Scrabble: palabras en buena lid.

carteldeltorneo

Durante los días 21 y 22 del mes pasado se celebró  el I Abierto de scrabble de Castilla y León,

El Castillo de la Mota en Medina del Campo acogió lo mejor del scrabble en lengua española, con la presencia del actual campeón de España o de nuestro compañero Juan Carlos Ayala 🙂 entre otros destacados participantes de ámbito internacional. El seguimiento de este encuentro fue importante no solo en nuestro país sino de forma notoria en toda Latinoamérica, además de en Estados Unidos, Francia, Polonia y en particular en Israel.

Este ha sido el último torneo de la temporada 2013-2014 en España. Esta circunstancia, junto con el hecho de que aún haya algunas plazas para el mundial por definir, ha hecho que sea el torneo más seguido después del Campeonato de España celebrado en mayo de este año en Gerona.  De entre los 29 jugadores salieron las últimas plazas del equipo español que acudirá al Campeonato Mundial que tendrá lugar en octubre, en La Habana (Cuba).

¿Quieres saber qué palabras fueron premiadas en cada ronda? ¿Cuántas de ellas conoces?  Dadas las letras de cada una  ¿qué otras palabras se te ocñurren?

A la vista de estas palabras, la lucha tuvo que ser a muerte…

 

13 de julio: final del mundial de fútbol de Brasil.

maquina balonEl próximo domingo se celebrará la final del mundial de fútbol de Brasil. Esta noticia, de la que es imposible sustraerse,  no interesa a todos por igual, y el espectro del interés va desde el fanatismo al rechazo,  pasando por la indiferencia. También en el caso de los intelectuales.

El desdén que muchos  escritores han mostrado por el fútbol parece tener su referente más antiguo en Rudyard Kipling, quien en 1902 despreció  a ese deporte y a »las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan».

Jorge Luis Borges, tan sutil en este caso como un tiro directo a puerta, opinaba que «El fútbol es popular porque la estupidez es popular», y programó una conferencia sobre el tema de la inmortalidad el mismo día y a la misma hora en que la idolatrada selección argentina disputaba su primer partido en el mundial de fútbol de 1978.

No todos los escritores desprecian este deporte; muy al contrario, no son infrecuentes los autores  aficionados e incluso participantes, Sin olvidar que los héroes derrotados resultan muy poéticos, y que los victoriosos siempre han sido muy inspiradores. Tal vez por ello, la relación del fútbol con la literatura ha dado grandes frases para la reflexión, el recuerdo o la sonrisa.

Aquí queda la alineación (alfabética) de once más otros once jugadores:  22 voces que se hacen oir con fuerza en el campo de la literatura. En esta ocasión hablando de fútbol.

  1. Amis, Martin: “Sé cuál es el atractivo del fútbol: Es el único deporte que habitualmente se decide por un tanto, así que la presión en el momento es más intensa en fútbol que en cualquier otro deporte”.
  2. Auster, Paul: «El fútbol es un milagro a través del cual Europa encontró una forma de odiarse sin destrozarse».
  3. Barnes, Julian:  “He estado jugueteando durante décadas con la idea de escribir sobre un linier de fútbol: un tío (ahora también puede ser una mujer) que es periférico, necesario y poco valorado”.
  4. Bolaño, Roberto: «A mí siempre me pareció más interesante marcar un autogol que un gol. Un gol, salvo si uno se llama Pelé, es algo eminentemente vulgar y muy descortés con el arquero contrario, a quien no conoces y que no te ha hecho nada, mientras que un autogol es un gesto de independencia».
  5. Burgess, Anthony: Cinco días son para trabajar, como dice la Biblia. El séptimo día es para el Señor, tu Dios. El sexto día es para el fútbol”
  6. Camus, Albert: «La pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Esto me ayudó mucho en la vida… Lo que sé con seguridad acerca de la moral y de las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol».
  7. Doyle, Roddy: El Chesea anotó dos veces mientras yo estaba en el metro,  así que mi salida fue un golpe de genio táctico del que Mouriño no pudo darse cuenta».
  8. Galeano, Eduardo: “En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol».
  9. Hornby, Nick: “Me enamoré del fútbol igual que más tarde me enamoré de las mujeres: de repente, inexplicablemente, sin crítica, sin pensar en el dolor o los trastornos que traería consigo”.
  10. Marías, Javier: «El fútbol pertenece más al terreno de la ficción que a otra cosa, tiene mucho que ver con una novela o una película. Como además es algo que casi todo el mundo comienza a vivir en la infancia, y por eso es tan intenso y se mantiene a edades casi provectas, quien más quien menos quiere creer que los de su equipo son los buenos, los nobles, los que ganan con caballerosidad y pierden con elegancia, los que no hacen trampas…»
  11. Nabokov, Vladimir: «El portero es el águila solitaria, el hombre del misterio, el último defensor».

