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Educar en la sensibilidad

Pedro Moya Carbajo

Pedro Moya Carbajo

Cristina Alonso Domínguez

Cristina Alonso Domínguez

A raíz de la reciente entrada en vigor de de la LOMCE en la Educación Primaria y del currículo programado para la Educación Secundaria, los expertos en educación denuncian el menosprecio de las asignaturas que tienen que ver con la educación artística y cultural -como plástica o música- frente a la ciencias, las matemáticas o la lengua. Sin embargo, desde el punto de vista de la enseñanza de la lengua, pese a la supuesta relevancia de su asignatura, los profesores también se preguntan dónde quedan aspectos que en realidad no se trabajan suficientemente. Además de las destrezas orales y escritas, la enseñanza de la literatura se ha planteado (y se plantea) desde un enfoque historicista por lo que los contenidos que marca la ley no dejan demasiado lugar al gusto por el texto que plantea la Educación Literaria.

Clara Guerrero

Clara Guerrero

      Lo que ocurre con la literatura es parejo a lo que pasa con los demás contenidos artísticos del currículo, en tanto que los alumnos deben memorizar o ejecutar una serie de conocimientos que quizá no lleguen a valorar en la mayoría de los casos. Sin pretender elucubrar si es culpa de la falta de tiempo, de la metodología o del profesorado, lo que parece claro es que no enfrentar al alumnado a la obra de arte -no solo a interpretarla sino a disfrutarla, a contemplarla despacio, a emitir juicios y valoraciones sobre ella sin evaluar los mismos- durante su formación puede suponer que en muchos casos los futuros adultos que son ahora adolescentes no  volverán a escuchar una sonata, a leer un poema o a disfrutar de un cuadro jamás.

Alba  Rivera Campos

Alba Rivera Campos

Como somos conscientes de que por haber hubo y hay maestros y profesores que intentaron por todos sus medios educar(nos) en la sensibilidad y transmitir el amor que profesaban ellos mismos por el arte, queremos hoy darles las gracias, y agradecer especialmente a aquellos que sin nada a cambio han acercado durante este curso a sus alumnos a actividades de la Universidad de León que estaban relacionadas con el mundo del arte para que vieran su relación con el mundo más allá del aula.

 

…Gracias a Alicia López Martínez (IES San Andrés del Rabanedo) por tratar de llevar el mundo del Bookcrossing a su centro, con todas las posibilidades que ello supone para fomentar la lectura entre sus alumnos.

Jorge Ordás Solís

Jorge Ordás Solís

 

Mónica Antequera

Mónica Antequera

…Gracias a Lourdes Zapico Alonso (IES Santa María de Carrizo) por facilitar el encuentro entre sus alumnos de Bachillerato y los alumnos del Máster en Formación del Profesorado para que los más jóvenes pudieran mostrar sus “Libros de artista” a los universitarios, a quienes dejaron boquiabiertos y convencidos de que existe otra manera de enseñar Lengua y Literatura.

 

…Gracias a Amelia del Caño (IES Juan del Encina) por su esfuerzo para que sus alumnos pudieran escuchar en vivo al escritor Juan Bonilla.

Raquel Celada Ruano

Raquel Celada Ruano

…Gracias a Marta Vivas Martínez (IES Eras de Renueva) y en especial a sus alumnos de 2º F y 2º E por cederle a Raquel,  su profesora de prácticas, los caligramas que realizaron como tarea durante su estancia (de los que se siente muy orgullosa) para su reproducción en este blog. Por problemas de espacio sentimos no poder ponerlos todos…

Diego Santamarta Diez

Diego Santamarta Diez

 

Daniela Astor y la caja negra: coloquio participativo de los socios

Por Raquel de la Varga Llamazares

…Esta mañana pensé por primera vez que mi cuerpo, ese compañero fiel, ese amigo más seguro y mejor conocido que mi alma, no es más que un monstruo solapado que acabará por devorar a su amo.

Memorias de Adriano, Marguerite Yourcenar

(Traducción de Julio Cortázar)

Enfrentarse a la obra de Marta Sanz es una experiencia con inevitables consecuencias relacionadas más con lo personal que con lo literario: la realidad presentada es compartida por autora y lector potencial, de tal manera que nadie escapa a sus implicaturas ni a tomar partido en decisiones morales y políticas que quizás creíamos ajenas a nuestra responsabilidad. En otras palabras, la obra de Marta Sanz es una lectura de la realidad del todo incómoda, que obliga a quien se enfrenta a ella a hacerse preguntas con respuestas comprometidas, nada fáciles de responder sin que algo se mueva dentro de nosotros. Es mirarse en un espejo sobre todo nada complaciente. La mayor prueba de ello es la implicación personal con la que los socios hemos hablado sin tapujos y sin esperar pregunta alguna. Tan cotidiano, pero tan necesario.
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Desde la misma imagen de la cubierta se evidencia una forma muy valiente de hacer literatura en la que la mezcla entre lo real y lo ficticio poco importan en cuanto la autoficción pasa a convertirse en biografía simbólica y lo inventado no deja de ser posible y una manera de dar visibilidad a una generación que vivió el cambio entre la represión absoluta por su condición a una falsa autonomía. Y es que lo primero en saltar a la palestra ha sido la cuestión del narrador, un narrador que difícilmente podría tratarse de una niña de 12 años y que de manera abierta lo confiesa. Sin embargo, revivir la intrahistoria más reciente a través de una mirada tan particular no parte del intento de la deconstrucción del centro basándose en una estrategia de narración posmoderna, ya que la Historia no es el centro sino el cuándo y el cómo. Pero sobre todo el por qué  de cómo se ha constituido nuestra visión de género.

En consecuencia y como decíamos al principio, los aspectos formales han llamado la atención menos que en otras ocasiones, o mejor dicho, las consecuencias emocionales en los lectores del club los han eclipsado. No obstante, algunos aspectos como el narrador, la imagen de la cubierta y sobre todo el espacio y el lenguaje han sido aspectos comúnmente llamativos para los socios que han servido como puente entre lo literario y lo personal. Así, no ha pasado c1726f6876effa7d8023b8e8a275f7c5desapercibido el lenguaje en determinados momentos, sobre todo cuando un personaje femenino repite en varias ocasiones la palabra coño sin parar como signo de rebeldía para escándalo de quienes la rodea en contra de la tradición no escrita de que las mujeres no deben utilizar palabras malsonantes. El uso e influencia del espacio ha sido otra de las cosas más llamativas de las que se hablaron. Y no solo de cómo de forma pretendida el lugar donde se realizan los abortos se caracteriza como un espacio aséptico, sino sobre todo de que -a pesar de que no se muestra en ningún momento como víctima- es el juicio donde la acusada se siente en el mismísimo infierno.

Desde luego, lo que inevitablemente no puede pasar desapercibido es el afán de reflexión en torno a todo lo que tiene que ver con la identidad de género, hecho por el que entre sus líneas se deje entrever la rabia vertida a causa de la identificación entre cuerpo e identidad de la que difícilmente somos ya capaces de liberarnos. Hablando sobre la “pornografía emocional” -tema del que nos habló la autora en su visita a León hace unos meses- que se presenta al final de la novela y cómo la dualidad mercantil entre lo corporal y las emociones recorren caminos no tan distantes, se ha llegado al fondo de la cuestión en un comentario inocente vertido por una de nuestras socias lectoras en torno a la exhibición de la vida privada que podría ser el resumen de la novela: “me duele la mercantilización de las emociones, porque la del cuerpo…una vez te acostumbras ya no pasa nada”.

Prácticamente se puede decir que el personaje en el que más se centra la autora no es la protagonista-narradora sino su madre, Sonia. Por una parte las relaciones que ese personaje contrae con quienes la rodean socialmente son cruciales. La más obvia es la marital, pero por la simbología destacan ante todos la suegra,encarnación de la tradición patriarcal, frente a la vecina, la transgresora socióloga que se hace cargo de ella y que le pasa a escondidas un librode la gran Simone de Beauvoir. Por otro lado, la relación dela narradora con la madre es en cierto modo la más “distante” en cuanto al silencio y todo lo que se omite y que el lector debe reconstruir acerca de los sentimientos mutuos. El hecho de que haya toda una serie de pensamientos y emociones hacia la madre que no se expresen y, sobre todo, que ese personaje no refleje en ningún momento lo que siente no parece responder a un motivo como podría ser el querer evitar el sentimentalismo, sino que el silencio que hay al respecto nos obliga a empatizar no solo con ella, sino con todas las que fueron, pudieran ser o son DOC006Sonia Griñán: mujeres a quien se ha juzgado moral y jurídicamente sin derecho y sin tener respeto ninguno por sus circunstancias. Nuestro compromiso para con esas mujeres es simbólicamente como la relación entre madre e hija, que en un momento se vuelve incómoda porque no es capaz de comprender. El silencio que rodea a ese personaje es el mismo que imponemos a quienes hemos juzgado.

