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Mundo rural, tradición oral, palabra literaria y paisaje

El I Seminario Interuniversitario de Patrimonio Cultural, enmarcado en el Proyecto Iberaulas universitarias de patrimonio etnopoético (IUPE), pretende abordar el rico acervo cultural del occidente peninsular desde distintas perspectivas, con actividades tanto teóricas como prácticas y sesiones de coloquio. En la presente edición, se enfoca la importancia de la sabiduría campesina y popular, de la tradición oral, de la palabra literaria y de los paisajes culturales. En tiempos de la posmodernidad, se hace preciso aunar diferentes investigaciones que visibilicen el medio rural y la lectura ecológica de nuestro entorno en el contexto de un desarrollo sostenible y a través de proyectos académicos, literarios, educativos y sociales.

El seminario se desarrollará en formato presencial en la Sala Región del ILC y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León. Las dos salas habilitadas son:

  • Las tardes del 12 y 13 tendrán lugar en el centro de la ciudad, en la sede del Instituto Leonés de Cultura, Sala Región, c/ Santa Nonia nº 3, León
  • La mañana del 13 tendrá lugar en el Aula de Grados de la Facultad de Filosofía y Letras, Campus de Vegazana s/n.

Las intervenciones se retransmitirán en directo a través de la plataforma meet para su seguimiento a distancia y se grabarán para permitir la participación de los inscritos en las modalidades síncrona y asíncrona indistintamente.

Mujeres con Arte, Arte con Mujeres

 (Fuente: noticias de ULe)

Te invitamos a participar en el 

V Ciclo de Género, Diversidad Sexual y Derecho de la ULE

El próximo 23 de marzo comenzará el programa con una mesa de debate sobre ‘Mujeres con Arte, Arte con Mujeres’ a la que seguirá en próximas fechas otras sesiones dedicadas a la diversidad y la violencia económica.

La quinta edición del ciclo de Jornadas sobre Género, Diversidad Sexual y Derechos dará comienzo el próximo 23 de marzo en formato presencial y online con la primera de las sesiones de este ciclo que este año se centrarán en las manifestaciones artísticas, la diversidad y la invisibilizada violencia económica. La primera de estas jornadas lleva por título ‘Mujeres con Arte y Arte con Mujeres’, y las siguientes tendrán lugar el 4 de mayo (‘Diversas en la diversidad’) y en una fecha aún por determinar del mes de junio (‘Violencia Económica. Violencia Invisibilizada’).

El programa ha sido organizado por la Defensoría de la Universidad de León (ULE) y el Área Social, en colaboración estrecha con los Vicerrectorados de Responsabilidad Social, Cultura y Deporte y de Relaciones Institucionales y con la Sociedad, así como varias instituciones privadas y públicas, entre ellas, la Subdelegación del Gobierno en León y el Pacto de Estado contra la Violencia de Género.

La sesión del próximo 23 de marzo tendrá lugar el jueves a las 17:00 horas en el Paraninfo Gordón Ordás de El Albéitar, y en la inauguración estarán el director de las jornadas, Paulino César Pardo, titular de la Defensoría de la Comunidad Universitaria de la ULE, y Adelina Rodríguez, directora del  Área Social de la ULE.

Según detallan desde la organización, se trata de unas jornadas de interés y actualidad, dirigidas tanto a la comunidad universitaria como a la sociedad leonesa en general. La matrícula es gratuita, y la inscripción ha de realizarse a través del siguiente formulario de inscripción. Además, se entregará certificado de asistencia, y quienes realicen la inscripción podrán optar al reconocimiento de 1 crédito ECTS.

En la primera mesa de debate participarán:

  • Ángeles Caso, escritora
  • María Novas Ferradás, arquitecta
  • Sara Herranz, ilustradora
  • Beatriz Nieto, productora creativa
  • Noelia Rueda, actriz

Entrada libre y gratuita

23 de marzo de 2023
17:00 horas
Aula Magna San Isidoro (Edificio Albéitar. Universidad de León)

 

Presentación de la obra «El futuro que habita entre nosotros: Pobreza infantil y desarrollo» de José Antonio Alonso

Invitación

Dentro del ciclo «Disidencia(s)», el Director del Departamento de Economía y Estadística de la Universidad de León tiene el honor de invitarle a la presentación del libro «El futuro que habita entre nosotros: Pobreza infantil y desarrollo», y posterior coloquio con su autor, José Antonio  Alonso Rodríguez.