portero

  1. Orwell, George: «Fútbol, un deporte en el que todo el mundo sale herido y cada nación tiene su propio estilo de juego que parece injusto a los extranjeros».
  2. Pasolini, Pier Paolo: »El fútbol es un sistema de signos, por lo tanto es un lenguaje. Hay momentos que son puramente poéticos: se trata de los momentos de gol. Cada gol es siempre una invención, es siempre una subversión del código: es una ineluctabilidad, fulguración, estupor, irreversibilidad. Igual que la palabra po
    ética. El goleador de un campeonato es siempre el mejor poeta del año. El fútbol que produce más goles es el más poético. Incluso el dribbling es de por sí poético (aunque no siempre como la acción del gol). En los hechos, el sueño de cada jugador (compartido por cada espectador) es partir de la mitad del campo, dribblar a todos y marcar el gol. Si, dentro de los límites consentidos, se puede imaginar en el fútbol una cosa sublime, es ésa. Pero no sucede nunca. Es un sueño».
  3. Priestly, J. B.: “Decir que pagaron para ver a 22 mercenarios dar patadas a un balón es como decir que un violín es madera y tripa, y Hamlet, papel y tinta”.
  4. Rushdie, Salman: «Vale, publicar un libro y lanzar una película está muy bien, pero que el Tottenham le gane 3-2 al Manchester United no tiene precio».
  5. Sacheri, Eduardo: «Hay quienes sostienen que el fútbol no tiene nada qué ver con la vida del hombre, con sus cosas más esenciales. Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida. Pero de algo estoy seguro: no saben nada de fútbol».
  6. Sagan, Francoise: «El fútbol me recuerda viejos e intensos amores, porque en ningún otro lugar como en el estadio se puede querer u odiar tanto a alguien».
  7. Sanpedro, José Luis:  “El culto hispánico religioso ha cedido paso a una nueva fe, en la que los sacerdotes emergen desde una cavidad subterránea y ofician con el pie”
  8. Sartre, Jean Paul:  “En el fútbol todo se complica por la presencia del otro equipo”.
  9. Scott, Walter. “La vida no es sino un partido de fútbol”.
  10. Vázquez Montalbán, Manuel: «El fútbol me interesa porque es una religión benévola que ha hecho muy poco daño».
  11. Wilde, Oscar: “El rugby es un juego de bárbaros practicado por caballeros; el fútbol, un juego de caballeros practicado por bárbaros”.

¿Y el árbitro? Una pequeña licencia poética: escogemos a José Luis Coll: «Un país habrá llegado al máximo de su civismo cuando en él se puedan celebrar los partidos de fútbol sin árbitros»

FUTBOLYLITERATURA      .  

 

Mª Ángeles Hermosilla recomienda leer…

angeles hermosilla

Catedrática de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada (Universidad de Córdoba).
1. Aloma, de Mercé Rodoreda.
2. La mujer calva, de Cristina Cerrada.
Elijo estas dos novelas, de principios del siglo XX y de los primeros años del XXI (2008),
respectivamente, porque, aparte de estar muy bien construidas a pesar de su corta extensión, presentan una voz de mujer a la que conviene también prestar atención.
3. Irse de casa, la última novela de Carmen Martín Gaite. Se advierte en ella una evolución, también en lo que se refiere a características que la vinculan al feminismo, con respecto a su narrativa anterior.
4. Juegos de la edad tardía, de Luis Landero. Se trata de una novela que reúne la herencia cervantina, rasgos del realismo mágico con tintes de novela policiaca.
5. Intemperie, de Jesús Carrasco. Es una novela publicada este mismo año que, con el legado de la narrativa de Delibes, construye un universo simbólico que parece reflejar la situación actual, en la que la violencia de los poderosos se cierne sobre los más débiles.

La lectura en cartel.

cartel lectura 1La exposición La lectura en cartel visita hasta el 27 de julio la ciudad de Ponferrada, para mostrar una  retrospectiva de las imágenes utilizadas en las actividades de promoción del libro y la lectura que comenzaron a realizarse en España desde los años 30 del XX hasta la actualidad.