A continuación reproducimos un fragmento de la maravillosa entrevista realizada por David Becerra a Marta Sanz en la revista Buen Salvaje que merece la pena leer con detenimiento, ya que la propia autora desengrana la tesis de la novela:

Empecemos por el final. En tu última novela, Daniela Astor y la caja negra (Anagrama, 2012), se plantea el modo en que, durante la transición, se construye un nuevo modelo de mujer en la sociedad española. Nace una mujer moderna, libre y liberada de antiguos tabúes, de viejas actitudes recatadas, de un mundo donde su única función era la reproducción y el cuidado de la familia y el hogar. La transición, como una resaca del 68 francés, libera el cuerpo de la mujer para el placer. Sin embargo, en la novela muestras de una forma magistral la parte invisible del nuevo imaginario: que no hay emancipación, sino conversión de la mujer en una mercancía más, donde su cuerpo, bonito y desnudo, se convierte en un reclamo publicitario, en capital erótico, y lo que parecía contrahegemónico –y emancipador– no es más que una nueva forma de dominación de la mujer por parte del capitalismo y el patriarcado.

No sé si yo habría sabido verbalizar las intenciones de mi texto tan bien como tú, David. Me identifico con lo que dices y sólo puedo añadir que una de las cosas que yo quería contar, mientras escribía Daniela Astor y la caja negra, es cómo se relaciona la realidad con sus representaciones, porque creo que esas representaciones nunca son asépticas, sino profundamente ideológicas. La cultura y, dentro de la cultura, la representación del cuerpo de las mujeres, la reducción de las mujeres a cuerpo –al espacio de su fisiología, de su capacidad para gestar o de su potencial para la seducción-, el imaginario colectivo, inciden en la manera de valorarnos a nosotras mismas, en nuestras aspiraciones y en nuestro concepto de lo que es una mujer admirable. Durante los años que recrea la novela muchas mujeres tuvieron la sensación de soltar lastre: el de la oscuridad, la represión, la moral nacional-católica, el de una sexualidad que no se entendía más allá de la procreación y que asociaba el placer erótico de las mujeres con la suciedad. Pienso en imágenes tan intolerables para ciertas mentes como la de la masturbación femenina. En este contexto, fue un acto de higiene que Marisol se mostrara desnuda en la portada de Interviú con una flor amarilla en la mano.

Sin embargo, me parece que ese primer desvelamiento o ese pequeño entusiasmo solo forman parte de la línea continua de la historia cultural: por una parte, entroncan con el mito del cuerpo de una mujer, reducida a esencia, a musa, a estereotipo, a bello objeto de contemplación y, por otra, derivaron, como tú apuntabas hace un instante, hacia una mercantilización radical que alcanza su máxima expresión en la pornografía como banalización capitalista del sexo. Y en algo incluso más preocupante: en la homogeneización de un canon estético que no es más que el reverso formal de la idea de que existe una esencia femenina: en los tiempos que corren, esa esencia se identifica físicamente con un modelo femenino digital, recauchutado, serializado y de pubis infantil. La belleza femenina hoy pasa por la violencia quirúrgica. Por la obsesión en tener la apariencia de dibujo animado o de chica del vídeo-juego. Por parecer, no ya una joven, sino una niña eterna de rasgos occidentales. Se exagera la mitología de la mujer ideal y eso nos inflige un daño.

Somos muchas y distintas, y no podemos permitir que nuestra diferencia respecto a otros géneros nos sitúe en desventaja. Por eso, en esta novela y también en “La lección de anatomía” yo quería hablar del cuerpo de las mujeres, no como receptáculo maternal o como carne deseable, sino como texto donde se quedan impresos los trabajos, las experiencias, de cada una. La idea del cuerpo como texto se refleja en un lenguaje lleno de metáforas fisiológicas. También en el planteamiento de la novela subyace una analogía entre lo histórico y lo biológico: la pubertad de un país coincide con la pubertad de su narradora-protagonista. La euforia, la incertidumbre, la ilusión, el miedo, el comienzo del desencanto. Todo el libro podría interpretarse como la búsqueda de un lenguaje propio: el de una mujer que renuncia a ser musa, objeto de la narración, y se transforma en sujeto de la misma. También podría interpretarse como la expresión de un culpa: la que experimenta la narradora, Catalina, al darse cuenta de que se dejó llevar por un “deber ser” de las mujeres que no le permitió apreciar la valentía de su propia madre.

Sin darnos cuenta asumimos palabras y comportamientos que no nos corresponden, nos dejamos llevar, nos faltamos permanentemente al respeto, no desarrollamos nuestro sentido crítico y nos hacemos muchísimo daño a nosotras mismas. El feminismo de Daniela Astor parte de una vocación autocrítica y se expresa a través de una voz de mujer que reproduce y a la vez lucha contra esa mirada dominante que nos conforma y nos frustra: la mirada que no permite a Catalina valorar a su madre y que incluso la hace avergonzarse de ella, una mirada familiar, que se construye y encuentra su eco esa otra mirada pública, colectiva, que se revive en las cajas negras. La novela de aprendizaje se contrapuntea con el falso documental sobre el fantaterror español, la muerte de Sandra Mozarowsky, el cronicón amarillo de los juguetes rotos del destape, Nadiuska, Amparo Muñoz, el primer desnudo integral de nuestro cine que fue el de la Cantudo en La trastienda… La historia de Catalina y el documental que ella misma rueda son indisolubles: confesional y lo documental, lo íntimo y lo público, lo individual y lo colectivo. Posiblemente, Daniela Astor sea una novela sobre la dificultad de comprender que no somos tan libres como creemos y que esa incomprensión dificulta la posibilidad de rebelarnos.

Al inicio de la sesión Ana leyó unos datos que complementaron la propia documentación de la novela y que fueron muy útiles para adentrarnos un poco más en el debate surgido entre mujer, cuerpo e identidad. Para quienes nos los habéis pedido, enlazamos a la web de donde surgieron, y reproducimos aquí alguno de los que se leyeron:

