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El día del padre y la alma máter
El pasado 19 de marzo, en la sala de conferencias de la Biblioteca General San Isidoro, tuvo lugar el coloquio participativo de divulgación científica sobre artículos periodísticos titulado «¿Tocando en el Titanic?: la universidad española hace aguas», dirigido por Enrique López González, catedrático del Departamento de Dirección y Economía de la Empresa de la Universidad de León.
La fiesta del día del padre fue, por azar, una de las referencias de las que partió la sesión, y es curioso comprobar cómo los cuidados de las figuras parentales pueden tener cierto paralelismo con las funciones de la universidad como alma máter (madre nutricia): ambos sacian nuestra hambre (de alimentos, de conocimientos) nos ayudan a crecer como personas, a desarrollar nuestras capacidades, nos ofrecen modelos de comportamiento y convivencia y, en definitiva son parte importante de la configuración de nuestra estructura mental y emocional.
En la sociedad actual, cambiante, líquida, es frecuente revisar las tareas de los progenitores (a veces desorientados, desbordados), para adaptarlas más eficazmente a la realidad que sin remedio van a encontrar sus hijos. De forma paralela: ¿está revisando sus tareas la alma máter que nos alimenta intelectualmente y que tiene la responsabilidad de ayudarnos en nuestra consolidación como personas, ciudadanos y profesionales valiosos?
No nos anticipemos…
El camino sin retorno
La patas del taburete de una buena historia
Vivir tiempos interesantes no tiene por qué ser una maldición. La sal de la vida se encuentra en los giros inesperados, repentinos, sin resuello para asimilar la disrupción de saltos que curvan los renglones de nuestra existencia, trastocando cualquier eventualidad prevista. En ocasiones sorprendiéndonos, tornándose en inolvidables. Imperecederos en el recuerdo.
Como aquel miércoles de junio de 1976. Ya no había clase y yo estaba con mi madre en la cocina. Me levanté muy temprano. El verano se había adelantado: lucía radiante y añil. Ese día iba a acompañar a mi padre a pescar en el coto de San Cipriano del Condado. Me había pasado la noche relamiéndome cavilando lo que podía encontrar en la “tablona de los curas” de Villimer o en el “pozo del obispo” bajo la Ermita de la Virgen de las Mercedes.
Bueno, en realidad, lo que estaba saboreando ya era la tortilla que estaba friendo mi madre. Pelar las patatas suponía una oportunidad más para aprender conversando. Mi madre, tierna y sensible, aprovechaba esos chances para, sin coba pero cercana y amable, como si una cebolla se tratase, capa a capa, ir conociendo mi parecer en aquella u otra cosa.
(La historia continúa en el documento que ofrecemos a texto completo)
Así comienza la parte que Enrique López dedica a la lectura y a la escritura, a la vida, al aprendizaje como parte de ella; al goce que produce ir avanzando en el propio camino personal, desde el más íntimo núcleo familiar hasta el ámbito público en el que reconocidas autoridades (gigantes) tienen la generosidad de subirnos a sus hombros para que podamos vislumbrar la meta y la ruta a seguir. La travesía del aprendizaje se realiza siempre, hasta cierto punto, en solitario; pero nos ocurre que, en ocasiones, tenemos la oportunidad, la suerte, de encontrar en esa travesía a algún viajero experimentado que nos ayuda a descubrir el auténtico sentido del camino, “el gozo intelectual”, “la pasión por la ciencia”. Y ese es un camino sin retorno…
Vivat Academia
En ese recorrido personal, uno de los hitos reconocidos universalmente (de ahí su nombre) en el que confluían intelectuales, maestros y estudiantes ha sido la institución universitaria como foco de creación de conocimiento y búsqueda de la verdad en un entorno librepensador.
Así ha sido durante siglos. Y hasta hoy.
Muchos de nosotros hemos ido llegando a las puertas de la universidad con ilusiones, necesidades o deseos, esperando encontrar en ella el conocimiento requerido para emprender no solo el viaje individual del que hablábamos, sino también la “expedición” colectiva que la sociedad de la época nos demandaba. Porque eso fue la universidad para muchas de las recientes generaciones en España: un agujero por el que vimos otras cosas, una llave para abrir puertas, una maza para derribar muro un muro: una esperanza.