La muestra se ilustra con la colección de  más de 150 carteles que se conservan en el Centro de Documentación del Observatorio del Libro y la Lectura. En estos carteles se puede apreciar la evolución de la ilustración y del diseño gráfico gracias a autores como Anibal Tejada, López Vázquez, Cesc, Mingote, Manuel Martínez Muñiz o el reciente ganador del Premio Nacional de Ilustración El Roto, que anteriormente firmaba como Ops; y en los carteles más recientes del Plan de Fomento de la Lectura con la obra de diseñadores como Pep Carrió, Óscar Mariné o Rafael Celda.

Esta exposición responde a la iniciativacartel lectura 1957 conjunta de Acción Cultural Española (AC/E) y del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte  para la promoción del sector cultural y creativo español y el análisis permanentemente la situación del libro, la lectura y las bibliotecas en su conjunto.

Además de esta exposición, la ciudad de Ponferrada organiza  a lo largo del mes de julio una serie de eventos participativos relacionados con el libro y la lectura:

  • Intercambio de libros (día 5 de julio en horario de 11:30 a 13:00 h.) El objetivo es fomentar la lectura a través del trueque. Para  ello, se instalará una mesa de trueque, en la que se parte de una serie de libros aportados inicialmente y a la que cada persona que acuda pueda llevarse uno y dejar a cambio otro que haya traído de su casa.
  • Libro encuadernado (día 9 de julio en horario de 11:30 a 13:00 h.) E elaborará un libro entre personas anónimas, animando  a los viandantes que paseen por la zona en ese momento  a  escribir en un folio una parte de una historia. Cada folio será un breve cuento. Posteriormente se recopilarán todas las historias para encuadernarlas.
  • Taller de ilustración (día 19 de julio en horario de 11:30 a 13:00 h.) Se pretende alimentar el gusto por la creación literaria. A partir de unos breves textos, cada participante deberá hacer una pequeña ilustración relacionada con los mismos.
  • Filandón nocturno (día 25 de julio en horario de 22:30 a 00:00 h.) Es necesario fomentar el gusto por las narraciones de tradición oral. Uno de los monitores narra una leyenda berciana. Posteriormente, se invita a los asistentes a contar más historias.
  • Gymkanas informativas (día 26 de julio en horario de 11:30 a 13:00 h.) Para fomentar la investigación literaria, los participantes tendrán que hacer de investigadores. Para ello habrán de resolver una pregunta cuya respuesta se encuentra en uno de los carteles informativos.

fondo1

 Si te gustan los carteles, si te gusta la lectura, si te gusta Ponferrada… ¡no te lo pierdas!

¡Alto, policía! Tiene usted derecho a leer un libro…

¿Recuerdas Fahrenheit 451, la novela de Ray Bradbury en la que el cuerpo de bomberos organizado policialmente se encargaba de quemar los libros por orden del gobierno? Pues esto es  al revés.

stopEl Departamento de Policía de Wilmington, capital del pequeño estado norteamericano de Delawere, viene desarrollando desde agosto de 2013 el programa titulado Book ‘em – Cops and Kids Literacy Initiative. Básicamente se trata de fomentar la lectura entre los niños de los distritos problemáticos como instrumento para su promoción personal y social, proporcionándoles libros en propiedad de forma sistemática.

Todo empezó cuando el mayor Gary Tabor, con diez y siete años de servicio en el Cuerpo y miembro de una de las unidades que soporta un índice de delincuencia más alto, se percató de que el nivel de criminalidad de los domicilios en los que intervenía a diario era más elevado cuanto menor volumen de libros encontraba en ellos.

Asesorado por su esposa Melissa, maestra de escuela, sobre el valor de la lectura en la infancia, seleccionó cincuenta libros en desuso de entre los de sus propios hijos y se echó a la calle con su coche patrulla para repartirlos entre los niños de la barriada de Riverside.

bibliopolicia2La iniciativa fue cogiendo tal entidad que el propio Departamento de Policía asignó a Tabor veinte oficiales voluntarios para que la extendieran con mayor alcance. Lo mismo sucedió con los libros, para cuya adquisición el hogar de nuestro protagonista pasó a ser insuficiente, habiéndose de buscar otras fuentes de donación, como los mil libros recibidos de una escuela primaria, o la colaboración directa de tiendas de libros usados o de instituciones católicas de caridad, entre otras presentes en la comunidad.

