Renata Tebaldi

Renata Tebaldi fue la gran soprano de mediados del siglo pasado, eclipsada en gran medida para el gran público por la carísmática y mediática figura de María Callas. Aunque dicho conflicto entre divas fue más bien una estrategia comercial que hizo mucho más rentable, si cabe, el éxito de ambas.

En 1947, cuando su carrera estaba empezando, coincidía en Verona con María Callas. Ambas cantantes tendrían en la Scala su trampolín a la fama mundial. No es de extrañar que cuando la Callas llegó a Milán a principios de los años cincuenta, y Renata llevaba ya un tiempo afianzada en la ópera milanesa, el choque de egos tuviera lugar encima y detrás del escenario.

Nacida en Pesaro en febrero de 1.922, Renata Tebaldi triunfó ya a muy temprana edad. Su debut se produjo en Rovigo, donde en 1944 encarnó a la Elena de «Mefistofele», pero fue su interpretación de Desdémona en Triste (1946) la que le abrió las puertas de los grandes teatros y la que hizo que el gran Toscanini, recién llegado de Estados Unidos y en busca de nuevos talentos líricos, la citase para una audición en la Scala. El maestro la escogió para intervenir en la reinauguración del coliseo milanés, y a entonces se debe la célebre leyenda de “La voz del ángel”.

A pesar de la idea, tan extendida, de que Renata Tebaldi se limitó a cantar personajes operísticos mil veces interpretados, mientras que a Maria Callas le correspondía el mérito de recuperar papeles y óperas que yacían en el olvido, resucitándolas con una pasión inusitada, lo cierto es que también Renata Tebaldi incorporó a su repertorio óperas poco representadas en su época, entre las que se encuentran algunas de Gioachino Rossini, de Gaspare Luigi Spontini o la misma «Giulio Cesare», de Georg Friedrich Haendel, que tanto se representa hoy en día.

Entre los papeles que Renata Tebaldi cantó con más éxito figuran los de «Aída», la protagonista de la ópera del mismo título compuesta por Verdi, así como los de «Tosca», de Giacomo Puccini, o el de la Condesa de la ópera «Las Bodas de Fígaro», de W. A. Mozart.

Pero el público y la crítica italiana se situaron injustamente al lado de María Callas casi con unanimidad, resaltando la impresionante fuerza expresiva de esta cantante como opuesta al rigor técnico de Renata Tebaldi, un rigor que, sin embargo, sí fue apreciado por otros públicos que preferían, ante todo, la contención expresiva (que no falta de expresividad) y la elegancia escénica que siempre acompañaron a la soprano italiana a lo largo de los casi treinta años que duró su carrera sobre los escenarios.

La que fuera una de las cantantes más importantes del planeta en los cincuenta o los sesenta se retiró sin hacer ruido a comienzos de los setenta. En el Palau de Barcelona se le rindió un gran homenaje en diciembre de 1974. Después publicó unas Memorias. Luego fue desapareciendo con una sencillez y una modestia ejemplares. Únicamente su muerte volvió a traer el recuerdo emocionado de una de las cantantes más importantes de toda la Historia. Una cantante grande, irrepetible.

Renata Tebaldi falleció el 19 de diciembre de 2004 a los 82 años en su casa de San Marino. La cantante, cuyo estado de salud se había agravado, residía en esa pequeña República cercana a la Costa Adriática.

«O mio Babbino Caro» de la ópera «Gianni Schicchi» de Giacomo Puccini

«Un bel di Vedremo» de la ópera «Madama Butterfly» de Giacomo Puccini

«Si mi Chiamano Mimì» de la ópera «La Boheme» de Giacomo Puccini

«Ave Maria» de la ópera «Otello» de Giuseppe Verdi

«Piangero la sorte mia» de la ópera «Giulio Cesare» de Georg Friedrich Händel

Serge Gainsbourg I (1957 – 1963). De la Chanson al Jazz por las Orillas del Sena

El próximo 2 de marzo se cumplen 25 años de la desaparición de Serge Gainsbourg, un personaje fundamental en la historia de la música, no solo francesa, sino internacional, Gainsbourg es una especie de «patrimonio musical de la humanidad». Un artista total, inconformista, que nunca dejó de experimentar, que nunca se conformó con lo hecho hasta el momento; su mente bullía continuamente nuevos retos y proyectos. Muchas veces el término «genio» se ha otorgado con mucha ligereza, todo lo contrario que en este caso, pocos se lo merecen tanto como el.

