Alberto Cortez (1940-2019). En un Rincón del Alma

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Se nos ha ido Alberto Cortez. Calladamente, como siempre vivió. Cortez era mucho más que un cantautor que domesticaba las palabras y las melodías, era sobretodo una buena persona. Era así de grande porque su corazón no hubiera podido caber en otro cuerpo más pequeño.

Hubo muchos «Albertos». El cantante pop de sus inicios. El caminante por la senda de los versos de Machado, Lope de Vega, Góngora, Quevedo, Miguel Hernández…

Recorrió también la llanura musical de su Argentina Natal: Atahualpa Yupanqui, Jaime Dávalos, su hermano, más que amigo, Facundo Cabral.

Y todas sus composiciones, ese linaje de melodías cotidianas del hombre común, de aquel que se despierta para vivir, pero quisiera seguir soñando. «En un rincón del Alma», «Distancia», «El Abuelo», «Castillos en el Aire». Son capítulos del libro de nuestra existencia, donde sus versos, más que letras, son los marcapáginas que señalan los días más lucidos y más nublados de nuestras vidas.

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Nace en Rancul, provincia de La Pampa, República Argentina, el 11 de marzo de 1940. Comienza a componer canciones a los 12 años. Una de sus primeras obras es «Un cigarrillo, la lluvia y tú». En 1958 Llega a Buenos Aires e ingresa en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Canta con su guitarra en las boites de la época, con lo que se ayuda económicamente mientras estudia.

Abandona la Universidad para dedicarse de lleno a su vocación de cantante y músico. La orquesta de Jazz San Francisco lo contrata como vocalista. Con esta orquesta recorre el país. Durante los intervalos de descanso de la orquesta, él con su guitarra entretiene a la gente cantando canciones folklóricas ante el regocijo de todos.

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Posteriormente fue contratado para integrarse en un espectáculo que tenía que recorrer Europa. La propuesta no funcionó bien y con poco más de veinte años Alberto se encontró en Bélgica sin contrato, sin dinero y sin billete de regreso. Comenzó a cantar en pequeños locales a cambio de comida o de modestas retribuciones, hasta que se puso de moda el baile llamado «Sucu-sucu». Alberto grabó el tema y tuvo un rotundo y espectacular éxito en los países de Centroeuropa, hasta el punto que fue rebautizado como «Mr Sucu-Sucu», título que llevó en su primer disco editado en España.

En 1964 se establece en Madrid. Su disco con el «Sucu Sucu» y, sobre todo, «Las Palmeras» es un gran éxito en España. Enrique Martín Garea le propone un contrato con Hispavox para grabar discos destinados a España y países de Latinoamérica. Graba su primer disco acompañado por Waldo de los Ríos y su orquesta.

Las Palmeras (1960)

Sucu Sucu (1963)

En 1965 Participa como autor en el festival de Mallorca con la canción «Me lo dijo Pérez». No gana, pero el tema interpretado por cantantes como Karina, Mochi o Los Tres Sudamericanos se convierte en un éxito mundial.

En abril de 1967 decidió dar el paso definitivo y ofreció un recital en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. En él interpretó canciones latinoamericanas de autores como Falú, Dávalos o Yupanqui, junto a musicalizaciones propias de poetas como Machado o Lope de Vega. De este concierto surgió el álbum «Poemas y Canciones» en dos volúmenes, y la imagen de un nuevo artista que sería de gran influencia en muchos cantautores del país. Afianzado en su nueva línea, reorientó su carrera profesional, en la cual casi todas las canciones que cantaba eran propias. Supo sumar la inspiración de su tradición latinoamericana con los aires de la chanson francesa que había conocido en su periplo europeo y comenzaron a aparecer temas como «En un rincón del alma», «Distancia», «Cuando un amigo se va» y «El abuelo».

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Los Ejes de mi Carreta (1967)

Indiecito Dormido (1968)

Su producción discográfica en aquellos años fue enorme ya que, hasta 1980, editó un álbum anual. A parte de interpretar sus propias composiciones, añadió temas ajenos como «No soy de Aquí» y «Pobrecito mi Patrón» de Facundo Cabral, con quien hizo dos giras triunfales en los años noventa que se reflejan en el álbum «Lo Cortéz no quita lo Cabral» (1995)

En 1996, durante unas actuaciones e Mar del Plata sufre un ictus cerebral y es operado el 18 de enero de una obstrucción de carótida. Sale airoso de la operación, pero le quedan secuelas que no le permiten volver a acompañarse con su guitarra, sin embargo continuó dando recitales con sus músicos bajo la dirección musical de Ricardo Miralles por todo el mundo. Desde entonces no dejó de actuar y grabar, siendo su trabajo más reciente el álbum «Tener en Cuenta» (2011) que fue nominado al Grammy como Mejor Disco de Cantautor.

No habrá otro Alberto, porque solo hubo uno. Habrá más silencio, porque nos robaron la palabra. Ya no tendremos el notario de nuestras horas, se marcho para registrar las gaviotas y las azucenas. Feliz viaje maestro. Feliz viaje Alberto.

En un Rincón del Alma (1967)

Cuando un Amigo se Va (1969)

El Abuelo (1969)

Distancia (1970)

No Soy de Aquí (1971)

Callejero (1974)

Miguitas de Ternura (1974)

A Partir de Mañana (1979)

Castillos en el Aire (1980)

Como el Primer Día (1983)

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Giovanni Pierluigi da Palestrina (1525-1594). ¿El hombre que salvó la música?

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Johann Joseph Fux, fue compositor y maestro de capilla de San Esteban en Viena. En 1725 publicó su obra más importante, «Gradus ad Parnassum». Este importante tratado sobre el contrapunto, se reconoció de inmediato como una obra maestra y consolidó la reputación de Fux como un talentoso músico y teórico. Sin embargo, Fux, con toda humildad, reconoció en su prefacio: «Palestrina, la célebre luz de la música … a quien le debo todo lo que sé de este arte, y cuya memoria nunca dejaré de apreciar con un sentimiento de la más profunda reverencia.» Palestrina ha sido permanentemente admirado por infinidad de músicos a lo largo de la historia.

Aunque escribió un número considerable de madrigales profanos, Giovanni Pierluigi da Palestrina fue principalmente un compositor de música sacra. Fue extraordinariamente prolífico, y escribió al menos 104 misas, más de 300 motetes y muchas otras obras religiosas. A diferencia de casi cualquier otro compositor, Palestrina ha gozado de un respeto constante. En 1607 , Agostino Agazzari lo llamó «el salvador de la música de la iglesia». Casi 100 años después de su muerte, Angelo Berardi lo describió como «el príncipe y el padre de la música». Y después de la publicación del citado texto de Johann Joseph Fux, «Gradus ad Parnassum», La música de Palestrina se convirtió en el modelo principal para los estudiantes de composición en los siglos XVIII y XIX. Incluso hoy en día, a los estudiantes de composición casi siempre se les enseña a escribir en el estilo de Palestrina.

Pero es difícil separar el mito de la realidad en la vida de Giovanni Pierluigi da Palestrina. Fue uno de los músicos más aclamados del siglo XVI. Es considerado por muchos el mejor compositor de música litúrgica de todos los tiempos. Pero, ¿fue el «Salvador de la Música»? como muchos le consideran. Después de un apunte biográfico veremos que hay de cierto en esta aseveración.