1936
 Ley del aborto en Cataluña, firmada por Josep Tarradellas. Muy pocas mujeres se acogieron al aborto legal previsto y en lugar de eso abortaron clandestinamente.                                                   1937
La República otorga plena capacidad jurídica a la mujer.                                                                       1939
Se deroga la ley del divorcio y el matrimonio civil, con efecto retroactivo. Las funcionarias no pueden ser jefas de administración.                                                                                                            1941
Ilegalización del aborto. Se establecen los “préstamos a la nupcialidad”. Ayudas para jóvenes parejas siempre que la mujer abandonase su puesto de trabajo después de casada.
1944
Código Penal. Se prohíbe la fabricación, consumo, venta y publicidad de cualquier método anticonceptivo. Figura del “infanticidio privilegiado”: la mujer tiene derecho a matar a su hijo recién nacido, con una mínima sanción penal, siempre y cuando el crimen se cometa para ocultar la deshonra. Sus padres pueden ocultarla, aunque están sujetos a la misma pena de prisión menor de entre seis meses y un día a seis años, la misma que la del aborto, que no contemplaba atenuantes o eximentes. Las agresiones sexuales se consideran delitos “contra la honestidad” y el violador puede eludir la cárcel si obtiene el perdón de la víctima o la lleva ante el altar. Las mujeres tampoco pueden ser notarias ni registradoras.
1958
Mercedes Fórmica logra que se reforme en el Código Civil el concepto de “casa del marido” por “hogar conyugal”, de forma que los jueces pueden decretar desde entonces que la mujer permaneciese en la vivienda conyugal tras la separación. Antes se quedaba sin casa. Es la primera reforma de los derechos de la mujer en tiempos de Franco.
1961
La mujer ya no tiene que pedir excedencia forzosa del trabajo al casarse; mantiene la autorización preceptiva del marido para que su mujer trabaje, pero la novedad es que considera el permiso dado si ya trabajaba antes de casarse. Si se separaba, automáticamente podía trabajar.
1963
Hasta esa fecha, maridos y padres podían matar a esposas o hijas si las sorprendían en adulterio, y también a sus parejas.
1970
Hasta este año el padre tenía derecho a dar en adopción a sus hijos sin consentimiento materno.
1972
La   mayoría de edad de la mujer pasa de los 25 a los 21 años, equiparándola a la del hombre.   Hasta esta fecha las mujeres menores de 25 años no podían abandonar el domicilio familiar sin permiso  del padre, salvo para casarse o para ingresar en un convento (art. 321 del Código Civil), y cuando ya habían contraído matrimonio, estaban obligadas a presentar la llamada “licencia marital” para trabajar, ejercer el comercio, ocupar cargos públicos u obtener el pasaporte.
1975                                                                                                                                                                   Reforma del Código Civil. La patria potestad y la administración de bienes gananciales son exclusivos del hombre, hasta la Constitución y la reforma de 1981. Se elimina la licencia marital y  la obediencia al marido.
1978
En el derecho penal, mediante Ley 22/1978, de 26 de mayo, se derogaban los artículos 449 y 452 del Código Penal, relativos al adulterio y amancebamiento; de esta forma se daba fin a una situación en   la que la norma legal tutelaba concepciones estrictamente morales y discriminatorias para la mujer.  La Ley 45/1978, de 7 de octubre, modificaba los artículos 43 bis y 416 del mismo Código Penal, con lo   que se conseguía la despenalización de la divulgación y propaganda de los medios anticonceptivos. Ya había 800.000 mujeres que los usaban en España.
1981
En el contexto del derecho privado, la ley de 13 de mayo de 1981 equiparaba jurídicamente al marido y a la mujer en el matrimonio, tanto en el régimen económico como en la titularidad de la patria  potestad de los hijos.                                                                                                                     Ley de 7 de julio de 1981, del divorcio, que regula el matrimonio, nulidad, separación y divorcio. Partía del principio de que el marido y la mujer son iguales en el matrimonio en derechos y en deberes. La  ley, avanzada en la letra, se consideraba insuficiente en lo que se refiere a la penalización de aquellos que no cumplen las obligaciones familiares derivadas de una separación o divorcio, ya que  suponía en muchos casos la indefensión económica de mujeres sin ingresos extradomésticos, por impago de sus cónyuges de las prestaciones económicas destinadas a los hijos. Estas y otras muchas reformas en el ordenamiento privado y penal supusieron un importante avance, al menos en    la forma, en la situación jurídica de las mujeres. Este hecho fue admitido por numerosos colectivos feministas que durante estos años ejercieron unidos su presión para que estas reformas se llevaran a la práctica.
1985
Ley del aborto
1993
Se sustituye oficialmente el término “hembra” por el de “mujer”.

¿Eres de los que compran o de los que leen?

¿Es sincera nuestra celebración del día del libro?

¿Las propuestas institucionales son devoción o impostura?

¿A quién benefician las ferias del libro?

¿Son los autores más vendidos estos días tus autores de cabecera?

¿Compras libros habitualmente?

¿Se lee más a un autor tras haber recibido el premio Cervantes?

¿Qué opinas de los actos, maratones y lecturas públicas del Quijote que se hacen en el día de hoy en multitud de municipios españoles?

¿Qué libro te gustaría regalarte a ti mismo?cervantes

Tanto si eres crítico con esta festividad como si no,

   sin importar si te apasiona el Quijote o si  no lo has llegado a abrir,

     si entras en cólera cada vez que se nombra a Cervantes en vano un 23 de abril,

        si regalas hoy un libro o si te lo regalas,

       si no lees habitualmente, empiezas a leer o si lo haces a diario,

 por entretenimiento, por obligación o por devoción,

     si lees novela o poesía, ficción criminal o ensayo,

      a Paulo Coelho o a Muñoz Molina,

 si utilizas un eBook o si eres un fetichista olfateador de la tinta recién impresa,

 ¡ Te deseamos de todo corazón un feliz Día del Libro !

Daniela Astor y la caja negra: coloquio participativo de guía a la lectura

Por Raquel de la Varga Llamazares

La autora

La principal etiqueta que se utiliza al hablar de Marta Sanz (1967) suele ser la de ‘escritora joven’, o al menos perteneciente a la nomina de jóvenes narradores españoles de entre cuarenta y cincuenta años. Aunque sabemos que los rótulos son en la mayoría de los casos tremendamente injustos, sí que es pertinente hablar de Marta Sanz sobre todo como una MartaSanz01escritora ante todas las cosas comprometida. Con la imposibilidad de dejar a un lado el aspecto político -del que la propia autora nunca se desprende-, hablamos de un compromiso con la cultura y sus funciones, con la condición de escritor y sobre todo con lo político y culturalmente femenino y sus representaciones. Pero pese a esa preocupación en cuanto a los contenidos no hay que perder de vista que también en la forma encontramos un riesgo en su lectura, un estilo muy personal, de sintaxis ágil y cargado de un lenguaje cotidiano en apariencia alejadas de lo poético. Leer a Marta Sanz supone por lo tanto no solo una mirada hacia la cotidianidad “dolorosa” y absolutamente necesaria, sino también un placer en la lectura a veces nada fácil de encontrar en la literatura de tesis propia de su estilo. Sus intereses temáticos principales se deducen inevitablemente de su obra, donde a cada paso encontramos bien como homenaje o como cauce genérico la ficción criminal, o bien una evidente preocupación por la identidad femenina que no se despega de un análisis sociológico, intereses que a rara vez se separan.

Antes de leer a nuestra autora, el mejor ejemplo de su concepción literaria resumido en unos minutos lo podemos escuchar de su propia boca a partir del minuto 5:30 de la entrevista que os enlazamos. Además, en su visita a León en 2013 nos deleitó con la lectura del relato “Extrañas en un tren (Versión amarilla)”, que -a pesar de la escasa calidad el vídeo- os animamos encarecidamente a que escuchéis:

 

La obra

  • El frío. Madrid: Debate, 1995. Reeditada por la editorial Caballo de Troya, 2012.
  • Lenguas muertas. Madrid: Debate, 1997.
  • Los mejores tiempos. Madrid: Debate, 2001. Premio Ojo Crítico de Narrativa.
  • Animales domésticos. Barcelona: Destino, 2003.
  • Susana y los viejos. Barcelona: Destino 2006. Finalista del Premio Nadal.
  • La lección de anatomía. Barcelona: RBA, 2008. Nueva edición Anagrama, 2014.
  • Black, black, black. Barcelona: Anagrama, 2010.
  • Perra mentirosa / Hardcore. Madrid: Bartleby, 2010.
  • Un buen detective no se casa jamás. Barcelona: Anagrama, 2012.
  • Amour Fou. Miami: La Pereza Ediciones, 2013.
  • Daniela Astor y la caja negra. Barcelona: Anagrama, 2013.
  • Vintage. Madrid: Bartleby, 2013
  • No tan incendiario. Madrid: Editorial Periférica, 2014.

 Durante la guía hablamos de su obra en general, de la importancia de ciertos premios y de novelas en particular como Black, black, black o Un buen detective no se casa jamás como renovación del género policíaco, Amour Fou y la censura, No tan incendiario y la preocupación social del arte y La lección de anatomía como obra pareja a Daniela Astor y la caja negra en muchos sentidos.

 

Aspectos a tener en cuenta

Daniela Astor y la caja negra es una novela de tesis muy clara cuya construcción formal y temática se articula en torno a la misma. Por lo tanto, tratar de analizarla antes de su lectura estropearía la lectura misma, pero hay ciertos aspectos a tener en cuenta como guía:

  • Estructura formal: :los capítulos que componen la novela están divididos en varias partes, que a su vez se caracterizan por su narrador, bien en primera persona (Catalina Griñán, de 12 años) o en tercera persona (caja negra). Frente a la primera persona, remarcadora de la subjetividad y ligada a un ritmo narrativo veloz, la tercera persona y la descripción pura de la “caja negra” busca la objetividad, el contar los hechos tal y como son o como los percibimos, esta vez de forma más pausada, reflexiva.

  • Autobiografismo: Como ocurría en La lección de anatomía, la autobiografía funciona de forma simbólica, en este caso en relación con todo lo que ha rodeado a las mujeres españolas educadas entre el franquismo y la transición.

  • El cuerpo como identidad: desde la primera página se van a enumerar y traer a nuestra memoria a las mujeres que protagonizaron el famoso destape español, y es que a la autora le interesa evidenciar las relación que hay entre la representación mediática de los cuerpos con el condicionamiento que eso produce en la configuración de la identidad. Desde tiempos inmemoriales identidad femenina y corporeidad han sido uno, y Daniela Astor y la caja negra exige al lector una reflexión sobre la relación que esto ha tenido tanto como reflejo político como identitario.

