ENTRADAS (6 €): a partir de una hora antes del concierto en taquilla 50% de descuento: miembros la Comunidad Universitaria, previa presentación del carné universitario y DNI
«Got Dressed Up to Be Down», el álbum publicado en octubre del 2016 por el cantante country de St. Louis Jack Grelle, dibuja una imagen de la verdadera Americana variada y profunda. Esculpido en gran parte por el honky-tonk de los años 70, el álbum, a través de diversas influencias tales como cajun, tejano, rock & roll y folk, interpreta apasionadamente estos sonidos clásicos. Las canciones están cuidadosamente elaboradas con colaboraciones de otros músicos, incluyendo al South City Three (Pokey LaFarge) y John Horton (The Bottle Rockets). Y se pueden disfrutar de arreglos de pedal Steel, piano, violín y armónica.
La capacidad de Jack para viajar por este género es un testimonio de la urgencia e inquietud de su arte. Este espíritu errante le ha llevado a más de 13 países y 3 continentes con itinerarios de gira que promedian 150 conciertos al año. Ha compartido escenario con Joe Ely, Billy Joe Shaver, Chris Stapleton y Pokey Lafarge. LaFarge, que personalmente invitó a Grelle a abrir sus conciertos muchas veces, se refirió a Jack como «poeta del medio oeste» y «un hombre renacentista atemporal». Jack también ha disfrutado de la oportunidad de juntarse con Dale Watson and his Lonestars.
El nuevo álbum de Grelle pasa del vals al two-steps y al rock, y el conocimiento y la inteligencia en sus letras siguen siendo coherentes. Las canciones de Jack van desde los tema celebrando la vida de su recientemente fallecida abuela hasta un romance en SurAmérica y muestra una integridad y valor que reflejan su educación punk rock abordando temas como la libertad en la feminidad y la tragedia de asesinatos policiales que asolan a la comunidad afroamericana.
Jack es un artista fuerte e idealista que no acepta limitaciones. Estas cualidades recientemente lo llevaron a salirse de su rol normal cuando montó una banda de acompañamiento para recorrer el Medio Oeste con los Lavender Country de Patrick Haggerty, un activista por los derechos de los homosexuales que hizo el primer álbum country gay del mundo. El impulso de Grelle lo conduce continuamente a nuevos desafíos, y él supera constantemente las expectativas. Con un nuevo álbum potente y unas cuantas fechas de su gira, Grelle está preparado para nuevos horizontes y más allá.
El pasado 17 de enero, la reina indiscutible del pop francés cumplió 75 años. Françoise Hardy, con más de 55 años de carrera a sus espaldas, ha sido siempre el referente femenino de la canción popular francesa.
Sin lugar a dudas, Françoise fue la artista más talentosa del movimiento yé-yé. Un ícono de los años sesenta, que era, en muchos aspectos, lo opuesto a la época inquietante, desordenada y tumultuosa en la que floreció. Nunca ha estado muy segura de su voz, pero su forma de cantar, manteniendo siempre un estilo sobrio, nos conmueve con su suavidad, timidez, elegancia y romanticismo. Que sea mundialmente famosa no es una coincidencia: pocos artistas pueden presumir de haber podido escribir tantas melodías habitadas de una belleza tan pura, que a veces resulta casi inverosímil.
Françoise Hardy sigue siendo una especie de enigma, una cantante que aún no está convencida de su singular don y del efecto que ha tenido en aquellos que cayeron bajo su hechizo. «Siempre me ha sorprendido mucho que mi voz conmueva a la gente, incluso a muy buenos músicos», dice. «Sé cuales son mis limitaciones, siempre las he tenido. Pero he elegido con cuidado. Lo que una persona canta es una expresión de lo que es. Por suerte para mí, las canciones más hermosas no son canciones felices. Las canciones que recordamos son las canciones tristes y románticas».
Fotografía: George Harris
Tanto por sus canciones nostálgicas, impregnadas de esa melancolía tan bella como casi enfermiza, su voz suave y su físico angulosamente hermoso, el público siempre quedó fascinado por lo que escondía su interior, misterioso y aparentemente fuera de lo común. Hardy, con todas sus evoluciones, ha sido una artista única e irrepetible.
Françoise Madeleine Hardy nació el 17 de enero de 1944 en París. Ella creció con su hermana Michèle, dieciocho meses más joven en un apartamento en el noveno distrito. Su madre las cría sola, con su sueldo de contable. Su padre no vive con ellas. Los visita dos o tres veces al año y paga la manutención de los hijos muy raramente. Las únicas personas con las que se relaciona la joven Françoise, son sus abuelos maternos que tienen una casa en Aulnay-sous-Bois.
Vive en un mundo agobiante y represivo. Encuentra en la música su válvula de escape. Lo único que le interesa en la vida es escuchar música. Desde las operetas con Georges Guétary, que adora desde una edad temprana, hasta el pop de Paul Anka o el ídolo de la chanson Charles Trenet. Ella retoma y canta en su habitación los éxitos de sus ídolos.
Sacha Distel y Françoise Hardy (1963). Fotografía: Albert Courand / INA
Después de haber completado con éxito el bachillerato, su padre le regala una guitarra. Comenzó a hacer canciones y se inscribió en el Petit Conservatoire de la chanson de Mireille Hartuch, una escuela de canto muy conocida en los años sesenta.