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Giovanni Pierluigi da Palestrina nació en Palestrina, una ciudad cerca de Roma, entonces parte de los Estados Pontificios. Pasó la mayor parte de su carrera en Roma. La documentación existente sugiere que visitó la ciudad por primera vez en 1537, cuando figura como miembro del coro en la basílica de Santa Maria Maggiore.

Desde 1544 hasta 1551, Palestrina fue organista de la iglesia principal de su ciudad natal (San Agapito). Sus primeras composiciones publicadas, un libro de misas causaron una impresión tan favorable al Papa Julio III (anteriormente Obispo de Palestrina), que fue nombrado director musical de la Capilla Juliana. Además, este fue el primer libro de misas de un compositor nativo: en los estados italianos de su época, la mayoría de los compositores de música sacra eran de Países Bajos, Francia, Portugal o España.

Palestrina ocupó cargos similares a su nombramiento en la Capilla Juliana en otras capillas e iglesias en Roma durante la próxima década (especialmente San Juan en Letrán, de 1555 a 1560, y Santa María Maggiore, de 1561-1566). En 1571 regresó a la Capilla Juliana y permaneció en San Pedro durante el resto de su vida. La década de 1570 fue difícil para él personalmente; perdió a su hermano, dos de sus hijos y su esposa en diversas epidemias. Parece haber considerado convertirse en sacerdote en ese momento, pero en cambio se volvió a casar, esta vez con una viuda adinerada; esto finalmente le dio independencia financiera (no estaba bien pagado como maestro de coro) y fue capaz de componer prolíficamente hasta su muerte. Murió en Roma de pleuresía en 1594.

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En cualquier relato de la vida de Palestrina, inevitablemente se encontrará alguna referencia a su papel como «salvador» de la música de la iglesia de la destrucción por parte del Concilio de Trento (1545-63). El incidente ha sido bastante exagerado.

En el siglo XVI, la polifonía dominó la música del Renacimiento, pero la iglesia la criticó a menudo por la falta de comprensión del texto. Sin embargo, se dice que Giovanni Pierluigi da Palestrina evitó que fuera prohibida por la iglesia. Como el musicólogo Richard Taruskin escribe en «The Oxford History of Western Music»: «Tal música, en su preocupación por su propia belleza de forma, ejemplificó el pecado del orgullo e interfirió con la inteligibilidad de los textos sagrados a los que debía estar subordinada». Algunos autores hablan incluso que Palestrina impidió un retroceso de cinco siglos en el desarrollo y evolución de la música, y que la ópera pudo nacer y desarrollarse gracias a su defensa de la música polifónica.

Toda la confusión se centra en una de sus obras más importantes, la «Missa Papae Marcelli» («Santa Misa del Papa Marcelo»), ha sido asociada históricamente con información errónea relacionada con el Concilio de Trento. Según cuenta la leyenda, se compuso para persuadir a los miembros del Concilio de que una prohibición draconiana del tratamiento polifónico del texto en la música sacra (en oposición, es decir, a un tratamiento homofónico más directamente inteligible) era innecesaria. Sin embargo, estudios más recientes demuestran que esta misa se compuso en realidad antes de que los cardenales se reunieran para discutir la prohibición (posiblemente hasta diez años antes). Los datos históricos indican que el Concilio de Trento, como organismo oficial, nunca prohibió ninguna música eclesiástica y no tomó ninguna decisión oficial sobre el tema.

Missa Papae Marcelli

Missa Brevis

Missa O Sacrum Convivium

Primer Libro de Madrigales

Stabat Mater

Lista de reproducción con una amplia selección de su obra

Françoise Hardy. La reina del pop francés cumple 75 años (III): Modernidad, amores locos, tantas cosas bellas… (1993-2018)

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Como comentábamos al final de la anterior entrada dedicada a Françoise Hardy, «Décalages» no supuso el punto final a la carrera de la artista francesa. Fue la pausa entre dos etapas bastante diferenciadas. Los noventa supusieron un renacer artístico de Hardy. Pasadas las «experimentaciones ochenteras»,  Hardy fue sorprendiendo con cada nuevo trabajo, cuya publicación era un acontecimiento en el mundillo musical, hasta llegar a nuestros días plena de energía, después de superar sus problemas de salud, confiando que cada nuevo trabajo siga siendo un hasta luego, nunca un adiós.

Después de un parón creativo de cinco años. En 1993 Hardy regresó brevemente, grabando un dúo con Alain Lubrano, un joven cantante y compositor procedente del sur de Francia. «Si ça fait mal», era una canción sobre el amor, el sexo y el SIDA. Se grabó originalmente dentro de un álbum recopilatorio para recaudar fondos destinados a la investigación del SIDA titulado «Urgence». Aunque después fue re-grabada para su publicación como single.

Dos años más tarde, Françoise Hardy hizo una reaparición inesperada, firma un contrato con el sello británico Virgin en 1995. En 1996, Françoise Hardy regresa a la canción con su álbum «Le Danger». Marca una ruptura musical con los 80 y con su propio estilo, gracias a sus colaboraciones con Rodolphe Burger y Alain Lubrano. La música es más rock que nunca. El álbum es claramente oscuro, torturado, eléctrico. Nada que ver con la imagen pop de Hardy. La voz es seria, profunda, pero también muy dulce. Los arreglos son oscuros y las letras a menudo también lo son. A destacar especialmente la canción «Dix heures en été», pura modernidad. Su regreso no pudo ser más triunfal.

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Françoise Hardy y Jacques Dutronc  en Córcega. Fotografía: Jean-Claude Deutsch / Paris Match

Françoise Hardy confirmó la firmeza de su regreso en la primavera de 2000, lanzando un nuevo álbum titulado «Clair-obscur». De un estilo mucho más clásico que «Le Danger», su álbum anterior, «Clair-Obscur» tiene mucho que ofrecer. Sus baladas mágicas, brillantes, eternas. Sus duetos con Jacques Dutronc e Iggy Pop (solo estas dos justificarían la compra de este disco). Este álbum es la prueba definitiva del hecho de que Hardy se perfecciona con la edad, ofrece una mezcla única de creatividad poética y musical. Y demuestra que la paleta de colores de Françoise Hardy no se limita a los años sesenta. «Clair-obscur» recibió excelentes críticas que elogiaron la actuación de Hardy y los excelentes arreglos del álbum.

Françoise Hardy regresó al estudio en septiembre de 2004 para grabar un nuevo álbum, «Tant de belles choses» (lanzado en noviembre de ese año). Palabras y melodías se combinan con delicadeza y precisión, para hacernos emprender un vuelo poético y filosófico sobre el tema eterno del amor. Sí, estas son las cosas hermosas a las que Françoise se refiere en este álbum, y nos tocan muy de cerca, estas cosas son simples: la vida, lo efímero, la nostalgia. Las letras son hermosas, los arreglos impecables, la voz de Françoise Hardy sigue siendo pura y cercana, casi balsámica. Es un álbum clásico desde el día mismo de su publicación.

Doce suntuosos duetos elegidos entre sus canciones favoritas. Tras el éxito de «Tant de Belles Choses» (200,000 álbumes vendidos), Françoise Hardy regresa en 2006 con un álbum mágico, «Parenthèses». Ella invitó a algunos de sus ídolos para recuperar una colección de sus canciones favoritas que eligió en su repertorio y entre las canciones más queridas para ella. Un elenco impresionante … Imagina grabar con Alain Bashung, Alain Delon, Jacques y Thomas Dutronc, Julio Iglesias, Ben Christophers, Alain Souchon, Rodolphe Burger, Henri Salvador, Arthur H, Maurane, Hélène Grimaud y Benjamin Biolay.