  • Madres e hijas, una relación no siempre problemática: la historia de la literatura está plagada de relaciones turbulentas entre madre-hijo, padre-hija o padre-hijo, pero raramente hasta el siglo XX las disensiones generacionales están protagonizadas por madre e hija. Muchas son las obras paradigmáticas en las que ambas generaciones sufren un choque entre tradición y modernidad, pero en las últimas décadas esta tendencia se ha inclinado desde el conflicto hacia la unión y una mayor comunicación entre personajes femeninos con una rebeldía común contra el patriarcado. Fruto de los cambios sociológicos, las hijas ya no van a ver en sus madres como el símbolo de la tradición opresora sino como espejo.

Hemos cerrado la sesión viendo un anuncio de hace unas décadas y otros bastante más próximos en el tiempo. Breves aproximaciones que sirven para abrir boca e introducirnos en una novela que, más allá de la apariencia anecdótica, es tan dolorosa como necesaria.

 1980

culito

2010

Tres cuentos de Munro

El día de la guía a la lectura comentamos una imagen que simboliza a la perfección la experiencia del lector cuando se embarca en la lectura de Munro. Más allá de que determinados cuentos nos hayan llamado más la atención por su contenido (como es el caso de “Dimensiones”), esta experiencia lectora no deja de parecerse a un viaje por el interior de una casa -casa que somos en realidad nosotros mismos- en el que nos detenemos más en unas habitaciones que en otras según nuestra propia manera de ser, vivencias previas o sencillamente nuestro momento vital. En cualquier caso, la mirada con la que nos dirigimos hacia cada detalle escondido en el espacio de lo privado en cajones y armarios no está empañada por la nostalgia de quien rebusca entre objetos del pasado, sino de reconocimiento y vergüenza ante personajes y acciones de los que se nos hace partícipes silenciosos y que tiene que ver con lo que se oculta tras la cotidianidad, una nada condescendiente visión de la condición humana. Insatisfechos por lo que nos quedó dentro el día del coloquio, retomamos algunos aspectos que se insinuaron para que no caigan en balde, ahondando un poco más dentro de nuestras posibilidades. Que las siguientes palabras -dentro de las limitaciones espaciales y cualitativas- sirvan como pequeño homenaje a Munro.

alice munro

Respecto a los cuentos que abren y cierran la obra existen varios nexos temáticos. El más obvio es el de la focalización en un protagonismo de lo femenino, ya que ambos sitúan en el punto de mira a una mujer que de una u otra manera es esclava de un condicionamiento de género. Sofía  Kovalesvski es una de las muchas mujeres cuyo nombre no conocemos que han poblado la historia de la humanidad, y que por su condición de mujer no han podido dedicarse por entero a la actividad cultural o científica en el mejor de los casos, asumiento que han sido infinitamente mayores en número las que sencillamente por la misma razón no han tenido -no una alfabetización- sino unas condiciones de vida dignas. Pese a que no se trata de comparar la calidad de ambos textos, muy diferentes en esencia, ni tampoco de restar importancia a las af3447de0d4234e0b589b0725343c279situaciones reales o no vividas por ambos personajes, es cierto que “Dimensiones” parece haber causado una sensación mucho más honda en el lector. Quizá porque se trata del texto que abre la obra o seguramente por lo terrible de lo que se nos narra. Como comentábamos en la entrada anterior, la intención de la autora no es crear personajes cargados de victimismo. Sin pretender escribir un cuento cuyo tema principal sea la violencia de género en cualquiera de sus manifestaciones, en esta historia hay un trasfondo que evidencia la relación de dominación que comúnmente hay entre maltratador y víctima en un caso de violencia de género, poniendo de manifiesto que ni la violencia física llevada al extremo llegando al homicidio de unos hijos en común es suficiente para que desaparezca la relación de dependencia y de sometimiento emocional que va más allá de lo que la razón pueda comprender. A la autora no le hace falta recrearse en descripciones lacrimógenas ni en ahondar a través de un personaje en primera persona en unas emociones desgarradoras que puede sentir la protagonista, porque los simples hechos hablan por sí mismos. Otro de los nexos que conectan esta historia con “Demasiada felicidad” es el motivo del viaje, algo nada novedoso en la historia de la literatura y que sin embargo resulta esencial para comprender ambos textos. El increíble manejo del tiempo que hay en cada relato hace que en “Dimensiones” llegue un momento en el que nos olvidemos de que la narradora está haciendo un viaje en autobús, ya que hemos pasado a 12d4fd00095790391d2cee83dff2a20bconocer qué es lo que la ha llevado a estar allí viviendo una vida que nos describe como anodina y sin mucho sentido. Cuando por fin sabemos que se dirige a la cárcel a visitar a su marido, -quien no solamente la maltrataba sino que acabó terminando con la vida de sus hijos-, se retoma de nuevo la atención hacia el viaje, el autobús y la carretera que la lleva de nuevo hacia lo único que le queda en la vida, aunque paradójicamente se la arrancara sin piedad. Paradójicamente, Sofía Kovalesvski viaja hacia la muerte, mientras que Doree, prácticamente muerta en vida, que parece que irremediablemente nunca podrá salir del bucle infernal en el que se encuentra se topa “por accidente” con un pretexto que le conduce de nuevo a vivir. Con tres hijos muertos a manos de su padre y por lo tanto, una vida destrozada por completo, solo hay algo por encima del bien y del mal que puede dar sentido a una existencia tan absurda como la realidad en la que se encuentra inmersa. Tras haber corrido para socorrer al joven al que han atropellado y conseguir reanimarlo con su aliento es capaz por primera vez de decir “no”. De decir no a la muerte, y de dar vida.

Si nos fijamos en los elementos recurrentes en la obra de la canadiense, hay que tener en cuenta que, además de la violencia explícita o no que se esconde detrás de la cotidianad (la poética del linóleo) y de la presencia de la religión, se observa una voluntad expresa de reflexionar sobre la propia ficción en varios aspectos. El caso más evidente es un fragmento muy citado en el que se deja entrever a la Munro real y no a un narrador ficticio, y es que se ha escuchado hasta la saciedad (sobre todo a quienes no son precisamente lectores) la identificación entre literatura y evasión: “Ella odiaba la palabra escapismo referida a la ficción. Era más bien la vida real la que merecía ser tildada de escapismo”. Este comentario en apariencia inocuo, es el perfecto resumen de una de las mayores enseñanzas que podemos extraer de su obra, y es que por ejemplo un cuento como “Ficción” tiene muy por encima de la trama una importancia suprema en cuanto a la demostración de que vida y ficción son a veces categorías que pueden llegar a confundirse. Pero atención, no en un sentido obvio que podamos pensar inicialmente, ya que nada tiene esto que ver con que la narradora acabe descubriendo su aparición como personaje en una novela, sino por una cuestión que va mucho más allá. Resulta imposible no dedicarle al menos unas líneas a “Ficción”, donde a pesar de que posee una trama más o menos cotidiana que puede o no llamar nuestra atención la tesis nada tiene que ver con lo prosaico, ni con la infidelidad en las relaciones de pareja ni con los traumas de una paternidad irresponsable. Seguramente lo más importante que un lector puede extraer de este cuento ni siquiera es el consuelo de que la vida puede cambiar radicalmente de un día para otro, y que quizá con el paso del tiempo lo que ahora nos preocupe en otro tiempo no tendrá ninguna importancia. No, no solo habla de la importancia del momento, sino de la vida misma, que a veces nos puede parecer tan inverosímil como la ficción, y -qué duda cabe- infinitamente más apasionante. El mayor logro de Munro respecto a la dignificación de lo literario como un reflejo de la vida, que no está relacionada con el escapismo sino con el compromiso de la literatura, se plasma en este relato, cuyo título podría ser el siguiente “Ficción (= Vida)”. Como la narradora, cada uno de nosotros es consciente de lo que como protagonista de su propia obra teatral ve, siente y padece; Pero no solo en el gran teatro del mundo actuamos en soledad, sino que interactuamos con otros seres y, nos guste o no, nuestros actos no controlan los designios ajenos ni la casualidad. A nuestra protagonista, que seguramente cuando fue abandonada por su marido no pudo creer en que recuperara las riendas de su existencia acabó haciéndolo, y cuando volvió a ser feliz se percata de que también ella fue el antagonista que le negó la felicidad a alguien. Y no lo perdamos de vista, todo ello gracias a la ficción. Puede que sea una afirmación demasiado personal y arriesgada, pero ante un texto como este no se le puede dejar de reconocer a Munro el mérito de hacer que leyendo y no viviendo sea como realmente nos damos cuenta de que la ficción nunca podrá superar a la vida.