A pesar de su gran timidez y falta de confianza, se atrevió a asistir a una audición abierta organizada por Pathé Marconi, el primer sello discográfico de Francia. «Es difícil de explicar, pero aunque no creía que fuera muy buena, de alguna manera necesitaba que eso se confirmara. Necesitaba que me dijeran que debía rendirme. Además, sabía que si no aprovechaba esta oportunidad, por muy humillante que fuera el resultado, lo lamentaría por el resto de mi vida. Así es como encontré el coraje para ir».
La audición no fue un éxito, pero tampoco fue el fracaso que ella anticipó: «Me fui tan contenta de no haber sido expulsada rápidamente». Perseveró, asistió a otras audiciones y poco después, en 1961, le ofrecieron un contrato con el sello discográfico Vogue. Su sesión inicial de estudio duró menos de cuatro horas y produjo cinco canciones terminadas. Para su horror, el sello eligió una composición pop, «Oh oh chéri», compuesta por el equipo de composición de Johnny Hallyday, como la cara A de su single debut.
Paco Rabanne, Françoise Hardy (con el mítico vestido del diseñador), Salvador Dalí y Amanda Lear (19/Mayo/1968). Fotografía: REPORTERS ASSOCIES / Gamma-Rapho
Pero el verdadero reconocimiento del público llegará la noche de la elección presidencial de octubre de 1962. Durante la espera de los resultados, Françoise interpreta «Tous les garçons et les filles». El tema impacta enormemente, vendiendo más de dos millones de copias, convirtiéndola en la estrella del pop más grande de Francia de la noche a la mañana.
En 1963, su frustración con la naturaleza impuesta del pop francés fue tal, que insistió en grabar en Londres. Allí, encontró a un productor, Charles Blackwell, y un grupo de músicos de sesión que escucharon lo que tenía que decir. «Fui feliz desde ese momento», dice ella. «Tenía la libertad de hacer otro tipo de música, no esta música mecánica en la que había quedado atrapada».
Françoise Hardy jugaba, posiblemente, en una liga propia. Hardy se separó de sus contemporáneos, tanto musical como visualmente. Las canciones de sus compañeros «yé-yés» tenían una exultante alegría de vivir y una exuberancia única. Por el contrario, incluso los números más optimistas de Hardy, tenían una calidad más madura y serena, que coincidía con su imagen más equilibrada.
Pero ella era más que un fenómeno adolescente: sus fans incluían a los Beatles, el trompetista de jazz Miles Davis y Mick Jagger, quien la declaró su «mujer ideal». Mientras que Bob Dylan le dedicó un poema en la cubierta de su álbum de 1964 «Another Side of Bob Dylan».
En 1963, durante una sesión de fotos, Hardy conoció y se enamoró de Jean-Marie Perier, un fotógrafo que decidió cambiar su imagen tímida por algo más mundano, elegante y sofisticado. William Klein y Richard Avedon también la fotografiaron para Vogue y muchas otras publicaciones. Su rostro apareció en el Paris Match tan regularmente que se convirtió en la chica de portada francesa de los años sesenta. Françoise recientemente le dijo al New York Times, que era muy consciente de que la prensa extranjera en ese momento estaba más interesada en la forma en que se vestía que en sus canciones. André Courrèges y Paco Rabanne estaban entre los modistos que la vestían. Pero ella siempre tuvo una preferencia por el traje «Le Smoking» de Yves Saint Laurent.
En 1962 aparece su primer larga duración. «Tout le Garçons et les filles» es un álbum muy completo que rápidamente se convirtió en un clásico. Incluía temas como «Ton Meilleur Ami», «Oh Oh Chéri» o «Le temps de L’Amour», maravillosas melodías inteligentemente arregladas. Esta misma línea musical continuó con «Le premier bonheur du jour» (1963), «Mon amie la rose» (1964), «L ‘Amitié» (1965) y «La maison ou j’ ai grandi» (1966).
Françoise Hardy y Jacques Dutronc (1967). Fotografía: BESTIMAGE
La participación de Hardy en sus discos no solo se ha limitado a componer la mayoría de sus canciones, sino que siempre ha tomado parte activa en la producción y los arreglos, a pesar de haber trabajado con nombres tan importantes en la música francesa y europea como Serge Gainsbourg, Jean-Pierre Sabar, Charles Blackwell, John Paul Jones, Arthur Greenslade o el guitarrista Mickey Baker, su estilo personal siempre prevaleció en su trabajo.
Con el lanzamiento del LP «Ma Jeneusse fout le camp» en 1967 cambiaron muchas cosas en la vida de Hardy. Aunque este álbum figura en el sello Vogue, (el distribuidor del álbum), fue el primer lanzamiento de Productions Asparagus, la productora de Françoise. Asparagus fue un movimiento de Françoise para tomar un papel más activo en las decisiones de su carrera y en la producción de su material. Pero fundamentalmente, fue bien titulada, «Ma jeunesse fout le camp» («mi juventud se ha ido») era una despedida del sonido de su etapa anterior.