La actividad de Tabor y sus hombres se realiza dentro de su jornada laboral con el aprovechamiento de los medios de que disponen como policías, y compaginándola con sus intervenciones directas contra la delincuencia. Se valen, pues, de los maleteros de los coches patrulla para el transporte de los libros, a los que acuden los niños, conocedores de sus propiedades lectoras por ondear una banderita azul en el techo, un reclamo ya familiar entre ellos.

Lo que empezó como una propuesta que pretendía mitigar las conductas ilegales desde la prevención, es decir, abriendo a los niños el extraordinario mundo de posibilidades que les ofrece la lectura, ha sobrepasado con creces este objetivo pues el proyecto se ha convertido en un elemento vertebrador de la comunidad, sobre el que sus distintos actores, particulares y colectivos, aúnan esfuerzos en beneficio de sus miembros más débiles y más decisivos en su propio futuro como son los niños.bibliopolicia

Además, otro de los beneficios del programa se aprecia en el del respeto y en la mejora de la imagen del Departamento de Policía y sus agentes por parte de los vecinos, con esta dedicación de un alto valor añadido que facilita el cumplimiento de sus fines últimos, es decir, proteger y fomentar la armonía entre los miembros de la colectividad.

Los bibliopolicías son conscientes de que tienen el privilegio de, en muchos casos, constituir el primer contacto de los niños con los libros, y conocen también que su introducción en cada uno de sus hogares involucra, tarde o temprano, al resto de los miembros de la unidad familiar.  Su compromiso con los niños es tal que cuando les piden títulos que no tienen ese día apuntan el nombre y la dirección del niño para llevárselos a su casa.

Aún queda mucho por hacer, pero hasta el momento los libros regalados ascienden ya a los seis mil, y el alcance mediático de su programa sigue creciendo, así como su presencia en la redes sociales, cuya página de Facebook es utilizada tanto para la difusión como para el reclamo de nuevas donaciones.

Fuente: QuéLeer, 10 de junio de 2014

Ana María Matute.


matute El sillón K  de la Real Academia Española ha quedado vacío. Hoy ha fallecido Ana María Matute, una de las más destacadas escritoras de la posguerra española. 
Ganadora del premio Cervantes y nominada en 1976 al premio Nobel de Literatura, con 88 años aún no daba por finalizada su labor creativa, pues  tan solo hace unos meses  había concluido una nueva novela, Demonios Familiares, que previsiblemente saldrá a la luz este próximo otoño.

Dando por descontada la calidad de su obra y su compromiso con la escritura,  la  dignidad literaria y personal que la autora mantuvo hasta el final de su vida queda resumida en este decálogo del escritor que ella misma elaboró:

  1. El escritor nace, no se hace: es una cuestión de ser o no ser.
  2. Escribir es también una forma de protesta. Casi todos los escritores comparten el malestar con el mundo.
  3. Mientras haya un poeta, la poesía existirá.
  4. Maestros, modelos, estudios nunca estorban y pueden ayudar; pero no crean.
  5. Escribir es siempre muy difícil, sobre todo hacerlo de forma aparentemente sencilla.
  6. Lo “políticamente correcto” casi nunca es literario.
  7. Para un escritor, no hay universidad ni escuela que enseñe lo que enseña la vida.
  8. Escribir no es solamente una profesión y una vocación: es una forma de ser y de estar.
  9. Un libro no existe en tanto alguien no lo lea. Y nunca nadie lee el mismo libro.
  10. El día que yo piense que he escrito algo perfecto, estaré muerta (como escritora).

Nosotros, de entre sus últimas obras rescatamos Olvidado rey Gudú,  novela  publicada en 1996 y que es, aunque no solo,  una alegoría antibelicista. Su autora lo señala como su libro favorito de entre sus obras. La novela está ambientada en el siglo X en un país imaginario y posee elementos de  la literatura fantástica, libro de caballería y cuento de hadas. Pero no nos equivoquemos: no todo es fantasía. Tal y como la propia Ana María Matute dijo al despedirse en su discurso de agradecimiento en la entrega del Premio  Cervantes 2010:

Y me permito hacerles un ruego: si en algún momento tropiezan con una historia, o con alguna de las criaturas que transmiten mis libros, por favor créanselas. Créanselas porque me las he inventado.

¿Ya  has leído  Olvidado rey Gudú o quieres empezar a leerlo ahora?

olvidado rey gudú

La traición a la palabra y la intraducibilidad de las lenguas.