Pretendo hacer un modesto repaso por la carrera de este artista único, que logicamente no puedo resumir en una sola entrada. Su obra es de tal magnitud y variedad, que lo dividiré entre sus diversas etapas musicales, muy diferenciadas entre si, pero con la misma calidad, grado de perfección y una influencia que llega hasta nuestros días.

Nacido como Lucien Ginsburg, el tímido y nervioso hijo de unos inmigrantes judios ucranianos, es un claro ejemplo de hombre hecho a sí mismo, que escogió un nombre poco francés (Serge, que recuerda su procedencia del Este, y Gainsbourg, en referencia al paisajista inglés Thomas Gainsborough) para lograr, a través de la música, una identidad que su propio carácter y la sociedad de su época no le dejaba perfilar.

Durante su infancia, el pequeño Lucien vive en París en los barrios más populares. Su padre se encarga de su aprendizaje musical, enseñándole a tocar el piano y animándole a adentrarse en el mundo de la pintura.

Los años de la guerra son duros para Lucien, que se refugia en las provincias del interior y se ve obligado a llevar la estrella de David («una estrella de sheriff», dirá más tarde con sorna). Incluso se vio forzado a esconderse tres días en un bosque mientras las SS buscaban a judíos como el.

Ya de vuelta en París, la familia se instala en el distrito 16. Su fracaso escolar le impide acabar el instituto. Se inscribe entonces en la Escuela de Bellas Artes, pero el alto nivel exigido en matemáticas le desalienta y abandona.

Hasta la edad de treinta años, Serge subsiste a base de pequeños trabajos. A veces hace de profesor de dibujo, de canto, vigilante escolar, etc., pero su actividad principal es la pintura. Le hubiese gustado ser un genio de la misma como Francis Bacon o Fernand Léger, de quien fue alumno, pero abandona rápidamente la bohemia para convertirse en un «crooner» de piano-bar en los cabarets parisinos como el Madame Arthur.

En 1957, y fruto de una casualidad, Michèle Arnaud, cantante a la que acompaña a la guitarra en sus actuaciones en el cabaret Milord l’Arsouille (donde el resto del tiempo es pianista de ambiente) descubre con estupefacción las composiciones de Gainsbourg y lo anima a interpretar su propio repertorio en el mismo cabaret. Michèle fue su primera intérprete, grabando desde 1958 los títulos: «La Recette de l’amour fou», «Douze belles dans la peau», «Jeunes femmes et vieux messieurs» y «La Femme des uns sous le corps des autres». Fue entonces cuando comenzó su carrera, componiendo numerosas canciones e incluso editando una revista.

Su primer álbum, «Du chant à la une !», en el que aparece la canción «Le Poinçonneur des Lilas», el primero de sus ícónicos clásicos, desconcierta, pero es bien acogido por la crítica. Un sector de la misma se fija en él y dice que sus canciones «tienen la dureza de un atestado». Su amigo y protector Boris Vian, antes de morir en 1959, lo compara con Cole Porter.

Le Poinçonneur des Lilas (1959)

Creador sin límites, Gainsbourg acabaría ensanchando las fronteras de la Chanson a los más diversos géneros y expresiones. Tomando un clásico como «Las hojas muertas» de Jacques Prévert y Joseph Kosma, Gainsbourg reflexiona sobre el amor y la huella del tiempo, y de paso, sobre la propia magia de la canción para guardar la memoria de los sentimientos.

La Chanson de Prévert (1961)

Iniciada la década de los sesenta, con la llegada de la época ye-ye, Gainsbourg es practicamente un  desconocido. Actúa como telonero en algunos conciertos de Jacques Brel o Juliette Grecó, pero la crítica lo agrede burlándose de su prominente nariz y sus grandes orejas.