Yves Montand y Françoise Hardy fotografiados durante el rodaje de la película «Grand Prix» en Londres (1966). Fotografía: KEYSTONE-FRANCE / Gamma-Rapho
En lo personal, ella rompió su relación con Perier y comenzó un romance con el cantante Jacques Dutronc. La pareja terminó formalizando su relación y tuvo un hijo, Thomas. Mientras Hardy publicó uno de los mejores álbumes franceses de la década de los sesenta, «Comment te dire adieu», que salió a la luz en 1968.
En 1970, cambiaría de sello discográfico, fichando por Sonopresse. Con él editó «Soleil», que logró un gran éxito en su época. Un álbum hermoso, inmaculadamente orquestado, con un aporte considerable del guitarrista Micky Jones y el batería Tommy Baker, quien ayudó a organizar y producir el álbum. Hardy escribió solo la mitad de las canciones, pero toda la música está en consonancia con su estilo personal.
ENTRADAS (6 €): a partir de una hora antes del concierto en taquilla 50% de descuento: miembros la Comunidad Universitaria, previa presentación del carné universitario y DNI
Hablar de la música de Junior Mackenzie no es tarea fácil, es un proyecto que fluye desde la actividad creativa de un único individuo hasta alcanzar la globalidad de un colectivo. Un arquitecto sónico que construye castillos con ladrillos de folk, rock, blues o jazz bebiendo de las aguas de la música de raíces norteamericana. No importa quién es el creador, la realidad última es la materialización de la canción. Porque eso es la esencia de Junior Mackenzie, las canciones.
Tras las buenas críticas cosechadas con sus anteriores trabajos y sus mini giras acústicas por Estados Unidos, “Files of Life” (2017) supone un paso más y una reinvención para un músico difícilmente encasillable estilísticamente que puede sentirse orgulloso de haber girado con The Kills y haber teloneado a grandes artistas internacionales como Frank Black, Richard Hawley o Zucchero entre otros, así como haber entrado a formar parte del cartel del prestigioso Festival Internacional de Benicassim su pasada edición.
En este nuevo Lp, Junior Mackenzie ha dado con dos buenas piedras de toque para seguir ampliando el ancho de banda de su música. Por un lado, ha contado con la coproducción de Dani Castelar, ingeniero de sonido conocido por sus trabajos con REM, Editors o Snow Patrol. Y, por si fuera poco, ha fichado por la agencia de contratación norteamericana Atomic Music Group, compartiendo roster con artistas como The Bellrays, Nashville Pussy, Scott H. Birman, Supersuckers y Luke Winslow-King.
Con una instrumentación suntuosa, que combina con elegancia cuerdas y teclados con guitarras, y un marcado aire cinematográfico, estas nuevas composiciones llevan a Junior Mackenzie a espacios más abiertos y evocadores. Sin desprenderse de su forma doliente de masticar las letras, ni abandonar los terrenos pantanosos y polvorientos, pero imponiéndose cada vez más las luces a las sombras. No es de extrañar que haya sido seleccionado como uno de los mejores álbumes del 2017/2018 por la prensa especializada.
Junior Mackenzie ha encontrado definitivamente su voz y su sonido en «Files Of Life». En plena madurez, con un buen puñado de canciones, cosas que decir y un sonido cuajado y pletórico de matices.
Hace 55 años, el saxofonista Stan Getz colaboró con el cantante y guitarrista brasileño Joao Gilberto, su esposa Astrud Gilberto y el pianista y compositor Antonio Carlos Jobim, para producir lo que yo llamaría el «álbum definitivo» del jazz brasileño.
Para aquellos que quieran familiarizarse con la belleza de esta fascinante fusión de sonidos, «Getz / Gilberto» es imprescindible, simplemente porque es una música atemporal interpretada por músicos atemporales en la cima de sus carreras. Este es también un álbum importante que definió una época y una cultura en la década de los sesenta, que exploraba y probaba cosas nuevas y emocionantes, como la fusión del Cool Jazz con melodías y ritmos brasileños.
La música en «Getz / Gilberto» también mostró que el jazz podría ser innovador y popular sin volverse demasiado abstracto. Era una música tranquila y fácil, con Stan Getz improvisando líneas geniales con su saxo y las voces de Joao y Astrud añadiendo una sutileza romántica a la música. Jobim puede parecer haber jugado un papel secundario en el álbum, pero este no se concibe si sus composiciones, como «So Danco Samba», «Corcovado» y el gran éxito «The Girl From Ipanema».
João Gilberto, Tom Jobim y Stan Getz. Fotografía: David Drew Zingg
Pero no fue el primer éxito de la bossa nova pasada por el filtro del jazz. El propio Getz y el guitarrista Charlie Byrd lanzaron «Jazz Samba» dos años antes, siendo el punto de partida del boom de la música brasileña en Estados Unidos.
Lo que es sorprendente es, cómo este remanente de una era, tan aparentemente identificado como un sonido plenamente sesentero, se siente completamente actual. No es solo que los músicos de jazz sigan tocando bossa nova hoy, cincuenta y cinco años después; es que esta música todavía suena moderna, hermosa, y sencillamente perfecta.
ENTRADAS (8 €): a partir de una hora antes del concierto en taquilla 50% de descuento: miembros la Comunidad Universitaria, previa presentación del carné universitario y DNI
En 1995, los tres hermanos José Manuel, Javier y Eva Tejedor comienzan una nueva etapa en su carrera musical, tras más de una década dedicados plenamente a la música tradicional de Asturias y tras haber conseguido más de una veintena de galardones en concursos tanto nacionales como internacionales. Tejedor comienza a componer su propio repertorio, parte básica ésta ya que sus discos se nutren prácticamente en su totalidad de sus nuevas composiciones.