 

“Traduttore, traditore” es un lapidario proverbio italiano que acusa al traductor de la más alta de las traiciones: la traición a la palabra. Pero es que las palabras… se las traen (¿cómo se podría traducir “se las traen”?).

El espectro que va desde la literalidad a la adaptación libre es tan amplio y tan espinoso que todos  conocemos divertidas anécdotas de conversión (o no conversión) entre dos lenguas, y no todas ellas son debidas a la traducción automática que genera un software.

                         etiquetarelaxingcupdise_omarcado

 

Las traducciones de textos técnicos requieren una  terminología exacta, específica y ajustada objetivamente al original, pero en el caso de las obras de creación literaria es fundamental transmitir la esencia de la obra y la intención del autor. En cierto modo, los recuerdos personales también traducen  a palabras  nuestras vivencias. ¿Recuerdas a Julia, el personaje de Coetzee en Verano?: «Tal vez lo que le cuento no sea cierto al pie de la letra, pero es fiel al espíritu de la letra».

Para el oficio  casi artesano de la traducción son necesarias destrezas en el manejo de las lenguas tanto de origen como de destino, capacidad y conocimientos para captar los matices y significados más ocultos de ambas y maestría para transmitir esos significados. Además de la sensibilidad suficiente para recoger las connotaciones  propias del texto original y verterlas a otra lengua que, por fuerza, ha de tener su idiosincrasia particular.

Los falsos amigosdomingo compartido  traicionan la traducción, las frases hechas y los giros propios la dificultan, los comodines la empobrecen… pero además hay juegos y bromas que inevitablemente se pierden al pasar de un idioma a otro: «Lost in translation».

La relación entre las palabras y su significado es un símbolo de la relación entre las cosas y a su vez entre éstas y nosotros, Algunas palabras expresan sentimientos, tradiciones o modos de pensar que están muy arraigados a las culturas de donde provienen y, por lo tanto, no pueden ser traducidas a casi ningún otro idioma, pues únicamente la lengua  de origen contiene las claves para  designar la realidad circundante.  Ahí entra en juego el  traductor, para verter lo que se dice en una lengua a otra. No se puede afirmar,  por lo tanto, que el lenguaje determine la forma en que pensamos,tal y como aseguraba Sapir-Worf, aunque sí  influye en el pensamiento.

Pero ¿hay conceptos intraducibles? En principio tres idiomastodo lo que se puede pensar se puede expresar, transmitir y volcar a otra lengua con mayor o menor efabilidadSeguro que encuentras muchos casos de palabras intraducibles, y muchas opciones para algunas que en teoría lo son (en castellano, por ejemplo, los términos sobremesa, o aperitivo expresan en una única voz  conceptos que sólo podrían llevarse a otra lengua a través de una frase).

La diseñadora gráfica Anjana Iyer es la autora de la  su serie titulada  con un guiño cómplice «Found in Translation», en la que ilustra una serie de palabras de distintos idiomas que no tienen traducción en concreto a la lengua Inglesa.

Estas son las ilustraciones, para todos los gustos. Tokka no parece muy necesaria en las latitudes de los pueblos de habla hispana; prozvonit nos trae a la mente el sinónimo «una perdida»; nos extraña que friolero no tenga correlato en otras lenguas; komorebi nos cautiva por lo poético de su significado; y   no comprendemos cómo hemos podido vivir desconociendo la palabra utepills.

 

Patricia Esteban Erlés recomienda leer…

patricia esteban erles

Patricia Esteban Erlés, nos visitó  con motivo de las  Jornadas sobre Literatura Actual  y nos habló del espacio doméstico como elemento fantástico.

Ahora nos propone sus recomendaciones de lectura.

  1. Stoner, de John Williams, una sorpresa editorial del año pasado, una obra maestra que descubrí por casualidad y que ya nunca podré olvidar. La historia de un hombre honesto que ama la literatura y le dedica su vida.Conmovedora y sobria, de esas novelas que se quedan dentro.
  2. Nada se opone a la noche, de Delphine de Vigan, una novela en la que se retrata la cara luminosa de una familia supuestamente ideal, pero también sus sombras, los secretos y mentiras que oscurecen la vida de una joven, Lucile. Su hija reconstruye el pasado de esta mujer bella, sensible e inteligente, que en algún momento comienza a perderse en el camino de la locura.
  3. Middlesex, Las vírgenes suicidas La trama nupcial. Cualquier novela de Jeffrey Eugenides es un encuentro con la buena literatura. Personajes bien construidos, retratos certeros de la sociedad americana del siglo XX, tramas sólidas que te van arrastrando. Novelones que se leen sin descanso gracias a la intuición y el pulso de su autor.
  4. Velocidad de los jardines, de Eloy Tizón. Una borrachera de cuentos. Relatos que envuelven, hallazgos expresivos en cada párrafo. Un maestro de la narrativa breve