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Fotografías: Gilles-Marie Zimmermann / Parlophone France (2010)

«La Pluie Sans Parapluie», publicado en 2010, es su primera colección de material original en seis años. Comparado con el elegante «Tant de Belles Choses» de 2004,  es un álbum mucho más radiante, que recuerda inmediatamente el exuberante e íntimo pop de su trabajo de principios de los setenta como «Message Personnel». Hardy firma las letras de una docena de canciones sobre la música ofrecida por «cómplices» como: Ben Christophers, Daniel Pascale o Alain Lubrano. En una entrevista realizada por Karine Vouillamoz para Le Matin Dimanche declara: «en una canción, siempre comienzo por una melodía que se prestará a mis emociones». «He estado hablando de los mismos temas durante más de cuarenta años: soledad, fantasías que no se materializan…»

La suprema sensibilidad de Hardy para expresar con decencia y delicadeza un «amor imposible» para compartir con el hombre de su vida (la sombra de Jacques Dutronc es alargada) y el delicado paso por sus problemas de salud. Todo eso encontramos en su álbum de 2012 «L’Amour Fou», quizás el más autobiográfico de su carrera. Bellos textos, Música sentida e íntima. Y esa voz que ha tomado el poso de los años y que todos reconocemos con ese sello particular. Un álbum hechizante. Palabras en movimiento, voz incomparable, música cincelada con los mil matices de su presencia. Destacar especialmente la canción «Pourquoi vous ?»: «No sé si lo que me gusta de ti, eres tú. Mis ideas se vuelven borrosas, estoy agotada. ¿Por qué tú?».

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Fotografía: Benoit Peverelli (2018)

Después de seis años de silencio, y después de superar un cáncer que la tuvo postrada y convencida de su cercana muerte. Hardy regresó en 2018 con «Personne d’autre». Este álbum es una combinación de melancolía, nostalgia y esperanza, que están asociadas con el paso del tiempo, en la vuelve a aparecer, de una manera evidente, el recuerdo de Jacques Dutronc. Por supuesto, la melancolía es la fuerza impulsora detrás de muchos de sus álbumes, pero su objetividad y su perspectiva lúcida sobre la vida que pasa y muere, es un catálogo de recetas de como envejecer y saber enfrentarse con calma a la muerte, que ella sintió tan cercana.

Gracias, Françoise. Todavía quedarán tantas cosas bellas para compartir con nosotros.

Si Ça Fait Mal (1993) Dueto con Alain Lubrano

Revenge of the Flowers (1995) Dueto con Malcolm McLaren

To the End (La Comedie) (1995) Dueto con Blur

Mode d’emploi (1996)

Un Peu D’Eau (1996)

Dix Heures en Eté (1996)

Puisque vous partez en voyage (2000) Dueto con Jacques Dutronc

I´ll Be Seeing You (2000) Dueto con Iggy Pop

Tant de Belles Choses (2004)

Partir Quand Même (2006) Dueto con Julio Iglesias

Soleil (2006) Dueto con Alain Souchon

Modern Style (2006) Dueto con Alain Delon

Noir Sur Blanc (2010)

Champ d’honneur (2010)

Normandia (2012)

Pourquoi vous ? (2012)

Rendez-Vous Dans une Autre Vie (2012)

A Cache-Cache (2018)

Dors Mon Ange (2018)

Le Large (2018)

You’re My Home (2018)


					

Françoise Hardy. La reina del pop francés cumple 75 años (II): Preguntas, mensajes personales, evoluciones… (1971-1988)

El cambio de década supone para Hardy una evolución total, tanto estilística como musical. Françoise Hardy continuaría su carrera como cantante, reinventándose por completo en la década de 1970. Comenzó por desprenderse de la imagen de «mujer sofisticada» que su antiguo novio, Jean-Marie Périer, había creado para ella. Françoise Hardy, más madura, emergería de las cenizas y exigiría interpretar canciones que reflejaran su ser interior, en lugar de melodías pop que irían bien en las listas de éxitos.

A lo largo de su carrera, la mayoría de los arreglos de sus canciones han tendido hacia la exuberancia, aunque de una manera exquisita. «La Question» (1971) es uno de sus trabajos más escasamente producidos, por lo general, se encuentra su voz acompañada por poco más que una guitarra acústica, toques de bajo y una orquestación muy sutil. Gran parte del ambiente del disco se puede atribuir a la cantante, compositora y guitarrista brasileña Tuca, que tocó la guitarra, hizo arreglos y coescribió la mayoría de las canciones, aunque Hardy contribuyó a la composición de algunas pistas. Es uno de sus mejores trabajos posteriores a su producción de los sesenta, para muchos el mejor. Pocas veces su voz sonó más susurrante y seductora.

«La Question» se convertiría en un álbum de culto. A pesar del hecho de que no tuvo un gran impacto comercial, la prensa lo calificó como una obra maestra absoluta. Hardy parecía estar completamente impasible por las malas ventas de sus álbumes, prefiriendo encontrar una audiencia que respetara su verdadero ser, en lugar de millones de admiradores que fueran seducidos por una imagen superficial.

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Fotografía: Catherine Rotulo (1974)

Habiendo dejado el sello Sonopresse, Françoise Hardy firmó en 1973 con la discográfica WEA. La cantante regresó pronto al trabajo en el estudio, grabando un nuevo álbum, uno de los mejores de su carrera, «Message personnel» bajo la dirección de Michel Berger. A pesar de varias diferencias artísticas entre la pareja durante las sesiones de grabación, que fueron cada vez más difíciles, el álbum demostró ser un gran éxito comercial y crítico. De hecho, la canción principal del álbum, «Message personnel», se convirtió en una de las canciones más icónicas de Françoise Hardy. Fue su tabla de salvación a nivel personal y artístico.

Mientras tanto, la relación de Françoise Hardy con Jacques Dutronc era una especie de montaña rusa que desequilibraba profundamente a Hardy. Comenzaban a llevar vidas cada vez más separadas. Dutronc no solo estaba continuando una exitosa carrera como cantante, también había comenzado una carrera de actor y se estaba convirtiendo rápidamente en una importante estrella del cine francés. El hecho de que casi nunca tuvo tiempo para pasar con Françoise pronto comenzó a poner una tensión cada vez mayor en su peculiar relación. Sin embargo, la pareja logró sobrevivir y el 16 de junio de 1973, Françoise dio a luz a un hijo llamado Thomas. Después del nacimiento de su hijo, Jacques se mudaría a vivir con Françoise y la pareja comenzó a pasar más de tiempo juntos.

En 1974 regresó al estudio para comenzar a trabajar en su nuevo álbum titulado «Entracte». Este es el más introspectivo y retraído de todos los álbumes de Francoise Hardy. Con aires folk-rock, es una especie de catarsis personal, de registros en el diario de una mujer herida. Jean-Marie Périer también participó en los preparativos para el nuevo álbum, diseñando la portada tal como lo había hecho para todos los trabajos anteriores de Françoise Hardy. (Esta sería la última ocasión en la que Périer diseñó para su ex pareja). «Entracte» ha sido cruelmente ignorado a lo largo de los años y es un trabajo esencial en la discografía de Francoise Hardy. Fue un fracaso comercial y ella no regresó al estudio de grabación hasta tres años después.