¿Cómo atajar la pobreza infantil?
¿Condiciona la vida futura tener una infancia marcada por la escasez?
¿Cómo se manifiesta la pobreza infantil en los países desarrollados?
¿Las niñas acusan la pobreza por partida doble?

Estas y otras interrogantes se plantean y desarrollan en la obra «El futuro que habita entre nosotros: Pobreza infantil y desarrollo» cuyo autor, el Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid analizará  esta problemática desde el punto de vista social político, económico y ético.

Información ofrecida por la editorial:

La persistencia de la pobreza infantil avergüenza y degrada moralmente a la sociedad que la consiente al tiempo que expresa su miopía y desinterés por el futuro: invertir en el bienestar de la infancia mejora la cohesión social en el presente y sienta las bases de un mañana más próspero.

En este libro, José Antonio Alonso, especialista en economía del desarrollo, ofrece un análisis esclarecedor, profundo y comprehensivo de una realidad compleja que a todos interpela. Para ello explora los diversos rostros con los que se presenta la pobreza infantil en una sociedad que califica como fractal, y discute sus causas y las medidas para combatirla, tanto en los países pobres como en los más desarrollados.

Lejos de considerarlos seres pasivos, solo necesitados de protección, el autor subraya la capacidad de agencia de los menores y su condición como sujetos de derechos, capaces de incidir sobre su entorno. Este reconocimiento le lleva a discutir las responsabilidades que respecto a ellos tiene toda sociedad que se autoproclame decente, de acuerdo con criterios convenidos de justicia.

Las limitaciones en la traslación de este reconocimiento al espacio de los derechos políticos, de voz y voto, sitúa a los menores en desventaja respecto a otros colectivos en la pugna por los recursos públicos. Corregir este sesgo implica, en opinión del autor, construir un suelo mínimo de garantías universales sobre el que definir políticas más especializadas que pongan al bienestar de los menores en el centro de sus objetivos.

Si lo deseas, puedes

Feliz día de San Valentín 2023

Amores

Cuando Amparo me dijo que no me quería, después de seis meses de tenaz noviazgo, me recluí en casa de mi tía Eredia por espacio de tres meses.

El amor de Luisina un año más tarde vino a curar aquella herida que seguía sin cerrarse. Fue un tiempo corto, eso sí, de felicidad e ilusiones. Entender la decisión de Luisina de abandonar el mundo para profesar en la Esclavas me costó una úlcera de duodeno. A mi natural melancolía se unió esa tristeza sin fondo que ni los auxilios espirituales logran paliar.

Irene llegó a mi vida en un baile de verano al que mi amigo Aurelio me llevó como quien dice a punta de pistola. Que dos años más tarde aquella tierna seductora se fuese precisamente con Aurelio, yugulando a un tiempo amor y amistad, fue lo que provocó, en el abismo de la desgracia sentimental, mi hospitalización.

Antonia era una enfermera compadecida que me sacó a flote usando todos los atributos que una mujer puede poseer. El amor del enfermo es un amor sudoroso y lleno de pesares, más frágil que ninguno. Cuando una tarde vi a Antonia y al Doctor Simarro besándose en el jardín me metí para el cuerpo un tubo de aspirinas. Gracias como siempre a mi tía Eredia, culminé tras la crisis la desolada convalecencia y, cuando definitivamente me sentí repuesto, comencé a considerar la posibilidad de retirarme del mundo, habida cuenta de que mis convicciones religiosas se habían fortalecido.

Fue entonces cuando me escribió Amparo reclamando mi perdón y reconociendo la interpretación errónea que había hecho de su amor por mí. Nos casamos en seguida y todo iba bien hasta que Luisina, que colgó los hábitos, volvió para recuperar mi amor e Irene y Antonia, bastante desgraciadas en sus respectivos derroteros sentimentales, regresaron para restablecer aquella fidelidad herida convencidas, cada una por razones distintas, de que único amor verdadero era el mío.