No es siempre es cierto que cualquier tiempo pasado fue mejor. Lo que sí es cierto es que la institución ejerció su “auctoritas” gracias a su valor, a la fuerza moral que residía en la solidez de su trabajo y de su compromiso: ser miembros de la comunidad universitaria llevaba implícito el pacto de trabajar para mejorar la sociedad. En algún punto del camino, la institución se ha decantado por la “potestas” y se ha conformado con ser reconocida por su cargo.
L’air du temps
Hoy el mundo nos parece más complicado, más competitivo, y nos obliga a abandonar nuestras sucesivas “zonas de confort” porque todo cambia continuamente (¿conoces el término VICA/ VUCA?).
En este entorno de inestabilidad y demanda creciente de innovación, la escasez de recursos financieros está minando tanto la actividad investigadora como la calidad de la docencia en la universidad, Pero no todo está causado por los cicateros presupuestos económicos con que se dota a la institución: el sistema de acceso al estamento docente mediante criterios muy mejorables y las tensiones que origina la gobernanza de cada universidad son algunos de los temas clave que necesitan una revisión.
En la faceta de la docencia, y partiendo con la desventaja del modelo pedagógico previo a la enseñanza superior, sostenemos una estructura casi industrial, en la que priorizamos el producto final manufacturado y obviamos el talento y la creatividad; la formación en los contenidos que ofrecemos no siempre se adapta a las necesidades del mercado actual, mucho menos a uno futuro; el paradigma educativo se ha estandarizado y no repara en la inteligencia ni en las habilidades; transmitimos conceptos, definiciones que por principio son decisiones ya tomadas, sin estimular el desarrollo del pensamiento crítico.
No nos duelen prendas al enumerar las lacras que nos aquejan. A todas ellas se une una especie de modorra crónica, una mentalidad estática, atrapada por procesos de trabajo anticuados, servicios desajustados a las necesidades y políticas de actuación que no conectan con la realidad.
La modorra es una enfermedad parasitaria que ataca al ganado lanar, caracterizada por una especie de aturdimiento patológico que hace que el animal se quede solo, aislado del resto del rebaño, comience a girar sobre sí mismo, pierda el enfoque visual y se quede como ausente. Curar esta enfermedad es muy difícil y, en su caso, muy caro, por lo que lo más frecuente es sacrificar al animal enfermo si ya no puede aportar ninguna rentabilidad.
Así las cosas, una parte de la comunidad universitaria (estudiantes, P.D.I. y P.A.S.) está formada por personas valiosas, trabajadoras y profesionales que se han rendido ante lo que consideran una batalla perdida y, eligiendo el mal menor, se han resignado a que las cosas sean así. Mientras tanto, hay quien aprovecha las faltas de coherencia de la organización para vivir más cómodamente u obtener beneficio propio (ya se sabe que a río revuelto…). Ambos comportamientos nos perjudican, y la mayoría de nosotros somos conscientes de que necesitamos un cambio de mentalidad orientado hacia nuestro propio trabajo, hacia nuestra manera de insertarnos en la institución y, a través de ella, en la sociedad
Debemos preguntarnos cómo estamos reaccionando ante esta realidad cambiante y desajustada. No vale cerrar los ojos, ‘sostenella y no enmendalla’. No vale alarmarse, menos aún negar la evidencia. La cobardía, el adocenamiento, el elogio de la mediocridad en connivencia con la estupidez nos han traído hasta aquí.
Pero no podemos engañarnos: o avanzamos y ajustamos nuestros servicios a la sociedad en la que vivimos, o estamos abocados a desaparecer, a quedar como un vestigio simbólico del pasado glorioso que tuvimos.
El rol de la universidad debe cambiar para atender como es preciso las necesidades y problemas de la sociedad a la que pertenece. La reforma ha de ser de tal calado que sacuda la institución hasta los cimientos para sanear vicios y soltar lastres: politización, endogamia, falta de excelencia, opacidad en sus actividades y funcionamiento, incoherencia curricular, escasa investigación de calidad, falta de proyección internacional…
Conocemos nuestras debilidades y deseamos reformar y mejorar la calidad y eficiencia del sistema universitario. La solución está en clave de libertad, innovación y creatividad.