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Francoise Hardy, Michel Berger y France Gall (1975). Fotografía: PICOT / Gamma-Rapho

Sin embargo, en 1977 Françoise Hardy iba a hacer una gran reaparición después de conocer al músico Gabriel Yared a través de un amigo editor. Yared, un gran fanático del trabajo de la cantante, se ofreció a trabajar en un nuevo álbum con Hardy, creando todos los arreglos musicales. A pesar de sus disputas en el estudio, Françoise y Gabriel Yared continuaron trabajando juntos hasta 1982, y su colaboración produjo otros cuatro álbumes.

Sin embargo, el álbum «Star», que contó con excelente material de prestigiosos compositores como Michel Jonasz, Serge Gainsbourg, William Sheller y Catherine Lara, fue un gran éxito. Lanzado en el sello Pathé-Marconi (con quien Françoise acababa de firmar un contrato de 3 años), «Star» reveló un lado completamente nuevo de la cantante. Y Françoise Hardy pronto se hizo extremadamente popular entre toda una generación que nunca habían oído hablar de su trabajo en los años sesenta. De hecho, «Star» catapultaría a Hardy de nuevo a los medios de comunicación y las ventas de discos pronto empezaron a despegar de una manera importante.

Françoise publicó en 1978 un nuevo álbum, titulado «J’écoute de la musique saoûle». Este álbum (en el que casi todos los arreglos musicales fueron compuestos por Gabriel Yared y las letras escritas por Michel Jonasz y Alain Goldstein) marcó otro cambio de dirección musical. Françoise Hardy continuaría su carrera a un ritmo de un nuevo álbum al año. El lanzamiento de 1980, titulado «Gin Tonic», contó con excelentes contribuciones, como las del reconocido compositor Jean Claude Vannier. De todas formas, muchos críticos franceses comenzaron a expresar dudas sobre la nueva dirección que tomaba la carrera de Hardy, e incluso algunos empezaron a insinuar que el trabajo de la cantante era mucho mejor cuando ella misma estaba a cargo de la composición.

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Françoise Hardy y Jacques Dutronc (1981). Fotografía: Benjamin Auger / Paris Match

En 1981, Françoise regresó al estudio para dar los toques finales a un nuevo álbum, «A suivre». Como sus compositores habituales, Jonasz y Goldstein, estaban ocupados trabajando en otros proyectos musicales, Françoise contrató los servicios de Pierre Groscolas, Jean Claude Vannier y Louis Chedid. Gabriel Yared compuso una vez más los arreglos musicales. De «A suivre», se publicaron dos exitosos singles, «Tamalou» y «Villégiature». A pesar de este nuevo éxito, Françoise Hardy continuó alejándose de la atención de los medios de comunicación, sus apariciones públicas fueron extremadamente raras.

Después de firmar con el sello Flarenash, Hardy volvió al estudio en 1982 para comenzar a trabajar en un nuevo álbum, titulado «Quelqu’un qui s’en va». El título del álbum está tomado de la 2ª canción del disco. Esta obra es la última colaboración de Françoise Hardy con Gabriel Yared. Tres de las diez canciones del álbum están escritas por ella. Destacar que hay también composiciones de Serge Gainsbourg, Alain Souchon y el propio Gabriel Yared.

Desde el principio de su carrera, Françoise Hardy siempre había prometido que dejaría de cantar antes de los 50 años. De hecho, la cantante comenzó a preparar su álbum de despedida «Décalages» a la edad de 44 años. Durante su grabación, Françoise Hardy anunció su intención de terminar su carrera de cantante al anunciar que «Décalages» sería el último: «Lo que más me interesa en el negocio discográfico es escribir. Creo que ha llegado el momento de dedicar más tiempo a lo que me gusta y renunciar a toda la seducción [relacionada con] la promoción de un disco. No sé cómo hacerlo, no está en mi personaje. Es una profesión paradójica que exige cualidades completamente opuestas. Tienes que ser introvertido y extrovertido a la vez».

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Fotografía: Benoit Gysembergh / Paris Match (1980)

Hardy fue la autora de todas las letras, musicadas en su mayoría por Jean-Noël Chaléat.  Su esposo Jacques Dutronc compuso la excelente «Partir quand même», una canción que originalmente iba a grabar el mismo. A pesar de la evidente calidad del álbum, los fanáticos de Hardy parecían decepcionados por este trabajo final, obviamente esperando un final más grandioso que «Décalages».

Afortunadamente, «Décalages» no fue el punto final de la carrera de Françoise Hardy, Hubo que esperar a mediados de los noventa para volver a disfrutar de su música. Esta última etapa mantiene la esencia de su estilo musical, pero adaptándose perfectamente a los nuevos sonidos imperantes, y siendo sorprendida por las incontables muestras de admiración por músicos ya consagrados, e incluso, por músicos mucho más jóvenes, con los que acabaría colaborando.

La Question (1971)

Rêve (1971)

Message Personnel (1973)

L’habitude (1973) Dueto con Georges Moustaki

Je Suis Moi (1974)

Comment Lui Dire Adieu (1976) Dueto con Jane Birkin

A Vannes (1977)

Star (1977)

J’écoute de la Musique Saoûle (1978)

Gin Tonic (1980)

Tamalou (1980)

Sentimentale (1981)

Villégiature (1981)

Tirez Pas Sur l’ Ambulance (1982)

Quelqu’un Qui S’en Va (1982)

Laisse Moi Rêver (1988)

Partir Quand Même (1988)

Françoise Hardy. La reina del pop francés cumple 75 años (I): Los años Vogue y primeras rebeldías (1961-1970)

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El pasado 17 de enero, la reina indiscutible del pop francés cumplió 75 años. Françoise Hardy, con más de 55 años de carrera a sus espaldas, ha sido siempre el referente femenino de la canción popular francesa.

Sin lugar a dudas, Françoise fue la artista más talentosa del movimiento yé-yé. Un ícono de los años sesenta, que era, en muchos aspectos, lo opuesto a la época inquietante, desordenada y tumultuosa en la que floreció. Nunca ha estado muy segura de su voz, pero su forma de cantar, manteniendo siempre un estilo sobrio, nos conmueve con su suavidad, timidez, elegancia y romanticismo. Que sea mundialmente famosa no es una coincidencia: pocos artistas pueden presumir de haber podido escribir tantas melodías habitadas de una belleza tan pura, que a veces resulta casi inverosímil.

Françoise Hardy sigue siendo una especie de enigma, una cantante que aún no está convencida de su singular don y del efecto que ha tenido en aquellos que cayeron bajo su hechizo. «Siempre me ha sorprendido mucho que mi voz conmueva a la gente, incluso a muy buenos músicos», dice. «Sé cuales son mis limitaciones, siempre las he tenido. Pero he elegido con cuidado. Lo que una persona canta es una expresión de lo que es. Por suerte para mí, las canciones más hermosas no son canciones felices. Las canciones que recordamos son las canciones tristes y románticas».

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Fotografía: George Harris

Tanto por sus canciones nostálgicas, impregnadas de esa melancolía tan bella como casi enfermiza, su voz suave y su físico angulosamente hermoso, el público siempre quedó fascinado por lo que escondía su interior, misterioso y aparentemente fuera de lo común. Hardy, con todas sus evoluciones, ha sido una artista única e irrepetible.

