano. Muchos creen que nunca superó aquella pérdida.

Muchos pianistas han querido seguir la estela de Bill Evans, pero ninguno de ellos ha llegado a tener la habilidad de improvisar y penetrar el estado de ánimo del oyente para proyectar una calma sin igual.

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Marvin Gaye (What’s Going On) 45º Aniversario

Visionario de la música, y hombre capaz de aglutinar en su persona toda una revolución en la música negra. Su vida estuvo plagada de contradicciones, de luces y sombras, de fuerza y debilidad, de ángeles y demonios, de vida y muerte que le otorgó y quitó su padre. La leyenda de Marvin Gaye empezó a forjarse cuando se juntó a la Motown como batería para artistas del mítico sello de Detroit. Martha & The Vandellas, The Miracles, o un jovencísimo Stevie Wonder fueron algunos de esos grandes artistas que contaron con Marvin en la percusión. Su ambición y admiración por Sam Cooke lo impulsó a empezar su trayectoria en solitario que lo convirtió en el «Príncipe del Soul». Tras unos titubeantes comienzos, fue a finales de los años sesenta cuando logró el estrellato, siendo unos de los músicos que más dinero generaba, gracias en buena parte a sus duetos con artistas como Tammi Terrell.

Pero esas contradicciones personales de las que hablábamos al principio, lo llevaron a comienzos de los setenta, a un callejón cuya única salida fue una fuga sin mirar atrás, rompiendo con su imagen de soulman romántico, y asumiendo el control absoluto de su música a pesar del enérgico rechazo de Berry Gordy, dueño de la Motown. El resultado fue la realización de uno de los mejores álbumes de la historia de la música popular moderna, “What’s Going On”.

Una reflexión de todo lo que acontecía en una época convulsa; la guerra de Vietnam, la degradación medio-ambiental, la miseria de los ghettos, el deterioro social y la esclavitud de las drogas. Se convirtió en uno de los mayores éxitos de la Motown, y pionero en mantener una línea argumental de crítica social y de continuidad en las canciones. Fue su cima musical, y paradójicamente, el comienzo de su decadencia artística y emocional, cayendo en  diversas adicciones,  y finalmente, sumido en la precariedad económica.

Este álbum ocupó el sexto lugar en la lista de la revista Rolling Stone de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos publicada en 2005, y en 1999 una encuesta de críticos publicada por el diario británico The Guardian lo nombró como «El álbum más grande del siglo XX».

El terciopelo de sus melodías no esconde la visión áspera y desencantada que muestran sus letras. En definitiva, un disco imprescindible para todos aquellos que presumen de tener una buena discoteca, por muy corta y selecta que sea. Y para los que no presumen y sólo tienen unos cuantos discos, éste lo disfrutarán todos los días de su vida.

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The Beach Boys (Pet Sounds) 50º Aniversario

El dieciséis de mayo de 1966 se editó uno de los discos fundamentales en la historia de la música popular moderna. Es más, para muchos críticos y aficionados es sencillamente el mejor álbum de la historia.

Con esta entrada no pretendo descubrir nada nuevo sobre un trabajo tan mítico como este, sería muy pretencioso por mi parte. Mi objetivo es dar a conocer este disco, absolutamente imprescindible, a quién no lo conozca previamente.

¿Pero que tiene este álbum para tener la consideración que tiene?, sencillamente marcó un antes y un después en la historia de la música popular. El líder del grupo, el genial Brian Wilson, impresionado por el trabajo de The Beatles con su disco «Rubber Soul», editado a finales de 1965, decidió seguir por ese camino marcado por los Fab Four, y no solo seguirlos, sino superarles.

Todo parecía tranquilo en la casa de Brian Wilson. El grupo estaba de gira en Japón y, por primera vez en tres años, Brian tenía tiempo para sí mismo. El 6 de diciembre de 1965, un amigo llegó a casa con un disco bajo el brazo. Brian estaba disfrutando de una relajada velada con algunos amigos más. «Tienes que escuchar esto, Brian… es genial», dijo. «Está bien, ponlo»,contestó relajado el líder de los Beach Boys. Se acomodó en un sofá y hecho un vistazo a la portada… Allí estaban… Desafiantes… Aquellos ingleses parecían siempre tan seguros de sí mismos…»Rubber Soul».

«Desde que escuché los primeros acordes, me enamoré de este disco», recuerda Brian en una entrevista reciente, ” la primera vez que escuché «Michelle» me quede flipado…¡qué maravilla!, y «Girl», ¡qué canción tan increíble!, me volvió loco la forma de cantar de Lennon, sonaba fantástico (…). Mi favorita es «Norwegian Wood» y su misteriosa letra, tampoco puedo olvidar el sonido del sitar, nadie lo había usado antes…, esta exótica instrumentación me inspiró mucho. ¡Cuántas canciones fantásticas!. Es increíble, nadie había hecho un disco en que todas las canciones fueran tan buenas, y esas letras tan increíbles… Es el mejor disco de todos los tiempos, no creo que “Pet Sounds” fuera mejor, es mi disco preferido”. Algunos modestamente no compartimos esa opinión.