Precisamente para Juliette Grecó, la gran diva de la canción francesa de entonces, compone el que sería otro de sus grandes clásicos, «La Javanaise». El título es un juego de palabras entre el «javanais», un argot francés, y un estilo de danza. Fue interpretada tanto por ella como por Serge en 1963. Las primeras grabaciones de ambos artistas constituyeron las caras B de cada uno de los dos singles .

La Javanaise (1963)

Fue entonces cuando conoció a Elek Bacsik y Michel Gaudry y les propuso colaborar en un disco. Este proyecto se convertirá en «Gainsbourg Confidentiel», impregnado de un jazz contemporaneo y minimalista que Gainsbourg adoraba, pero que no le llevaría al éxito. Este disco (según algunos su mejor obra) sólo vendió 1.500 copias. Serge, ante semejante fracaso y el de su posterior disco de 1964, «Gainsbourg Percussions», tomó una decisión radical: «Voy a lanzarme al mercado comercial y a comprarme un Rolls». Su paso al naciente pop de entonces, será el objeto de la siguiente entrada dedicada a su figura.

All the Things you Are (1964)

Glenn Frey in Memoriam (1948 – 2016)

Cuando todavía no se han apagado los ecos de la desaparición de David Bowie, otra figura ilustre del pop-rock nos ha abandonado. Glenn Frey, fundador, guitarrista y podíamos considerar co-líder junto al batería Don Henley de la mítica banda The Eagles, ha fallecido el pasado 18 de enero a los 67 años de edad.

Hablar de The Eagles es hablar de la banda norteamericana más importante de la década de los setenta, no solo por su celebérrimo y excelso disco «Hotel California» de 1976. Porque The Eagles fueron la culminación de un camino emprendido a finales de los sesenta con la aparición de la corriente country-rock, y de un sonido radicado en la ciudad de Los Angeles, una mezcla de estilos con el aroma de la música más tradicional de los Estados Unidos, barnizada por las pinceladas rock que las actualizaron.

Cuando a finales de los sesenta Frey llega a Los Angeles desde su Detroit natal, queda imbuido de la efervescencia musical de la ciudad.  En ese momento comparte casa  con los  excelentes compositores John David Shouter y Jackson Browne en el mítico Laurel Canyon, en las colinas de Hollywood, lugar de residencia de gran parte de los que eran algo o querían serlo en el mundo de la música.

En esta casa, aparte de beber cervezas y organizar maratones de póker, fue surgiendo un sonido que se encauzaría definitivamente cuando conoció a Don Henley. Frey empezó a actuar en el Troubadour con su banda de entonces, un club que era el favorito de los roqueros. En el Troubadour fue donde Glenn conoció a Henley. Glenn fue invitado por Don a formar parte de la banda de acompañamiento de Linda Ronstadt. Durante aquel tiempo Glenn y Don tuvieron la idea de formar su propia banda.

Con la ayuda de Linda Ronstadt y su mánager John Boylan, Frey y Henley fueron capaces de conseguir que Bernie Leadon y Randy Meisner se unieran al proyecto. Los cuatro dieron origen a The Eagles, tocando Frey guitarra acústica y los teclados. El grupo se convirtió en una de las bandas más grandes de la década y una de las de mayores ventas de todos los tiempos.

Sus dos primeros trabajos, “Eagles” y “Desperado”, son de una clara influencia country. En su siguiente álbum “On the Border”, empiezan una evolución musical, que les irá alejando paulatinamente de ese sonido country.

Esta evolución se completa con su disco de 1975  “One of This Nights”, donde su sonido es mucho más duro y plenamente rockero; esto, sumado a la lucha de egos que se estaba produciendo en la banda, llevó a Leadon a abandonar la misma y propiciar la llegada del gran guitarrista y compositor Joe Walsh.

Con estos mimbres afrontan lo que sería su obra maestra, “Hotel California”. Seis meses de duro trabajo, practicamente enclaustrados en el estudio, dan lugar a un disco extraordinario, con un mensaje pesimista sobre la sociedad americana, pero que cautivo al público por completo , se calculan unas ventas de treinta y dos millones de copias en todo el mundo.