En un primer momento forman un cuarteto como preámbulo a lo que sería su primer disco, Texedores de Suaños, grabado en 1999 y producido por el excepcional músico escocés Phil Cunningahm. Éste fue un debut discográfico lleno de talentos como Kepa Junkera, Michael McGoldrick, Chus Pedro, James MacKintosh (Shooglenifty), Duncan Chisholm (Wolfstone), Igor Medio…
En el año 2003 graban su segundo álbum, Llunáticos, coproducido por Tejedor y César Ibarretxe, contando con algunas colaboraciones como Kepa Junkera, Oreka TX, Igor Medio, Ibón Coterón, Lisardo Lombardía, James MacKintosh (Shooglenifty)…
En diciembre de 2006 se publica su tercer álbum, Música na Maleta, nuevo, fresco y ambicioso proyecto producido de nuevo por Tejedor y César Ibarretxe, contando en este caso con la presencia de Michael McGoldrick, John Joe Kelly (Flook), Faltriqueira, Niall Vallely, Ion Garmendia & Iñaki Plaza (Txalaparta), Igor Medio, James MacKintosh (Shooglenifty)…
En 2003 Tejedor recibe el Urogallo de Bronce que concede el Centro Asturiano de Madrid. Resulta finalista de los Premios de la Música 2004 en la categoría de Mejor Canción en Asturiano de 2003, con el tema “Andolina”. El 25 de mayo de 2004 el tema “Andolina” recibió el Premiu CPN al Meyor Cantar n’Asturianu de 2003, concedido por el Conceyu por la Normalización de la LLingua Asturiana. En 2006 reciben dos premios AMAS (premios de la música asturiana) por mejor canción y mejor álbum de música folk.
En los últimos años, Tejedor ha participado en los más prestigiosos Festivales Europeos (Festival Intercéltico de Lorient en 1999, 2003 y 2007, William Kennedy Piping Festival 2003 y 2005, Festival Celtic Connections 2001 y 2007, etc…), y ha realizado conciertos en Estados Unidos, Canadá, México, Venezuela, Francia, Italia, Portugal, Holanda, Bélgica, Escocia, Irlanda… Han teloneado a Van Morrison en Valencia y Gijón y a Sinead O’Connor en Lorient, además de haber colaborado en conciertos o grabaciones con infinidad de artistas como Phil Cunningahm, Kepa Junkera, Oskorri, Davy Spillane, Luar na Lubre, Michael McGoldrick, Carlos Núñez, Chus Pedro, Niall Vallely, Alasdair Fraser, Ella Baila Sola, Revolver, Víctor Manuel, El Sueño de Morfeo. Además, buen número de sus composiciones han sido versionadas y grabadas de nuevo por algunos de los grupos y músicos más prestigiosos del folk internacional como Sharon Shannon y Michael McGoldrick, The Tannahill Weavers, Gordon Duncan, Lunasa, Duncan Chisholm (Wolfstone), etc…
José Manuel y Javier, realizan su primera gran incursión en el mundo del cine, creando y grabando la banda sonora para la película La Torre de Suso estrenada en diciembre de 2007.
En junio de 2011 se publica Positivu, el cuarto disco de estudio Tejedor, siendo éste el primer trabajo de la andadura en solitario de los hermanos José Manuel y Javier Tejedor. Un disco que cuenta con 7 temas instrumentales donde colaboran músicos del panorama musical nacional e internacional como Rubén Bada, Iñaki Plaza & Ion Garmendia, James MacKintosh, Niall Vallely, Fraser Fifield, Horacio García, Ramón G. Morán, Miguel Herrero, Rubén Álvarez, Alberto Ablanedo, Jesús Castro; y 5 cantares interpretados por algunas de las voces más importantes del Folk nacional como Guadi Galego, Chus Pedro o Silvia Quesada. A este elenco de artistas hay que sumar la voz de la cantante irlandesa Karan Casey.
José Manuel Tejedor es el gaitero más laureado y solicitado del Principado de Asturias. Sus trabajos y colaboraciones traspasan fronteras y estilos, así como sus composiciones, versionadas por los mejores intérpretes del universo del folk.
Esta es una forma rápida de definir a un músico con un Premio de la Música Nacional y triple ganador del Trofeo Macallan, además de liderar el grupo con más proyección del Principado durante los últimos 20 años y cuatro exitosos discos, esparciendo un estilo inconfundible con giras por todo el mundo.
Grabaciones y giras con bandas como El sueño de Morfeo, Melendi, Revolver, Ella baila sola y Celtas Cortos, además de más de una veintena de colaboraciones en discos y directos con artistas como Kepa Junquera, Skye Dance, Dave Spillane, Buille, Duncan Chisholm, Donald Show, Michael Mcgoldrick,… son una muestra de su trabajo. Compone la banda sonora de la película La torre de Suso (2007) de Tom Fernández, con Javier Cámara, Gonzalo de Castro y Emilio Gutiérrez Caba, entre otros.
