Si usted no ha conocido la música de Leonardo Favio, siento decirle que ha tenido una grave carencia toda su vida. La obra musical de este inclasificable cantautor argentino, es una de las más personales que se pueden encontrar en cualquier época o país. A parte de músico, fue actor y director de cine, y puede que esta fuera la causa del ímpetu dramático de sus composiciones e interpretaciones. Cualquier sentimiento expresado por él se convierte en algo tremendamente intenso: La deliciosa dulzura de los recuerdos de la infancia en “Chiquillada”. El galanteo elegante en “Ding dong, estas cosas del amor”. El amante expectante en «O quizás simplemente le regale una rosa». Y por supuesto “Ella ya me olvidó”, su canción más representativa, donde sientes como propio el desgarro del amor perdido. Se pone la piel de gallina al escuchar cantar a este hombre, la forma en la que canta te transmite mil cosas. Simplemente imprescindible.
Fuad Jorge Jury, su verdadero nombre, nació el 28 de mayo de 1938 en el seno de una familia de origen sirio-libanés, en la localidad de Luján de Cuyo, en la Provincia de Mendoza, Argentina. Nació en un barrio pobre y conflictivo. Tuvo una infancia turbulenta marcada por el abandono del hogar de su padre. Pasó gran parte de su infancia internado.
Fotografía: Infobae / THX Medios S.A.
De joven, Favio se formó en un seminario y se alistó en la Armada antes de probar suerte como actor en Buenos Aires. Trabajó bajo la tutela del prestigioso director Leopoldo Torre Nilsson, y su buena apariencia le llevó a ser conocido como el James Dean argentino. Sin embargo, Favio desarrolló rápidamente la ambición de estar al otro lado de la cámara y dirigió su primer cortometraje a finales de los años cincuenta.
Su primer largometraje como director, «Crónica de un niño solo» (1965), se basó en sus experiencias como adolescente, retratando la vida sombría en los centros de detención juveniles argentinos y los problemas sociales arraigados en los barrios que él mismo había conocido.
En 1967 realizó «El romance del Aniceto y la Francisca…», con Federico Luppi, Elsa Daniel y María Vaner. A menudo es considerada como la mejor película argentina de todos los tiempos. En 1969 Favio estrenó «El Dependiente», basado en un cuento de su hermano y coguionista, Zuhair Jury. Hay muchos críticos que ven una unidad creativa en estos tres films, considerándolos una especie de trilogía.
Fue entonces cuando Favio, quizá motivado por las trabas económicas que el cine le estaba provocando, decidió lanzarse sorpresivamente al mundo de la música, cosechando un éxito que le permitió en numerosas oportunidades financiar gran parte de sus películas. «La música me permitió vivir con dignidad», le dijo una vez a un entrevistador. Su hijo Nico Favio ha comentado: “La música le permitió a mi padre mostrar su lado romántico, salirse del ámbito de lo social y lo político, que sí contaba en su cine. Para mostrar esa veta, fue muy influenciado por la figura de mi madre” Zulema Carolina Leyton, conocida como Carola Leyton.
Carola Leyton y Leonardo Favio
Favio aprendió a tocar guitarra de niño, y sólo se animaba a cantar en reuniones íntimas con familiares y amigos. Debutó como cantante en el mítico programa de Eduardo Bergara Leumann, «La Botica del Ángel», un espacio que en su época presentó a artistas, que con el tiempo se convertirían en estrellas de la música popular argentina como Susana Rinaldi o Nacha Guevara.
Posteriormente, un ejecutivo de la CBS le propuso grabar un disco, publicando su primer sencillo titulado «Quiero la libertad», que resultó ser un fracaso. A pesar de ese revés publicó a continuación «Fuiste mía un verano»; ícono no sólo de su primer álbum, sino también de toda su discografía. En seis meses se vendieron más de un millón de copias, algo completamente inaudito para la Argentina de entonces. Tras su participación en el Festival de la Canción de Viña del Mar, Favio empezó a labrarse su fama en el extranjero.