¿Qué paso después?, casi tres años de parón, la publicación del mediocre “The Long Run” en 1979 y la disolución del grupo, que no volvería a reunirse hasta 1994 para un concierto acústico y posterior gira. Desde entonces el grupo ha mantenido una actividad más o menos constante hasta nuestros días, incluso con la publicación de un nuevo álbum en 2007, el excelente “Long Road Out of Eden”.

Hacer una selección de su música es complicado, pero creo que las que he elegido son las más representativas de su labor con The Eagles y su carrera en solitario. Sea recuerdo y homenaje a una figura que siempre fue modelo de honestidad profesional, que aunque estuviera harto de cantar las mismas canciones, las cantaba como si fuera la primera vez, porque sabía que era lo que esperaban sus seguidores.

Peaceful Easy Feeling (1972)

Esta balada fue escrita por un compositor colaborador del grupo, Jack Tempchin, pero con el tiempo se convirtió en uno de los temas más emblemáticos de Frey, que lleva las riendas de la interpretación vocal de forma estupenda y sentida en este directo de la BBC de 1973.

Take is Easy (1972)

Esta pieza maestra del country-rock fue el primer single de Los Eagles, y es sin duda uno de sus temas más populares. Pero lo que no es tan conocido es el hecho de que fue originalmente escrita por Jackson Browne, que la dejó prácticamente terminada. Frey sólo tuvo que convencerle para que se la regalara y le dejara terminar el trabajo.

Tequila Sunrise (1973)

Escrita por Glenn Frey y Don Henley, esta canción forma parte del disco «Desperado» de 1973. No fue de las que tuvo más éxito en su momento, pero ha ido creciendo su importancia con el tiempo hasta convertirse en un imprescindible de The Eagles. La letra más o menos nos habla de una relajada mañana de resaca.

Lyin´ Eyes (1975)

Esta canción del disco «One of These Nights» fue el primer gran hit de Los Eagles en las listas norteamericanas, al entrar en el Top10 en 1975, justo antes del boom planetario de «Hotel California».

New Kid in Town (1976)

Frey compuso cuatro de las canciones del icónico disco «Hotel California» de 1976, pero esta es la única que canta en solitario.

You are not Alone (2007)

Cuando el grupo se disolvió en 1980, sus miembros aseguraron que sólo volverían a reunirse «el día que se congele el infierno». Al final, no hubo que esperar tanto, lo hicieron en 1994. En 2007 publicaron «Long Road out of Eden», en el que Frey contribuyó con dos temas escritos sólo por él, «No more Cloudy Days» y este «You’re not Alone».

The Heat is on (1984)

Tras la disolución de la banda, Frey alcanzó un gran éxito como artista en solitario durante la década de los ochenta, con hits masivos como este «The heat is on» compuesto por Harold Faltermeyer y Keith Forsey, grabado para formar parte de la banda sonora de la película «Superdetective en Hollywood».

David Bowie in Memoriam (1947 – 2016)

Hoy nos hemos levantado con la triste noticia, más por lo inesperada, de la muerte del gran David Bowie. Podría llenar miles de páginas glosando una carrera musical única y personal como pocas. Bowie era uno de los artistas más carismáticos e influyentes de toda la historia de la música popular moderna. Sus continuas evoluciones y transmutaciones, habría que hablar de varios «Bowies», sacaron a la luz a un músico inquieto y en constante cambio.

Transgresor, camaleónico, provocador, inimitable, adelantado a su tiempo, son miles los adjetivos que pueden definir su obra. A ella me quiero acercar para rendirle un modesto homenaje, no solo con una prolija sucesión de datos y fechas, sino con la visión del aficionado que ha perdido uno de sus referentes musicales. Y por supuesto, mucha música, la mejor manera de recordarle, sus maravillosas canciones.

Desde sus inicios en el movimiento mod de los años sesenta, la extensa trayectoria de David Bowie ha transcurrido por múltiples formas sonoras, siendo partícipe principal del glam-rock o la electrónica experimental, transmutándose regularmente en artista de clave vanguardista, punk, cabaretera, soul, ambient, hard-rock, dance-pop o simplemente explotando con talento las disposiciones clásicas del pop-rock.