La universidad del futuro o el futuro de la universidad
La transformación que necesitamos requiere un cambio de mentalidad: el modelo actual ya no sirve y perseverar en él solo hace que los jóvenes pierdan cada vez más oportunidades. El planteamiento de la nueva realidad ha de tener en cuenta las cuestiones que se plantean desde varias perspectivas (fuente: 2020 Vision: Outlook for online learning in 2014 and way beyond)
Los estudiantes
1. ¿Cuáles son mis objetivos de aprendizaje? ¿Cuál es la mejor manera de lograrlos? ¿dónde puedo ir para conseguirlos?
2. ¿Necesito algún tipo de certificación para mi futuro profesional? ¿de qué tipo?
3. ¿Cuál es la mejor manera de aprender? ¿Presencial, online, semipresencial ?
4. ¿Qué tipo de apoyo para el aprendizaje necesito?
5. ¿Cuánto quiero o puedo pagar por estos servicios?
6. ¿Qué tipo de institución o qué otra manera tengo de lograr lo que necesito en términos de aprendizaje? ¿Dónde puedo obtener asesoramiento independiente?
7. ¿Cómo puedo proteger mis datos y mi privacidad en el aprendizaje online?
Los docentes
1. ¿Por qué necesitan los estudiantes venir al campus? ¿Qué puedo ofrecer en el campus que no se puede dar online?
2. ¿Qué metodologías de enseñanza facilitan los aprendizajes que los estudiantes necesitarán a lo largo de su vida?
3. ¿Cuál es mi papel si el contenido está abierto y accesible online?
4. ¿Qué tipo de espacios físicos necesito para la enseñanza presencial que quiero ofrecer?
5. ¿Cómo puedo utilizar mejor mi tiempo de clase? ¿En qué tipo de actividades de aprendizaje puedo aportar algo diferencial a mis alumnos?
6. Si produzco contenidos nuevos ¿los debo poner libres y accesibles a todo el mundo?
7. ¿Qué tipo de evaluación requiere la era digital? ¿Cómo puedo evaluar aprendizajes previos o informales?
8. ¿Qué tipo de cursos o de programas se deben ofrecer para el aprendizaje a lo largo de la vida?
9. ¿Qué debo conocer sobre el tema de los datos de los alumnos y la protección de su privacidad?
10. ¿Qué tipo de formación necesito para asegurarme de que puedo ofrecer lo que mis alumnos requieren?
La institución
1. ¿Cómo serán los campus en 10 años?
2. ¿Qué proporción de alumnos accederán desde la formación online?
3. ¿Cuál es la mejor manera de crecer, con más edificios o con más oferta online?
4. ¿Qué tipo de espacios físicos necesitaremos?
5. ¿Qué tipo de alianzas y estrategias de colaboración tendremos que poner en marcha para mantener las cuotas de nuevos alumnos?
6. ¿Cuál es nuestra política en el tema de los Recursos Educativos Abiertos?
7. ¿Cuál es nuestra estrategia para el aprendizaje continuo y a lo largo de la vida?
8. ¿Qué modelo económico necesitamos para fomentar la innovación en la enseñanza y para atraer alumnos?
9. ¿Cómo podemos asegurar que nuestro profesorado tiene las competencias necesarias para enseñar en la era digital?
10. ¿Cómo podemos reconocer y valorar el esfuerzo en innovación y en calidad educativa de nuestro profesorado?
11. ¿Qué tipo de organización y de PAS necesitamos para apoyar a nuestro profesorado?
12. ¿Cómo debemos proteger los datos de nuestros alumnos y su privacidad en la era digital?
El Gobierno
1. ¿Qué tipo de sistema de enseñanza superior, en términos de diferenciación institucional, ejecución del programa e innovaciones en la enseñanza necesitamos en la era digital?
2. ¿Cuántos campus y qué tipo necesitamos cuando los estudiantes también están estudiando en línea? ¿Cuál es la mejor manera de adaptarse a la expansión del sistema de educación superior?
3. ¿Cómo podemos mejor el apoyo al sistema de educación abierta para reducir costes y aumentar la calidad?