Mi tía Eredia anda la mujer muy preocupada y yo, como dice mi amigo Gonzalo, sobrellevo con astucia y aplomo desconocidos mi destino, trabajando en tantos frentes a la vez. Y me voy convenciendo de que existe una rara justicia amorosa que nos hace cobrar los abandonos, aunque su aplicación puede acabar resultando perjudicial para la salud.

["Amores" es un relato de Luís Mateo Díez
 incluido en la obra «Los males menores».
 Alfaguara: Madrid, 1993 (pág. 100-101)]

 

Reflejos de luz y oscuridad, poemario de Ana Martín Álvarez

Gabriel Isak

Gabriel Isak

Es  frecuente en estas fechas  recordar el pasado, reflexionar sobre el presente y pensar sobre las consecuencias de nuestros actos en el futuro. De alguna manera valoramos nuestra vida y nuestro  comportamiento a lo largo de, como mínimo, los doce últimos meses.

Esta idea no es nueva: hace más de un siglo Charles Dickens se empleó a fondo para fijar el espíritu tradicional de la Navidad clásica. Y si algo tienen los clásicos es que siempre están de actualidad. Fantasmas victorianos aparte, es una época en la que es útil recordar que no todo dura para siempre: ni lo bueno, ni lo malo.  Y allá cada cual.

Nosotros, por nuestra parte, nos situamos en la línea de actuación  que hemos elegido desde el primer momento: no queremos convivir con la cobardía,  con la mezquindad o con lo manido y ofrecemos nuestro proyecto con generosidad. Nos comprometemos con el trabajo bien hecho, y nos aferramos al valor de la palabra como herramienta de creación.

En este momento en que acaba de finalizar un año y da comienzo otro nuevo queremos presentaros un poemario que muestra también el final y el principio, la herida y la curación,  la destrucción y la esperanza, la luz que se puede ver desde el fondo del pozo.

Martín Álvarez, A. (2022) Reflejos de luz y oscuridad. Astorga: Marciano Sonoro.

Martín Álvarez, A. (2022) Reflejos de luz y oscuridad. Astorga: Marciano Sonoro.

 

Reflejos de luz y oscuridad / Ana Martín Álvarez
Astorga : Marciano Sonoro, 2022
ISBN: 978-84-125259-5-3

¿Quieres leer esta obra? Puedes hacerlo porque ya está incluida en los fondos bibliográficos en la Universidad de León 

De momento, os dejamos el prólogo de la obra, de la mano de Inés González Cabeza, a quien los seguidores del club conocen sobradamente («La casa» de Paco Roca, “El jugador de ajedrez”, cómic de David Sala + “Novela de ajedrez”, de Stefan Zweig)

A ella, a la autora de la obra y a la editorial Marciano Sonoro agradecemos la posibilidad de compartir estas palabras con todos nuestros lectores.

Prólogo de la obra
Poemas para una catarsis

Recuerdo vívidamente la mañana de primavera del año 2019 en la que Ana me dijo que se había caído dentro de un pozo. Intentó escalar por las paredes y gritar auxilio, pero nadie parecía escuchar su subterránea súplica. Estaba asustada. Estaba sola. Y yo temí, en lo más profundo de mi ser, que jamás sería capaz de salir de allí. Afortunadamente, me equivoqué.

Me gusta pensar que este libro, más que un poemario, es la crónica de un rescate. Desde el interior del pozo, agarrándose firmemente a una cuerda salvadora, Ana consiguió salir a la superficie.

¿Quién lanzó la indispensable cuerda? En primer lugar, la música, que le enseñó que incluso el sufrimiento más intenso es un estado provisional y que la visión de una sombra siempre implica la existencia de luz. En segundo lugar, la poesía, cuyo fin, decía el brillante filólogo, no es otro que la emoción. En tercer lugar, pero no por ello menos importante, las personas. Así como Dante atravesó el Infierno con la guía de Virgilio y, en sus momentos de mayor locura, Alonso Quijano pudo confiar en el juicioso Sancho, Ana tuvo la fortuna de contar con leales compañeros, algunos profesionales (meteorólogos capaces de saber cómo evolucionará la tormenta, como ella los llama) y otros simples amigos y familiares, ignorantes de casi todo, pero siempre dispuestos a acompañarla en su viaje a la superficie y a seguir tirando hasta llegar, al fin, a vislumbrar el otro extremo de la cuerda.