Para nuestros alumnos.

tULEctura comprende perfectamente la situación de los estudiantes en las bibliotecas de la Universidad de León: montones de apuntes, fotocopias de exámenes, el informer echando humo,  control de beldades de ambos sexos en las salas de estudio, un «descansito» de dos horas…

Equipo básico de supervivencia: tapones para los oídos, cargador del teléfono móvil, botellín rellenable  de agua, dinerillo suelto para la máquina de café y risketos, inhalador para la alergia, rotuladores de colores mil, cómplice sentado enfrente para el control colaborativo de la sala en un ámbito de 360º grados.

Nerviosos y agotados: Así vemos a nuestros usuarios:  peleando contra los apuntes en las bibliotecas universitarias. El fin de curso de acerca, pero casi parece que lo que se viene encima es el el fin del mundo. Por eso queremos tener un pequeño recuerdo y un pensamiento de ánimo  para nuestros matriculados en:

Veterinaria y Tecnología de los alimentos:

veterinaria

Enfermería y Ciencias de la Salud:

salud

Ciencias Económicas y Empresariales:

economicas

Ingeniería Industrial:

hormigon

ingenieria

                                                                 

                                                                  Derecho:                                                                                                       (practicando  desde ya la confidencialidad abogado-cliente)

top secret

Ciencias de la Actividad Física:

aikido

Ingeniería Agraria:

agricolas

Ingeniería informática:

informatica

Biología y Medio Ambiente:

biologia

Ingeniería de Minas:

geografia

Filologías varias:

filología 1

read and complete

Historia:

historia

*****

Y recuerda: los pequeños detalles son importantes…

empezamos bien

 

No hay escapatoria: fútbol.

futbol_libros_0Si te gusta estás de enhorabuena; si lo aborreces, acabarás odiándolo; si te resulta indiferente, no podrás evitar estar al tanto: el mundial de fútbol o futbol de Brasil ha comenzado.

Como lo nuestro no es la crónica deportiva, cuentos de futbolte traemos… un libro: La vida que pensamos. Cuentos de fútbol reúne 24 relatos que desde 1996 hasta la actualidad ha escrito el argentino Eduardo Sacheri (¿recuerdas El secreto  de sus ojos, cuya versión cinematográfica recibió el Óscar a la mejor película extranjera  en 2010?).

Los cuentos de este libro no hablan únicamente de fútbol, y mucho menos del negocio y el espectáculo global de este deporte. Son historias en las que el fútbol es una puerta de entrada hacia temas universales como el amor, el dolor, la muerte, la amistad, la soledad, el triunfo y el fracaso.

Como ejemplo, te traemos  uno de los cuentos más conocidos de Sacheri, que narra de forma casi premonitoria la final de la copa Libertadores. Y si te gusta, luego puedes leer Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol, el libro en el que está incluido.

Independiente, mi viejo y yo, de Eduardo Sacheri.

“Mirá que esta noche es el partido”, me dijo él. Hizo bien porque uno, a los cinco años, no tiene una conciencia cabal de la periodización del tiempo. Como mucho distingue el sábado y el domingo, porque esos días no hay que ir al jardín, y papá se queda en casa a jugar con uno. Pero con los otros días y las otras noches, la cosa se complica. Por eso sin la advertencia de papá, hecha con el beso de recién llegado del atardecer, yo habría pasado por alto la infinita importancia de esa noche.

Los preparativos fueron los de siempre. Mientras él encendía el Stromberg-Carlson con suficiente antelación para darle tiempo a las válvulas, yo le pedí a mamá la ropa apropiada para el evento. Primero se negó a lo del pantaloncito corto, aduciendo que era invierno y que hacía mucho frío. Yo argüí hasta el cansancio que los jugadores juegan con pantalones cortos, y al aire libre. Una salomónica intervención de papá desempantanó por fin el pleito: con pantalón corto, pero sentado cerca de la estufa de kerosene del comedor. Después me puse la camiseta roja con el cuellito blanco, con el once de cuero cosido en la espalda, igualito que Daniel Bertoni. Papá, mientras tanto, iba trayendo la colección de trapos rojos que colgábamos a modo de banderas. Había pañuelos, una frazada, un pulóver, un par de camisas chillonas. La lámpara de pie, el timón de barco que adornaba la pared, varias de las sillas, todos terminaron ocultos en nuestro rito ornamental y futbolero. Cuando llegué, rigurosamente ataviado con los colores reglamentarios, me llené los ojos de banderas rojas. Lo único que nos faltaba era el viento para que flamearan, como en la cancha.