Françoise Madeleine Hardy nació el 17 de enero de 1944 en París. Ella creció con su hermana Michèle, dieciocho meses más joven en un apartamento en el noveno distrito. Su madre las cría sola, con su sueldo de contable. Su padre no vive con ellas. Los visita dos o tres veces al año y paga la manutención de los hijos muy raramente. Las únicas personas con las que se relaciona la joven Françoise, son sus abuelos maternos que tienen una casa en Aulnay-sous-Bois.

Vive en un mundo agobiante y represivo. Encuentra en la música su válvula de escape. Lo único que le interesa en la vida es escuchar música. Desde las operetas con Georges Guétary, que adora desde una edad temprana, hasta el pop de Paul Anka o el ídolo de la chanson Charles Trenet. Ella retoma y canta en su habitación los éxitos de sus ídolos.

Sacha Distel y Françoise Hardy (1963). Fotografía: Albert Courand / INA

Después de haber completado con éxito el bachillerato, su padre le regala una guitarra. Comenzó a hacer canciones y se inscribió en el Petit Conservatoire de la chanson de Mireille Hartuch, una escuela de canto muy conocida en los años sesenta.

A pesar de su gran timidez y falta de confianza, se atrevió a asistir a una audición abierta organizada por Pathé Marconi, el primer sello discográfico de Francia. «Es difícil de explicar, pero aunque no creía que fuera muy buena, de alguna manera necesitaba que eso se confirmara. Necesitaba que me dijeran que debía rendirme. Además, sabía que si no aprovechaba esta oportunidad, por muy humillante que fuera el resultado, lo lamentaría por el resto de mi vida. Así es como encontré el coraje para ir».

La audición no fue un éxito, pero tampoco fue el fracaso que ella anticipó: «Me fui tan contenta de no haber sido expulsada rápidamente». Perseveró, asistió a otras audiciones y poco después, en 1961, le ofrecieron un contrato con el sello discográfico Vogue. Su sesión inicial de estudio duró menos de cuatro horas y produjo cinco canciones terminadas. Para su horror, el sello eligió una composición pop, «Oh oh chéri», compuesta por el equipo de composición de Johnny Hallyday, como la cara A de su single debut.

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Paco Rabanne, Françoise Hardy (con el mítico vestido del diseñador), Salvador Dalí y Amanda Lear (19/Mayo/1968). Fotografía: REPORTERS ASSOCIES / Gamma-Rapho

Pero el verdadero reconocimiento del público llegará la noche de la elección presidencial de octubre de 1962. Durante la espera de los resultados, Françoise interpreta «Tous les garçons et les filles». El tema impacta enormemente, vendiendo más de dos millones de copias, convirtiéndola en la estrella del pop más grande de Francia de la noche a la mañana.

En 1963, su frustración con la naturaleza impuesta del pop francés fue tal, que insistió en grabar en Londres. Allí, encontró a un productor, Charles Blackwell, y un grupo de músicos de sesión que escucharon lo que tenía que decir. «Fui feliz desde ese momento», dice ella. «Tenía la libertad de hacer otro tipo de música, no esta música mecánica en la que había quedado atrapada».

Françoise Hardy jugaba, posiblemente, en una liga propia. Hardy se separó de sus contemporáneos, tanto musical como visualmente. Las canciones de sus compañeros «yé-yés» tenían una exultante alegría de vivir y una exuberancia única. Por el contrario, incluso los números más optimistas de Hardy, tenían una calidad más madura y serena, que coincidía con su imagen más equilibrada.

Françoise Hardy y Serge Gainsbourg (1969). Fotografía: AKG-Images / Hugues Vassal

Pero ella era más que un fenómeno adolescente: sus fans incluían a los Beatles, el trompetista de jazz Miles Davis y Mick Jagger, quien la declaró su «mujer ideal». Mientras que Bob Dylan le dedicó un poema en la cubierta de su álbum de 1964 «Another Side of Bob Dylan».

En 1963, durante una sesión de fotos, Hardy conoció y se enamoró de Jean-Marie Perier, un fotógrafo que decidió cambiar su imagen tímida por algo más mundano, elegante y sofisticado. William Klein y Richard Avedon también la fotografiaron para Vogue y muchas otras publicaciones. Su rostro apareció en el Paris Match tan regularmente que se convirtió en la chica de portada francesa de los años sesenta. Françoise recientemente le dijo al New York Times, que era muy consciente de que la prensa extranjera en ese momento estaba más interesada en la forma en que se vestía que en sus canciones. André Courrèges y Paco Rabanne estaban entre los modistos que la vestían. Pero ella siempre tuvo una preferencia por el traje «Le Smoking» de Yves Saint Laurent.

En 1962 aparece su primer larga duración. «Tout le Garçons et les filles» es un álbum muy completo que rápidamente se convirtió en un clásico. Incluía temas como «Ton Meilleur Ami», «Oh Oh Chéri» o «Le temps de L’Amour», maravillosas melodías inteligentemente arregladas. Esta misma línea musical continuó con «Le premier bonheur du jour» (1963), «Mon amie la rose» (1964), «L ‘Amitié» (1965) y «La maison ou j’ ai grandi» (1966).

Françoise Hardy et Jacques Dutronc en 1967.

Françoise Hardy y Jacques Dutronc (1967). Fotografía: BESTIMAGE

La participación de Hardy en sus discos no solo se ha limitado a componer la mayoría de sus canciones, sino que siempre ha tomado parte activa en la producción y los arreglos, a pesar de haber trabajado con nombres tan importantes en la música francesa y europea como Serge Gainsbourg, Jean-Pierre Sabar, Charles Blackwell, John Paul Jones, Arthur Greenslade o el guitarrista Mickey Baker, su estilo personal siempre prevaleció en su trabajo.

Con el lanzamiento del LP «Ma Jeneusse fout le camp» en 1967 cambiaron muchas cosas en la vida de Hardy. Aunque este álbum figura en el sello Vogue, (el distribuidor del álbum), fue el primer lanzamiento de Productions Asparagus, la productora de Françoise. Asparagus fue un movimiento de Françoise para tomar un papel más activo en las decisiones de su carrera y en la producción de su material. Pero fundamentalmente, fue bien titulada, «Ma jeunesse fout le camp» («mi juventud se ha ido») era una despedida del sonido de su etapa anterior.

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Yves Montand y Françoise Hardy fotografiados durante el rodaje de la película «Grand Prix» en Londres (1966). Fotografía: KEYSTONE-FRANCE / Gamma-Rapho

En lo personal, ella rompió su relación con Perier y comenzó un romance con el cantante Jacques Dutronc. La pareja terminó formalizando su relación y tuvo un hijo, Thomas. Mientras Hardy publicó uno de los mejores álbumes franceses de la década de los sesenta, «Comment te dire adieu», que salió a la luz en 1968.

En 1970, cambiaría de sello discográfico, fichando por Sonopresse. Con él editó «Soleil», que logró un gran éxito en su época. Un álbum hermoso, inmaculadamente orquestado, con un aporte considerable del guitarrista Micky Jones y el batería Tommy Baker, quien ayudó a organizar y producir el álbum. Hardy escribió solo la mitad de las canciones, pero toda la música está en consonancia con su estilo personal. 