La maestría narrativa de Munro se materializa especialmente en el cuento central de Demasiada felicidad, texto del que seguramente más se ha hablado y -paradójicamente- del que nadie parece tener una interpretación que convenza a todos. Precisamente, este cuento fue uno sobre los que se trabajó el año pasado en la “Experiencia cuento” de tULEctura y que, a pesar de ello, sus admiradores no comparten unas mismas conclusiones. En lo que sí que parece haber unanimidad es en el convencimiento de que, si en general con cualquier texto una sola lectura nunca aclara el sentido, en el caso de Radicales libres todas las lecturas del mundo no parecen suficientes, ya que cada vez percibimos un detalle nuevo anteriormente imperceptible que, o bien nos decanta hacia una determinada interpretación de un personaje o sencillamente nos asombra la profundidad inimaginable de los niveles de lectura , algo que  se resumen y se entiende en la afirmación que muchos han hecho sobre el ingenio de la canadiense, capaz de escribir cuentos en los que se encierran en realidad novelas. En cuanto a la trama, tras una primera lectura que nos deja convulsos, preguntándonos qué se nos habrá querido decir, por las sensaciones provocadas solo podemos estar seguros de una cosa, aquello tan famoso de “aquí alguien ha matado a alguien”. Las apariencias son tan engañosas, que en una lectura inicial Nita puede 410e7947c8a4b11b8bcd84e0265d490eparecernos incluso una ancianita adorable e indefensa. Descartada la primera impresión, algunos lectores toman por verdaderas las palabras de nuestra protagonista para lograr la complicidad del joven asesino y por lo tanto asumen que Nita envenenó a la amante de su marido. Sin embargo, esta información se desdice cuando el narrador en tercera persona vuelve a focalizar la atención en los pensamientos de la anciana y nos dice entonces que ella era en realidad la amante de Rich y que su anterior mujer Beth, aún sigue viva y además ha publicado un libro sobre plantas del que Nita ha extraído el conocimiento conveniente sobre las propiedades tóxicas del ruibarbo. Indudablemente, la narración es deliberadamente engañosa. O para ser más exactos, además de por los detalles al principio imperceptibles, la grandiosidad del cuento reside más que nunca en lo que no se llega a decir, cuya interpretación queda enteramente bajo la responsabilidad del lector. Esto se materializa a la perfección en la parte final, tras la huida del triplemente asesino y su muerte. Ciertamente, no hay manera a ciencia cierta de saber lo que ocurrió en el pasado y si de verdad hubo un intento de asesinato o quién intentó envenenar a quién. Hay opciones para elegir: unos optarán por considerar a Nita como la instigadora de un crimen, otros como lo suficientemente inteligente como para haber previsto que la mujer de su amante trataba de envenenarla. Hay incluso quien pueda pensar (¿por qué no?) que lo que Nita prepara no es té en hebras, sino ruibarbo con el que envenena al joven.

En general, los cuentos de Munro están habitados por personajes con tal profundidad psicológica que colocarnos frente a nosotros y reconocernos en ellos resulta una experiencia tan poco  halagadora como necesaria. Si tomamos como referencia la famosa cita de Shakespeare acerca del teatro como espejo de vicios y virtudes de la sociedad y la extendemos a la literatura en general, llegaremos a la conclusión de que a Munro le interesa más devolvernos no lo positivo, sino las miserias inherentes a la condición humana que se esconden sutilmente detrás de la cotidianidad. En este mundo loco no se puede tachar a sus historias de inverosímiles, porque un vistazo a las noticias nos acerca de un porrazo a una realidad en la que, como en la ficción, hay mezquindad sin límites, falta de honestidad incalculable en las relaciones personales, una discriminación cultural hacia lo femenino, sentimiento de superioridad respecto al prójimo y monstruos, muchos monstruos que son capaces de asesinar en serie, a su vecino e incluso a sus padres o hijos. Quizá lo más estremecedor de esto no es solo aceptar su existencia, sino la posibilidad de que el monstruo esté en nosotros. Puede que cualquiera de nosotros haya sido infiel o se lo haya planteado a costa de destrozar una familia, e incluso siendo niño hubiera apretado fuerte la cabeza de alguien el tiempo necesario bajo el agua. ¿Por qué Nita no iba a ser capaz de ponerse a la altura de su atracador y ser ella capaz de matar? Quizá deberíamos plantearnos que transcurre toda una vida hasta llegar a su edad y que eso no nos hace menos culpables ni susceptibles de todo acto. Tal y como se alude a la religión en cada cuento, a los personajes de Munro la idea de Dios parece servirles más bien de poco para dar sentido a una realidad cruel, mucho menos a una anciana enferma de cáncer. ¿Y si en el interior de NIta y de todos nosotros hubiera un monstruo que pudiera en un determinado momento despertar?

Nunca se sabe.

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Demasiada Felicidad: coloquio participativo de los socios

En la tarde de ayer nos reunimos los socios del club como es costumbre para charlar sobre Demasiada felicidad, una de las últimas obras de la canadiense premio Nobel que, si bien a algunos no les ha terminado de convencer, ha generado más de un seguidor que no tardará en conseguir toda su bibliografía. Lo primero que hay que decir es que difícilmente en una sesión se puede abordar esta obra con una solvencia mínima, ni si quiera uno solo de los cuentos. Los niveles de lectura son tales que, aunque dedicáramos todo el curso a Demasiada felicidad no nos acabaríamos de quedar satisfechos.2ae10e3e826e99a2d766f7f595e0f76b

Si la lectura de Bonilla nos familiarizaba con los relatos donde las anécdotas puramente triviales escondían reflexiones sobre el paso de la adolescencia a la madurez, Demasiada felicidad es un perfecto compendio de la importancia de la “lectura entre líneas”. En la guía a la lectura ya se apuntó la idea primordial de que la obra de Munro es de fácil lectura pero muy difícil comprensión. Esto se traduce en que formalmente nos encontremos ante una narrativa sintácticamente sencilla y sin florituras, que participa más de la brevedad que de la construcción de oraciones subordinadas que se encadenan a lo largo de las líneas. Más concretamente, lo esencial de los textos suele encerrarse precisamente en frases muy cortas cargadas de ambigüedad e ironía que se encuentran diseminadas en el desarrollo de las historias y sobre todo en sus finales, -a veces necesarios para dar sentido al cuento- como el nunca se sabe de “Radicales libres” o Yo me hice mayor, y vieja de “Algunas mujeres”. En cualquier caso, una sola lectura no basta para percibir todo lo necesario ni la riqueza de los cuentos. Ante la insatisfacción de no haber podido pararnos a hablar todo lo que nos hubiera gustado, en los próximos días aparecerá otra entrada profundizando sobre aspectos que se mencionaron ayer a través del comentario de tres cuentos.

Basta un vistazo a la bibliografía de la autora (Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio, El amor de una mujer generosa, Las vidas de las mujeres..) para percatarse de que el foco de su narrativa se inclina (¿sin querer?) sobre las mujeres Más en concreto, sobre “la terrible vida de las mujeres”. A pesar de lo que pueda parecer, lo hace sin sin victimización, sin juicios, de una forma tan magistral que nos parece estar tratando a personales reales en lugar de a personajes literarios. Nadie puede f4a8a04bf9306b3294a77e6632865da5salir indemne de lo que ellos piensan, dicen o hacen porque nos hacen partícipes de su historia. A veces se insinúa que la autora presenta a estos personajes como víctimas, o que se ensaña con dureza con los hombres: nada más lejos de la realidad. La profundidad psicológica de los mismos es tal que debemos descartar por completo esa afirmación. La tan famosa frase de los evangelios “por sus obras los conoceréis” se les puede aplicar: no es necesario describir a los personajes en términos morales, ya que el hombre que asesina a sus hijos, el joven que mata a  su familia y luego la fotografía, las niñas que ahogan a su compañera en el campamento de verano: no hace falta que el narrador juzgue lo más mínimo, el lector ya tiene datos suficientes para decidir si lo hace o no. Entrar a debatir si son los personajes masculinos peor tratados que los femeninos es una necedad, ya que ambos simplemente son descritos de tal manera que nos parece encontrarnos ante un espejo del que no siempre nos gusta la imagen que nos devuelve. Todos ellos están vistos desde la distancia y la frialdad que solamente puede tener una persona que ve la vida con más de ochenta años, todos con sus virtudes, sus vicios, y en ocasiones una mezquindad demasiado cotidiana.