David Robert Jones, su verdadero nombre, nació el 8 de enero de 1947 en Brixton (Inglaterra), hijo de un matrimonio de clase media. Bowie comenzó su carrera cantando y tocando el saxofón en pequeños locales y también en institutos, con músicos aficionados. A finales de la década de los sesenta comenzó a grabar sus primeros sencillos, que luego se integrarían en su primer álbum, «David Bowie» (1967). Se interesó además por el teatro, llegando a formarse como mimo y actor con Lindsay Kemp, una influencia que se dejaría notar más tarde en sus actuaciones.

Let me Sleep Beside you (1967)

El disco siguiente, denominado en el Reino Unido “David Bowie 1969″ y en los Estados Unidos “Man of Words / Man of Music”, terminó llamándose “Space Oddity”, nombre dado en el año 1972. Es un notable disco con trazas de cantautor, con resonancias folk, prog rock y psicodélicas en el que colaboraron músicos como Rick Wakeman, futuro teclista de la banda progresiva Yes.

Space Oditty (1969)

En 1970 y 1971 publicó los álbumes «The Man Who Sold the World» y «Hunky Dory», en los que ofreció una provocativa imagen andrógina, en consonancia con el glam, la tendencia que dominaba en aquel momento el rock británico.

Life on Mars? (1971)

A partir de 1972 empezó el gran ciclo de transformaciones que caracteriza su personalidad camaleónica. En «The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars» encarna a una estrella del rock procedente de otro planeta. Esta tendencia a la ambigüedad continuaría en «Aladdin Sane» (1973), su siguiente trabajo.

Starman (1972)

Las canciones de Bowie generaban una atmósfera futurista, obsesiva, donde desarrollaba profundas y densas secuencias por las que desfilaban personajes orwellianos, arquetipos de una modernidad decadente o personajes que parecen surgidos del género gótico.

En la segunda mitad de la década de los setenta, Bowie continuó experimentando con nuevos sonidos. El elemento electrónico estaba cada vez más presente en su música, a través del uso recurrente de sintetizadores y de la manipulación de su voz en los temas. Esto queda patente en álbumes como «Station to Station» (1976) y «Low» (1977), en el que inició su asociación con el músico y productor Brian Eno. Bowie evolucionaba hacia un personaje de aspecto frío y distante, envuelto en largos abrigos de cuero, lo que le valdría el sobrenombre de «El Duque Blanco».

Dentro de lo que se ha llamado la etapa «berlinesa» de Bowie, destaca «Heroes» (1977), que ofrecería estructuras y sonidos aun más densos y complejos.

Heroes (1977)

En “Scary Monsters” (1980), Bowie propuso básicamente una síntesis de la parte más celebrada de su obra previa. El sonido general, con base principal en la experimentación vanguardista berlinesa con Brian Eno y los retazos glam-rock, no se evadía del contexto post-punk británico de la época.

Contaba con el apoyo instrumental de las virtuosas guitarras de Robert Fripp (King Crimson), seis cuerdas que dominan el complejo escenario instrumental de notable intensidad sonora, absoluta teatralidad en la ejecución, y sombría lírica con lugar para el cinismo, el sarcasmo o la melancolía.

Ashes to Ashes (1980)

Bowie emprendió en ese momento su periodo de mayor éxito comercial, pero también el de más críticas adversas por parte de los especialistas, que le achacaban un empobrecimiento musical, con discos como «Let’s Dance» (1983) y «Tonight» (1984).

Let’s Dance (1983)

A partir de estos discos empezaría a deambular por una serie de trabajos en los que tocaba varios palos, pero que eran muy pobres artísticamente en comparación con sus discos de los setenta.

Sin embargo de vez en cuando aparecía algún trabajo que parecía despertarnos de ese letargo creativo. Por ejemplo en “Hours” (1999), se alejaba de los ensayos electrónicos para retornar sus raíces, con tempos más templados y reflexivos. El resultado no entusiasma como lo hacen sus mejores Lps en su etapa dorada, pero contiene buenos cortes como “Thursday’s Child”, “The pretty things are going to hell” o “Seven”.