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Tous les garçons et les filles (1962)

Le premier bonheur du jour (1963)

Mon amie la rose (1964)

Le temps des souvenirs (1965)

L’ Amitié (1965)

Peut etre que je t’aime (1966)

Je changerais d’avis (1966)

Voilá (1967)

Des ronds dans l’eau (1967)

Comment Te Dire Adieu (1968)

A quoi ça sert (1968)

Soleil (1970)

Stan Getz & Joao Gilberto (Getz / Gilberto) 1964

Hace 55 años, el saxofonista Stan Getz colaboró ​​con el cantante y guitarrista brasileño Joao Gilberto, su esposa Astrud Gilberto y el pianista y compositor Antonio Carlos Jobim, para producir lo que yo llamaría el «álbum definitivo» del jazz brasileño.

Para aquellos que quieran familiarizarse con la belleza de esta fascinante fusión de sonidos, «Getz / Gilberto» es imprescindible, simplemente porque es una música atemporal interpretada por músicos atemporales en la cima de sus carreras. Este es también un álbum importante que definió una época y una cultura en la década de los sesenta, que exploraba y probaba cosas nuevas y emocionantes, como la fusión del Cool Jazz con melodías y ritmos brasileños.

La música en «Getz / Gilberto» también mostró que el jazz podría ser innovador y popular sin volverse demasiado abstracto. Era una música tranquila y fácil, con Stan Getz improvisando líneas geniales con su saxo y las voces de Joao y Astrud añadiendo una sutileza romántica a la música. Jobim puede parecer haber jugado un papel secundario en el álbum, pero este no se concibe si sus composiciones, como «So Danco Samba», «Corcovado» y el gran éxito «The Girl From Ipanema».

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João Gilberto, Tom Jobim y Stan Getz. Fotografía: David Drew Zingg

Pero no fue el primer éxito de la bossa nova pasada por el filtro del jazz. El propio Getz y el guitarrista Charlie Byrd lanzaron «Jazz Samba» dos años antes, siendo el punto de partida del boom de la música brasileña en Estados Unidos.

Lo que es sorprendente es, cómo este remanente de una era, tan aparentemente identificado como un sonido plenamente sesentero, se siente completamente actual. No es solo que los músicos de jazz sigan tocando bossa nova hoy, cincuenta y cinco años después; es que esta música todavía suena moderna, hermosa, y sencillamente perfecta.

Stan Getz y Astrud Gilberto interpretando «The Girl From Ipanema»

Tiao, Jobim, Getz, Joao, Milton

Los músicos que grabaron el álbum: Tião Neto, Tom Jobim, Stan Getz, João Gilberto y Milton Banana. Fotografía: David Drew Zingg

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Cómo «Thriller» de Michael Jackson cambió los vídeos musicales para siempre. 35 años de su estreno en España

Michael Jackson y los zombies en el set de Thriller.

Fotografía: Sony / Legacy

El «Thriller» de Michael Jackson (1983) sigue siendo el vídeo musical más popular de todos los tiempos: una parodia de los clásicos del terror de 14 minutos de duración, que cambió el negocio musical para siempre. Fue estrenado en España dentro del programa especial de Nochevieja de 1983. 35 años después sigue siendo insuperable.

Fue el vídeo de «Thriller» lo que empujó a Jackson a la cima, consolidando su posición como el Rey del Pop. «Thriller» fue el séptimo y último single y tercer vídeo (después de «Billie Jean» y «Beat It») que se lanzó desde el álbum del mismo nombre, que ya llevaba casi un año en las listas desde su lanzamiento, en noviembre de 1982. La frenética recepción del vídeo, provocada por las exhibiciones continuas en la MTV, llevaría al álbum homónimo a los libros de registro como el disco más vendido de todos los tiempos, una distinción que mantiene todavía hoy.

Más que cualquier otro artista, Jackson marcó el comienzo del apogeo del video musical, demostrando su poder de promoción, elevando el nivel creativo y allanando el camino para una mayor aceptación de los músicos negros

John Landis y Michael Jackson en el rodaje de 'Thriller'

John Landis y Michael jackson en el rodaje de «Thriller». Fotografía: Sony

John Landis estaba en Londres en 1983 cuando Michael Jackson llamó para preguntar si estaba interesado en hacer un vídeo para «Thriller», la canción principal del álbum que había lanzado poco menos de un año antes. Al parecer, sin darse cuenta de la diferencia horaria, Jackson había llamado a las 2 de la madrugada, hora del Reino Unido y el director, adormilado, tuvo que fingir el conocimiento de la canción, que no había escuchado. Jackson, por su parte, no había visto las películas de Landis, excepto una, quería a Landis por «Un hombre lobo americano en Londres». Landis dijo que haría el vídeo si pudiera ser un cortometraje, y Jackson aceptó la idea. La película de 14 minutos acabó convirtiéndose en mucho más que un clip promocional, fue, y sigue siendo, un fenómeno cultural. En 2009, se convirtió en el primer vídeo musical que se incorporó al Registro Nacional de Películas de la Biblioteca del Congreso.

«Thriller» fue un evento incluso cuando se filmó en octubre de 1983. El 21 de noviembre, se mostró al público por primera vez. Para ser elegible para los Oscar, se necesitaba un estreno de una semana, por lo que Landis hizo los arreglos para que se hiciera en un solo cine en Los Ángeles. Y luego, en la medianoche del 2 de diciembre, después de semanas de avances y expectación, la MTV lo mostró al mundo por primera vez.

Sin embargo, no se esperaba que el vídeo de «Thriller» fuera tan caro: 900,000 dólares, para pagar no solo la filmación y los efectos, sino 10 días de ensayos de las coreografías del vídeo, Landis y Jackson tenían que encontrar una manera de financiarlo. Fue el productor de Landis, George Folsey Jr, quien se le ocurrió la idea de la realización de un documental con el making of del vídeo, que podría venderse a las diferentes cadenas para su emisión. MTV y Showtime adquirieron los derechos del documental, Jackson se hizo cargo de los costos iniciales y el vídeo pudo seguir adelante. Cuando se lanzó el documental en VHS, que se vendió por 29.95 dólares, produjo más de 100,000 pedidos anticipados.

Fotografía: Allstar / SONY

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Phil Spector (A Christmas Gift for You) 1963

A Christmas Gift For You From Phil Spector

Cuando el productor es la estrella. Si hablamos de Phil Spector, su labor como compositor, y sobretodo como productor, anula y eclipsa cualquier otro protagonismo en cualquier disco en el que estuviera implicado.

Con todos sus excesos, que los hubo, Phil Spector se puede considerar el paradigma del productor. Punto de referencia para casi todos los que vinieron después. Sus producciones llevan un sello inconfundible, Su «Muro de Sonido», Su «Wall of Sound», esos arreglos únicos, esas orquestaciones, y capas y capas de instrumentos que convertían cualquier canción en obras maestras imperecederas.

Dominador absoluto del pop de principios de los sesenta, con aquellas «Pequeñas sinfonías para adolescentes», como definió los temas que produjo entonces. Solo la llegada de la «Invasión británica» comandada por The Beatles, le apartaron del dominio de las listas de éxitos. Aunque se tomo cumplida venganza, cuando tuvo que dar cuerpo a las cintas del postrero álbum de los Fab four «Let it Be» dotándolo de unos arreglos excelsos que elevaron el nivel del trabajo más mediocre de los cuatro de Liverpool. Posteriormente, artistas y grupos tan dispares como Ramones o Leonard Cohen trabajaron con el. Me imagino que la tentación de trabajar con el maestro era difícil de vencer.

Phil Spector con las Ronettes, cuyo "Be My Baby" produjo en 1963.