Continuará.

El libro que me cambió la vida (VII y final)

Amigos todos: para cerrar este capítulo en la reciente historia de tULEctura, es de obligado cumplimiento daros de nuevo las gracias. Cuando surgió la idea de este concurso nunca imaginamos que iba a tener tanta difusión, ni a dar los frutos recibidos. Así es que GRACIAS de nuevo a los más de ciento cincuenta participantes que nos habéis hecho llegar vuestros textos. A los que venían de ultramar y a los de compañeros de la comunidad universitaria; a los adolescentes epatados por los best-sellers de Ruiz Zafón o Patrick Rothfuss, y a los que también en su juventud fueron cautivados por otros autores más sesudos como Tolstói 93edfd17978f10c7832c10c38c2bc0ado Dostoyevski que hoy ya son abuelos. Y viceversa. Gracias a los que nos habéis escrito con el corazón y las entrañas en la mano y a los pudorosos. A los que nos han dicho la verdad y a los que han jugado con la ficción. Por si tenéis curiosidad, y antes de mostraros el texto ganador, merece la pena que os hagamos un resumen de qué libros y autores han encabezado el ranking de los favoritos. Sin ninguna duda, el más citado de todos es El Principito, ese adorable ser que nos domesticó y que desapareció en mitad de la noche, el niño de cabellos dorados al que muchos seguimos esperando mientras miramos a las estrellas y nos preguntamos si finalmente el tigre se comió o no a la rosa. Además, la novela Las uvas de la ira o diversas obras de Julio Cortázar han tenido una presencia más que notable.

775d5bed59c382778647a2bdfaa1f73aAfortunadamente, cada uno de vosotros ha interpretado la pregunta del concurso según sus propias vivencias. Así, queremos destacar sobre todo y a modo de conclusión que la manera en la que a uno un libro le puede cambiar la vida no suele tener que ver con la calidad estética de la obra en cuestión,  sino en hechos como que ese libro te convierta en lector, o que despierte en ti la vocación de la escritura. Agradecemos la generosidad con la que varios de vosotros nos habéis hablado de ambas experiencias. Convertir a alguien en lector es una virtud tan loable que, haciendo ejercicio de honestidad, debemos reconocerle al César lo que es del César: las historias que a la mayoría nos cautivaron de niños poco tienen que ver con la filosofía, la moralidad o el sufrimiento existencial, y sí mucho más con historias de aventuras en lugares imaginarios. Así lo habéis reflejado a través de repetidos referentes comunes como los tebeos, libros infantiles o algún clásico, sobre todo La isla del tesoro, La historia interminable o la colección de Los cinco. Por supuesto, quienes hemos leído vuestras participaciones hemos sonreído cuando nos hemos identificado con vuestras lecturas predilectas, que son también nuestras. Imposible también no ruborizarse al compartir la experiencia de quienes nos habéis confesado vuestro amor descarnado por algún que otro personaje literario al que habéis convertido en el ideal de vuestros sueños. Por supuesto, las protagonistas de las novelas de adulterio del XIX como La Regenta, Madameec3ee403a96c6498dacb3230165e6244 Bovary oAnna Karenina siempre han tenido muchos fans y esto ha sido notable, pero… ¿se imaginará un autor tan joven como Andrés Neuman que su viajero del siglo se ha convertido en el amor platónico de más de una adolescente?

A los más devotos, la lectura de la mismísima Biblia os ha supuesto un hito literario además de espiritual, frente a los ateos y otros desengañados que, como Juan Bonilla al contestar la pregunta que inspiró este concurso, “culpan” a las lecturas de Nietzsche y de diversos libros científicos de su pérdida de la fe. Otros (que se han tomado al pie de la letra la pregunta del concurso), que no han sido pocos, han encontrado la salvación en el término medio: los libros de autoayuda. Por supuesto, el más insigne de los caballeros españoles y su lucha contra las injusticias ha sido la metáfora literaria y el consuelo que alguno habéis encontrado, mucho más como símbolo de la derrota que como imagen de la locura. Mas no desesperéis, que no es verdad eso de que Alonso Quijano ha muerto. A la contra del desengaño de la senectud está el vitalismo de la infancia y la juventud, a veces de una forma imprevisible. Algo que nos ha enternecido sobremanera es que una mamá nos haya hecho llegar la ferviente defensa de su hija de diez años, Clara Eugenia, a quien no hemos podido por menos que enviarle (hasta Granada) un certificado que atestigüe su amor por los versos de Gloria Fuertes, para que nunca olvide y deje de ser la lectora entusiasta que es.

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 Y ahora, por fin ha llegado el momento que muchos estabais esperando, y es momento de conozcáis el nombre por el que habéis preguntado en las últimas semanas. Bien es cierto que a la hora de juzgar vuestras participaciones poco o nada hemos tenido en cuenta la calidad literaria del libro sobre el que hayáis escrito, sino la de vuestro texto personal. Curiosamente, tanto el texto ganador como el accésit se refieren a Rayuela de Cortázar, obra sobre la que unos cuantos os habéis animado a escribir con devoción. Hemos de reconocer que, aunque no teníamos prevista la concesión de un accésit, nos ha gustado tanto el texto que nos ha enviado Mª Dolores Esteban Álvarez que, cuando nos hemos dado cuenta de que es miembro de nuestro club de lectura, no hemos podido disimular nuestro regocijo y por eso aprovecharemos su cercanía para recompensarle su participación como podamos. Escoger un libro es decir mucho de uno mismo sin saberlo, y así ha ocurrido con  la forma en la que Mª Dolores nos ha hablado de sus experiencias a través de Rayuela, de cómo el libro la eligió a ella y no al revés, de las servilletas literarias en el día de su boda, y del amor y la filosofía en la obra como metáfora del mundo. Precisamente quienes habéis escogido esta novela sois los que más citas literales habéis tomado también, sobre todo en referencia al amor, y es que a nadie se le escapa (y vuestros textos lo evidencian) que Rayuela -entre mil maravillas destacables- es una novela que habla de amor, pero no como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman,f1c2809014e41c0357587b89bd2260da yo creo que es al revés. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto. (capítulo 93)

Al igual que cuando apartamos en el plato la parte de la comida que más nos gusta para el final, nos despedimos con el texto ganador para que os deje un excelente sabor de boca, un regusto a bohemia parisina. Si bien es cierto que en la ULE estamos acostumbrados a la presencia de lo insólito (ya que además contamos con varios estudiosos de lo fantástico), la historia de juegos literarios que rodea al texto ganador -uno de los solamente dos que nos han llegado presentados bajo pseudónimo o personalidad ficticia sin datos que lo identifiquen- nos ha hecho volver a creer en aquello que decía Borges de que no puede ser, pero es, y que Cortázar no mentía cuando aconsejaba cambiar nuestra manera de mirar el mundo para así descubrir las maravillas que se esconden detrás de lo cotidiano. Agradecemos a todos nuevamente que nos hayáis hecho recordar viejas lecturas, y en especial al ganador, el argentino que resultó ser leonés y que rompió la rutina de la vida bibliotecaria, nos puso el alma de tango y nos dejó medio muertos de amor. Por su calidad literaria, su valor expresivo y su excelente manejo de la intertextualidad, por unanimidad el jurado declara como ganador del concurso El libro que me cambió la vida a Juan Carlos Carbajo.

Me enamoré de la Maga y todavía la busco en el Pont des Arts. Siempre quise tocar en el piano de Berthe Trépat los tres movimientos discontinuos de Rose Bob. A menudo me despierta el llanto del niño Rocamadour, su tristeza clava sus agujas en mis labios y no puedo decir nada. Saint-Germain-des-Prés llena mis pasos del áspero bebop y de las tristes promesas que enmudecen las esquinas de la Rue Guenegaud. Horacio Oliveira me traicionó (permítanme la discreción) y nunca se lo perdoné. En el boulevard de Sébastopol un clochard me dio un sobre con la fecha de mi muerte. Si no fuera porque un día me arrinconaron con sus pedanterías y risas que mermaron mi sentido común, nunca les hubiera quemado sus discos de vinilo; por si no lo saben estoy hablando del Club de la Serpiente. Al final acabaron echándome del piso y me alegré, así tuve más tiempo para pasear por el cementerio de Montmartre. Todas las noches alimento mi insomnio con la lectura de Voltaire, un librito que “distraje” a los bouquinistas. Siempre estaré agradecido a Gregorovius, que me enseñó dos cosas: «el jazz es un modesto ejercicio de liberación y París una enorme metáfora».