4.- ¿Cómo se debería financiar la educación post-secundaria en la era digital? ¿Cuánto y qué deben pagar los estudiantes? ¿Qué deben aprender a lo largo de su vida los que ya han pasado por el sistema de pago? ¿Qué modelos de financiación serían necesarios para fomentar la innovación en la enseñanza y ayudar a mejorar la calidad?
5. ¿Cómo puede ayudar a aumentar la productividad del sistema educativo universitario el aprendizaje en línea? ¿Qué podemos hacer para estimularlo?
6. ¿Qué debe hacer el Gobierno para proteger los datos de los estudiantes y privacidad de los estudiantes?
Ya son multitud las voces de los expertos que consideran imprescindible una reforma profunda en la manera de entender la institución, su realidad y sus fines:
- Una parte de la misión de la universidad «debe ser concienciar a los estudiantes de que tal vez no haya un puesto de trabajo esperándoles tras graduarse, que emplearse a sí mismos es una posibilidad viable y que todo depende de su creatividad y su capacidad inventiva” (Pasi Sahlberg, experto finlandés en educación).
- “El valor de la Universidad no es solo transmitir conocimientos, se trata de formar a personas, su identidad, su capacidad crítica y analítica” Roger Chao, profesor de la Universidad de Hong Kong y asesor de la ONU.
- «Tener una educación universitaria deberá suponer habilidad para manejar el cambio, la colaboración, la sobrecarga de información y la incertidumbre” dice la profesora de la Universidad de Duke (EE UU) Cathy Davidson. Y añade: “Eso requiere una fusión de disciplinas: filosofía, física, historia, informática, antropología, ingeniería… En los desafíos del mundo real, está cada vez menos claro donde termina una disciplina y comienza otra”.
Nuevos retos
1.- La tecnología y su transformación del trabajo
En la era de Internet la universidad ha perdido el monopolio del conocimiento. Los estudiantes y el mercado exigen un modelo más flexible. La cultura digital es una tecnología absolutamente revolucionaria, que ha transformado el trabajo en el aula. Las nuevas tecnologías no solo empujan a modernizar las formas de dar clase y las opciones que se ofrecen a los estudiantes, sino que hacen irremediable la colaboración y, a la vez, la competición, en un mundo globalizado. Según el libro «Propuestas para la reforma de la universidad española«, editado por Daniel Peña en 2010, las universidades españolas se especializarán y tendrán que competir por estudiantes y por profesores en un entorno más internacional y más abierto. Las clases, lejos de convertirse en una clase magistral fundamentalmente unidireccional, se convertirán en un debate abierto donde los profesores deberán fomentar la participación. El profesor estará forzado a ir renovando sus clases y métodos de enseñanza para atraer la atención de los alumnos, actualizando y vinculando aquello que enseña en el aula con sucesos reales y formas que motiven a los estudiantes. No existe una vida dentro del aula diferente a la vida detrás de sus puertas.
2.- Equidad y excelencia: fomentar el talento
Necesitamos tomar medidas para frenar el deterioro de la universidad, que debería reivindicar y revalorizar una de sus finalidades esenciales obviada durante tantos años: lograr unos profesionales bien formados, con valores cívicos y comprometidos con la mejora de la sociedad.
Los alumnos deben tener unos mínimos recursos garantizados para poder desarrollar su talento y alcanzar su máximo potencial, ya que es la educación actual la que nos va a llevar a un futuro impredecible. Nadie sabe muy bien cómo va a ser el mundo del mañana y, sin embargo, se supone que estamos educando a los jóvenes para él. Dado que la impredecibilidad es extraordinaria, hay que educar para poner en valor las capacidades creativas.
Actualmente estamos enseñando en las universidades contenidos que no sabemos si servirán o no dentro de un período relativamente corto de tiempo, lo que obligaría a los docentes a ver que lo que importa no es lo que enseñan, sino cómo enseñan para que sus alumnos puedan aprender por sí mismos cuando en un futuro no muy lejano deban llevar a cabo actividades que ahora ni imaginamos que desarrollarán. El saber no está en los libros de texto, sino en la imaginación y el talento que puedan desarrollar los alumnos en un mundo que ha dejado de tener una concepción lineal para pasar a tener una visión global. La educación no puede seguir enfocada a clonar estudiantes, sino que debería hacer lo contrario: descubrir qué es único en cada uno de ellos.