Ahora llega para presentarnos su último trabajo «Miraes», donde nos deja ver su lado más personal a través de nuevas composiciones. Gaitas, wistles, violín, piano, bouzuki, guitarras y percusiones. Todo ello aderezado con un toque actual definiendo este nuevo sonido
Retrato de Enrique VIII (1540) por Hans Holbein el Joven
Enrique VIII fue un verdadero príncipe renacentista. Fue educado en los clásicos, y habló y escribió en varios idiomas con fluidez, incluido el latín. Estudió filosofía y religión, y con frecuencia tuvo debates acalorados con los pensadores de la época. En su juventud fue un auténtico atleta y era experto en las artes de la guerra. Escribió prosa y poesía. Pero su verdadera pasión siempre fue la música.
Enrique VIII es uno de los personajes históricos más conocido, incluso para un público poco conocedor de los entresijos de la historia. Su peculiar vida, en especial su agitada vida amorosa, con seis matrimonios a sus espaldas, ha sido ampliamente difundida en la literatura, en el cine y en la televisión. Pero probablemente un aspecto menos conocido de este colorido personaje, fue su habilidad como músico y compositor.
Nacido en 1491, Enrique recibió una excelente educación por parte de los tutores más destacados de la época. Sagudino, el embajador de Venecia, le describe así: “Habla francés, inglés y latín, y un poco de italiano, toca bien el laúd y el clavicordio, canta leyendo de libro, tensa el arco con más fuerza que cualquier hombre de Inglaterra y justa de maravilla”.
Pronto desarrolló un amor, que sería de por vida, por escuchar, interpretar y componer música. Era muy respetado como músico y era un cantante muy competente. Consiguió reunir en torno a él a muchos de los mejores músicos y compositores, que se sintieron atraídos por este centro de cultura musical, algunos provenientes de otras partes de Europa. En el apogeo de esta comunidad musical, Enrique tenía casi cien músicos y compositores a su entera disposición. Estaban muy organizados, turnándose para proporcionarle al Rey una banda sonora casi constante en su día a día. Todo este despliegue entretendría su apetito aparentemente insaciable por la música.
Lo más fascinante era su capacidad compositiva. Escribió muchas piezas musicales, aunque lamentablemente parte de ellas se han perdido, incluyendo muchas de sus misas y canciones. Un testimonio de su capacidad como compositor es la popularidad con que disfrutaron algunas de sus piezas, que se extendió desde su corte, a través del reino hasta llegar al continente. Y no solo en vida. Algunas de sus canciones han pasado de generación en generación y aún hoy son conocidas e interpretadas frecuentemente.
Una extraordinaria colección de su música se conserva hoy en la British Library de Londres; El llamado «Cancionero de Enrique VIII». Este libro contiene más de 100 composiciones, 33 de las cuales fueron escritas por el propio Rey. Este manuscrito nos brinda una visión sorprendente del compositor en su progresión como tal, y nos lleva desde sus primeros trabajos de juventud, a sus composiciones extremadamente maduras y complejas de adulto.
Partitura original de «Pastime with Good Company», ubicada en la British Library (Londres)
En esta colección se encuentra el mayor “éxito” de Enrique, una canción escrita en 1509 poco después de su coronación, titulada «Pastime with Good Company». Tan popular fue esta melodía tan pegadiza, que se popularizó fuera de la corte y se difundió rápidamente, convirtiéndose en un éxito nacional. La gente lo cantaba en las calles y en las tabernas y en poco tiempo viajó al resto de Europa. También soportó el paso del tiempo, transmitiéndose oralmente a las generaciones posteriores.
La canción también ha sido objeto de numerosas versiones contemporáneas en los últimos tiempos. Renombrada como “Past Times with Good Company”, se incluyó en el segundo álbum del grupo Blackmore´s Night. Esta banda fue creada a finales de los años noventa por el guitarrista Ritchie Blackmore, miembro que fue de Deep Purple y Rainbow. Dicho grupo practica un folk rock de inspiración renacentista y medieval.
La canción también fue interpretada por la banda Jethro Tull, fruto sin duda del enorme interés que siempre demostró su líder Ian Anderson en el folk inglés. Esta canción aparece en la remasterización realizada en 2004 del álbum de 1979 “Stormwatch”. En este caso, la canción se conoce como “King Henry’s Madrigal”.
El «Thriller» de Michael Jackson (1983) sigue siendo el vídeo musical más popular de todos los tiempos: una parodia de los clásicos del terror de 14 minutos de duración, que cambió el negocio musical para siempre. Fue estrenado en España dentro del programa especial de Nochevieja de 1983. 35 años después sigue siendo insuperable.
Fue el vídeo de «Thriller» lo que empujó a Jackson a la cima, consolidando su posición como el Rey del Pop. «Thriller» fue el séptimo y último single y tercer vídeo (después de «Billie Jean» y «Beat It») que se lanzó desde el álbum del mismo nombre, que ya llevaba casi un año en las listas desde su lanzamiento, en noviembre de 1982. La frenética recepción del vídeo, provocada por las exhibiciones continuas en la MTV, llevaría al álbum homónimo a los libros de registro como el disco más vendido de todos los tiempos, una distinción que mantiene todavía hoy.