Esta es una historia real. O, al menos, es una forma de explicar lo que verdaderamente sucedió. La pérdida de un ser querido, el duelo, la ansiedad, el miedo a olvidar quién eres más allá del dolor, la angustia ante la posibilidad de que este nunca desaparezca… El pozo de Ana tiene todos estos nombres. No es un pozo especial, todas las fincas tienen uno. Y todos conocemos a alguien que ha tenido la desgracia de caerse dentro. El problema es que nunca pensamos que seremos nosotros los siguientes en caer.

Mucho se ha hablado de la metáfora como fórmula literaria para explicar lo inefable. Nada sería yo capaz de añadir a las pulidas teorías sobre la estructura del lenguaje y el pensamiento humanos que manifiestan que, pese a que sabemos que ni el pozo, ni la cuerda, ni la luz al otro lado existieron en esta historia, encontramos en estas palabras todos los elementos estructurales de la compleja realidad a la que sustituyen. A menudo, las personas intentamos procesar lo que nos sucede mediante transmutaciones lingüísticas que portan ecos de verdad y que nos ayudan, como decía el filósofo, a alcanzar lo remoto y lo indescriptible a través de lo próximo y lo banal.

Bien conocido es, así mismo, el potencial terapéutico del arte y, en concreto, de la escritura. Ana, de hecho, empezó a escribir por prescripción profesional (cosas de meteorólogos) y tuvo que aprender lentamente a seleccionar las palabras adecuadas para describir su conmoción vital. Este duro ejercicio de introspección comenzó como una tarea más que completar, un deber que cumplir consigo misma, pero muy pronto se convirtió en afición artística y, más tarde, en vocación personal. Recuerdo cuando me hablaba de sus primeros textos, plagados de anhelos y conjeturas sobre vidas posibles. Cultivaba el cuento, la epístola, el epigrama… Poco a poco, la pasión por la música y la lectura de versos ajenos terminaron por dotarla de una suerte de visión poética, de percepción lírica del mundo, una singular cualidad que se aprecia en cada uno de los poemas que componen este libro.

A fuerza de leer y escribir poesía, Ana aprendió a pensar en verso. De ahí la miríada de memorables imágenes que pueblan su poemario y que permanecen en el recuerdo incluso tras la más superficial de las lecturas. La más evidente de todas es la que vertebra el conjunto de la obra, que presenta una perspicaz división tripartita: Pozo, Cuerda y Superficie, tres estadios en los que dividir simbólicamente su experiencia y tres títulos bajo los que aglutinar temáticamente sus composiciones. Más allá de esta ingeniosa estructura, en su intento de describir lo informe y de expresar lo abstracto, la autora recurre a un sinfín de metáforas que le ayudan a manifestar sus emociones, conformando un universo poético absolutamente propio que se fundamenta, sobre todo, en tres pilares.

Por un lado, la evocación de fenómenos naturales y meteorológicos. Huracán, ciclón, tsunami. Las oscuras nubes y la luz que se filtra entre ellas. El flujo del agua, un lodazal, el paso de las estaciones. El dolor y la dicha adoptan en sus poemas todas estas formas, lo cual nos invita a comprender sus sentimientos como algo igualmente natural, poderoso y cambiante.

Por otro lado, las dicotomías absolutas. El contraste entre noche y día, tristeza y alegría, frío y calor, temor y esperanza expresa la búsqueda de una realidad complementaria a la vivida, una ilusión de otro sentir y otro momento.

Finalmente, destacan las metáforas cinéticas o de viaje. Los conceptos de inercia, de avanzar en un vehículo, navegar en una barca, estar perdida en alta mar, caminar por un sendero o atravesar un valle oscuro en dirección a la luz son tan solo algunas de las reelaboraciones artísticas de su experiencia vital que la autora nos propone en sus textos. Especialmente impactante es también la idea del yo como un edificio, una entidad susceptible de ser derribada y reconstruida, que puede adoptar el rol de celda o cárcel, y que puede ser habitada por monstruos o fantasmas, como una suerte de casa encantada.