Thursday´s child (1999)

Y como coda final, como si todo hubiera sido un plan meticulosamente planificado, el pasado viernes 8 de enero, el día de su 69 cumpleaños, Bowie edita el que podemos considerar su álbum póstumo, «Blackstar», un testamento musical en el que queda impreso su Ímpetu experimental e innovador. No es el disco de un músico nostálgico y ya «prejubilado», es un disco de un genio que solo le ha podido frenar algo tan inexorable como la muerte, muerte solo física, porque su inmensa obra nos acompañará para siempre, más viva que nunca.

Blackstar (2016)

Documental sobre su vida y obra

 

Simon & Garfunkel ( Silent Night / Seven o´Clock News) 1966

Esta es una canción del dúo estadounidense Simon & Garfunkel, incluida en su tercer álbum “Parsley, Sage, Rosemary and Thyme” de 1966. Este tema es una especie de collage sonoro yuxtaponiendo una interpretación del tradicional villancico «Silent Night» (Noche de Paz), con un simulado «boletín de noticias» de los acontecimientos reales del 3 de agosto de 1966.

Este collage consiste en el dúo cantando «Silent Night», acompañados por un sencillo arreglo para piano. La voz del locutor es la de Charlie O’Donnell, un “disc jockey» radiofónico. Cuando el tema avanza, la canción se vuelve más débil y el boletín de noticias más fuerte. El resultado es contraponer la crudeza de la realidad diaria con la ternura de los sentimientos que la Navidad provoca.

ENLACE A LA CANCIÓN

Bing Crosby & David Bowie (Peace on Earth / Little Drummer Boy) 1977

«The little drummer boy», o «El pequeño tamborilero», como aquí lo conocemos. Se trata de un especial de 1977 de la cadena norteamericana CBS, donde cantaban a dúo, curioso donde los alla,  David Bowie con el veteranísimo crooner  y clásico de la canción popular estadounidense Bing Crosby, que por cierto, fallecería sólo un mes después de la grabación, y que no lo vería en forma de disco, editado en 1982.

En teoría, parecía una mezcla que no podía funcionar demasiado bien, pero aún teniendo en cuenta el poquísimo tiempo que tuvieron para ensayar, sobretodo Bowie, la cosa salió mucho mejor de lo que podría pensarse. En realidad, ha acabado transformándose en un clásico de los temas navideños.

«Little Drummer Boy » es un villancico escrito en 1957, mientras que » Peace on Earth » se añadió a la canción especialmente para esta interpretación, actuando como contrapunto de la misma.

ENLACE A LA CANCIÓN

Songs of Leonard Cohen (1967)

Pocos álbumes de debut, del artista que sea, pueden igualar la calidad, profundidad y talento fuera de lo común que encierra este trabajo. Cohen, que debutó en la música a la tardía edad de 33 años, compuso una galaxia de poderosas canciones, llenas de sentimientos, de calidez, canciones que te llegan muy hondo y que pasan a ser imprescindibles en la banda sonora de tu vida.

Cohen, un estilo en si mismo, porque es inclasificable más allá de la manida etiqueta de cantautor. Nació en Montreal en 1934, en una familia de ascendencia judía, comenzó a interesarse al poco tiempo en la poesía de Federico García Lorca y durante su adolescencia, aprendió a tocar la guitarra y formó «The Buckskin Boys», un grupo de country-folk. Aunque comenzó tocando una guitarra acústica, pronto pasó a tocar una guitarra clásica tras conocer a un joven guitarrista español que le enseñó «unos cuantos acordes y un poco de flamenco»

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Pero fue en la literatura donde Cohen empezó a desarrollar su talento. Publicó sus primeros poemas en marzo de 1954, carrera literaria que continuaría en los siguientes años, alternando la poesía con la narrativa.

En 1967, decepcionado por su falta de éxito como escritor, Cohen se trasladó a los Estados Unidos para comenzar una carrera como cantautor folk. Su canción «Suzanne», fue un notable éxito de la mano de Judy Collins, y durante muchos años fue su canción más versionada. Tras tocar en varios festivales de folk, ganó la atención de John H. Hammond, representante de Columbia Records que años antes fichó para la compañía a Bob Dylan.