«Se sentía que había algo distinto. Leonardo era un rebelde auténtico, usaba jeans y zapatillas en las tapas de las revistas y en la televisión y a la vez tenía una gran sensibilidad. Yo intuía que iba a ser un fenómeno y resultó ser el autor del boom discográfico más grande de la historia y nadie lo repitió». Así lo cuenta al diario Infobae Vico Berti, coautor con Favio de la canción, que en estos días cumple su 50º aniversario.
Leonardo Favio en su madurez. Fotografía: Reuters
El entusiasmo de Verti fue vital para el lanzamiento de la carrera musical de Favio. «Hasta que me llevó a ver a John Lear, que era el director artístico de la CBS. Ahí me hizo cantar otra vez, un poco a capella, otro poco con guitarra, hasta que logró convencerle. A los pocos días, para mi asombro, yo ya estaba grabando con una gran orquesta. Y lo primero que grabé fue «Quiero la libertad», que logró el mismo éxito como fracaso que mis anteriores presentaciones personales, porque el disco no lo compró nadie. Uno me lo llevé yo, otro se lo quedó Vico Berti y el otro se lo regalé a mi mamá. Pero Vico no se resignó , porque era muy obstinado. A él lo emocionaba mucho la canción que me había escuchado en La Botica del Ángel, «Fuiste mía un verano», así que insistió ante la compañía para que yo volviera a grabar. Y ahí nos tocó Dios, porque eso fue un éxito fuera de lo común. En aquella época, éste fue el disco, en proporción, de mayor éxito en el mundo de habla hispana. Nunca se había vendido, hasta ese momento, una cifra igual en tan breve lapso. Tuvieron que unirse para prensar los discos que yo grabé la CBS y la RCA. Acá se dobló la venta de tocadiscos a raíz de las enormes ventas de mi disco», recordaba el propio Favio. (Cita publicada en el diario digital Infobae)
El repentino éxito afectó profundamente a Favio. De una vida más bien tranquila como director de cine, pasó a estar en el escaparate mediático, con el acoso de los fans y giras de conciertos continuadas; tanto le traumatizó la fama, que llegó a encerrarse durante meses en su casa. Con el tiempo, y en pleno apogeo de su éxito como cantante, dejó los escenarios para dedicarse de nuevo por completo al cine. Este regreso fue enormemente fecundo, con obras maestras tales como «Juan Moreira» (1973), y en especial «Nazareno Cruz y el lobo» (1975), que elevó a Favio a lo más alto como director, siendo esta la película más vista en la historia del cine argentino.
Entre tanto, se vio envuelto en el drama político que sacudió a Argentina cuando Juan Perón regresó al país después de casi dos décadas de exilio en España. Peronista durante toda su vida, Perón le encomendó a Favio la organización de una ceremonia para celebrar su regreso formal y definitivo en Ezeiza, cerca del aeropuerto internacional de Buenos Aires. El evento pronto derivó en un derramamiento de sangre cuando una facción de peronistas abrió fuego contra otra. Posteriormente, el cineasta dirigió un documental titulado «Perón, sinfonía del sentimiento (1999).
Juan Domingo Perón junto a Leonardo Favio
En los años previos a su muerte, Favio sufrió problemas de salud que le limitaron la movilidad, pero no le impidieron dirigir. Su última película, «Aniceto» (2008), fue una nueva versión de «El romance del Aniceto y la Francisca», que había realizado 40 años antes. Favio dejó un proyecto cinematográfico inacabado recordando su infancia empobrecida en la provincia de Mendoza.
Leonardo Favio falleció el 5 de noviembre de 2012 a los 74 años de edad. Fue un artista total, único en su singularidad, tanto cinematográfica como musical. Centrándonos en esa faceta, objetivo de este blog, dejó una carrera musical tan meritoria como inclasificable, que excede la etiqueta de cantante romántico como tantos ha habido en Iberoamérica. Realmente fue un estilo en sí mismo, dueño de una de las voces más peculiares e intensas de la escena musical hispana. Fue y será siempre el «cantactor» imprescindible.
Fuiste mía un verano
O quizás simplemente le regale una rosa
Chiquillada
Ding dong, estas cosas del amor
Ella ya me olvidó
Lista de reproducción con sus grandes éxitos