Los gobernantes priorizan un modelo en el que los estudiantes memorizan los contenidos en vez de uno que potencie su creatividad, ya que en el primer caso los resultados se obtienen más rápido que en el segundo. Pero solo desde una permanente apertura al progreso se puede estar en la vanguardia de la investigación y la docencia, como corresponde a las instituciones de educación superior.
Propuestas para la reforma y mejora de la calidad y eficiencia del sistema universitario español es un documento que propone un cambio del sistema de acreditación del profesorado universitario (con el que prevén dar más peso a la experiencia profesional), la actualización de requisitos para la creación de universidades (la intención es simplificar el proceso) y la aprobación de un sistema de grados de tres años que las universidades podrán implantar de forma voluntaria en convivencia con los grados de cuatro años. Pero falta por resolver otro de los grandes problemas reinante en muchos centros públicos de investigación y universidades: la rigidez y la burocracia
3.- Especialización inteligente en investigación e innovación
Nos encontramos en una nueva etapa de los sistemas de innovación: la especialización inteligente, cuyos retos se recogen en el programa europeo “Horizon 2020”, que obliga a las universidades a elaborar sus propias estrategias y a impulsar áreas concretas que tengan un fuerte impacto en el futuro. Todo ello, logrando un balance equilibrado entre las políticas horizontales, más genéricas, y la necesidad de abordar las líneas de especialización que vayan emergiendo y que permitan adaptarse a una evolución cambiante y competitiva.
Las universidades deben afrontar su responsabilidad de convertirse en piezas clave de las estrategias de desarrollo regional, para ser agentes dinamizadores del territorio y asumir el liderazgo de esta transformación (fuente: Estrategias nacionales y regionales para la especialización inteligente.RIS3 )
4.- Reforma estatutaria
- Una vez aprobada la LOMCE en el año 2013, quedan pendientes otras dos reformas educativas: la Reforma del Sistema Universitario Español (ver el ya citado informe de recomendaciones entregado por la Comisión de Expertos) y el Estatuto de la Profesión Pública Docente, que debe regular las condiciones laborales de los profesores, sus derechos y deberes o su promoción.
- España tiene un sistema de becas y ayudas al estudio muy deficiente, tanto a nivel nacional como internacional. Es preciso normalizar el aumento de la inversión pública en becas universitarias.
- El sistema de financiación de las universidades requiere ser revisado por completo. Actualmente el 80% de sus ingresos proviene de los fondos públicos, pero es necesario que las universidades puedan captar recursos de fondos empresariales o de aportaciones filantrópicas. En este sentid, se sigue reclamando un proyecto de ley para reformar la Ley de mecenazgo (Ley 49/2002)
- La dotación de la I+D+i en la universidad es escasa, y «los responsables políticos de cada vez un mayor número de países europeos, así como los líderes de la Unión Europea, han perdido el contacto por completo con la realidad del mundo de la investigación científica. […] Han elegido ignorar la sinergia crucial que existe entre la investigación y la educación. En su lugar, han cortado drásticamente la financiación de la investigación en las universidades, afectando negativamente su calidad y amenazando su papel como promotoras de igualdad de oportunidades.» (Fuente: EuroScience. Carta abierta: Han elegido la ignorancia)
- El nuevo modelo para la elección del rector amenaza con centrar toda la polémica de la reforma en el peligro para la independencia y la politización de las universidades.
Para construir un nuevo futuro ¿podemos sostenernos sobre viejas estructuras?
Muchos aspectos de la política educativa y sus consecuentes reformas legislativas están aun por resolver, pero la reforma de la universidad es improrrogable. Con ella deberá llegar un nuevo ordenamiento estatutario que dé respuesta adecuada a las nuevas realidades y necesidades, y que sea capaz de incentivar la autonomía curricular, contractual y financiera imprescindibles para cumplir los fines de la institución en esta nueva era.
Necesitamos diseñar la universidad del futuro
Y tú ¿qué camino crees que debe tomar la universidad del futuro?
(¿y la Universidad de León de cara al futuro…?)