Cuando llega el momento de componer las canciones de su primer álbum, el trabajo está ya medio hecho: Cohen sólo tiene que desarrollar la melodía propia de los poemas que escribe y trasladarlos hacia el medio musical. El resultado es majestuoso, brillante. «Songs of Leonard Cohen» no es un disco revolucionario o innovador, es sólo condenadamente especial

Las canciones en este álbum transmiten una extraña calidez, una belleza atemporal que huele y suena a pura poesía, como si la experiencia abstracta de leer unos versos se hubiera embotellado para el disfrute de todos. Mucho de lo hermoso del disco viene de la contribución musical del productor John Simon, pero no nos engañemos, son las letras de Cohen las que ascienden sobre la música y las transforman en experiencias espirituales, únicas.

Definido por el crítico Bruce Eder como «uno de los cantantes y compositores más fascinantes y enigmáticos de finales de los sesenta». Cohen es eso y mucho más, son las palabras que caen sobre nosotros como hojas en otoño o la fina lluvia que nos empapa cada vez que le escuchamos. Escúchenle y cálense hasta los huesos.

Songs of Leonard Cohen (Playlist)

Johann Pachelbel, más allá del Canon

Como es de suponer, el organista y compositor alemán Johann Pachelbel, nacido en Nuremberg en 1653, hizo en la vida algo más que escribir su celebérrimo «Canon en Re mayor». Pachelbel fue una figura clave del periodo barroco y su obra constituye una contribución importante en el desarrollo de la música sacra y para teclado de la Iglesia Luterana alemana.

Pachelbel, como muchos otros músicos del barroco, fue un autor muy popular en su tiempo. Y como tantos otros, sin ir más lejos el propio Bach, permaneció olvidado durante siglos en la historia de la música.

Precisamente hay que destacar la relación de Pachelbel con la familia Bach. Conoció a los padres del genial músico en Eisenach, mientras desempeñó allí su labor como organista de la corte en 1677, ocho años antes de que Johann Sebastian viniera al mundo. Fue maestro de J. Christoph Bach, hermano de J. Sebastián, y padrino de una de sus hermanas.

«Bach with His Family at Morning Devotion» (Toby Edward Rosenthal) 1870

Pachelbel es autor de numerosas obras, entre las cuales destacan sus composiciones para órgano (preludios, tocatas, fugas, chaconas…), los lieder espirituales, diversas piezas para clavicémbalo, como la extraordinaria Hexachordum Apollinis, corales variadas, algunas misas, motetes, cantatas, fantasías y Magnificats. A pesar de que fue un maestro del estilo cantabile (regularidad del desarrollo de las voces, armonía y ritmo), su música, tanto la instrumental como la vocal, fue olvidada poco después de su muerte y no se recuperó hasta la primera mitad del siglo XIX, cuando Franz Commer publicó parte de su obra escrita para órgano. En 1901 se editó la serie completa de sus 95 fugas sobre el Magníficat y muchas de sus obras para clavicémbalo fueron incluidas en una edición posterior.

La popularidad de Pachelbel como todo el mundo conoce, se la debe al «Canon en Re mayor». Esta pieza quedó olvidada durante siglos, pero a mediados de los años sesenta del siglo veinte, el violinista y director Rudolph Baumgartner junto a la agrupación suiza Lucerne Festival Strings grabaron una pieza barroca a la que pusieron por nombre «Pachelbel’s Canon for France’s Erato». Se trataba de un canon y giga de Pachelbel compuesto alrededor de 1700. Sorprendentemente, al poco tiempo la pieza se había convertido en un best-seller.

En el plano personal, Pachelbel se casó en 1681, pero dos años más tarde murieron su mujer y su hijo víctimas de una epidemia. Este hecho afectó a la composición de Pachelbel, que volvió a casarse un año más tarde y tuvo cinco hijos y dos hijas. Cuatro de sus hijos fueron músicos reconocidos en su época.

En conclusión, la obra de Pachelbel, como tantos autores clásicos, ha quedado sepultada por la inmensa popularidad de una pieza, su «Canon» en este caso, por eso es de justicia recuperar otras obras suyas tan bellas y destacadas como la citada anteriormente. Espero que las disfruten.

Magnificat

Obras para Órgano

Hexachordum Apollinis (obra para clavicémbalo) 1699