Papá se negaba, pese a mis acaloradas argumentaciones, a vestir también el atuendo correspondiente. Nada de camiseta. Y mucho menos de pantalones cortos. A mí me parecía un desperdicio, con tanto trapo rojo disponible y tan a mano. Pero él prefería verlo con su bata de siempre, calzado con sus chinelas ruidosas, con el paquete de Kent y el cenicero, pobrecito, para fumarse los nervios uno por uno.

Mientras daban las últimas propagandas, y antes del aviso de “minuto cero del primer tiempo, es tiempo para una ginebra Bols” (o cosa por el estilo) que marcaba la hora señalada, papá se sintió en la obligación de preservarme de desilusiones demasiado abruptas. Me miró como me miraba siempre que tenía algo importante que decirme, con una mezcla de solemnidad y de ternura, con un bosquejo de sonrisa iluminándole los ojos. “Mirá, tipito –empezó, porque él me llamaba de esa manera cuando teníamos que aclarar cosas importantes-, que la cosa viene difícil.” Y volvió a enumerarme todas las dificultades que nos esperaban en esa noche de invierno. Que ellos habían ganado en Brasil, que nos habían pegado un peludo bárbaro, que no sólo teníamos que ganar, sino que debíamos hacerlo por no sé qué diferencia de gol. Pero para mí sus argumentos sonaban confusos. ¿Acaso él mismo no me había dicho que Independiente era el rey de copas, que la copa, la copa se mira y no se toca, que los brasileños nos tenían un miedo descomunal, y que en Avellaneda y de noche se morían de frío, y no podían ni levantar las patas del paso? El trató de convencerme de que, pese a la absoluta veracidad de lo dicho en otras ocasiones, esta noche las cosas iban a ser muy difíciles y peliagudas.

De todos modos, nos entonamos cantando un par de veces el “sí, sí señores, yo soy del Rojo”, y algún otro estribillo para ir matando el tiempo. Cuando finalmente se acabaron las propagandas, papá encendió la radio Phillips, con su estuche de cuero, que debía ser la primera portátil de Sudamérica (y la teníamos en casa). Le bajó el volumen a la tele: ambos sabíamos que los relatores de radio son mejores que los otros. Cada uno ocupó su sitio de siempre. El en la cabecera de la mesa, y yo sobre el arcón de mirar la tele. Acercó la estufa de kerosene de ese lado para cumplir lo pactado en cuanto a temperatura corporal con la madre del win izquierdo en el bolsillo.

Pero la carne es débil. No importa cuánta preocupación ocupe nuestro pensamiento, ni cuánta angustia agobie nuestro espíritu. Uno siempre termina teniendo hambre, o teniendo sueño, y sucumbiendo a esas necesidades poco altruistas. Empecé a cabecear apenas empezado ese partido inolvidable. Mamá me dijo varias veces que me fuera a la cama. Pero yo seguía ahí, impertérrito, sentado en el arcón, con las patas colgando y pateando en el aire como si estuviese en plena cancha en los escasos momentos de lucidez que tenía en medio de mi mar de sueño.

Papá esperó un rato y después me dijo que me fuera, que me quedara tranquilo. Yo protesté que de ninguna manera, que teníamos que seguir ahí los dos, haciendo fuerza con los cantitos y las banderas. Él me dijo con aire confiado que no hacía falta, que igual sin mí íbamos a salir campeones, que me quedara tranquilo, que los teníamos de hijos. Ante semejante desparramo de confianza le hice caso y me dormí.

 A la mañana siguiente mamá me despertó para ir al jardín. Embotado de sueño me dejé vestir, abrigar y conducir a la cocina a tomar la leche. Después ella me sentó en el sillón del living para atarme los cordones, como hacía siempre mientras esperábamos que pasara el micro.

Apenas me despabilé un poco recordé la noche de la víspera, y me desesperé preguntándole el resultado del partido. A la luz del día, y después de un sueño reparador, mi deserción de la noche me parecía imperdonable. Ella me miró y dijo no saberlo. Le pregunté por papá, y respondió que aún no se había levantado.