Sé que Ana está convencida de que este es un libro triste. Sin embargo, mis lecturas de sus poemas me han revelado que, por cada verso dedicado al desgarro, hay uno a la enmienda. Por cada lamento por quien ya no está, hay un elogio a quien sigue aquí. A cada tormenta le corresponde un anticiclón. En los momentos más oscuros, todos podemos llegar a olvidar los pequeños instantes de luz de los que se compone la existencia, y recordarlos no es una tarea nada fácil. Ana necesitó años, amigos, poemas, canciones y un arsenal de paciencia para hacerlo. Gracias a este logro, ha conseguido componer un libro que rinde honor a más de una vida.

Hoy, Ana se encuentra ya a salvo en la superficie. Quienes la conocemos sabemos bien que el recuerdo del pozo permanece, que se cierne sobre ella en la noche cerrada y amenaza con reclamarla hacia su recóndito interior. Enfrentarse a esta perpetua sombra es una hazaña reservada solo a los más valientes, pero, como diría ella, “qué es la valentía / sino caminar / a pesar del miedo”.

 

Inés González Cabeza
Agosto de 2022

Crimen en Navidad

Murderous Christmas (imagen de Alexas_Fotos en Pixabay)

Murderous Christmas (imagen de Alexas_Fotos en Pixabay)

Es cierto que las navidades y fechas aledañas son días en las que lo suyo es que impere la concordia, la paz y  el amor. Desde todos los medios nos invitan a la bonhomía y a la felicidad candorosa.

Estas cualidades suelen ser llevadas a la práctica en un marco estético muy  claramente definido y lo frecuente es que las celebraciones familiares se conviertan en vivencias  entrañables e inolvidables  y los eventos públicos en momentos llenos de alegría, elegancia y  buen gusto.

No obstante,  hay ocasiones en las que mantener este nivel de felicidad se convierte en misión imposible cuando nos vemos comprometidos a asistir a determinados banquetes.  «Tengamos la fiesta en paz» es una expresión que parece acuñada (y ya voy introduciendo el tema 😈 ) para estas fechas y para algunos personajes tradicionales en los convites navideños (como el caganer pero en comensal): el listo que todo lo sabe, el graciodioso, el metemierda, el tocapelotas, el brasas, tiquismiquis, el obstinado cabezabuque, el macho alfalfa heterobásico unga unga, el bocachancla, el majadero…

Si no fuera posible mantener la  armonía, intentemos al menos mantener la compostura.

Pero llegado el extremo caso de que no fuera viable  conservar la una ni la otra y nos viésemos obligados (después de muchos «Merry christmas» en torno a los langostinos) a resolver el asunto definitivamente y de una vez por todas, recomendamos acudir a la  sabiduría de los clásicos. Para ello dejamos el siguiente texto de Leonardo da Vinci que, en su obra Codex Romanoff  dicta, siguiendo los usos del siglo XV,  cuál es la manera educada de liquidar a alguien con quien se comparte una comida ¿navideña?

”Si hay un asesinato planeado para la comida, lo más decoroso es que el asesino tome asiento junto a aquel que será el objeto de su arte (y que se sitúe a la izquierda o a la derecha de esta persona dependerá del método del asesino), pues de esta forma no va a interrumpir tanto la conversación. Un buen asesino se valora, en gran medida, por su habilidad para realizar su tarea sin que lo advierta ninguno de los comensales y, menos aún, que sean importunados por sus acciones”. 

 “Después de que el cadáver (y las manchas de sangre, si las hubiera) ha sido retirado por los servidores, es costumbre que el asesino también se retire de la mesa, pues su presencia a veces puede perturbar las digestiones de las personas que se encuentren sentadas a su lado, y en este punto un buen anfitrión tendrá siempre un nuevo invitado, quien habrá esperado fuera, dispuesto a sentarse a la mesa en este momento”.

Más información sobre el Codex Romanoff

¡Felices fiestas!

 

¡ Felices fiestas
a todos los amigos y seguidores
 del Club de Lectura !