Más que cualquier otro artista, Jackson marcó el comienzo del apogeo del video musical, demostrando su poder de promoción, elevando el nivel creativo y allanando el camino para una mayor aceptación de los músicos negros
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John Landis y Michael jackson en el rodaje de «Thriller». Fotografía: Sony
John Landis estaba en Londres en 1983 cuando Michael Jackson llamó para preguntar si estaba interesado en hacer un vídeo para «Thriller», la canción principal del álbum que había lanzado poco menos de un año antes. Al parecer, sin darse cuenta de la diferencia horaria, Jackson había llamado a las 2 de la madrugada, hora del Reino Unido y el director, adormilado, tuvo que fingir el conocimiento de la canción, que no había escuchado. Jackson, por su parte, no había visto las películas de Landis, excepto una, quería a Landis por «Un hombre lobo americano en Londres». Landis dijo que haría el vídeo si pudiera ser un cortometraje, y Jackson aceptó la idea. La película de 14 minutos acabó convirtiéndose en mucho más que un clip promocional, fue, y sigue siendo, un fenómeno cultural. En 2009, se convirtió en el primer vídeo musical que se incorporó al Registro Nacional de Películas de la Biblioteca del Congreso.
«Thriller» fue un evento incluso cuando se filmó en octubre de 1983. El 21 de noviembre, se mostró al público por primera vez. Para ser elegible para los Oscar, se necesitaba un estreno de una semana, por lo que Landis hizo los arreglos para que se hiciera en un solo cine en Los Ángeles. Y luego, en la medianoche del 2 de diciembre, después de semanas de avances y expectación, la MTV lo mostró al mundo por primera vez.
Sin embargo, no se esperaba que el vídeo de «Thriller» fuera tan caro: 900,000 dólares, para pagar no solo la filmación y los efectos, sino 10 días de ensayos de las coreografías del vídeo, Landis y Jackson tenían que encontrar una manera de financiarlo. Fue el productor de Landis, George Folsey Jr, quien se le ocurrió la idea de la realización de un documental con el making of del vídeo, que podría venderse a las diferentes cadenas para su emisión. MTV y Showtime adquirieron los derechos del documental, Jackson se hizo cargo de los costos iniciales y el vídeo pudo seguir adelante. Cuando se lanzó el documental en VHS, que se vendió por 29.95 dólares, produjo más de 100,000 pedidos anticipados.
Cuando el productor es la estrella. Si hablamos de Phil Spector, su labor como compositor, y sobretodo como productor, anula y eclipsa cualquier otro protagonismo en cualquier disco en el que estuviera implicado.
Con todos sus excesos, que los hubo, Phil Spector se puede considerar el paradigma del productor. Punto de referencia para casi todos los que vinieron después. Sus producciones llevan un sello inconfundible, Su «Muro de Sonido», Su «Wall of Sound», esos arreglos únicos, esas orquestaciones, y capas y capas de instrumentos que convertían cualquier canción en obras maestras imperecederas.
Dominador absoluto del pop de principios de los sesenta, con aquellas «Pequeñas sinfonías para adolescentes», como definió los temas que produjo entonces. Solo la llegada de la «Invasión británica» comandada por The Beatles, le apartaron del dominio de las listas de éxitos. Aunque se tomo cumplida venganza, cuando tuvo que dar cuerpo a las cintas del postrero álbum de los Fab four «Let it Be» dotándolo de unos arreglos excelsos que elevaron el nivel del trabajo más mediocre de los cuatro de Liverpool. Posteriormente, artistas y grupos tan dispares como Ramones o Leonard Cohen trabajaron con el. Me imagino que la tentación de trabajar con el maestro era difícil de vencer.
Phil Spector con The Ronettes. Fotografía: Archivos de Ray Avery / Michael Ochs
Cuando Phil Spector estaba en su máximo apogeo comercial como productor de discos, aplicaba su «Muro de sonido» con criterios casi científicos. Pero cuando a Spector se le metió en la cabeza la idea de hacer un álbum navideño, no lo hizo a medias. al mando de todas las estrellas del sello Philles, pasó muchos meses y gasto miles de dólares asegurándose de que todas las canciones de «A Christmas Gift for You» fueran perfectas. Luego se publicó el álbum el día en que John F. Kennedy fue asesinado. Y todo se fue al garete.
Durante el verano de 1963, recién salido del éxito de «Be my Baby» de The Ronettes, Spector reclutó a su escudería de artistas, que, además de The Ronettes, también incluía a Bob B. Soxx y los Blue Jeans, The Crystals y Darlene Love, y los llevó a Los Ángeles para comenzar a trabajar en «A Christmas Gift for You». Respaldado por el legendario colectivo de músicos de sesión conocido como The Wrecking Crew, Spector aplicó su «Muro de sonido» a una serie de clásicos navideños. En lugar de utilizar los arreglos tradicionales, Spector y Jack Nitzsche re-imaginaron audazmente las canciones de una manera que las redescubrieron a una generación más joven que había sido destetada en el Rock & Roll.
Cincuenta y cinco años más tarde, «A Christmas Gift for You» sigue siendo indiscutiblemente el mejor álbum dentro del vasto y a menudo repetitivo género de la música navideña. Su música está llena de inocencia, y las canciones rebosan de alegría. Al mismo tiempo, sin embargo, toda la revolución musical y social de los sesenta acechan dentro de las brillantes armonías del álbum.