“Star dust” suena en mi cerebro y mi corazón escucha el ruido de los vasos cuando bailaban los muchachos en la ‘cave’. Por más que lo intenté, fui incapaz de aprender el gíglico, ese idioma que oculta el vuelo de los pájaros al amanecer.

Una noche estuve en la casa del escritor Morelli, quien me preguntó si leía a Spinoza; tenía un gato y muchísimos libros. «Solo viviendo absurdamente se puede romper este absurdo infinito»: ¿a quién escuché estas palabras con hilo de cometa? No se me ha olvidado el sabor del mate ni de las historias de pendencieros, «porque el recuerdo es el idioma de los sentimientos, cada vez iré sintiendo menos y recordando más». Talita, con sus bolsillos llenos de piolines, me susurraba las causas perdidas que todavía podíamos ganar, y Traveler, perdido en su melancolía, me regalaba entradas para ver al gato calculista en el circo del Señor Ferraguto.

De eso hace ya tanto tiempo.

Hoy, por fin, me he decidido a escribir sobre Rayuela, el libro que me arruinó la vida.

JUAN CARLOS CARBAJO LARSEN

 Cortazario - Julio Cortazar - Graffiti Stencil (11)

 

 

Francisco Umbral, libro a libro

Lo que deseo decir es que yo tenía una espada de madera y quizá aquella fue la última espada del Reino de León. Habíamos llegado a la ciudad en una tarde de calor, en un tren de tercera, por la llanura castellana, hasta que las orillas del paisaje fueron poniéndose verdes, al llegar a la provincia. Cerca ya de la capital, había chopos y álamos en inesperadas formaciones, afilados, cortando la rica brisa del verano en largas rebanadas que entraban por las ventanillas del tren y nos daban en la cara y en el flequillo al otro chico y a mí.

 Así es como comienza la novelita titulada por Umbral Días sin escuela que se publicó en el nº 6 de la revista “Tierras de León” en 1965, texto ambientado a orillas del Bernesga que explica suDSC_0087 emplazamiento en el hecho -desconocido aún hoy por muchos leoneses- de que el célebre Francisco Umbral fue nuestro convecino allá por los últimos años de la década de los 50. Así, hasta el día 20 de febrero se puede visitar en la Biblioteca General San Isidoro una exposición titulada  Francisco Umbral, libro a  libro promovida por el Área de Actividades culturales de la Universidad y producida por la Fundación Francisco Umbral en la que a través de paneles con fotografías explicadas, se hace un recorrido a lo largo de la vida de Francisco Alejando Pérez Martínez siendo un niño hasta el momento de recibir el Premio Cervantes siendo ya nuestro célebre Paco Umbral.

No han sido pocas las veces que en los últimos años la figura del escritor se ha vuelto a imagenreivindicar de alguna u otra manera en el ámbito cultural leonés. El diario El Mundo fue publicando hace tiempo un adelante del volumen que ha visto la luz hace unos días, Francisco Umbral, diario de un noctámbulo, donde se recogen los textos vertidos en la primera época de Umbral coincidiendo con su estancia en León, que han pasado bastante desapercibidos en su producción ya que se trata de sus primeros atisbos literarios y periodísticos que poco tienen que ver con los del Umbral maduro. El pasado año, diversos periódicos y blogs de nuestra ciudad se hicieron eco de la relación de Umbral con León en artículos de diverso tipo, entre ellos uno en el Diario de León que, junto con la revista Arco supuso su inicio en el periodismo escrito y que explica las causas ya sabidas de la mala relación del escritor con la ciudad. Poco se puede añadir a las palabras que últimamente han aparecido sobre la relación del Umbral con León, tomamos como resumen de ellas la vertida por Bruno Marcos en astorgaredaccion.com, donde se llama la atención sobre el hecho de que “hubiera un tiempo en el que un Crémer eclipsara a un Umbral”.

El mal humor de Francisco Umbral es sin duda lo más conocido de él públicamente desde aquel famoso encontronazo con Mercedes Milá, que parece va a ser el episodio de su vida por el que pase a la historia con minúsculas. Aunque reconociera en vida que su relación con León nomortal-y-rosa-Francisco-Umbral fuera solamente de odio, sus impresiones sobre la ciudad no dejan lugar a dudas de que su honestidad en las críticas no solamente procedía de lo político sino del “aldeanismo” cuyo ejemplo más claro es la anécdota alrededor del cinefórum y aquella película de Cocteau. También en su momento reconoció no guardar ningún rencor a la ciudad, al igual que nosotros con él. Aunque en este país es cosa generalizada el juzgar al todo por la parte y sobre todo por lo anecdótico, no se puede dejar de reclamar hacia Umbral la atención que merece su obra. Las enemistades de la vida literaria dejan de tener sentido cuando el peso de la letra va por delante, y por eso uno puede ser un gran admirador de Bolaño y no hacerle ningún caso a su decálogo del buen cuentista, donde repite tres veces que nunca hay que leer a Umbral. Para quien le apetezca leer sobre la vida leonesa en los 50 el testimonio de Umbral en La ciudad y los días es altamente recomendable, y es que hasta de los nuestras tabernas más célebres hizo escarnio: un ejemplo, la que del mesón El Besugo rescataban nuestros amigos de El palillo leonés. Pero se quieran escribir cuentos o no, es innegable que en lo que se refiere a la literatura en sus cotas más altas, desde la lectura o la escritura Las ninfas o Mortal y rosa son una maravilla poética dentro de la prosa en español del siglo XX.

Cuando se leía en voz alta (II)

En la entrada anterior hablábamos de cómo este año (y siempre) el Quijote está suscitando una gran cantidad de homenajes y comentarios, muchos de ellos en relación con el acto mismo de la lectura. Comentábamos también cómo siempre se toman ciertos ejemplos extraídos de esta obra en relación con la lectura como acto público como la vez en la que el cura lee a quienes le rodean El curioso impertinente, o el famoso pasaje de la venta. Sin embargo poco se habla de un aspecto que hace tiempo llamó la atención en un artículo Margit Frenk sobre la lectura en la obra cervantina, donde ponía el foco no en sus manifestaciones orales y públicas, sino en su protagonista como ejemplo del nuevo tipo de lector que estaba surgiendo por entonces. Evidentemente, sabemos que la lectura individual y silenciosa ha existido siempreimg02-02, y hay que insistir en ello por su trascendencia de difícil asimilación hoy. El caso de Don Quijote es un ejemplo claro: leer para uno mismo tiene unas consecuencias preclaras: la lectura individual es única e impredecible. Al igual que los monjes que hicieron lecturas heréticas de los textos sagrados y que provocaron la prohibición de hacer interpretaciones libres de los mismos, así como que la imprenta se convirtiera en una herramienta que evitara la heterodoxia creando copias únicas que fomentaran versiones únicas, Alonso Quijano encarna el nuevo modelo de lector que interpreta individualmente (y correctamente) lo que lee con consecuencias no solamente individuales sino sociales: no es un loco porque quiera parecerse a los héroes de los libros de caballerías, sino porque de ellos aprende el valor de luchar contra las injusticias, de ahí que, más allá de que acierte o yerre en el planteamiento de su empresa, evidencia que de su lectura -que más tarde en el escrutinio de la biblioteca censurarán- se deslinde un afán de justicia aprendido a través de la literatura. El mismo Cervantes dijo  que su obra tendría tantas interpretaciones como lectores, y que debería primar la libertad frente al dogmatismo de una sola interpretación. Sin embargo, y aunque su lectura exija un lector individual, silencioso y concentrado las dos partes de la novela están escritas con las fórmulas adecuadas para su lectura en voz alta. Evidentemente, hay que destacar la grandeza del autor que contiene en su obra todas las costumbres sociales respecto al acto mismo de leer que predominaban en su época, pero sin duda la más llamativa de ellas es la que representa Don Quijote, a quien la lectura silenciosa convierte con un ciudadano comprometido y alborotador.