Ya hemos llegado a la última página del club de lectura por este año. Hemos trabajado  con mucho cuidado la selección de autores y títulos, el ajuste del calendario para los encuentros con los escritores y la elaboración de las guías de lectura. Natalia, Álvaro, Rosa, Carmen, Ana y yo misma, no solo nos aplicamos: nos implicamos en ello.

Agradecemos la presencia y disponibilidad que los escritores Ricardo Menéndez Salmón, Ariadna Castellanarnau y Mónica Ojeda han tenido para  contestar a las preguntas de los lectores y conversar con ellos. Agradecemos a los socios (los de siempre y los nuevos, los presenciales y los que se conectan en directo a través de Meet ) la respuesta que siempre dan a nuestra llamada.  Agradecemos al servicio de Mediateca el soporte técnico que nos ofrece para grabar y difundir los encuentros. Agradecemos al servicio de Biblioteca el respaldo que ofrece a la actividad. Agradecemos a la  Universidad de León la confianza y la responsabilidad social con la que siempre apoya nuestra iniciativa lectora.

Y no se nos ocurre mejor forma de dar las gracias que deseando a todos ¡Feliz Navidad!

Coloquio de los socios: Nefando, de Mónica Ojeda

La novela de Mónica Ojeda ha suscitado reflexiones dispares entre los miembros del club de lectura, siendo muchos los que descubrían por primera vez a esta autora ecuatoriana que publicó Nefando cuando solo tenían 28 años. Pese a los disímiles posicionamientos en torno a la temática que aborda la obra, la mayoría de asistentes señalaron la sensación de desasosiego e inquietud que les invadió durante el proceso de lectura, así como el modo que tiene Ojeda de narrar episodios de gran crudeza, considerados en cierta medida tabú, a través de una prosa muy cuidada.

La estructura polifónica o coral que presenta la novela fue objeto de análisis, incidiendo no solo en la multitud de registros que acoge, sino también en la adecuación que se produce entre el léxico de cada uno de los personajes y su nacionalidad. Se debatió sobre la inserción de entrevistas en el contexto de la trama, lo que llevó a algunos miembros a cuestionar la pertinencia de la voz del entrevistador anónimo, y especialmente, sobre los testimonios de los hermanos Terán, donde los pasajes descriptivos alcanzan su máxima expresión.

En relación con el retrato descarnado que estos hermanos ofrecen de su infancia y de su familia, concebida como entorno de violencia, algunos socios establecieron vinculaciones con otras obras, tanto de ficción como de no ficción, y con noticias periodísticas de actualidad sobre casos de pederastia. Si el capítulo protagonizado por Irene Terán permitió analizar con detenimiento la imagen que sirve de portada en la edición de Candaya, el de Cecilia nos llevó a indagar en la plasmación del horror a través de lo pictórico y en la imposibilidad de expresar lingüísticamente el dolor extremo. El capítulo de Emilio Terán, por su parte, fue catalogado como uno de los más perturbadores, al retratar otros casos de violaciones a menores y la relación que se genera entre los tres hermanos.

Un aspecto al que otorgamos relevancia fue al diseño del videojuego que da título a la novela y que no parece responder a ningún propósito específico, como pudimos constatar mediante la revisión de las crónicas de los distintos usuarios, quienes ponen de manifiesto interacciones diversas. Otras cuestiones que se pusieron de relieve en el coloquio fueron la indiferencia ante el dolor de los demás que plasma la obra, las relaciones tortuosas que median entre los hijos y sus madres, y la concepción de lo corporal que manejan algunos de sus personajes (entre ellos Iván, que se autolesiona, y los entes ficcionales que articulan la pornonovela de Kiki Ortega).

En definitiva, como bien apuntó uno de los socios, la novela puede equipararse a “un torrente que te va ahogando sin saber muy bien a dónde te conduce”, definición que recalca la potencia de la producción de Mónica Ojeda, una poética que para algunos lectores guarda ciertas similitudes con Roberto Bolaño. Está claro que la literatura de Ojeda pone el foco de atención en asuntos monstruosos que nos incomodan, pero que al mismo tiempo nos conducen a una reflexión profunda de las zonas en sombra de nuestra naturaleza y de la sociedad en la que vivimos.