Phil Spector, la cantante Darlene Love y el arreglista Jack Nitzsche durante la grabación de «A Christmas Gift for You». Fotografía: Ray Avery / Getty
Con «A Christmas Gift for You», Spector tuvo la intención de mostrar que su versión visionaria de la música popular podía transformar los clásicos, de la misma manera que había transformado el pop creando lo que él llamó sus «pequeñas sinfonías para adolescentes».
En 1972, Apple Records lo reeditó y, en parte debido a la nostalgia de los dorados sesenta, se convirtió en un clásico navideño, y su popularidad crece año tras año. Ha habido varios relanzamientos posteriores. En 1987, el propio Spector lo remasterizó de nuevo al sonido mono original y se lanzó en CD.
En 2003, el álbum fue votado el nº 142 en la lista de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos de la revista Rolling Stone. En 2017, fue clasificado como el 130º álbum más grande de la década de 1960 por Pitchfork. Brian Wilson, de los Beach Boys, ha citado este álbum como su favorito de todos los tiempos, y el álbum fue incluido en los 1001 álbumes de Robert Dimery que debes escuchar antes de morir.
Si usted no ha conocido la música de Leonardo Favio, siento decirle que ha tenido una grave carencia toda su vida. La obra musical de este inclasificable cantautor argentino, es una de las más personales que se pueden encontrar en cualquier época o país. A parte de músico, fue actor y director de cine, y puede que esta fuera la causa del ímpetu dramático de sus composiciones e interpretaciones. Cualquier sentimiento expresado por él se convierte en algo tremendamente intenso: La deliciosa dulzura de los recuerdos de la infancia en “Chiquillada”. El galanteo elegante en “Ding dong, estas cosas del amor”. El amante expectante en «O quizás simplemente le regale una rosa». Y por supuesto “Ella ya me olvidó”, su canción más representativa, donde sientes como propio el desgarro del amor perdido. Se pone la piel de gallina al escuchar cantar a este hombre, la forma en la que canta te transmite mil cosas. Simplemente imprescindible.
Fuad Jorge Jury, su verdadero nombre, nació el 28 de mayo de 1938 en el seno de una familia de origen sirio-libanés, en la localidad de Luján de Cuyo, en la Provincia de Mendoza, Argentina. Nació en un barrio pobre y conflictivo. Tuvo una infancia turbulenta marcada por el abandono del hogar de su padre. Pasó gran parte de su infancia internado.
Fotografía: Infobae / THX Medios S.A.
De joven, Favio se formó en un seminario y se alistó en la Armada antes de probar suerte como actor en Buenos Aires. Trabajó bajo la tutela del prestigioso director Leopoldo Torre Nilsson, y su buena apariencia le llevó a ser conocido como el James Dean argentino. Sin embargo, Favio desarrolló rápidamente la ambición de estar al otro lado de la cámara y dirigió su primer cortometraje a finales de los años cincuenta.
Su primer largometraje como director, «Crónica de un niño solo» (1965), se basó en sus experiencias como adolescente, retratando la vida sombría en los centros de detención juveniles argentinos y los problemas sociales arraigados en los barrios que él mismo había conocido.
En 1967 realizó «El romance del Aniceto y la Francisca…», con Federico Luppi, Elsa Daniel y María Vaner. A menudo es considerada como la mejor película argentina de todos los tiempos. En 1969 Favio estrenó «El Dependiente», basado en un cuento de su hermano y coguionista, Zuhair Jury. Hay muchos críticos que ven una unidad creativa en estos tres films, considerándolos una especie de trilogía.
Fue entonces cuando Favio, quizá motivado por las trabas económicas que el cine le estaba provocando, decidió lanzarse sorpresivamente al mundo de la música, cosechando un éxito que le permitió en numerosas oportunidades financiar gran parte de sus películas. «La música me permitió vivir con dignidad», le dijo una vez a un entrevistador. Su hijo Nico Favio ha comentado: “La música le permitió a mi padre mostrar su lado romántico, salirse del ámbito de lo social y lo político, que sí contaba en su cine. Para mostrar esa veta, fue muy influenciado por la figura de mi madre” Zulema Carolina Leyton, conocida como Carola Leyton.
Carola Leyton y Leonardo Favio
Favio aprendió a tocar guitarra de niño, y sólo se animaba a cantar en reuniones íntimas con familiares y amigos. Debutó como cantante en el mítico programa de Eduardo Bergara Leumann, «La Botica del Ángel», un espacio que en su época presentó a artistas, que con el tiempo se convertirían en estrellas de la música popular argentina como Susana Rinaldi o Nacha Guevara.
Posteriormente, un ejecutivo de la CBS le propuso grabar un disco, publicando su primer sencillo titulado «Quiero la libertad», que resultó ser un fracaso. A pesar de ese revés publicó a continuación «Fuiste mía un verano»; ícono no sólo de su primer álbum, sino también de toda su discografía. En seis meses se vendieron más de un millón de copias, algo completamente inaudito para la Argentina de entonces. Tras su participación en el Festival de la Canción de Viña del Mar, Favio empezó a labrarse su fama en el extranjero.