Han pasado veinticinco años, pero aunque pasen sesenta voy a recordarlo como si hubiese sucedido hoy. La casa estaba iluminada por uno de esos soles oblicuos y tibios del invierno. Yo tenía el guardapolvo cuadrillé lila y blanco, y la bolsita en el regazo, bien agarrada a la diestra, para no olvidármela (otras veces me había pasado, y me había quedado sin el Jorgito de dulce de leche y sin la taza de plástico para el mate cocido; así que ahora la cuidaba más que a mi vida). De repente oí abrirse la puerta del dormitorio. Y enseguida escuché el clásico arrastrar de las chinelas en el parquet del pasillo. El corazón me dio un vuelco. Lo llamé a los gritos. Entró a las carcajadas, preguntándome el motivo de mi ansiedad. Yo lo interrogué por el resultado, ya totalmente despierto, ya absolutamente pendiente de lo que dijeran sus labios, ya indiferente a mamá terminando de atarme los cordones.

Él se acercó, se inclinó, me dio un beso de buenos días, y se me quedó mirando con expresión jubilosa. Recién cuando volví a preguntarle me dijo que sí, que claro, que habíamos salido campeones de nuevo, y que no me olvidara en el jardín de decirle a todo el mundo que Independiente había vuelto a salir campeón de América. Yo, aún en medio de mi alegría, me hice el tiempo de preguntarle cómo habíamos hecho, si él me había dicho que era muy difícil, que en Brasil nos habían dado un baile bárbaro, que teníamos que hacerles como tres goles, que en el campeonato de acá andábamos como la mona. El me miró risueño, y sembró una semilla más en el fértil potrero de mis sueños de pibe.

“Pero, tipito –empezó, como enunciando una verdad ya reiterada hasta el cansancio-, ¿no te dije que los brasileños ven la camiseta del Rojo y se asustan tanto que no pueden ni mover las patas? ¿No te dije que, con el frío, se quieren volver a su casa a comer bananas para entrar en calor? Por eso te dejé dormir. Porque era tan fácil que nos las rebuscamos sin tu aliento.” Y en medio de mi maravilla impávida, terminó: “Menos mal que te dormiste. Imagináte si te quedás despierto y gritás conmigo: les hacemos veinte goles y no quieren venir a jugar nunca más, y nos quedamos sin nadie a quien ganarle la copa”. Después me levantó en brazos y cantamos “la copa, la copa, se mira y no se toda”, y dimos la vuelta olímpica a los saltos, por toda la casa. Vino el micro y me fui al jardín de infantes.

Supongo que esos son los recuerdos que se le meten a uno en los recovecos del corazón, y echan cría y se nutren de su propio néctar, y nos marcan para toda la vida. Por lo menos así ocurrió conmigo. Y no me avergüenza reconocer que ahora, ya grande, cuando tengo un problema que me agobia, o cuando me toda sufrir por radio y por televisión un partido de Independiente y me como los codos por la ansiedad y la angustia (la vida me enseñó lo inconveniente que puede resultar fumarse los nervios), siento un impulso difícil de dominar, una tentación casi irresistible que me invita a irme a dormir, a abrigarme en la certeza de que mientras yo sueño, mi papá e Independiente, como duendes laboriosos, van a arreglarme el mundo para que yo lo encuentre refulgente en la mañana.

Y queda en mí el mandato inexorable que dictan las fidelidades eternas. Cuando Independiente gana un campeonato –al fin y al cabo, Dios y sus milagros evidentemente existen- lo primero que hago, en la cancha o en mi casa, es levantar los brazos y los ojos hacia el cielo, abrazándolo a mi viejo a través de todos los rigores del destino, y por encima de todas las traiciones de la muerte. Lo que pasa es que tratándose del Rojo, de mi viejo y de mí, hay veces que la muerte es una señora que nos tiene un miedo bárbaro. Una vieja podrida a la que, de locales en Avellaneda, le tiramos la camiseta y podemos, de vez en cuando, llenarle la canasta.

Todavía me acuerdo de ese número once de cuero blanco, cosido en la camiseta como el de Bertoni. Pero ahora también veo, cuando me fijo con suficiente atención, que mi viejo también lleva lo suyo. Lo tiene ahí, en la espalda, justo a la altura del nacimiento de las alas: un diez de cuero blanco, igualito igualito al de Bochini.Mundial 2014

Post scriptum  – prórroga.