”Voy a grabar el mejor disco de todos los tiempos” repetía Brian de forma obsesiva  a su mujer. Tenía que hacerlo. Ese «Rubber Soul» era fantástico pero se veía con fuerzas para hacerlo. Un disco lleno de canciones buenas, sin relleno. Podía hacerlo. Lennon y, en especial, McCartney (por el que tenía predilección) eran buenos compositores de melodías. Los Beatles dejaban de ser estrellas del rock para convertirse en artesanos. Pero él podía igualarlos o, porque no, superarlos. Estaba convencido, aceptaba el reto.

No obstante, sabía que podía con la música. Ni la composición ni la producción le asustaban. El problema lo tenía con las letras. No se sentía capaz de igualar los textos de Los Beatles (muy influenciados en esa época por Dylan). Necesitaba a un letrista capaz de traducir en versos la música que tenía en la cabeza y recordó a un publicista y poeta que un amigo común le había presentado meses atrás. Se habían caído bien y a Brian le gustaban sus textos poéticos. Era Tony Asher.

Brian Wilson With Tony Asher Pet Sounds

Cuando Asher recibió la llamada, que en principio confundió con una broma, aceptó de inmediato y se trasladó a la vivienda de Brian. En enero de 1966, empezó a trabajar en las canciones que acabarían siendo «Pet Sounds». Trabajaron de forma muy espontánea, Brian tenía la melodía y alguna idea general sobre lo que quería expresar (en pocas ocasiones siquiera tenía una frase), Asher iba cogiendo notas mientras Brian tocaba el piano y cantaba. Al día siguiente, aparecía con un borrador de letra que, entre ambos, terminaban de pulir. Otras veces se sentaba y empezaba a buscar sus “feels”, fragmentos musicales que transmitían emociones y que iban formando, poco a poco, canciones.

”Todo era un poco caótico”, recuerda Asher, ”el comportamiento de Brian era extraño, era capaz de interrumpir una sesión de trabajo para ver un episodio de una serie de televisión». Las rarezas de Brian se multiplicaban por aquel entonces. Normalmente era muy divertido y sus locuras resultaban muy cómicas pero, en ocasiones, empezaba a ser preocupante. Era habitual que se emocionara tanto con su música que acabara acurrucado en una esquina de la habitación llorando a lágrima viva. Como bien le definiría el propio Asher ”Brian es un músico genial, pero sólo es un aprendiz de ser humano”.

En la grabación del álbum es obligado destacar la fantástica labor de “La Cuadrilla de Demoliciones”, o como se les conocía en la Costa Oeste, la «Wrecking Crew». Suele olvidarse que todo un equipo de músicos de sesión de primer nivel ejecutó magistralmente las ideas locas y casi imposibles de Brian, encontrando el ansiado “tono” que el buscaba. A principios de los sesenta, la escena musical de California estaba repleta de instrumentistas sobresalientes que trabajaban en los estudios de cine, televisión y discográficos de Hollywood. Muchos tenían formación clásica mientras que otros podían estar especializados en acompañar a cantantes de country, pop, rock o jazz. De esta reserva era de donde Phil Spector escogía a los miembros de su banda para cada sesión. Brian haría lo mismo.

«Pet Sounds» es la cima de una mente creativa en ebullición que, más allá de guitarras y teclados, quería usar violines, vientos, percusión de todo tipo, un «theremin» y hasta ladridos de perros y timbres de bicicletas.

El resultado fue una joya de pop sofisticado, una maravilla melódica que combinaba una orquestación multicolor, con la psicodelia llamando a la puerta, y por supuesto. con las siempre pluscuamperfectas armonías vocales de The Beach Boys.

Frente a las radiantes canciones características del grupo desde sus comienzos, «Pet Sounds» era un disco melancólico, adulto, agridulce. También las letras crecieron. La espléndida «Wouldn’t It Be Nice», que daba comienzo al disco, dibujaba a una pareja suspirando por casarse y vivir juntos; «I’m Waiting For The Day», cuya música podía ser la más alegre del mundo, contaba la desoladora historia de una chica que acaba de romper con su pareja y de otro chico dispuesto a esperarla hasta «el día que pudiera volver a amar».

La calidad de «Pet Sounds» no bajaba ni un segundo y cada tema superaba al anterior. Todas eran auténticas cumbres del pop, pero fue la romántica y lírica «God Only Knows», una obra maestra para la posteridad, la que resumió todos los logros de un disco insuperable.

Los críticos aplaudieron a «Pet Sounds», pero el disco no se vendió bien en Estados Unidos. Tuvo más éxito en Reino Unido y The Beatles reconocieron sin excusas su influencia en «Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band» de 1967. Paul McCartney, cuya canción favorita es «God Only Knows», declaró que nadie está formado musicalmente si no conoce «Pet Sounds»

Brian Wilson y Paul McCartney

Wilson sabía cuál era el camino a seguir y poco después compuso «Good Vibrations», un single impresionante y que iba a preceder al disco definitivo de The Beach Boys, «Smile».

Entonces Wilson se sumió en el abismo. Problemas mentales y depresiones, adicciones a las drogas y una grabación interminable provocaron la cancelación de «Smile», que se convirtió en un disco maldito, y el comienzo del declive de The Beach Boys, justo cuando la música entraba en una etapa de total experimentación.

Cincuenta años después, Brian Wilson se encuentra de gira por todo el mundo tocando «Pet Sounds» de principio a fin «por última vez», la mejor despedida para la más preciada obra de un genio único e inigualable.

The Beach Boys (God Only Knows) 1966

Enlace al Álbum Completo

Brian Wilson (Pet Sounds Live in London) 2002