Phil Spector con The Ronettes. Fotografía: Archivos de Ray Avery / Michael Ochs

Cuando Phil Spector estaba en su máximo apogeo comercial como productor de discos, aplicaba su «Muro de sonido» con criterios casi científicos. Pero cuando a Spector se le metió en la cabeza la idea de hacer un álbum navideño, no lo hizo a medias. al mando de todas las estrellas del sello Philles, pasó muchos meses y gasto miles de dólares asegurándose de que todas las canciones de «A Christmas Gift for You» fueran perfectas. Luego se publicó el álbum el día en que John F. Kennedy fue asesinado. Y todo se fue al garete.

Durante el verano de 1963, recién salido del éxito de «Be my Baby» de The Ronettes, Spector reclutó a su escudería de artistas, que, además de The Ronettes, también incluía a Bob B. Soxx y los Blue Jeans, The Crystals y Darlene Love, y los llevó a Los Ángeles para comenzar a trabajar en «A Christmas Gift for You». Respaldado por el legendario colectivo de músicos de sesión conocido como The Wrecking Crew, Spector aplicó su «Muro de sonido» a una serie de clásicos navideños. En lugar de utilizar los arreglos tradicionales, Spector y Jack Nitzsche re-imaginaron audazmente las canciones de una manera que las redescubrieron a una generación más joven que había sido destetada en el Rock & Roll.

Cincuenta y cinco años más tarde, «A Christmas Gift for You» sigue siendo indiscutiblemente el mejor álbum dentro del vasto y a menudo repetitivo género de la música navideña. Su música está llena de inocencia, y las canciones rebosan de alegría. Al mismo tiempo, sin embargo, toda la revolución musical y social de los sesenta acechan dentro de las brillantes armonías del álbum.

Phil Spector, la cantante Darlene Love y el arreglista Jack Nitzsche durante la grabación de «A Christmas Gift for You». Fotografía: Ray Avery / Getty

Con «A Christmas Gift for You», Spector tuvo la intención de mostrar que su versión visionaria de la música popular podía transformar los clásicos, de la misma manera que había transformado el pop creando lo que él llamó sus «pequeñas sinfonías para adolescentes».

En 1972, Apple Records lo reeditó y, en parte debido a la nostalgia de los dorados sesenta, se convirtió en un clásico navideño, y su popularidad crece año tras año. Ha habido varios relanzamientos posteriores. En 1987, el propio Spector lo remasterizó de nuevo al sonido mono original y se lanzó en CD.

En 2003, el álbum fue votado el nº 142 en la lista de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos de la revista Rolling Stone. En 2017, fue clasificado como el 130º álbum más grande de la década de 1960 por Pitchfork. Brian Wilson, de los Beach Boys, ha citado este álbum como su favorito de todos los tiempos, y el álbum fue incluido en los 1001 álbumes de Robert Dimery que debes escuchar antes de morir.

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Leonardo Favio (1938-2012). El «Cantactor» imprescindible

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Si usted no ha conocido la música de Leonardo Favio, siento decirle que ha tenido una grave carencia toda su vida. La obra musical de este inclasificable cantautor argentino, es una de las más personales que se pueden encontrar en cualquier época o país. A parte de músico, fue actor y director de cine, y puede que esta fuera la causa del ímpetu dramático de sus composiciones e interpretaciones. Cualquier sentimiento expresado por él se convierte en algo tremendamente intenso: La deliciosa dulzura de los recuerdos de la infancia en “Chiquillada”. El galanteo elegante en “Ding dong, estas cosas del amor”. El amante expectante en «O quizás simplemente le regale una rosa». Y por supuesto “Ella ya me olvidó”, su canción más representativa, donde sientes como propio el desgarro del amor perdido. Se pone la piel de gallina al escuchar cantar a este hombre, la forma en la que canta te transmite mil cosas. Simplemente imprescindible.

Fuad Jorge Jury, su verdadero nombre, nació el 28 de mayo de 1938 en el seno de una familia de origen sirio-libanés, en la localidad de Luján de Cuyo, en la Provincia de Mendoza, Argentina. Nació en un barrio pobre y conflictivo. Tuvo una infancia turbulenta marcada por el abandono del hogar de su padre. Pasó gran parte de su infancia internado.

Leonardo Favio

Fotografía: Infobae / THX Medios S.A.

De joven, Favio se formó en un seminario y se alistó en la Armada antes de probar suerte como actor en Buenos Aires. Trabajó bajo la tutela del prestigioso director Leopoldo Torre Nilsson, y su buena apariencia le llevó a ser conocido como el James Dean argentino. Sin embargo, Favio desarrolló rápidamente la ambición de estar al otro lado de la cámara y dirigió su primer cortometraje a finales de los años cincuenta.

Su primer largometraje como director, «Crónica de un niño solo» (1965), se basó en sus experiencias como adolescente, retratando la vida sombría en los centros de detención juveniles argentinos y los problemas sociales arraigados en los barrios que él mismo había conocido.

En 1967 realizó «El romance del Aniceto y la Francisca…», con Federico Luppi, Elsa Daniel y María Vaner. A menudo es considerada como la mejor película argentina de todos los tiempos. En 1969 Favio estrenó «El Dependiente», basado en un cuento de su hermano y coguionista, Zuhair Jury. Hay muchos críticos que ven una unidad creativa en estos tres films, considerándolos una especie de trilogía.

Fue entonces cuando Favio, quizá motivado por las trabas económicas que el cine le estaba provocando, decidió lanzarse sorpresivamente al mundo de la música, cosechando un éxito que le permitió en numerosas oportunidades financiar gran parte de sus películas. «La música me permitió vivir con dignidad», le dijo una vez a un entrevistador. Su hijo Nico Favio ha comentado: “La música le permitió a mi padre mostrar su lado romántico, salirse del ámbito de lo social y lo político, que sí contaba en su cine. Para mostrar esa veta, fue muy influenciado por la figura de mi madre” Zulema Carolina Leyton, conocida como Carola Leyton.

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Carola Leyton y Leonardo Favio

Favio aprendió a tocar guitarra de niño, y sólo se animaba a cantar en reuniones íntimas con familiares y amigos. Debutó como cantante en el mítico programa de Eduardo Bergara Leumann, «La Botica del Ángel», un espacio que en su época presentó a artistas, que con el tiempo se convertirían en estrellas de la música popular argentina como Susana Rinaldi o Nacha Guevara.

Posteriormente, un ejecutivo de la CBS le propuso grabar un disco, publicando su primer sencillo titulado «Quiero la libertad», que resultó ser un fracaso. A pesar de ese revés publicó a continuación «Fuiste mía un verano»; ícono no sólo de su primer álbum, sino también de toda su discografía. En seis meses se vendieron más de un millón de copias, algo completamente inaudito para la Argentina de entonces. Tras su participación en el Festival de la Canción de Viña del Mar, Favio empezó a labrarse su fama en el extranjero.

«Se sentía que había algo distinto. Leonardo era un rebelde auténtico, usaba jeans y zapatillas en las tapas de las revistas y en la televisión y a la vez tenía una gran sensibilidad. Yo intuía que iba a ser un fenómeno y resultó ser el autor del boom discográfico más grande de la historia y nadie lo repitió». Así lo cuenta al diario Infobae Vico Berti, coautor con Favio de la canción, que en estos días cumple su 50º aniversario.

El actor y director argentino Leonardo Favio.