Con los siglos, ese modelo de lectura se ha ido extendiendo de tal manera que las muestras orales y públicas se han reducido a filandones conmemorativos y literarios, y otros actos de escasa relevancia cultural como la liturgia o los mítines políticos. Obviando la importancia de la riquísima cultura oral en otros continentes, en nuestro ámbito prevalece en la actualidad un tipo de lector sin lugar a dudas, hasta el punto de que podemos ver estampas comunes en los metros de grandes ciudades que de natural nos fascinan de puro increíbles: personas abstraídas que en medio del metro en hora punta tienen entre las manos un mamotreto de paginación centenaria del que no levantan la mirada. Es decir, se ha trasladado la lectura en soledad y en silencio hacia un lectura silenciosa pero pública. ¿Quién no ha viajado alguna vez en el metro de París o de Nueva York en un viaje y se ha topado con la chica concentrada en un libro cuyo peso le debe estar provocando lesiones en la espalda? Es inevitable no fijarse disimuladamente en el volumen para intentar averiguar si se trata de novela policíaca nórdica o algo tipo La catedral del mar. Cuál es nuestra sorpresa cuando nos fijamos en la portada y nos damos de morros con la gran sorpresa: increíblemente, está leyendo a Stendhal. Lo verdaderamente sorprendente no es, obviamente, que la gente lea a Stendhal, a quien es bastante recomendable leer, sino que se lea a Stendhal, a Dostoyevski y a Foucault en el metro. Aunque frecuente, el fotógrafo Reiner Gerritsen tomó una serie de fotografías en el metro de Nueva York como homenaje a esta práctica de leer en papel y en público, sustituida poco a poco por la de llevar un cacharro digital que ahorra a los viajeros cargar con el peso de los libros en papel y de la que podemos ver una muestra aquí. De entre todas las cuestiones que se desligan de esta práctica, llama más la atención el hecho de que la lectura silenciosa se haya vuelto social en tanto que un ejercicio que requiere un grado notable de concentración se realice en medio de uno de los ámbitos más ruidosos como es el metro. ¿Cómo es posible leer y comprender Los hermanos Karamazov como se debe leer mientras decenas de personas hablan, gritan, caminan y en el ambiente solo flota una sensación de agobio y estrés de la que es prácticamente imposible abstraerse? Cabe preguntarse, ¿es posible detenerse y reflexionar sobre si nos convence el sentido de la vida tras la muerte propuesta por el autor ruso en medio de una vorágine multisensorial, o no será que detrás del acto de leer en el metro hay mucho postureo? Sí, es cierto que la falta de tiempo lleva a muchas personas que viven en un determinado ámbito a aprovechar como sea los momentos de asueto para leer “a la desesperada”, sin embargo, habría que pararse a pensar si la lectura en soledad no debería realizarse verdaderamente a solas. Está demostrado que leer en voz alta conlleva beneficios, pero también que puede estar uno leyendo un texto en voz alta sin enterarse de nada, frente a la lectura silenciosa, que implica comprensión y asunción de lo que se lee. Sin embargo, no solamente basta con leer para uno mismo, sino que hace falta detenerse y concentrarse durante largo tiempo, algo que no es tan sencillo de lograr y que los tiempos no favorecen. Mucho se habla de que los niños ya no leen y también de que sencillamente es que no se lee de la misma manera, pero sí que se lee. Bien, es obvio que a través de pantallas e hipervínculos se lee de otra manera, y que si las cosas no cambian mucho pronto será la forma mayoritaria de leer. Sin embargo, las consecuencias de una u otra lectura nunca pueden ser las mismas.

Puede parecer que el hecho de defender la lectura silenciosa en unas determinadas circunstancias muy concretas pueda sonar purista, elitista y trasnochada, teniendo en cuenta que uno de los valores que priman en la actualidad es la inmediatez: que inmediatamente te contesten al correo, al whatsapp, que inmediatamente te den lo que buscas, encender el ordenador y encontrar inmediatamente con un solo clic lo que querías saber. Pero nos pongamos como nos pongamos, lectura e inmediatez son categorías opuestas por definición. Los beneficios inmateriales de leer no tienen nada que ver con los beneficios de la era digital, porque lo inmediato se opone a la reflexión y al pensamiento crítico individual que solo puede ser fruto de uno mismo y del tiempo. No es un problema de formato, porque se puede leer como es debido en un libro electrónico, y de igual manera no enterarse de nada leyendo en papel, como podemos 756387903ceb4ef8341b14f7d70796dasospechar de quienes lo hacen en el metro. Así, hay que matizar qué es lo cuestionable, y que no tiene que ver estrictamente con el formato sino con el cómo se usa. Por lo tanto, para quienes creemos que no se puede leer a Dostoyevski en el metro no es una cuestión de elitismo intelectual, ni siquiera de un fetichismo por el hecho de preferir la maravillosa experiencia de sostener un objeto que tocar y oler entre las manos cada noche en la intimidad (aunque siendo sinceros, ¿no es esta una de las pequeñeces cotidianas que dignifican nuestros días?). Defender que a Dostoyevski y a tantos otros no se les puede leer en el metro es una cuestión de sentido común que solamente tiene que ver con la necesidad de tiempo, de silencio, de pensamiento, de reflexión y sobre todo de búsqueda de preguntas y respuestas interiores que nada tienen que ver con lo inmediato. ¿O es que acaso internet nos puede transmitir la grandiosidad de crear personajes que en una misma novela demuestren a la vez la existencia e inexistencia de Dios? Más aún, ¿puede internet ayudarnos en un solo clic a decidir cuál de las dos opciones queremos escoger?

Cuando se leía en voz alta (I)

En estos días se está hablando mucho del Quijote con motivo del centenario de la publicación de la segunda parte en 1615 , y por eso no es raro encontrar artículos conmemorativos de todo tipo sobre las virtudes de la obra, que son muchas. Un aspecto que siempre ha llamado mucho la atención es la importancia de la lectura dentro de la obra, más allá del propio afán del personaje principal, y es que en varias ocasiones se hacen alusiones directas a las costumbres lectoras de los individuos del siglo XVII. Por ejemplo, gracias al episodio de la venta, sabemos por boca del ventero que entre los segadores hay algunos que saben leer, y que tienen por costumbre la de reunirse en grupos numerosos a escuchar a uno de ellos que hace una lectura pública. Hoy en día a ningún lector le extraña que sea el cura quien relate a los demás y les lea, pero sí deberíamos reflexionar sobre el hecho de que la lectura fuera un acontecimiento público que se hiciera en comunidad. La breve alusión a los segadores es una muestra de que, pese a que la gran mayoría de la población no sabía leer, en todas las clases sociales había individuos que síscriptorium podían hacerlo.

Quizá hoy sigamos sin darle la importancia adecuada al hecho de saber leer como se leía entonces, ni al hecho mismo en general, teniendo en cuenta que las circunstancias vitales de entonces no eran ni por asomo las mismas. Evidentemente, tampoco en cuanto al desarrollo tecnológico, pero en este sentido no podemos compararnos a los individuos de los siglos XVI y XVII por el hecho de que ahora, además de estar alfabetizados, tenemos a nuestro alcance diversos medios de comunicación, pantallas y artilugios que nos permiten saber cualquier dato enciclopédico o lo que está pasando ahora en la Conchinchina con solo un clic. Tenemos bibliotecas, fondos periodísticos y audiovisuales, lo tenemos todo a nuestro alcance, incluso censura, que nada tiene que ver con la de entonces y que no necesita de Inquisiciones porque ya existen las editoriales que se cuidan bien de mirar por su bolsillo. Y aun teniéndolo todo hemos dejado de valorar la literatura como fuente de información, de contraste, de segunda opinión y de Autoridad, la autoridad de quienes vivieron, pensaron y sintieron situaciones parejas hace siglos. ¿Cómo entonces no valorar la importancia que tendría un solo libro en el siglo XVII cuando era la única posibilidad de conocimiento?

Así, podemos entonces comprender que, además de por su importancia social y comunitaria, leer en voz alta era la única posibilidad de acceder las historias por parte de una gran mayoría. Podemos imaginarnos casos paradigmáticos como el de las comunidades religiosas en las que durante las comidas había un monje que leía para el resto o, como en la obra cervantina o en los filandones de la montaña, por citar un ejemplo cercano a los leoneses. Obviamente, la finalidad en uno y otros casos era bien distinta, y es que frente al entretenimiento de contar y cantar romances y fabulaciones en el primer caso, en el segundo prima la divulgación religiosa. Si bien es cierto que en la Antigüedad y en la Edad Media no solo se leía en voz alta, tenemos esa imagen extendida, ya que leer para uno mismo era lo menos común, aunque necesario. En la próxima entrada hablaremos de las maravillosas consecuencias del cambio de paradigma lector, difícilmente cuantificables.