«Se sentía que había algo distinto. Leonardo era un rebelde auténtico, usaba jeans y zapatillas en las tapas de las revistas y en la televisión y a la vez tenía una gran sensibilidad. Yo intuía que iba a ser un fenómeno y resultó ser el autor del boom discográfico más grande de la historia y nadie lo repitió». Así lo cuenta al diario Infobae Vico Berti, coautor con Favio de la canción, que en estos días cumple su 50º aniversario.
Leonardo Favio en su madurez. Fotografía: Reuters
El entusiasmo de Verti fue vital para el lanzamiento de la carrera musical de Favio. «Hasta que me llevó a ver a John Lear, que era el director artístico de la CBS. Ahí me hizo cantar otra vez, un poco a capella, otro poco con guitarra, hasta que logró convencerle. A los pocos días, para mi asombro, yo ya estaba grabando con una gran orquesta. Y lo primero que grabé fue «Quiero la libertad», que logró el mismo éxito como fracaso que mis anteriores presentaciones personales, porque el disco no lo compró nadie. Uno me lo llevé yo, otro se lo quedó Vico Berti y el otro se lo regalé a mi mamá. Pero Vico no se resignó , porque era muy obstinado. A él lo emocionaba mucho la canción que me había escuchado en La Botica del Ángel, «Fuiste mía un verano», así que insistió ante la compañía para que yo volviera a grabar. Y ahí nos tocó Dios, porque eso fue un éxito fuera de lo común. En aquella época, éste fue el disco, en proporción, de mayor éxito en el mundo de habla hispana. Nunca se había vendido, hasta ese momento, una cifra igual en tan breve lapso. Tuvieron que unirse para prensar los discos que yo grabé la CBS y la RCA. Acá se dobló la venta de tocadiscos a raíz de las enormes ventas de mi disco», recordaba el propio Favio. (Cita publicada en el diario digital Infobae)
El repentino éxito afectó profundamente a Favio. De una vida más bien tranquila como director de cine, pasó a estar en el escaparate mediático, con el acoso de los fans y giras de conciertos continuadas; tanto le traumatizó la fama, que llegó a encerrarse durante meses en su casa. Con el tiempo, y en pleno apogeo de su éxito como cantante, dejó los escenarios para dedicarse de nuevo por completo al cine. Este regreso fue enormemente fecundo, con obras maestras tales como «Juan Moreira» (1973), y en especial «Nazareno Cruz y el lobo» (1975), que elevó a Favio a lo más alto como director, siendo esta la película más vista en la historia del cine argentino.
Entre tanto, se vio envuelto en el drama político que sacudió a Argentina cuando Juan Perón regresó al país después de casi dos décadas de exilio en España. Peronista durante toda su vida, Perón le encomendó a Favio la organización de una ceremonia para celebrar su regreso formal y definitivo en Ezeiza, cerca del aeropuerto internacional de Buenos Aires. El evento pronto derivó en un derramamiento de sangre cuando una facción de peronistas abrió fuego contra otra. Posteriormente, el cineasta dirigió un documental titulado «Perón, sinfonía del sentimiento (1999).
Juan Domingo Perón junto a Leonardo Favio
En los años previos a su muerte, Favio sufrió problemas de salud que le limitaron la movilidad, pero no le impidieron dirigir. Su última película, «Aniceto» (2008), fue una nueva versión de «El romance del Aniceto y la Francisca», que había realizado 40 años antes. Favio dejó un proyecto cinematográfico inacabado recordando su infancia empobrecida en la provincia de Mendoza.
Leonardo Favio falleció el 5 de noviembre de 2012 a los 74 años de edad. Fue un artista total, único en su singularidad, tanto cinematográfica como musical. Centrándonos en esa faceta, objetivo de este blog, dejó una carrera musical tan meritoria como inclasificable, que excede la etiqueta de cantante romántico como tantos ha habido en Iberoamérica. Realmente fue un estilo en sí mismo, dueño de una de las voces más peculiares e intensas de la escena musical hispana. Fue y será siempre el «cantactor» imprescindible.
Entradas 6€ : a partir de una hora antes del concierto en taquilla 50% de descuento: miembros de la Comunidad Universitaria previa presentación del Carné Universitario y DNI
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CECINA DE LEON (DELICATESSEN FOLK, LEON) es un quinteto de música folk procedente del noroeste de España, formado en 2011 durante el invierno. Tiene su origen en Canseco, pueblo de alta montaña perteneciente a León y que linda con Asturias. “Etimológicamente, la palabra cecina deriva del término latino «siccus», que significa seco, o bien, del término céltico ciercina que se refiere al cierzo o viento. Carne de León salada, enjuta y seca al aire, al sol o al humo, de color tostado, pardo oscuro, con un ligero veteado de grasa”.
La banda está compuesta por María Quiroga (voz y fliscorno), Saúl García (guitarra), Roberto Suárez (pandero sin sonajas), Ignacio Martínez (flauta romántica, whistles y gaita) y Ángel Páramo (bajo eléctrico). La característica más importante de la banda es que todas las melodías están compuestas por ellos mismos. El resultado final es un folk diferente, único y cargado de energía.
En octubre de 2014 publican su primer disco «Fráyabots», composiciones propias, textos musicados, melodías frenéticas y una parte dedicada a la música folk electrónica. En el horizonte de Cecina de León se encuentra la publicación de su segundo disco, «Asbruto Has Vuelto» que verá la luz en Diciembre de 2018.