Leonardo Favio en su madurez. Fotografía: Reuters

El entusiasmo de Verti fue vital para el lanzamiento de la carrera musical de Favio. «Hasta que me llevó a ver a John Lear, que era el director artístico de la CBS. Ahí me hizo cantar otra vez, un poco a capella, otro poco con guitarra, hasta que logró convencerle. A los pocos días, para mi asombro, yo ya estaba grabando con una gran orquesta. Y lo primero que grabé fue «Quiero la libertad», que logró el mismo éxito como fracaso que mis anteriores presentaciones personales, porque el disco no lo compró nadie. Uno me lo llevé yo, otro se lo quedó Vico Berti y el otro se lo regalé a mi mamá. Pero Vico no se resignó , porque era muy obstinado. A él lo emocionaba mucho la canción que me había escuchado en La Botica del Ángel, «Fuiste mía un verano», así que insistió ante la compañía para que yo volviera a grabar. Y ahí nos tocó Dios, porque eso fue un éxito fuera de lo común. En aquella época, éste fue el disco, en proporción, de mayor éxito en el mundo de habla hispana. Nunca se había vendido, hasta ese momento, una cifra igual en tan breve lapso. Tuvieron que unirse para prensar los discos que yo grabé la CBS y la RCA. Acá se dobló la venta de tocadiscos a raíz de las enormes ventas de mi disco», recordaba el propio Favio. (Cita publicada en el diario digital Infobae)

El repentino éxito afectó profundamente a Favio. De una vida más bien tranquila como director de cine, pasó a estar en el escaparate mediático, con el acoso de los fans y giras de conciertos continuadas; tanto le traumatizó la fama, que llegó a encerrarse durante meses en su casa. Con el tiempo, y en pleno apogeo de su éxito como cantante, dejó los escenarios para dedicarse de nuevo por completo al cine. Este regreso fue enormemente fecundo, con obras maestras tales como «Juan Moreira» (1973), y en especial «Nazareno Cruz y el lobo» (1975), que elevó a Favio a lo más alto como director, siendo esta la película más vista en la historia del cine argentino.

Entre tanto, se vio envuelto en el drama político que sacudió a Argentina cuando Juan Perón regresó al país después de casi dos décadas de exilio en España. Peronista durante toda su vida, Perón le encomendó a Favio la organización de una ceremonia para celebrar su regreso formal y definitivo en Ezeiza, cerca del aeropuerto internacional de Buenos Aires. El evento pronto derivó en un derramamiento de sangre cuando una facción de peronistas abrió fuego contra otra.  Posteriormente, el cineasta dirigió un documental titulado «Perón, sinfonía del sentimiento (1999).

Perón junto a Favio

Juan Domingo Perón junto a Leonardo Favio

En los años previos a su muerte, Favio sufrió problemas de salud que le limitaron la movilidad, pero no le impidieron dirigir. Su última película, «Aniceto» (2008), fue una nueva versión de «El romance del Aniceto y la Francisca», que había realizado 40 años antes. Favio dejó un proyecto cinematográfico inacabado recordando su infancia empobrecida en la provincia de Mendoza.

Leonardo Favio falleció el 5 de noviembre de 2012 a los 74 años de edad. Fue un artista total, único en su singularidad, tanto cinematográfica como musical. Centrándonos en esa faceta, objetivo de este blog, dejó una carrera musical tan meritoria como inclasificable, que excede la etiqueta de cantante romántico como tantos ha habido en Iberoamérica. Realmente fue un estilo en sí mismo, dueño de una de las voces más peculiares e intensas de la escena musical hispana. Fue y será siempre el «cantactor» imprescindible.

Fuiste mía un verano

O quizás simplemente le regale una rosa

Chiquillada

Ding dong, estas cosas del amor

Ella ya me olvidó

Canciones para honrar la memoria de Leonardo Favio

Lista de reproducción con sus grandes éxitos

 

 

 

 

Gioachino Rossini (1792-1868). Mucho más que «El Barbero de Sevilla»

Fotografía: Gaspard Félix Tournachon «Nadar»

Gioachino Rossini ocupó una posición incomparable en el mundo musical italiano de su tiempo. Rossini ha influido profundamente en la historia de la ópera del siglo XIX, que culminó en un bel canto de estilo italiano. Renueva la ópera con melodías enérgicas y brillantes dotadas de una nueva naturalidad, y desarrolla e innova la escritura orquestal preparando así el surgimiento del romanticismo. Este año celebramos el 150º aniversario de su muerte.

Gioacchino Antonio Rossini nació el 29 de febrero de 1792 en Pesaro, Italia, hijo de un músico (trompetista) y una cantante. Estimulado por este ambiente tan propicio, Rossini comenzó a estudiar música a la edad de 11 años. Rápidamente, parece obvio que el niño tiene predisposición para la música y, alentado por sus padres, continúa en esta dirección. A los 12 años se interesó en la composición musical, y a la edad de 14 años, escribió su primera ópera,  «Demetrio e Polibio» (1806). Ya en este primer trabajo percibimos la influencia de la escuela alemana y, en particular, la de Haydn y Mozart en el estilo compositivo de Rossini. Luego completó su formación musical en el «Liceo Musicale» en Bolonia, donde perfeccionó sus conocimientos de contrapunto con el Padre Stanislao Mattei.

Al mismo tiempo, por gusto y necesidad, se entrega  a la composición de un género muy de moda en ese momento, el de la llamada «Ópera buffa». De este primer período compositivo ya destaca su tendencia a reformar los géneros. De hecho, a lo largo de sus primeros trabajos, trabaja para romper las formas tradicionales de la Ópera buffa, decorando las melodías, animando los conjuntos y al final, incorporando ritmos inusuales, dando mayor importancia a la orquesta y eliminando la omnipotencia de los cantantes. Su ópera «La Pietra del Paragone» (1812), es considerada el primer resultado de esta reforma, le da a conocer a nivel nacional.

Retrato de Gioachino Rossini por Vincenzo Camuccini. Museo del Teatro de La Scala de Milán.

Después de este periodo dedicado a la Ópera buffa, aborda la ópera seria con la creación de «Tancrede» (1816); evoluciona el género con «Otello» (1816) y Semiramide (1823). Su obra maestra es «El barbero de Sevilla», reconocida de inmediato como tal cuando se creó en 1816. Rossini también trabaja en un género intermedio (ya explotado por Mozart), la ópera semi-seria, a la que aporta «La Cenerentola» o «La Urraca Ladrona» (1817). Las oberturas a muchas de estas óperas son un elemento recurrente en el repertorio de la salas de conciertos.

Después de una estancia muy exitosa en París (donde regresará al final de su vida ) y la creación de «Guillermo Tell» en 1829, Rossini deja de componer para el escenario. Luego se dedicó a la música religiosa, un género en el que destacan igualmente sus cualidades musicales: el «Stabat Mater» (1841) y el «Petite petite solennelle» (1864), subrayados por la claridad y profundidad de la partitura del compositor.

A pesar de este largo retiro, siguió siendo una de las personalidades más influyentes del mundo musical. Murió en Passy (París) el 13 de noviembre de 1868. Rossini fue un compositor de producción variada y consistente de muy alta calidad. Desde el punto de vista tanto estilístico como dramatúrgico, con sus muchas innovaciones, la obra de Rossini abre la puerta a la de Verdi, pero también a Meyerbeer, Donizetti y Bellini.

Lista de reproducción con una amplia selección de sus obras